El remedio fundamental estriba en romper, con un programa concreto de aspiraciones bien definidas, el círculo vicioso en que nos debatimos […] Poner en marcha un programa propio de reconstrucción nacional será todo lo arduo y aventurado que se quiera; pero la realidad no parece ofrecer otra alternativa. Todas las probabilidades indican que ningún cambio espontáneo de la política metropolitana puede paralizar, de una manera adecuada, eficaz y permanente, los intereses económicos que desde Nueva York nos pauperizan.
El plan de rehabilitación yanqui es sólo una continuación del sistema de desplazamiento implantado por el régimen al establecerse en Puerto Rico.
Esta oportunidad es única en nuestra historia.
I. Los contornos del Plan Chardón
1. El Nuevo Trato y el Plan Chardón
El "Nuevo Trato" denomina el amplio programa de recuperación económica y social que promovió la administración del presidente Franklin D. Roosevelt en los años 1930 y en particular entre 1933 y 1936. En este periodo hubo una reconfiguración parcial de las relaciones sociales, económicas y culturales de los EE. UU. que tuvo consecuencias importantes para Puerto Rico. Los cambios incluyeron una enorme ampliación del gobierno federal vis a vis los estados y territorios; y una transformación general de la gobernanza y la sociedad estadounidense.
El Nuevo Trato abarcó un conjunto de programas que estuvieron dirigidos a la recuperación económica y social. Se establecieron nuevos controles sobre la banca y el mercado de valores; ayuda o socorro (relief) de emergencia; la construcción de obras públicas; la creación de empleos; subsidios y préstamos agrícolas; la conservación y rehabilitación de los suelos, bosques y otros recursos naturales; la seguridad del retiro y de los desvalidos; la reestructuración de las relaciones laborales; la rehabilitación comunitaria; y la realización de proyectos fotográficos, artísticos y de investigación histórica.[1] Las iniciativas se realizaron mayormente mediante una redefinición de agencias existentes y la creación de agencias (algunas con amplia autonomía como la Tennessee Valley Authority) cuyo alcance varió a lo largo de los años treinta, según las pautas sentadas por el Tribunal Supremo y el Congreso.
En Puerto Rico, los años treinta se recuerdan, ante todo, como la década de la Gran Depresión, el auge y persecución del Partido Nacionalista, una gran movilización obrera y el surgimiento del Partido Popular Democrático. Se recuerda menos el Nuevo Trato como época que sus agencias, como la Puerto Rico Emergency Relief Administration (PRERA), la Puerto Rico Reconstruction Administration (PRRA) y el Cuerpo Civil de Conservación ("las Tres C"); y el reparto de comida y de ropa (el "mantengo") que comenzó con la PRERA, conocida popularmente como "la Rehabilitadora".[2]
En un marco de pobreza extrema, una industria azucarera asfixiante y tras dos grandes huracanes (San Felipe en 1928 y San Ciprián en 1932), el Nuevo Trato tuvo en Puerto Rico uno de sus mayores retos y de sus grandes campos de acción, comenzando con la (PRERA). La PRERA operó de 1933 y 1935. De 1935 en adelante, el énfasis fue en rehabilitación a más largo plazo y en la construcción de infraestructura. En ese esfuerzo, la agencia matriz fue la PRRA.
Las premisas fundamentales de la PRRA se articularon por primera vez en el informe denominado oficialmente "Report of the Puerto Rico Policy Commission", conocido como el Plan Chardón (1934). Así se le denomina en la carta de trámite con la cual se sometió el plan al Secretario de Agricultura el 14 de junio de 1934. El nombre de la comisión se tradujo como la "Comisión de Normas de Puerto Rico". Pronto la comisión se conoció también como la "Comisión Económica Puertorriqueña" y la "Comisión sobre la Rehabilitación Económica de la Isla". Aún, mientras se elaboraba el informe a principios de junio de 1934, comenzó a llamarse en la prensa un "plan" y el título evolucionó a "Comisión del Plan Puertorriqueño" y "Plan de Reconstrucción Económica". Estos cambios reflejaban la fluidez de la discusión en torno a la naturaleza del plan y su legitimidad. Luego tras completarse el informe y conocerse parte de su contenido, el plan comenzó a llamarse el "Plan Chardón" o "Plan Chardón para la Reconstrucción Económica de Puerto Rico" y su comité creador como el Comité o Comisión Chardón (Muñoz Marín 2005, 261; Fernández García 1934).
El Plan Chardón enmarcó el comienzo en Puerto Rico del Nuevo Trato en todo su alcance y fue el "primer plan de desarrollo económico" que se ha formulado para el país (Santana Rabell 44), si bien los conceptos de "desarrollo económico" y "desarrollo" en un sentido más general no se emplearon en el ámbito estadounidense hasta después de la Segunda Guerra Mundial (Lepenies 203, Arndt 460). En esto fue precoz el uso del término "desarrollo" en Puerto Rico, a tenor con su posición en las ciencias sociales estadounidenses; véase Bartlett et al., An Economic Development Plan for Puerto Rico (1942; Lapp 1995).
En los 1930 los términos que más se utilizaban eran "rehabilitación" o "recuperación" y, con sentido más estructural, "reconstrucción" (o "reconstrucción permanente"). Con frecuencia, "rehabilitación" o "reconstrucción" se empleaban en contraposición a "ayuda" o "socorro". Mathews evoca reiteradamente la dicotomía "ayuda o reconstrucción" y así titula uno de sus capítulos. El contexto de este discurso era mayormente en el de desastres naturales, que tradicionalmente en los Estados Unidos se dejaba en manos de los estados. Unas inundaciones en el sur en los 1920 y la gran sequía del Dust Bowl a principios de los 1930, propiciaron la transformación de ese discurso; fueron el motivo y a veces el pretexto para las nuevas políticas federales de reconstrucción del Nuevo Trato (Dauber, 6-7).
La Comisión Chardón tenía unos integrantes extraordinarios. El Dr. Carlos Chardón Palacios era un científico reconocido internacionalmente y fue el primer canciller puertorriqueño de la Universidad de Puerto Rico (1931-36).[3] Rafael Fernández García[4] y Rafael Menéndez Ramos[5] eran ambos eminentes agrónomos y profesores universitarios. Presidía la comisión el doctor Chardón; pronto se conoció por su nombre tanto la comisión como el plan que generó.[6]
El Plan Chardón propuso una reestructuración de la industria azucarera, empezando por un plan piloto de tres años, una implantación gradual de la Ley de 500 Acres y la rehabilitación del café, el tabaco y las cítricas. Igualmente propuso inversiones masivas en infraestructura eléctrica, la estatización de las utilidades públicas, un replanteamiento demográfico y una política de industrialización con unas coordenadas muy particulares. El vehículo fundamental del Plan Chardón sería la PRRA, una especie de "súper agencia" creada con el optimismo del Nuevo Trato que formó casi un gobierno paralelo de la isla. En general, el Plan Chardón le asestaba un fuerte golpe político al colonialismo azucarero y es quizá lo más cercano que hemos tenido, en efecto, a un "proyecto de país".
El Plan Chardón, es por ende, materia obligada en un análisis de nuestra historia de planes de desarrollo y de política gubernamental en general. Sin embargo, y aunque se recuerda en el ámbito académico, ha sido un tanto olvidado en la discusión pública del país. Quizá ha prevalecido la impresión errónea de que las propuestas del Plan Chardón quedaron sin realizar, o se atribuyen al Partido Popular Democrático y la obra gubernamental de la década del cuarenta.
Menos recordada aún lo es el "Plan para la Rehabilitación Económico-Social de Puerto Rico" o Plan de la Coalición. También se le conocía como el Plan de la Comisión Económica, que fue la comisión legislativa que lo trabajó. Este plan sintetiza la respuesta de los sectores políticos y sociales opuestos al Plan Chardón. Como el Plan Chardón, el Plan de la Coalición favoreció inversiones en obras públicas, pero se opuso a cambios estructurales en la industria azucarera o la implantación de la Ley de 500 Acres. Para la agricultura, el Plan de la Coalición consideró que la máxima prioridad era atender la situación del crédito rural y hacer reformas hipotecarias y contributivas. Asimismo, se opuso a la adquisición de utilidades públicas y de cualquier crecimiento ulterior del estado territorial.
Elaboró el Plan de la Coalición una comisión especial de la Legislatura, la Comisión Económica, que celebró vistas públicas entre junio y octubre de 1934. La comisión fue asesorada por Edmundo Colón Frías y Francisco López Domínguez,[7] que aparentemente fueron los verdaderos autores del plan. Estos destacados agrónomos fueron ambos Comisionados de Agricultura, directores de la Estación Experimental Agrícola y catedráticos de la Universidad de Puerto Rico. Una vez preparado, el plan de la Comisión Económica se radicó en la Asamblea Legislativa como anejo de una resolución conjunta, la R. Conc. del S. 1 presentada el 12 de febrero de 1935. Se titularía formalmente "El Plan para la Rehabilitación Económico Social de Puerto Rico" (Ríos González 2015).
Las recomendaciones del Plan Chardón y del Plan de la Coalición parten de perspectivas profundamente diferentes, incluso antagónicas, sobre la estructura socioeconómica de Puerto Rico y su futuro plausible y deseable. Desde esquinas contrarias, el Plan Chardón y el Plan de la Coalición proponían su visión en cuanto a la rehabilitación económica de Puerto Rico. Para el Plan Chardón, el problema fundamental del país era la concentración de tierras y la importancia excesiva de la industria azucarera. Para el Plan de la Coalición, el problema era la erosión de la protección tarifaria de la industria azucarera; la gran escala de esta industria era, para los coalicionistas, precisamente la base de un sistema productivo eficiente que había que proteger.
El gran debate entre mantener el control estatal y la privatización que ha marcado las últimas décadas tiene sus antecedentes en el contrapunto en los 1930 entre el Plan Chardón y el Plan de la Coalición, y en el cual el balance de fuerzas –favorecedor en los 1930 de la gestión estatal– era el opuesto a las tendencias prevalecientes en tiempos recientes. De hecho, podría decirse que la lógica social que predominó desde los 1930 fue la del Plan Chardón, siendo desplazada desde los 1990 por la del Plan de la Coalición. En este momento en Puerto Rico, en la tercera década del nuevo milenio, nos encontramos balanceándonos entre ambas y buscando una ruta que atienda las interrogantes que plantean ambas vías.
Para entender el Plan Chardón y el Plan de la Coalición, es necesario examinar su contexto histórico. En este libro se trabaja una visión en conjunto del Nuevo Trato, aunque nos concentraremos en sus primeros tres años (1933-35) donde se gestaron los planes Chardón y Coalicionista, y donde estos tuvieron su impacto inicial. El análisis incluye problematizar el concepto de "Nuevo Trato" y analizar las interrogantes que plantea.
La época de la Gran Depresión en Puerto Rico fue una de estancamiento económico, desempleo masivo, movilización obrera y desafío nacionalista. La naturaleza también se hizo sentir con el huracán San Ciprián (1932) cuando aún el país se recuperaba del huracán San Felipe (1928). Completaba el cuadro una administración colonial, sujeta a dictámenes desde Washington. La crisis de los 1930 agudizó tensiones y develó los límites de un modelo económico orientado a la exportación agrícola, principalmente el azúcar, que se consolidó a partir de 1898.
A fines de 1933 y principios de 1934, en particular, Puerto Rico vivía una coyuntura afín a nuestro momento histórico actual. En los Estados Unidos, la respuesta del gobierno federal a la crisis cobró mayor ímpetu con la administración Roosevelt a partir de 1933 y la puesta en marcha de múltiples programas del Nuevo Trato. Este escenario, y un reconocimiento en Washington de la situación urgente en Puerto Rico, crearon condiciones favorables para iniciativas facilitadas por una inversión sin precedente de fondos federales.
2. Contenido del libro
En este libro presentamos ambos planes en su totalidad, incluyendo apéndices y material suplementario. El Plan Chardón circuló originalmente mimeografiado, en inglés y como un documento del Departamento de Agricultura federal.[8] El plan fue sometido al secretario del Departamento de Agricultura, Henry A. Wallace, por los tres miembros de la comisión y aparece suscrito únicamente por ellos. En la actualidad, el Plan Chardón solo puede consultarse en fotocopia en algunas bibliotecas en Puerto Rico y Estados Unidos. La única versión publicada en español apareció, apretada, a ocho columnas en las páginas de gran formato (broadsheet) de la edición de El Mundo del 11 de noviembre de 1934, sin los apéndices o los estudios suplementarios del original (El Mundo, 11 de noviembre de 1934, pp. 1, 6-9, 11 y 14). Por su parte, el Plan de la Coalición circuló únicamente como parte de la Resolución Concurrente Núm. 1 del 12 de febrero de 1935 y está aún menos accesible que el Plan Chardón.
Presentamos el Plan Chardón traducido del inglés y el Plan de la Coalición en su texto original en español. Se conserva en ambos casos su formato original, en todo lo posible, y únicamente se corrigen errores tipográficos en las versiones originales. Para el Plan Chardón se empleó la traducción que se publicó en El Mundo en 1934. Para el Plan de la Coalición utilizamos el texto de la Resolución Concurrente Núm. 1 del 12 de febrero de 1935. Además, se incluyen para ambos planes algunas notas de contexto histórico y se ofrece una cronología. Esta es la primera vez que se publica el Plan Chardón en español más allá de la edición de El Mundo de 1934. De hecho, la publicación en línea del texto en inglés del Plan Chardón representa la primera vez que se hace accesible el informe más allá del formato original mimeografiado (que más adelante se fotocopió). Asimismo, esta es la primera vez que se publica el Plan de la Coalición más allá de los volúmenes oficiales legislativos y la primera traducción al inglés que se hace del mismo.
Este primer ensayo esboza el contexto histórico y social donde se produjeron los Planes Chardón y Coalicionista: el periodo previo de 1932-33, los inicios de la PRERA y el rol de James Bourne y Dorothy (Dulles) Bourne; los boicots y huelgas de 1933-34; la recepción del plan en 1934-35 y la respuesta de la oposición, el Plan de la Coalición.
Un segundo ensayo compara en detalle el Plan Chardón y el Plan de la Coalición, sus análisis y propuestas y el modelo socioeconómico que cada uno presenta. Se presta especial atención a los temas que dominaban entonces la discusión pública y que se destacan en ambos planes: la estructura de la industria azucarera; alternativas para una reforma agraria; estrategias para incrementar y diversificar la producción agrícola y desarrollar; el crecimiento poblacional y la emigración.
Esta publicación pretende dar a conocer ambos planes y a situarlos en contexto con los ensayos que los acompañan. No se pretende hacer un estudio exhaustivo de la época ni adentrarnos en los niveles de discurso que estos escritos evocan. Esos temas quedan para otro día. Pero sí pretendemos fomentar la discusión histórica sobre esa década. La historiografía de los años treinta ha tenido en años recientes un relativo estancamiento, situación que es una de las manifestaciones más notables del estado de la historiografía económica y social de Puerto Rico en términos generales (Cancel Sepúlveda 2011). Volver a los años treinta es indispensable para fijar nuevos derroteros en la historiografía social y económica de Puerto Rico. La publicación del Plan Chardón y el Plan de la Coalición es una ocasión propicia para retomar ese esfuerzo.
3. El Plan Chardón y el Plan de la Coalición
El Plan Chardón y el Plan de la Coalición fueron respuestas a los problemas fundamentales del país: la distribución de la tierra, la relación entre la escala de la producción y la eficiencia, la relación entre agricultura e industria y el rol de la inversión externa. El Plan Chardón marcó una nueva perspectiva que allanó el camino para cambios profundos en los 1930 y 1940, y es quizás lo más cercano que ha tenido Puerto Rico a un "proyecto de país". Por su parte, el "proyecto de país" del Plan de la Coalición presentó una contrapropuesta seria del sector empresarial local con estrechos vínculos al capital foráneo, donde se sostenía un rol gubernamental más limitado.
El Plan Chardón se conceptúa usualmente como un plan de reforma agraria con un proyecto de industrialización como complemento. Sin embargo, el Plan Chardón es fundamentalmente un plan de industrialización, si bien de base agraria; y así lo conceptuaban sus creadores. Es evidente que el Plan Chardón destaca la concentración de tierras como el principal problema social de Puerto Rico y como también que señala que sus dueños ausentitas eran los principales responsables. Fue asimismo la primera expresión gubernamental –una expresión conjunta– del gobierno local y federal en ese sentido. Sin embargo, el Plan Chardón no proponía una reforma agraria inmediata y de hecho advertía contra una implantación repentina de la Ley de 500 Acres, aunque ciertamente favorecía una decidida implantación gradual.
El Plan Chardón (específicamente su "Plan de reajuste azucarero") proponía la compra de decenas de miles de tierras de una o más centrales azucareras, de los cuales se esperaba que un 40 % fueran tierras buenas y el resto marginales. Las tierras buenas se canjearían en proporción de 2 a 1 o de 3 a 1, por tierras marginales de colonos. Las tierras buenas así traspasadas a colonos se agruparían en colonias o distritos de cultivo bajo un Centro de Colonia administrado por una de las centrales adquiridas. La central operaría bajo una corporación semipública y su producción serviría de yardstick o norma para medir la proporción justa entre centrales y colonos. Los centros de colonia variarían en tamaño. En general, comprenderían diversas instalaciones de servicio y comunitarias y tendrían predios para la venta a colonos para construir su vivienda. Igualmente tendrían predios más pequeños para que jornaleros pudieran arrendar viviendas construidas en cemento.
Por su parte, las tierras marginales que la corporación semipública obtuviera mediante canje, más otra cantidad adquirida de terratenientes, se convertirían en fincas de subsistencia de 10 cuerdas con casa de cemento y animales, a venderse a plazo a agricultores seleccionados por su experiencia y nivel educativo. Estas fincas estarían agrupadas por distrito y estarían vinculadas a unas "Granjas centrales de servicio". Las titulares de las fincas de subsistencia combinarían trabajo salariado con producción de autoconsumo y para el mercado. El costo total del plan azucarero sería de $32.9 millones.
Para el café, el tabaco, las cítricas y otros cultivos, el plan proponía la adquisición directa de tierras con fondos de rehabilitación para el desarrollo de fincas de subsistencia y el establecimiento de comunidades de reasentamiento bajo condiciones similares a las azucareras.
La propuesta del "plan azucarero" dentro del Plan Chardón, aunque interesante, enfrentaba obstáculos serios. El principal era el alto nivel de endeudamiento hipotecario de muchos colonos que dificultaba el canje de tierras. La fuerte cantidad de fondos necesarias para el plan azucarero ($32.9 millones) y para los otros cultivos supuestamente se generaría mediante el cobro de un impuesto de procesamiento del azúcar cuya legalidad estaba en cuestión y que fue invalidado por el Tribunal Supremo a principios de 1936. La propia legalidad de la corporación semipública también estaba en entredicho y nunca se resolvió.
Como proyecto de industrialización de base agraria y local, el Plan Chardón tiene otros componentes que generalmente se han olvidado o subestimado. Proponía: (1) el control de Puerto Rico sobre sus aranceles, (2) derogar la ley federal de cabotaje, (3) una política contributiva progresiva, (4) una emigración organizada principalmente a Sur América, (5) el control de natalidad como algo a lograrse gracias a la industrialización, no como su causa, (6) abrir las puertas en Estados Unidos para la venta de azúcar refinado en Puerto Rico, (7) un insumo fuerte de fondos federales para la infraestructura.
El Plan de la Coalición se abstuvo de señalar la concentración de tierras como un problema, pero como el Plan Chardón, reconocía que la población de campesinos desposeídos sí lo era. Para esto proponía el reparto de tierras públicas. El Partido Socialista, uno de los componentes de la Coalición, había tenido la creación de comunidades rurales como parte de su programa desde 1920. El plan coalicionista, además, ponía énfasis en la agricultura más allá del azúcar, promovía la rehabilitación de la industria cafetalera y planteaba la necesidad de una reforma contributiva.
4. Importancia de los planes en controversia
Los planes Chardón y de la Coalición son documentos claves de su época. Estos planes sintetizan, en el plano de política pública aplicada, las dos principales corrientes de interpretación que pugnaban en los años 1930 para interpretar la situación económica y social de Puerto Rico y proponer modos de conjurarla. De una parte, se hallaban los análisis que, como el Plan Chardón, señalaban la concentración de tierras como el principal problema del país, como lo habían hecho Bailey y Justine Diffie (1931), Pedro Albizu Campos (1981) y las posiciones de todo un sector intelectual y político asociado con el Partido Liberal, cuyo programa denunciaba el latifundismo. En materia de búsqueda de alternativas al azúcar, el Plan Chardón evocaba las propuestas de las "Fuerzas Vivas" a mediados de los 1920 (Asociación de Productores de Azúcar, Cámara de Comercio y Asociación de Agricultores 1926; Álvarez Curbelo 1986; Vázquez Brioso 2022).
Otros entendían que la producción en gran escala en el azúcar era esencial para la eficiencia, como sostenía el Plan de la Coalición, y como lo había hecho con gran autoridad el Informe Brookings (Ríos, 2015; 2021); y como reclamaban los Partido Unión Republicana y su socio en la Coalición, el Partido Socialista. Así también lo plantearon a través de los 1930 las publicaciones de la Asociación de Productores de Azúcar y la Cámara de Comercio y, a fines de la década, The Sugar Economy of Puerto Rico (Gayer et al. 1938).
Las dos grandes vertientes del debate sobre la tierra tenían sus corolarios. El Plan Chardón y su genealogía proponían repartir las tierras de los latifundios en pequeña y medianas tenencias, reducir la dependencia en la producción azucarera, aumentar la inversión gubernamental, promover la industrialización y reducir el crecimiento poblacional. El Plan de la Coalición y su genealogía favorecía ampliar el campesinado mediante el reparto de tierras públicas, no interesaba una industrialización por entender que la agricultura seguía siendo la base económica de la Isla, enfatizaban las reformas contributivas como medio de aumentar la inversión, deseaban reducir el gasto público y le restaban importancia al tema poblacional. Ni una ni otra vertiente se relacionaba necesariamente con opciones de status político pues ambas atendían más bien la estructura económica interna del país, pero ambas planteaban con mayor o menor nitidez, según el tema, el rol del gobierno federal en la economía y sociedad puertorriqueña.
El Plan Chardón y el Plan de la Coalición representan el destilado más completo de pensamiento socioeconómico puertorriqueño en una época de crisis general en el país. Estos planes enfrentaron algunas de las mejores mentes del país en el campo agrícola y específicamente en el azúcar, en una época donde todo análisis económico partía de un análisis de la industria agrícola –y sobre todo azucarera– de la isla. En conjunto, el Plan Chardón y el Plan de la Coalición establecen, desde un espacio distante y a la vez extrañamente familiar, los términos de un debate que hoy día urge rescatar.
El Plan Chardón, en particular, fue el primer plan de desarrollo económico y social de Puerto Rico. Fue producto de una iniciativa en gran parte local y fue elaborado por profesionales puertorriqueños de primer orden. Contó, a la vez, con el endoso y del gobierno federal; y quizá como reclama Tugwell en su Diario, fue por su iniciativa (1992, 96). Sea como fuere, el Plan Chardón fue un punto de encuentro y movilización social/cultural, ofreció perspectivas de cambio y para salir de la crisis y –en un plano que interesaría a los estudiosos de la historia cultural– se convirtió en un fenómeno cultural con vida propia que disparó la imaginación popular como afirmación autóctona y de transformación radical del país, más allá de sus posibilidades frustradas.
La dimensión emblemática del Plan Chardón influiría en la formación del Partido Popular, en la implantación de la Ley de 500 Acres, la formación de la Autoridad de Tierras y el proyecto inicial de la Compañía de Fomento Industrial, proyecto en el cual uno de los miembros de la comisión Chardón, Fernández García, jugó un papel central. Por su parte, el Plan de Coalición siguió un patrón más común como informe legislativo, pero el recurso a connotados expertos puertorriqueños en la economía azucarera se asemejaba a la configuración del Plan Chardón.
Tanto el Plan de la Coalición como el Plan Chardón son importantes, además, por lo mucho que nos dicen y revelan sobre el período de 1933-35 en que se elaboraron. Fueron años neurálgicos de conflictos serios con múltiples protagonistas y de gran trascendencia: obreros cañeros, uniones de desempleados, "novotratistas" criollos, trabajadores de tabaco y aguja, socialistas y republicanos, boicoteadores de la gasolina y la electricidad. Asimismo, interesa captar el espacio singular de los inicios del Nuevo Trato y de la administración de Franklin Delano Roosevelt, la cual acogió y en parte forjó el Plan Chardón en el contexto de una movilización social en un Puerto Rico a punto de estallar.
5. Los autores del Plan Chardón y el Plan de la Coalición
La Comisión Chardón estaba integrada por tres reconocidos especialistas en la economía agraria de Puerto Rico. Su presidente, Dr. Chardón Palacios, era un eminente fitopatólogo reconocido internacionalmente. Integraban también la comisión Fernández García, químico y agrónomo egresado de la Universidad de California en Berkeley, experto en suelos y primer director del Departamento de Química en la UPR, con experiencia de trabajo en centrales de Puerto Rico y Santo Domingo; y Menéndez Ramos, agrónomo y consultor en centrales en Santo Domingo y Cuba, egresado de Penn State University. En 1934 Menéndez era el comisionado de Agricultura y Comercio en el gobierno de la Coalición Republicano Socialista. Su participación en la Comisión Chardón fue clave en lograr el apoyo de Washington y la anuencia, al menos pasiva, de un sector de la Coalición.
Los tres comisionados eran autoridades reconocidas en sus especialidades y contaban con una vasta experiencia científica y práctica en el cultivo y procesamiento de la caña de azúcar, en y fuera de Puerto Rico. En distintos periodos de las décadas de 1920 y 1930, los tres expertos dirigieron la Estación Experimental (Chardón en 1924, Menéndez Ramos en 1921-25 y Fernández García en 1928-31) y dos de los tres también fueron Comisionados de Agricultura (Chardón, 1925-31; Menéndez Ramos, 1936-38). Chardón Palacios y Fernández García eran afines al Partido Liberal; Menéndez Ramos formaba parte del gobierno de la Coalición Republicana Socialista pero mantuvo una posición independiente a través de los trabajos de la comisión. Ninguno de los tres estuvo involucrado en la política activa.
El senador y líder del Partido Liberal, Luis Muñoz Marín, quiso formar parte de la comisión Chardón. Casa Blanca no estuvo de acuerdo, quizá por evitar la carga política adicional que representaba la presencia de Muñoz; o por impedir que Muñoz Marín se allegara más poder político del que ya tenía. Era, sin embargo, de conocimiento público que Muñoz había aportado unas propuestas preliminares conocidas como el "Plan Muñoz Marín" que fueron fundamentales para el trabajo de la comisión; y una vez divulgadas las propuestas centrales del informe Chardón, Muñoz se convirtió en su mayor defensor y el principal beneficiario del apoyo que el informe obtuvo. De todas formas, Muñoz Marín participó extraoficialmente en los trabajos de la comisión y fue el principal redactor de la Introducción del informe, según una anotación en la copia personal del Plan Chardón de Fernández García.
En la Comisión Económica no hubo participación de legisladores del Partido Liberal. Originalmente la integraban cuatro legisladores, todos de la Coalición: Leopoldo Figueroa (senador, Partido Unión Republicana), Celestino Iriarte (senador, PRP), Etienne (representante, PRP) y Rafael Alonso Torres (representante, Partido Socialista); luego se unió el representante (y presidente de la Cámara) Miguel Ángel García Méndez (PUR), que la presidió. Sin embargo, los verdaderos autores del Plan de la Coalición fueron los dos especialistas que asesoraron a la comisión legislativa, Colón Frías y López Domínguez (Bagué 45).
Las trayectorias profesionales de los miembros de la Comisión Chardón y de los asesores de la comisión especial de la Legislatura apuntan hacia la existencia de una comunidad o élite profesional/académica en economía agrícola/ciencias agrarias puertorriqueñas de la época, como también sugieren la existencia de un corpus de conocimientos, expertise y perspectivas en desarrollo. El particular "vivero" de muchas de las ideas sintetizadas en el Plan Chardón y el Plan de la Coalición fue la Estación Experimental Agrícola, que los autores expertos de ambos planes dirigieron en un momento u otro y donde todos tuvieron periodos importantes de su experiencia profesional. Se trataba de una comunidad científica que tenía un relieve similar al de los economistas en nuestra época, como hemos señalado. No era para menos, en una economía fundamentalmente agraria como lo era todavía Puerto Rico en los 1930. El circuito de esta comunidad o elite científica (no exenta de conflictos internos, como se ha sugerido) conectaba la UPR, la Estación Experimental Agrícola, el Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas (Colegio de Mayagüez), el Colegio de Mayagüez como tal, el Departamento de Agricultura y Comercio y la Escuela de Medicina Tropical. El eje de este circuito era la Estación Experimental Agrícola, adscrita desde 1930 al Colegio de Mayagüez (McCook 2002, 72-75; Colón Frías 1923).
6. Vigencia actual
En Estados Unidos, la administración Roosevelt había puesto en marcha el Nuevo Trato en 1933. Con múltiples tropiezos al principio, lo que podríamos llamar un "plan Roosevelt" pronto se implantó en Puerto Rico. En sintonía con Washington –el Washington muy atípico del Nuevo Trato– y con elementos locales importantes y un sentido de urgencia, el Plan Chardón propuso la diversificación de la agricultura y la transformación de la estructura productiva. La Coalición, por su parte, veía con suspicacia el Nuevo Trato e impulsaba una agenda liderada por el sector empresarial. Eran temas estructurales de largo alcance que conservan su vigencia, si bien en el debate público de entonces y ahora se mezcla inevitablemente con el partidismo y la política cortoplacista. Política y administrativamente, ese cambio fue de mano con el traslado de Puerto Rico, como de los demás territorios, del Departamento de Guerra al Departamento del Interior y la creación allí de una División de Territorios y Posesiones Insulares que sustituyó al Buró de Asuntos Insulares en el Departamento de Guerra.
Aunque ya algo remotos en el tiempo, el Plan Chardón y el Plan de la Coalición fueron producto de una coyuntura histórica similar a la nuestra en la segunda y tercera década del siglo XXI. Eran tiempos de gravedad y urgencia, enmarcados por una crisis que ponía en entredicho los fundamentos económicos del país; una política pública a la deriva, atravesada por un sistema político polarizado y paralizado por la cuestión de estatus; embates naturales que develan desastres sociales; una carencia de poderes esenciales, puesta al desnudo; niveles de desigualdad socioeconómica nunca antes vistos; una crisis demográfica, de señas irónicamente opuestas a la de ahora; una mayor presencia del gobierno federal y un rol ampliado de los fondos federales. Todo ello multiplicado ahora por una pandemia que no se vivió en los años treinta y que ha sacudido nuestros patrones de vida.
Otro tema que establece un enlace entre los 1930 y hoy día, es el de los fondos federales, que por primera vez fluyeron a Puerto Rico masivamente a raíz de la PRERA, el Plan Chardón y la PRRA: unos $21 millones para la PRERA entre 1933 y 1935 y $13 millones para la PRRA, solo entre septiembre de 1935 y noviembre de 1936. Eran sumas impresionantes, en una época en que el presupuesto anual del gobierno territorial era de unos $17 millones. Las cantidades asignadas a la PRRA serían significativas a través de la década del 1930 y alcanzarían $230 millones para 1941 (Mathews 1970, 276). En valores de 2024, el total de los fondos asignados a la PRERA y PRRA entre 1933 y 1941 equivale a unos $5.5 mil millones.[9]
Se olvida que hasta los 1930, la casi totalidad del gasto público en Puerto Rico provenía de las arcas territoriales y que la expectativa de Washington era que Puerto Rico se sostuviera a sí mismo; claro está, mientras la isla a la vez le rendía ganancias extraordinarias a las compañías azucareras y tabacaleras estadounidenses. La fuente principal de la hacienda pública eran las contribuciones sobre la propiedad; la contribución sobre ingresos apenas comenzaba a rendir frutos. Era una época donde la asignación de fondos federales no necesariamente era una panacea. Después de todo, como se veía más claramente en aquellas décadas, una dependencia continua de la ayuda externa puede solamente agravar el problema al no propiciar reformas necesarias, expansión de recursos o ajustar la población a los recursos. Esto puede impedir el desarrollo de un sentimiento de autosuficiencia y responsabilidad, algo que es precondición del logro de otros objetivos (Bartlett 1944).
También conecta el "ayer" de estos planes con su "hoy" el rol de la Universidad de Puerto Rico. La elaboración de estos planes, y particularmente del Plan Chardón, da cuenta de la importancia que tuvo la universidad y el rol fundamental de sus expertos en agricultura, economía y política pública desde la génesis misma del plan. La composición del Comité Chardón –tres universitarios que además contaban con una variada experiencia práctica azucarera– refleja el sitial de la Estación Experimental como una colmena estratégica de investigación y formación profesional. En cuanto al Plan de la Coalición, la trayectoria universitaria de sus creadores amerita igual análisis. La Universidad de Puerto Rico también figura como parte del plan en los múltiples que este recomienda que se realicen en la UPR, en una época cuando se tomaba por sentado el rol timón de la academia universitaria. De manera más implícita, la UPR está presente ya que fue beneficiaria indirecta del Plan Chardón. Con el empuje que proporcionó el plan y con la gestión personal de canciller Chardón en Washington entre 1934 y 1935 se lograron los fondos para construir gran parte del Cuadrángulo, la Torre Franklin D. Roosevelt (mejor conocida como la Torre de la Universidad) y el Teatro Eleanor Roosevelt (mejor conocido como el Teatro de la Universidad).
Junto a su importancia como actores en el Nuevo Trato y como claves para entenderlo, los planes Chardón y coalicionista son parte de una historia más amplia de los planes de desarrollo para Puerto Rico. Un inventario de estos planes –que comenzaría con el Plan Chardón– incluiría el Plan Zimmerman (1940); el estudio/plan de Harvey Perloff, Puerto Rico’s Economic Future (1950); An Economic Development Plan for Puerto Rico (Bartlett et al. 1944); el plan de la firma Arthur D. Little (1955); el Informe Tobin (1979); el Informe Kreps (2015), hasta el reciente "Marco Estratégico" del Departamento de Desarrollo Económico (2022).[10] La lista completa comprende más de veinte títulos sobre estrategias de desarrollo y estructura económica, más otros tantos sobre política económica y fiscal, industrias específicas y salario mínimo (Estudios Técnicos 2020). Puerto Rico fue vitrina, no solo de económico estadounidense sino del propio concepto de "desarrollo económico" a nivel global (Dietz 1989). Esto fue parte del de Puerto Rico como conejillo de Indias en el campo académico y policymaking de los Estados Unidos (Lapp 1995; Mintz 1978). Este contexto alimentó una "planofilia" entre nuestros gobernantes que las desilusiones con los sucesivos planes han trocado, entre la ciudadanía, en una especie de "planofobia". Sin embargo, según tratamos de emerger de la quiebra de modelos neoliberales –ellos sí planificados exitosamente, dentro de sus parámetros– es más urgente que nunca una discusión, una visión integrada. Una tal visión no puede evitar parecerse a un plan de desarrollo socioeconómico.
Los debates de economía política que cristalizaban el Plan Chardón y el Plan de la Coalición anticiparon muchas de las discusiones de hoy día en torno al rol del Estado, la privatización y el neoliberalismo. Aunque ambos planes aún enfrentaban una economía mayormente agraria, manejaron temas que tenían y tienen gran vigencia: el tamaño y radio de acción deseable del Estado, "gobierno grande" vs. "gobierno pequeño"; el rol del estado frente a la libre empresa y al individuo; la concentración económica vis a vis la eficiencia y la equidad social; las ventajas relativas de la producción en gran escala vs. la producción en escala mediana y pequeña; el ámbito adecuado de lo público y de lo privado y sus interacciones; el "socorro" (relief) vis a vis la "reconstrucción"; cuán importante es el sector agrícola para el país y con cuántos recursos se debe apoyar; la tensión entre el estado reglamentador vis a vis "las fuerzas libres del mercado"; los rumbos que debería tomar el desarrollo industrial. Y atravesando toda la discusión de los planes Chardón y Coalicionista, encontramos el tema de cuánto desarrollar el potencial agrícola de la isla para autoabastecerse, y que hoy día denominamos la soberanía o seguridad alimenticia.
La discusión sobre escala de producción versus eficiencia, que en los años treinta enmarcaba la controversia entre latifundios azucareros y pequeños propietarios, es una que vivimos a diario en debates sobre, por ejemplo, las dificultades de los pequeños y medianos comercios en los centros urbanos ante la competencia de los malls y las megatiendas; los pros y contras de una política antimonopolios en cuanto a los planes privados de salud; o qué política contributiva debe seguir el Estado en cuanto a las grandes empresas. Las polémicas en Puerto Rico sobre la venta acelerada de propiedades a extranjeros cobijados bajo la Ley Núm. 22 de 2012 (luego incluida bajo la Ley Núm. 60 del Código de Incentivos Contributivos de 2019) evoca la crítica al ausentismo en los años 1930, muy presente en el Plan Chardón. La defensa de estos incentivos contributivos para la inversión externa, por su parte, evoca al plan Coalicionista; y podemos encontrar muchas de las banderas de lucha de la Coalición tanto en el ideario conservador estadounidense de los 1930 como en el neoliberalismo y conservadurismo de hoy día.
Ante todo, el gran debate entre control estatal y privatización —es decir, en torno al tamaño y ámbito del gobierno y de la empresa privada— que ha marcado las últimas tres décadas de nuestra historia tiene antecedentes directos en los 1930 en el contrapunto entre el Plan Chardón y el Plan de la Coalición. En ese debate el balance de fuerzas se inclinó a favorecer la gestión estatal, lo opuesto a las tendencias prevalecientes en nuestra época, particularmente desde los 1980. De hecho, podría decirse que la lógica social que predominó desde los 1930 fue la del Plan Chardón, siendo desplazada desde los 1980 por la del Plan de la Coalición. En los años 2020, recobran especial resonancia estos temas mientras enfrentamos un rol cada vez menor del gobierno en los servicios públicos, el deterioro del sector público restante, la concentración de la propiedad en las áreas urbanas y turísticas, un ausentismo nuevamente en ascenso, la perdida de acceso al vital espacio público que son las playas y la creciente polarización económica y social del país. En este momento en Puerto Rico, en la tercera década del nuevo milenio, nos encontramos nuevamente en un parteaguas entre ambas vías: la privatización ha demostrado sus enormes debilidades, incluyendo la ausencia de un compás y una corrupción desbocada, mientras la vía pública aún no se reconfigura plenamente para hoy día en formas nuevas que trasciendan los parámetros del tradicional estado centralizado y que tengan los pies en la tierra, literal y figurativamente, y los ojos y oídos en las comunidades de nuestro país.
La publicación de estos planes aproximará más la discusión pública de hoy día a la portentosa década de 1930 y propiciará un renovado análisis sobre sus lecciones, en un momento donde estas tienen una resonancia insospechada. El Plan Chardón y el Plan de la Coalición aportan, particularmente, a que se discuta con mayor conciencia histórica la posibilidad de un "proyecto de país" en el marco político de Puerto Rico, un proyecto que debe diseñarse tomando en cuenta los aciertos y desaciertos de experiencias pasadas.
7. Historiografía del Nuevo Trato y el Plan Chardón
El Plan Chardón es materia obligada en un análisis de nuestra historia en el siglo XX. Sin embargo, y aunque se recuerda en el ámbito académico, ha sido un tanto olvidado en la discusión pública. El éxito electoral del Partido Popular Democrático y la obra gubernamental de la década del cuarenta, comenzando con la gobernación de Rexford Tugwell, opacan la importancia de las transformaciones políticas y gubernamentales de la década anterior. Cuando se discute en el marco del Nuevo Trato puertorriqueño —tema que en sí necesita mucho mayor estudio en nuestra historiografía— se supedita el análisis del Plan Chardón a los debates amplios sobre los éxitos y fracasos del Nuevo Trato en Puerto Rico. En ese contexto, se tiende a minimizar la importancia del Plan Chardón porque supuestamente sus propuestas quedaron sin realizar, o se destaca únicamente la reforma de la industria azucarera y la implantación de la Ley de 500 Acres. Sin embargo, el Plan Chardón conllevaba mucho más e incluyó propuestas de rehabilitación de todas las industrias agrícolas, iniciativas de industrialización, desarrollo turístico y reforma de la deuda pública.
Para nosotros resulta de mayor interés analizar los componentes del Plan en su especificidad y en conjunto; rastrear cómo el plan evolucionó durante su elaboración; captar el momento del Plan Chardón en 1934, sus circunstancias de tiempo y espacio, su contingencia y complejidad; y prestar alguna atención a las afinidades y contrastes con relación a la coyuntura histórica que vive Puerto Rico desde la creación de la Junta de Control Fiscal, los huracanes Irma y María y el azote del Covid.
El Plan Chardón no ha sido objeto de extensos debates historiográficos. Las discusiones en torno al Plan Chardón, en su mayoría breves, se han hecho en el marco de trabajos más amplios sobre la década del 1930, el Nuevo Trato o la PRRA (por cierto aún escasos). También son pertinentes unas investigaciones más amplias —y más ancladas en los 1940— que tienen a los 1930 y el Nuevo Trato como telón de fondo.
En su obra clásica La política puertorriqueña y el Nuevo Trato (1970, publicada originalmente en inglés en 1960), Thomas Mathews hace un análisis pionero y ejemplar del entorno político partidista del Nuevo Trato en Puerto Rico. Mathews presenta un cuadro histórico intenso que destaca los conflictos políticos en torno al poder colonial, conflictos muchas veces montados sobre luchas partidistas y por empleos; y cómo estos conflictos se entrelazaron con la transformación estructural del Nuevo Trato en Puerto Rico de uno centrado en el socorro a uno que promovía la reconstrucción. Este cuadro establece un buen contexto para estudiar el Plan Chardón y el Plan Coalicionista.
Mathews establece los contrastes entre el Plan Chardón y los programas de socorro de la PRERA, y reconoce tanto los méritos como las limitaciones de la PRERA. No oculta su inclinación hacia el Plan Chardón, que conceptúa como uno transformativo, en contraste con los planes de la PRERA, y con el Plan de la Coalición, que discute poco. La "importancia capital" de la propuesta del Plan Chardón fue que creaba una corporación semipública para llevar a cabo el programa de reconstrucción y que sería el embrión de la PRRA. Mathews destaca como fortaleza del Plan Chardón que fue elaborado por expertos puertorriqueños a la vez que contó con el apoyo y colaboración de figuras significativas del Nuevo Trato estadounidense (Tugwell, Eleanor Roosevelt, el secretario del Interior Harold Ickes, el secretario de Agricultura Henry Wallace). A la misma vez, Mathews considera con razón que el plan debió pasar por un proceso de vistas públicas, lo cual le hubiera dado mayores posibilidades de éxito. También reconoce que tratar de pasarlo por encima del aparato gubernamental del gobierno territorial controlado por la Coalición Republicana Socialista, trajo un costo significativo y se acercaba a una imposición colonial.
Gordon Lewis hace un análisis rápido pero penetrante sobre el Plan Chardón en el marco de su Puerto Rico: Libertad y poder en el Caribe (1969; publicada originalmente en inglés en 1963). Lewis entiende que la "iniciación y declive" del Plan Chardón fue parte central del Nuevo Trato (178). Lewis comparte el entusiasmo de Mathews en cuanto al plan según formulado. Lewis es aún más severo al enjuiciar las iniciativas de socorro previas centradas en la PRERA, que considera "un programa ampliado de obras públicas (pese a todo el idealismo social de sus funcionarios locales)" (169). En cambio, el Plan Chardón pretendía "una completa rehabilitación programática que atacara el mal central de la sociedad, en vez de mariposear con sus síntomas, como habían hecho los proyectos de subsidios federales".[11]
Ángel Quintero Rivera (1976, 1977) y Emilio González (1980), destacaron luchas políticas internas de Puerto Rico y conceptuaron al Nuevo Trato –con el Plan Chardón como documento clave– principalmente como un preludio de la ideología y proyecto histórico del Partido Popular Democrático en los 1940. Emilio Pantojas, en cambio, subraya nexos externos tales como la relación con sectores avanzados del Nuevo Trato estadounidense y la parentela con modelos de desarrollo latinoamericanos. Ante todo, registra la importancia de los debates en torno a estrategias económicas alternas y como elementos de estos debates incidieron en movilizaciones políticas (1990). Sin embargo, Pantojas caracteriza a los integrantes de la Comisión Chardón en un rol supeditado a los intereses federales y caracteriza el desenlace general del Plan Chardón y Nuevo Trato en Puerto Rico como un reajuste de una agenda imperial (1990).
En Planificación y Política, Leonardo Santana Rabell (1984) describe el Plan Chardón como "uno de los documentos mejor formulados en la historia de la planificación de Puerto Rico". Santana Rabell plantea que su diagnóstico está sostenido adecuadamente con evidencia cuantitativa; establece objetivos específicos empezando por los problemas más apremiantes; y establece una metodología dirigida a lograr esos objetivos (62). El Plan Chardón, como todo plan, es a la vez una expresión de las aspiraciones de unos sectores sociales, en este caso una "burguesía agraria" (los colonos, principalmente) y "la nueva generación de políticos liberales", ambos bloqueados por el sector de monocultivo. Ante esto, el Plan Chardón asume una posición "pragmática y oportunista" dirigida a aprovechar la coyuntura y lograr una salida inmediata de la crisis pero sin romper definitivamente con la relación colonial" (62).
James Dietz hace un análisis valioso desde la economía política y ofrece un acercamiento útil a la relación metrópoli colonia. Sitúa el Plan Chardón en su contexto histórico de 1934 y destaca las propuestas preliminares de Muñoz y Tugwell como pieza importante de su análisis. Como Santana Rabell, Dietz entiende que el Plan Chardón presuponía que la reconstrucción económica era posible sin ningún cambio fundamental en el marco colonial. A la vez, Dietz considera que el componente azucarero del Plan Chardón era "audaz y amenazador para los intereses económicos poderosos" (169). Lo asocia a un proyecto de "capitalismo más liberal e iluminado" dirigido a fomentar el capitalismo local, particularmente en pequeña escala, y que forjó y legitimó un rol ampliado del estado en la economía (167).
Manuel Rodríguez se remonta al período que precedió al Plan Chardón y enfoca la PRERA, la primera agencia local del Nuevo Trato. Identifica las representaciones del desarrollo (entonces "rehabilitación") que se elaboraron en la PRERA partir de informes de funcionarios de la FERA (Federal Emergency Relief Administration), su agencia matriz, y según se reflejaba en la estructura operacional de la PRERA. Rodríguez destaca la importancia y novedad del discurso de progreso y modernidad de la PRERA como medio de convencer al público de la capacidad del gobierno colonial para transformar las condiciones económicas y sociales. Según Rodríguez, el Plan Chardón era más ambicioso que la PRERA, pero fundamentalmente fue una continuación de su "desarrollismo ilustrado" (2011, 131). Habría que analizar también los planes de desarrollo que provinieron de la propia dirección de la PRERA (James y Dorothy Bourne) y explorar las razones de por qué no llegaron a implantarse.
Gabriel Villaronga, en cambio, conceptúa la Comisión Chardón como una "ruptura radical" con las políticas previas de los EE. UU. Conceptúa al Plan Chardón como un think tank que "reclutó simpatizantes locales del Nuevo Trato y les dio la oportunidad para formular sus ideas" y concebir un plan para la rehabilitación económica de Puerto Rico. El Plan Chardón representó más que un esfuerzo de mejoramiento económico, pues dado los límites que imponía el estado colonial "la implantación del plan ofrecía una oportunidad política sin precedente" (2010, 22).
Rafael Bernabe discute detalladamente los antecedentes del Plan Chardón en el Plan Muñoz Marín a fines de 1933 y principios de 1934 (1989). Su investigación cubre varios de elementos de historia política de principios de los 1930 que están ausentes o con poco relieve, inclusive en el análisis de Mathews. Bernabe destaca la complejidad y fluidez del pensamiento de Muñoz Marín, que en 1932 dio un giro hacia la protección del capitalismo azucarero y en pro de derogar la Ley de 500 Acres; para luego recuperar algo de su radicalismo juvenil y a partir del "Plan Muñoz Marín" valerse –pragmáticamente– de la popularidad de las instituciones del Nuevo Trato como alternativa a una movilización política masiva. En términos generales, el populismo supone interacciones entre múltiples agentes –no acciones de clase con una trayectoria lineal– y un discurso elástico y fluido (Villaronga 2007, 195).
Rubén Nazario Velasco también destaca el rol de Muñoz Marín como líder político. Las posiciones pro colonos del Plan Chardón, plantea Nazario Velasco, resultan difíciles de entender por la tradicional posición "anticañera" de los Liberales y atribuye su éxito al "genio político" de Muñoz Marín. Sin embargo, el intento de la Coalición de bloquear al Plan Chardón (principalmente con el Plan de la Coalición, anotamos) alejó a los colonos, en buena parte republicanos. La gravitación de su líder Jesús T. Piñero hacia los Liberales, fue emblemática. La restricción significativa de la cuota azucarera y la forma desigual en que inicialmente fluían las compensaciones añade otras explicaciones. A nivel más macro, el Plan Chardón "aumentó el poder del gobierno federal pero se usó para regular la economía y limitar los inversores de los Estados Unidos" (147).
En el primer estudio que se ha realizado sobre el Plan de la Coalición (2015) Iyari Ríos González enmarca el plan como respuesta de la Legislatura Republicano Socialista al Plan Chardón. En primer lugar, traza sus influencias ideológicas, como también las que subyacen al Plan Chardón. En el caso del Plan de la Coalición, la influencia más significativa fue el informe de la Brookings Institution (1930) como para el Plan Chardón fue Puerto Rico: a Broken Pledge de Bailey y Justine Diffie y el American Fund for Public Service (1931). Ríos González establece cómo ambos informes respondían a sectores políticos e ideológicos contrarios en los EE. UU.; la Brookings en la defensa de las instituciones del capitalismo y el AFPS en promover su transformación. Segundo, Ríos González investiga el andamiaje ideológico e intereses de clase del Partido Unión Republicana y del Partido Socialista, y pregunta cómo estos pudieron coordinar posiciones comunes en el Plan de la Coalición, en vista de las diferencias entre ellas y la afinidad entre posiciones del PS y aspectos importantes del Plan Chardón. Ríos González encuentra que en el Plan de la Coalición prevalecieron las posiciones del PUR y los intereses que este representaba.
En el artículo en este volumen, Ríos González analiza los temas principales del Plan de la Coalición y los compara con las propuestas análogas del Plan Chardón. En particular, Ríos González ofrece un análisis de la deuda pública, el crédito agrícola, el desarrollo industrial y del tema de la "sobrepoblación". Las soluciones propuestas diferían notablemente. En cuanto a la agricultura, por ejemplo, la Coalición proponía fomentar la pequeña producción, pero sin atentar contra las grandes tenencias de tierra. Sobre la deuda pública, la Coalición proponía consolidarla mediante un préstamo del gobierno federal y hacer una emisión de bonos que se pagarían hasta 2014-15; mientras que el Plan Chardón proponía asumir la deuda municipal y cancelarla dentro de un tiempo razonable mediante mecanismos que ofrecía el Nuevo Trato.
En su libro reciente (2024), Geoffrey Burrows se concentra en la PRRA y en la planificación y construcción de obras en gran escala, en particular la electrificación del país. Burrows se enfoca en el periodo post 1935, pero aporta un ángulo con pertinencia al Plan Chardón: la comparación con iniciativas del Nuevo Trato en los EE. UU. Mathews, por ejemplo, contextualizó el Nuevo Trato de Puerto Rico sólidamente en el espacio de Washington, pero rara vez establece comparaciones con otros procesos contemporáneos del Nuevo Trato en los Estados Unidos. Burrows encuentra que la PRRA tuvo una posición excepcional pues consolidó la mayoría de las funciones del Nuevo Trato en Puerto Rico, "una tarea a la que no se enfrentó a ninguna otra jurisdicción local en los Estados Unidos" (100). Esta estructura singular del Nuevo Trato en Puerto Rico fue a la vez condición y resultado de un activismo local, aun dentro del marco colonial. Una de las fuentes de este patrón, por supuesto, puede encontrarse tanto en el texto como en el proceso de elaboración del Plan Chardón.
El estudio de Burrows ofrece una puerta de entrada para investigaciones que comparen con el Nuevo Trato en los EE. UU. Del caudal de títulos, resultan de interés especial varios trabajos sobre el "Nuevo Trato agrario" o Agrarian New Deal (Gilbert, Olsson). En los 1930, la agricultura –menos estable, más competitiva, menos organizada, más volátil que la industria– era todavía el sector principal de la economía estadounidense y su crisis era particularmente profunda (Feingold y Skocpol 32). Por ende, eran necesarias las medidas singulares de restricción de producción, impuesto de procesamiento, control tarifario, subsidios, etc. "El ‘Nuevo Trato agrario’, se ocupó de la pobreza cultural, económica y ambiental de la vasta subclase que poblaba gran parte de la ruralía estadounidense y estaba más concentrada en el sur algodonero" (Olsson 201). También llaman la atención los paralelismos entre el caso de Puerto Rico y la Tennessee Valley Authority (TVA) (Burrows 121).
El Departamento de Agricultura federal de principios de los 1930 se ha visto como una "isla" de acción estatal, singularmente directa y fuerte dentro del gobierno federal. Esto sugiere la utilidad de investigar el "Nuevo Trato agrario" en EE. UU., como contexto al estudiar el Nuevo Trato de Puerto Rico.
II. Un contexto tumultuoso: fines 1933-principios 1934
1. 1933: Despegan las movilizaciones
Una nueva administración entró en funciones en Washington en marzo de 1933, con promesas de cambio. Pero con su política librecambista amenazaba la joya de la corona de la economía azucarera de Puerto Rico, la tarifa azucarera; ello sumado a la situación volátil de Cuba y su necesidad de exportar más azúcar a los EE.UU. En el ámbito doméstico, la implantación del National Industrial Recovery Act (NIRA) mediante su agencia, la National Recovery Administration (NRA), tuvo el efecto de encarecer el costo de vida en un 35-40 %, en un contexto donde ya el ingreso per cápita era 30 % menor que en 1930 (Dietz 156), sin que a la vez se recibieran en la Isla los beneficios que esa legislación brindaba a los estados. La incertidumbre en cuanto a la protección tarifaria del azúcar empeoraba el cuadro.
Bajo el NIRA, el gobierno federal debía aprobar para Puerto Rico unos códigos con escalas salariales uniformes (que se anticipaba que fuesen más altos de lo acostumbrado). Esto trajo por primera vez a Puerto Rico (como a los estados) la discusión sobre salario mínimo en un contexto federal.
La posibilidad y a la vez la conveniencia de la aplicación del NIRA a Puerto Rico fue una cuestión muy debatida. La comunidad comerciante puertorriqueña se opuso con firmeza a la aplicación de la ley a la isla […] A pesar de la oposición de las facciones puertorriqueñas se extendió a fines de octubre de 1933. (Silvestrini 44)
Hubo un impulso de organización, promovido por la Federación Libre de Trabajadores (FLT), ya desde principios de 1933. Pronto brotaron huelgas en sectores como la aguja, donde se reclamaba la aprobación e implantación de los nuevos códigos. Se reclamaba que incluso antes de la aprobación de los códigos se debiera aprobar unos aumentos inmediatos.
La persona que Roosevelt nombró a la gobernación de Puerto Rico en una coyuntura tan significativa, fue Robert Gore, un acaudalado dueño de periódicos de Florida que hizo su fortuna vendiendo seguros y que se identificaba con el Nuevo Trato. Gore era católico y tenía nueve hijos, lo cual Casa Blanca entendió que sería simpático en Puerto Rico. Su nombramiento respondía ante todo a un favor político y reflejaba cuan frágil era la política reformista de la administración Roosevelt. Esto se constataría, por otras razones, en el nombramiento del General Blanton Winship. El contraste con el gobernador en propiedad que le antecedió, Theodore Roosevelt, Jr. era notable. Gore escuchaba solo los susurros de la Coalición y fue uno de los gobernadores más ineptos del siglo pasado.
Gore se inauguró en julio 1933 y en ese mismo mes hubo una manifestación de desempleados frente a Fortaleza. Ya en junio había estallado una protesta entre 7,000 trabajadores del tabaco en la región de Caguas y Gurabo, mayormente mujeres y despalilladoras. La protesta de Caguas-Gurabo pronto incluyó choques violentos.
La Coalición gobernante se dividió en cuanto a las huelgas. El ala republicana de la Coalición se oponía a estos movimientos, aunque no unánimemente. Aún entre los socialistas había divisiones, entre otras razones porque varios talleres de aguja tenían entre sus dueños a burócratas y legisladores del Partido Socialista, una de las expresiones extremas del grado de "moderación" que había alcanzado el liderato socialista.
La FLT, como casi alter ego que era del Partido Socialista, era indirectamente socio del gobierno de la Coalición. Pero eso no impidió que apoyara el movimiento, a diferencia de otros casos en que la FLT intentó detener las protestas. Y las promesas del Nuevo Trato no podían dejar de cautivar a quienes favorecían la estadidad. Estas divisiones facilitaron el desarrollo de la huelga en la industria de la aguja. Los y las trabajadoras de la aguja en el oeste lograron un 25 % de aumentos salariales. Con esa victoria, las demandas en la industria de aguja comenzaron a generalizarse, extendiéndose más hacia el oeste. Brotaron huelgas en Lares, San Germán y Mayagüez. En Mayagüez, más de 2,000 trabajadores de unos 70 talleres de aguja lucharon en las calles con la policía. Al menos una mujer huelguista murió y decenas resultaron heridas. Las trabajadoras patrullaban las calles en busca de rompehuelgas y contaban con el apoyo de los desempleados. A fines de agosto, hasta el New York Times seguía la huelga en la aguja (New York Times, 31 de agosto de 1933).
En septiembre se inicia una nueva etapa del movimiento huelgario. En el área de la capital, unas 500 trabajadoras de la aguja en San Juan, Santurce y Puerta de Tierra se fueron en huelga. A mediados de septiembre, la unión de panaderos también se fue al paro. Casi a la vez, comenzó la huelga más grande hasta el momento: más de 800 trabajadores, mayormente mujeres, empleadas de la Porto Rican American Tobacco Company. La huelga logró un aumento salarial de 25 % y una reducción de la semana de trabajo a 40-44 horas, pendiente la aprobación del código para esa industria.
De otra parte, en la región de Caguas-Gurabo, donde cundía la huelga tabacalera desde julio, la llamarada se extendió a los cañaverales. A principios de septiembre se fueron en huelga los trabajadores de la United Porto Rico Sugar Co., formada con la consolidación de cinco centrales hispanocriollas vendidas en la oleada de 1926. La corporación estaba en quiebra y en negociaciones para que la adquiriera el First National City Bank. Hubo enfrentamientos violentos; en Gurabo murió un trabajador. Comienza a verse la posibilidad de huelgas generalizadas a través de la isla. En octubre, James Bourne, el director de la PRERA (ver más adelante) le escribió a Harry Hopkins, que dirigía la Federal Emergency Administration (FERA):
Se nota una actitud tensa en todo el pueblo, desde los más pobres hasta los más encumbrados. Sumamente angustiosa. [sic] El sentimiento antiamericano aumenta rápidamente entre todas las clases sociales. [12]
La gobernación de Gore daba traspiés y parecía incapaz de responder a la ola huelgaria. En los seis meses que duró su gobernación, Gore además se fue a la guerra con los estudiantes de la Universidad a raíz de que nombrara a Rafael Alonso, el senador socialista que participaría en la elaboración del Plan de la Coalición 1934-35.[13] Gore cayó en otra controversia al forzar la renuncia de José Padín como comisionado de Instrucción Pública, no porque Padín hubiese fallado en algo específico, sino porque este favorecía la enseñanza del español a nivel elemental. La renuncia de Padín finalmente no tomó efecto.
En noviembre, una huelga estudiantil de diez días en la Universidad de Puerto Rico reclamó la destitución de Gore por sus injustificados recortes de fondos a la Universidad y por el nombramiento del senador socialista Rafael Alonso a su Junta de Gobierno.[14] Dado los meses tormentosos previos, la huelga universitaria parecía ser el golpe de gracia; pero Roosevelt mantuvo a Gore en el puesto hasta principios de enero de 1934, en parte porque barajeaba las versiones sobre Gore que le llegaban desde Puerto Rico, incluyendo las que aseguraban que la huelga universitaria había sido instigada por Muñoz (lo cual también tenía algo de cierto).
A principios de noviembre, Muñoz regresó a Washington, donde desarrolló una campaña activa para la remoción de Gore, "el gobernador más desastroso que ha tenido Puerto Rico en este siglo" (Muñoz 1982, 100-1). El problema fundamental de Gore, le comunicó Muñoz a Eleanor Roosevelt y al presidente, eran los enredos que había formado y que obstruían las medidas de emergencia del Nuevo Trato (1982, 100). Permaneció en Washington unos dos meses. Para lograr reunirse primero con Eleanor Roosevelt y luego con el presidente, Muñoz tuvo una colaboración activa de Ruby Black, periodista cercana a Eleanor Roosevelt (cuya biografía escribiría; Black 1940). Black, muy conocida en Washington, cubría a la señora Roosevelt para Prensa Unida y era corresponsal en Washington de varios periódicos, incluyendo La Democracia. Black se movía cómodamente en el circuito paralelo de poder del contingente de mujeres periodistas (el female press corps, como se le llamaba) que la primera dama había formado en su torno.
Se ha señalado en muchas ocasiones la importancia de la relación profesional y política entre Muñoz y Black. Sin embargo, existía un entorno más amplio: el periodismo femenino en Washington. Acoplado con cambios que trajo Eleanor Roosevelt a Casa Blanca y que le abrieron puertas a las mujeres periodistas, este nuevo espacio de periodismo femenino p[propició un escenario novel que facilitó que Muñoz Marín se escuchara. Ruby Black, una de las y los periodistas más respetados en Washington, era una figura destacada en ese circuito. Roosevelt no solo fue la Primera Dama en celebrar conferencias de prensa, sino que estas eran semanales… y no se admitían hombres (Beasley 2012, 62-65).
2. Los Bourne y la PRERA
En medio del clima huelgario y político convulso en Puerto Rico en la segunda mitad del 1933, entró en el escenario la PRERA, primera agencia del Nuevo Trato en la isla. Fue nombrado como su administrador James Russell Bourne. Él y su esposa Dorothy W. Dulles (su apellido de soltera) pondrían su impronta en la nueva agencia. Más allá de sus labores inmediatas, los Bourne tenían comunicación directa con el presidente Roosevelt y su esposa Eleanor, sobre eventos en Puerto Rico (Mathews 1970, 53).
Los Bourne eran "antiguos vecinos y buenos amigos" de Eleanor y Franklin Roosevelt en Hyde Park, Nueva York (Mathews 1970, 53). De Dorothy Dulles, de hecho, se conoce más por su asociación con la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Puerto Rico. Sin embargo, el trasfondo de los Bourne es muy pertinente para entender su comunicación con los Roosevelt y el perfil de su gestión, que fue una especie de contrapunto con el Plan Chardón.
James y Dorothy Bourne eran de trasfondo de élite protestante del noreste de los EE.UU. Dorothy, más relacionada con la aristocracia social y política "WASP" (White Anglo-Saxon Protestant). Dorothy tenía formación y alguna experiencia en Trabajo Social.[15] Su esposo, egresado de Yale (donde su padre fue el primer profesor de historia suramericana) se dedicó a la administración de fincas.[16]
En Puerto Rico, James Bourne trabajó desde 1930 como gerente auxiliar y superintendente de planta para la empacadora de frutas y vegetales Hill Brothers en Sabana Llana, Río Piedras.[17] Entabló una relación con el gobernador Roosevelt y desde su posición en Hill Bros le facilitó algunas tierras a sus trabajadores para el cultivo de frutos menores (El Mundo, 15 de septiembre y 20 de octubre de 1930). Bourne tenía amplia experiencia en la agricultura y ganadería, al menos según se practicaba en Nueva York, pero no en labores administrativas como las que tenía en la PRERA; menos aún para promover transformaciones estructurales. Muñoz Marín, entre otros, no lo entendía capacitado.[18] Los criterios que reiteradamente expresa Mathews fluctúan entre admirar el tesón de Bourne en defender la PRERA y reconocer el alto nivel profesional de Dorothy Bourne, y hacer una crítica demoledora (afín a la que hacía Muñoz) en cuanto a la incapacidad de los Bourne de concebir una transformación estructural del país (Mathews 1970, 239).
La colaboración de Dorothy Bourne desde el campo del Trabajo Social fue fundamental para los logros de la PRERA. Desde una perspectiva más centrada en ella, la historia de la dirección de la PRERA podría escribirse con matices diferentes. Dorothy Bourne demostró liderato, empatía y arrojo desde que llegó a la isla. Su primera iniciativa, en 1930, fue la de supervisar un grupo de 28 mujeres (formadas en el currículo de Trabajo Social del Colegio de Pedagogía) que inauguraron el Trabajo Social como campo profesional, en el marco del recién creado programa de Segundas Unidades Rurales en el Departamento de Instrucción Pública. Esta fue la punta de lanza de un modelo de "colaboración multidisciplinaria dentro del escenario escolar". El contingente incluía a las cinco "pioneras" del trabajo social en Puerto Rico, que en 1928 habían llevado a cabo una campaña como "maestras visitadoras" enmarcada en las secuelas del huracán San Felipe.[19] Dorothy Bourne capitaneó la fundación de la Escuela de Trabajo Social en 1935, al lograr su traslado desde el Colegio de Pedagogía, e inició su programa de Maestría. Todo ello era en respuesta a la demanda de los programas de PRERA. Bourne sirvió como primera directora de la Escuela a la vez que dirigía el Departamento de Servicio Social de la PRERA y (por unos meses) de la PRRA.[20] Bourne también atendió la consolidación del Trabajo Social como profesión y estimuló la creación de la Sociedad Insular de Trabajadores Sociales.
El enfoque principal en Trabajo Social, la relativa inexperiencia de su director James Bourne y la dependencia en las relaciones personales de élite –características del enfoque inicial del Nuevo Trato en el socorro o relief y su contexto en la filantropía– fueron debilidades que se reflejaron al momento de elaborar planes que trascendieran el auxilio inmediato, en contraste con lo que sería el Plan Chardón.
3. Los inicios de la PRERA y los "Planes Bourne"
La PRERA comenzó en Puerto Rico en septiembre 1933 como una unidad local del Federal Emergency Relief Administration (FERA). La FERA se estableció con el fin de proveer auxilio directo con dinero a través de canales establecidos de bienestar municipal (welfare) a nivel estatal y municipal. La FERA comenzó de manera improvisada en mayo de 1933 con $500 millones y eventualmente asignó un total de $3 mil millones. Su director, Harry Hopkins, sirvió como director de bienestar estatal en Nueva York bajo la gobernación de Roosevelt (Wecter 72).
La PRERA recibió de la FERA una asignación inicial de $600,000 para cubrir hasta diciembre de 1933. Las necesidades de Puerto Rico en ese momento eran por supuesto mucho mayores, pero como quiera se trataba de una descomunal suma de dinero (al menos unos $8.4 millones hoy día) sobre todo en el contexto de la época. Se esperaba que las agencias locales aportaran según su capacidad, pero no había un requisito estricto de pareo. Para los Estados Unidos en general, el gobierno federal asumió el 70 % de las asignaciones de socorro, los estados 13 % y los 16 % (ibid.) FERA pronto evolucionó hacia el trabajo de auxilio es decir trabajo no diestro a jornal en obras públicas, por ejemplo, en la construcción de carreteras y puentes, o en labores más triviales pero valiosas por el jornal que brindaban: recoger papeles en un parque, rastrillar hojas, o contar automóviles en una intersección para los récords locales de tráfico (Wecter 73).
En el contexto de Puerto Rico, era significativo que FERA y por ende la PRERA, estaban al menos formalmente bajo Casa Blanca y no bajo el Departamento de Guerra, que todavía regentaba muchos asuntos puertorriqueños a través del Buró de Asuntos Insulares. El traslado de los asuntos "insulares" al Departamento del Interior se dio entre abril y junio de 1934 y no se anunció públicamente hasta junio de ese año, casi a la vez que se desarrollaba el Plan Chardón. Esto de por sí representaba un cambio importante para el rol del gobierno federal en Puerto Rico. A la vez, fue una innovación en el modus operandi de la FERA.
La PRERA se creó como una agencia "local" nueva porque en los estados la FERA trabajaba a través de las agencias locales. Pero en realidad la PRERA era un ente híbrido local/federal. Tenía que serlo, porque de haberse trabajado a través de las agencias locales estaría bajo el control de la Coalición. Como partido mayoritario en la Legislatura, la Coalición decidía los nombramientos y controlaba todas las agencias.
Los conflictos entre la Coalición y Bourne dominaron el panorama político desde la segunda mitad de 1933. A pesar de haber timoneado la creación de la PRERA, Casa Blanca permanecía ambigua y el recién llegado gobernador Gore pronto gravitó hacia la Coalición. Con igual razón, los Liberales afirmaban que eran el partido más grande del país y el de más votos en las elecciones de 1932. Y ambos tenían sus diferencias con James Bourne.
Desde agosto de 1933 cuando inició operaciones, la PRERA lanzó una serie de programas: (1) ayuda a individuos, directamente en forma de alimentos, o, si cualificaban, se les asignaba a alguno de los proyectos de obras públicas de otras agencias novotratistas en la isla (2) planificación de algunas obras públicas (3) educación pública, incluyendo la construcción de escuelas, reclutamiento de maestros, desarrollo de currículo y educación vocacional y de adultos (4) la reparación y construcción de puentes, carreteras y edificios públicos (5) el establecimiento de jardines comunitarios y proyectos agrícolas experimentales; (6) realizar encuestas de vivienda, de familias en estado de destitución, de familias que podrían regresar la ruralía a establecerse en pequeñas fincas (7) de forma reservada, una iniciativa de planificación económica y social a partir de un grupo convocado por James Bourne. Al momento de elaborarse el Plan Chardón en verano de 1934, estos proyectos llevaban unos ocho meses.
Antes de que el Plan Chardón tuviese como contrapunto al Plan de la Coalición, los planes de los Bourne y sus asesores en —dos versiones, de noviembre de 1933 y marzo de 1934— fueron la principal alternativa que se le presentaba a Washington. El plan que se considera precursor del Plan Chardón, el "Plan Muñoz Marín", no cobró forma hasta enero de 1934 en el marco de los cambios que se rumoraban a la tarifa azucarera. A fines del 1933 las propuestas de Muñoz estaban aún en etapa embrionaria, mientras que las de Bourne y su equipo de trabajo ya tenían bastante forma.
En sus reuniones en Casa Blanca y otros espacios en Washington en noviembre de 1933, Muñoz se enfocaba ante todo en lograr la destitución de Gore, por considerar que su administración había colapsado y, lo que le importaba particularmente a Casa Blanca, que se había convertido en un obstáculo para la implantación de los programas del Nuevo Trato. En cuanto al Nuevo Trato, a fines de 1933, Muñoz tenía en mente solo la implantación de los programas que ya corrían en los Estados Unidos y que eran principalmente de socorro y obras públicas; pero aún no una inflexión particular en Puerto Rico como la que presentaría unas semanas después a su retorno a la isla.
En conjunto, Mathews los llama (y Bourne los consideraba) "un plan de desarrollo industrial", un "plan de ajuste económico" o de "desarrollo económico". Dos temas que estaban notablemente ausentes de los planes de Bourne eran: una reforma agraria y la estatización de la energía eléctrica y otros servicios esenciales. A la misma vez, son significativos los hilos que unen algunos de los argumentos de los planes Bourne con el Plan Chardón.
El grupo informal de asesores de James Bourne estaba compuesto por Rafael De J. Cordero, economista (que también participaría en algunas de las reuniones preliminares del Plan Chardón); el profesor José Colombán Rosario, educador y sociólogo;[21] y Frederick Krug, presidente de Puerto Rican Railway, Light and Power Company y presidente de la Cámara de Comercio en 1932-33. Bourne contó con la asesoría de Cordero, un joven profesor de Economía que tenía la ventaja (y a la vez desventaja) de no haberse formado en la economía agraria como lo habían sido los miembros de la Comisión Chardón. Cordero colaboró en las sesiones nocturnas de febrero 1934 en la UPR que desembocaron en el Plan Chardón, pero más adelante asumiría unas posiciones agnósticas o expresamente críticas sobre el plan y en particular sobre la reforma agraria (Nazario Velasco 2014, 113).
En cuanto a Krug, su participación en el "Comité Bourne" era algo incongruente. La Porto Rico Railway, Light and Power Company, una compañía anglocanadiense, era dueña del sistema eléctrico en San Juan, el noreste y el este de la isla (Latimer Torres 1997). Era una de las tres firmas privadas que monopolizaban el sistema eléctrico de Puerto Rico. La Porto Rico Railway también operaba el trolley de San Juan. Resulta algo incongruente que Krug formara parte del grupo asesor de Bourne, a la vez que presidía la Puerto Rico Railway. Precisamente en esos meses la compañía era blanco de un boicot; y estaba en la línea de fuego ante cualquier iniciativa de estatización del servicio eléctrico, medida ya favorecida por muchos. A lo mínimo, le restaba credibilidad a los trabajos del grupo.
En Washington, Bourne se reunió con el Secretario del Interior George Dern el 6 de noviembre, acompañado por Ruby Black. Al otro día ella se reunió con Eleanor Roosevelt y esa noche Bourne cenó con los Roosevelt. Muñoz se reunió el mismo 7 de noviembre con la señora Roosevelt, con la presencia de un periodista y su esposa; luego se reunió brevemente con el presidente.
El primer "plan Bourne" fue el preludio para un segundo plan, más extenso y detallado, que el grupo de asesores de Bourne elaboró en las semanas siguientes. Este plan, con fecha del 6 de diciembre, se tituló "Plan Constructivo para Puerto Rico". Esta vez Bourne lo envió directamente al presidente, como también al senador Tydings y al secretario de guerra (Mathews, 149). El segundo "Plan Bourne" era ante todo un programa ampliado de obras públicas. Además, proponía un programa industrial (que excluía pagar salarios bajos o conceder exenciones contributivas), un programa fiscal estrictamente ejecutado, la reforma del servicio civil y la creación de huertos caseros. La respuesta del presidente Roosevelt al "segundo Plan Bourne" fue positiva. El 19 de diciembre Roosevelt le escribió a Dern: "Creo que este memorando de James Bourne tiene mucho de mérito real" (Mathews 1970, 154). Si bien, los "planes Bourne" ayudaron a preparar el camino para el Plan Chardón, sus recomendaciones anticipaban se aproximaban más a lo que sería el Plan de la Coalición.
Mientras tanto, como bien alertaba Dorothy Bourne al presidente Roosevelt –y como otros alertarían en las semanas siguientes– Puerto Rico estaba al borde de una explosión social.
4. El "invierno caliente" de 1933-34
La suerte de Gore se echó a fines de diciembre, en un periodo de intenso conflicto donde Gore aun gobernaba, pero no estaba en Puerto Rico. Roosevelt le pidió la renuncia (27 de diciembre), pero Gore se tardó casi dos semanas en presentarla. Finalmente, Gore sometió su renuncia el 8 de enero. Roosevelt la aceptó (Muñoz Marín 1982, 106) y designó al general Blanton Winship. El procurador general, Benjamin Horton, siguió en el interinato varias semanas más, hasta que Winship fue inaugurado el 16 de febrero de 1934. El mismo día, Roosevelt le informó a Tugwell que la primera dama haría una visita a Puerto Rico en marzo. De forma oblicua, el Plan Chardón estaba en marcha.
Las movilizaciones sociales que comienzan a mediados de 1933 y se extienden hasta los primeros meses de 1934, forman el marco inmediato del Plan Chardón, un momento más conflictivo, posiblemente, que ningún otro periodo en la historia de Puerto Rico. Estas movilizaciones fueron el contexto, y en algún grado, la causa del Plan Chardón. Para entender esas movilizaciones, resulta necesaria una reflexión sobre la complejidad y riqueza de las fuerzas sociales del momento. El cuadro no puede reducirse al movimiento obrero, ni a los nacionalistas, y mucho menos a los partidos políticos principales, aunque todas estas dimensiones fueron importantes. Enfatizamos, además, que todas estas movilizaciones incluyeron de manera prominente o aun protagónica, a muchas mujeres (principalmente las trabajadoras de la aguja); a las y los desempleados; y los participantes en los boicots de la gasolina y el transporte y de la electricidad. Esta reflexión no se ha hecho suficientemente en la historiografía del Nuevo Trato o la década del treinta en Puerto Rico.
Las movilizaciones de 1933-34 fueron procesos múltiples y heterogéneos donde las dimensiones de género y raza, y las de consumo y reproducción social, fueron tan integrales como las de clase social y de producción. Ante todo, las huelgas cañeras de 1934 y la insurrección nacionalista de 1933-36, que durante mucho tiempo han sido los ejes de la historiografía puertorriqueña sobre la década de 1930, fueron solo una parte de esta historia.
De otra parte, importa subrayar que San Juan no fue el epicentro de las movilizaciones. Las regiones centro oeste y oeste de la isla y las ciudades de Ponce y sobre todo Mayagüez, también fueron importantes, si no la vanguardia de los movimientos. En una economía, aun principalmente rural y con fuertes articulaciones regionales, los conflictos sociales se desarrollaban en gran parte en lugares de empleo relativamente concentrados en distintas regiones de la isla. La industria de la aguja, aunque no agrícola, se desempeñaba en un espacio familiar individual que engranaba con el espacio doméstico rural.
5. Ola de boicots de gasolina y de electricidad
A fines de diciembre de 1933 estallaban huelgas en la Central Coloso en Aguadilla y poco después en la Central Guánica (ver infra). En San Juan se desarrollaba una huelga de estibadores con una violencia creciente al recurrir los patronos a rompehuelgas, incluyendo ataques al supervisor de una de las líneas navieras y un motín en un barco entre huelguistas y rompehuelgas el 22.[22] A la vez, se desarrollaba en el oeste de la isla una fuerte huelga de choferes "que gradualmente se desarrolló como un boicot de la gasolina".
Sin embargo, lo que más preocupaba a las autoridades coloniales, no eran las huelgas cañeras, y ni siquiera la portuaria, sino los boicots contra la gasolina y la electricidad. Ambas utilidades estaban controladas por monopolios. Y el eje del conflicto no estaba en San Juan, sino en Mayagüez. Allí se iniciaron ambos boicots, la misma región del conflicto en los talleres de la aguja y luego la huelga azucarera en la vecina Aguadilla. En parte, por su carácter más urbano y concentrado, los movimientos de boicot contra las compañías eléctricas y de gasolina representaban en ojos de las autoridades coloniales, un peligro mayor que las huelgas cañeras. A la misma vez, el ímpetu de los boicots conectaba con el descontento cañero y la fuerza de los boicots estribaba en parte en su concurrencia con el movimiento cañero.
El boicot de gasolina, que contaba con el apoyo de los detallistas de gasolina, comenzó en Mayagüez el día de Navidad. Se enfrentaba a las cuatro compañías que dominaban la industria en la isla: Shell, Gulf, Pyramid y West India Petroleum Company. En dos días el boicot se extendió a Ponce y San Juan.[23] La Democracia reportó: "La huelga contra el monopolio de la gasolina ha paralizado prácticamente toda actividad en Puerto Rico […] Ponce estaba totalmente paralizado y la gente se movía en bicicleta, carruajes y a caballo". El trolley de San Juan y el tren Ponce-San Juan, ambos asociados con los monopolios, corrían con protección policial. Cientos de personas caminaban diariamente entre Río Piedras y San Juan.
El 29 de diciembre, un grupo denominado "Comité de Mil Ciudadanos para el Mantenimiento de la Paz y el Orden" envió un cable a la Casa Blanca: "Existe una situación de verdadera. Poblaciones en estado de sitio. Ciudadanos no salen de su casa. La policía impotente. Los negocios paralizados".[24] El gobernador interino Horton, anunció que podría tener que movilizar a la Guardia Nacional, y, si necesario, al ejército. Una situación ya caracterizada como "semirrevolucionaria" el mes anterior se acercaba al punto de estallido.
No fue necesario activar las tropas. El mismo 29 de diciembre se logró un acuerdo entre el gobierno, las compañías de gasolina y el Comité de Huelga, en el cual participaron el gobernador y el recién llegado coordinador de la NRA, Boaz Long. Las compañías acordaron reducir el precio a 20 centavos el galón (equivalente a $4.71 hoy día, no muy distante del precio en 2024) por espacio de treinta días hasta que se concluyera una investigación para determinar si las compañías en efecto habían conducido sus negocios en una forma que constituyera un monopolio.[25] Se celebró con una marcha el día de Año Nuevo en Mayagüez, la cuna del movimiento. El Comité de Huelga aceptó esta reducción, lo que dio fin al primer boicot de la gasolina.
Según Mayagüez celebraba en Año Nuevo la victoria en el boicot de la gasolina, arrancaba en esa ciudad un boicot contra el monopolio regional de la Mayagüez Light, Power and Ice Company, propiedad del senador Republicano-Coalicionista Alfonso Valdés Cobián. Grupos locales a través de la isla reclamaban ampliar el boicot a otras dos compañías eléctricas privadas; en el centro-sur de la isla, la Ponce Electric Co., y en el este y San Juan, la Porto Rico Power and Light (presidida por Federico Krug, uno de los asesores de James Bourne) (Látimer 1997, 333).
El reclamo general era que las compañías recortaran sus tarifas en 50 % y que eliminaran el cobro de un consumo mínimo. Para el 18 de enero, el gobernador interino Benjamin Horton lo llamaba "un movimiento subversivo" y amenazó con usar todos los medios a su alcance para enfrentar esta amenaza. El boicot eléctrico continuó varias semanas más y el 5 de febrero se estrenó en Ponce con una marcha de 3,000. Cinco días después, los comerciantes de Ponce se unieron. El 15 de febrero el boicot se avivó en Mayagüez al dar su apoyo muchos comerciantes de la ciudad. Muchos clientes arrancaron las cajas de los contadores eléctricos en sus casas. A mediados de febrero el boicot eléctrico estaba en pleno apogeo. En cuanto al boicot de la gasolina, y a pesar del acuerdo alcanzado a fines de diciembre, comenzó una nueva ronda del boicot en febrero y se extendió a 20 municipios, aunque no llegó a San Juan.
6. Ola de huelgas azucareras
Las huelgas de los trabajadores azucareros, en interacción con el movimiento de boicot de la gasolina y la electricidad, dieron inicio a un potente ciclo de huelgas azucareras que se extendió desde diciembre 1933 hasta febrero de 1934. Hay que recalcar que las huelgas azucareras comenzaron y fueron particularmente fuertes en el oeste, como también lo fueron las de la industria de la aguja. Las huelgas azucareras de 1933-34 fueron en una escala que no se había visto en Puerto Rico desde 1917 y formaron, junto a las oleadas de boicots, el telón de fondo para la gestación y la urgencia del Plan Chardón.
El ciclo huelgario azucarero del 1933-34 tuvo tres etapas: (i) De Coloso y Guánica hasta el convenio del 5 de enero, (ii) Colapso del convenio, nueva ofensiva… y entra Albizu, (iii) la huelga se agrieta y se retira.
(i) De Coloso y Guánica hasta el convenio del 5 de enero
Desde el 15 de diciembre el gobernador había convocado un Comité de Obreros y Patronos –a la usanza de los acuerdos industriales o industry-wide agreements y códigos de la NRA– para elaborar un convenio a nivel de la industria azucarera. Las posibilidades de ese proceso, sin embargo, se veían amenazadas por desarrollos en el cañaveral.
A fines de diciembre colapsó un convenio local en Central Coloso (Aguadilla); el 31 de diciembre mil trabajadores de la Central Guánica se fueron a la huelga por un impasse en su negociación. "Por primera vez en la historia del movimiento obrero de Puerto Rico"[26] los trabajadores de la Guánica paralizaron totalmente esta central. En Coloso el gobernador interino Horton lograba una tregua que en principio debía durar hasta el Día de Reyes, pero ya el 2 de enero los obreros reanudaban la huelga. Al día siguiente, el coronel Elisha Riggs se trasladó a Aguadilla e intentó una nueva mediación en el conflicto. Irónicamente, y como señala el de Formación Política "[l]a realidad fue que Riggs no pudo convencer a los administradores, viéndose obligado a reconocer que eran estos los que no cedían" (Taller 1982, 59). La huelga en Guánica, sobre todo, preocupaba a las autoridades. El clima se caldeó con la presencia de 180 policías y la contumacia de Maxwell y la Asociación de Productores de Azúcar. El 5 de enero los ánimos llegaban a su límite".[27]
Finalmente, la FLT y Boaz Long, en representación de la NRA, acordaron un convenio. El convenio ofrecía varios logros importantes: establecía la jornada de ocho horas, el derecho a organizarse, la negociación uniforme a nivel isla entre la FLT y la APA, suprimía el trabajo a destajo y fijaba unos niveles mínimos salariales. Este primer intento de convenio duró poco, entre otras razones porque no ofrecía aumentos de sueldo a los trabajadores que ya estaban en o sobre el mínimo. En Guánica el repudio del convenio, sobre todo de parte de los obreros de la factoría, fue inmediato. Reclamaban que el convenio se apartaba del proyecto original que la FLT había aprobado.
(ii) Colapso del convenio, nueva ofensiva… y entra Albizu
En la noche de Reyes y la madrugada del domingo 7, ardieron los cañaverales de toda la región de Guánica, y en general, de Añasco a Guayanilla (Taller 1982, 83). Los incendios se extendieron por los cañaverales de todo el litoral sur desde Ponce y Juana Díaz hasta Maunabo, y en el este y norte por Yabucoa, Vieques, Canóvanas, Loíza y hasta Toa Baja. La huelga estalló ahora en la Central Aguirre, la otra gran central azucarera estadounidense del sur. Los trabajadores de la factoría de la central tomaron la iniciativa y (como en Guánica) se les unieron los trabajadores agrícolas.
Ese domingo por la mañana el Comité Territorial del Partido Socialista convocó una reunión de emergencia y por la tarde el liderato Socialista se reunión con el gobernador Horton. Se discutieron las objeciones que llegaban por telegrama de trabajadores y comités locales de distintas partes de la Isla. La conclusión, sin embargo, fue que había que reiniciar conversaciones pero que no se enmendaría el convenio. Con Guánica y Aguirre en huelga, la posición de Gore era más que precaria. El mismo domingo 7, sometió su renuncia. En todo caso, es probable que las decisiones ya habían quedado en manos de Horton, en consulta directa con Washington. De las nuevas negociaciones y ante la presión de las circunstancias emergió el 10 de enero un convenio enmendado. Se aclararon algunos términos del convenio aunque sin mejora sustancial. Se acordó reiniciar labores el viernes 12.
El 11 de enero, los líderes de la FLT salieron a persuadir a los trabajadores y a defender el convenio enmendado; logran un éxito parcial. Un grupo de obreros de Mercedita regresó al trabajo; Ponce "resultó el punto más débil del frente huelgario". En cambio, en Salinas y Guayama (Central Aguirre) la huelga continuaba. En Guayama, los obreros recorrían las calles con banderas negras, celebraron un mitin donde participó el alcalde socialista y llamaron a Albizu para que "tome la representación de la clase trabajadora" (Taller 1982, 109-111).
El viernes 12 de enero fue "uno de los días más importantes de la huelga" (Taller 1982, 110). En Washington, Roosevelt aceptaba la renuncia de Gore.[28] Ante un vacío político sin precedente bajo el régimen estadounidense, ese mismo día entra a escena Pedro Albizu Campos.[29] Esa noche, Albizu dio un discurso en la plaza de Guayama ante el mitin más grande de la huelga, estimado en unas seis mil personas. Con el endoso de Albizu, se fundó la Asociación de Trabajadores de Puerto Rico y se redactó un pliego de demandas para presentarlo a la administración de la vecina Central Aguirre (Taller 1982, 124).
(iii) La huelga azucarera se agrieta y termina
Irónicamente, el 12 de enero también fue el punto de viraje de la huelga. Tras el convenio enmendado, la oposición al convenio daba señas de debilitarse. En Palmer y en Santa Isabel se aceptó el convenio (Taller 1982, 131, 134). Loíza también retornaba a labores, según el administrador de la Central Canóvanas. En Fajardo, una asamblea convocada por el liderato socialista escuchó las explicaciones sobre el convenio –sin permitir que se expresaran sus opositores– y acordó regresar a las labores el lunes (El Mundo, 17 de enero de 1934, 5; Taller 1982, 32).[30]
Los sectores antihuelga esperaban que el lunes 15 todas las centrales trabajaran. Su expectativa se cumplió en parte, pues se regresó al trabajo total o parcialmente en Loíza, Río Grande, Fajardo, Arroyo y Ponce. En Guánica, el eje inicial de la contienda, la huelga parecía terminar (Taller 1982, 144). En Yabucoa, uno de los municipios de mayor militancia, había una división profunda.[31] Para el 20 de enero la gran huelga de la base trabajadora de la FLT terminó, si bien en días siguientes se llevaron a cabo mítines en distintos pueblos o centrales y hubo, hasta mediados de febrero, brotes en Guánica, Coloso y Humacao.
Entre tanto, se abría un nuevo capítulo. El 21 de enero, el senador Luis Muñoz Marín regresó en buque a San Juan. Lo recibe en los muelles una multitud estimada en 50,000, "en una explosión de orgullo nacional que trascendía las líneas de partido e ideológicas".
III. El "Plan Muñoz Marín" y la gestación del Plan Chardón
1. Muñoz en Washington y el Nuevo Trato
En Washington, mientras la isla hervía en boicots y huelgas azucareras, Muñoz Marín cerraba un trimestre fundamental en su trayectoria política. Por un lado, lograba una victoria con la destitución de Gore, necesaria para destrancar el Nuevo Trato en Puerto Rico. Por otro, Muñoz pasó unos meses decisivos en Washington que marcaron su visión del Nuevo Trato y sus posibilidades para Puerto Rico.
Los meses entre octubre y diciembre fueron de gran alcance para la administración Roosevelt en cuanto a lograr objetivos del Nuevo Trato. Tras la legislación bancaria del comienzo de su término en marzo de 1933, la administración Roosevelt logró la aprobación del Cuerpo Civil de Conservación (marzo); el Tennessee Valley Authority (mayo); el Federal Emergency Relief Administration/FERA (mayo); el Agricultural Adjustment Act (mayo); el National Industrial Recovery Act (junio), que incluyó la creación del Public Works Administration Act (junio); y el Farm Credit Act (junio).
Muñoz experimentó esos meses trascendentales en Washington de manera muy directa a través de sus contactos con la prensa. Muñoz, como editor de La Democracia, tenía credenciales de periodista y pertenecía al Club Nacional de Prensa (National Press Club). Tan o más importantes fueron sus contactos informales con los periodistas. Un punto clave lo era una casa en la calle 13, donde los periodistas se reunían y tomaban licor barato, ya en los últimos meses de una prohibición poco observada en un Washington de 3,000 speakeasies. Hubo otro punto de encuentro importante para Muñoz: el hogar de Ruby Black, donde se celebraba una "casa abierta" semanalmente. A las actividades de Black asistían periodistas como Félix Belair, del New York Times. También participaban funcionarios de las agencias recién creadas que tenían, o pronto tendrían, injerencia en Puerto Rico, como el director auxiliar del National Recovery Administration (NRA); el director del Buró de Azúcar del Departamento de Agricultura (Muñoz 198, 104).
Mediante estos contactos, Muñoz pudo anticipar temas de gran interés para Puerto Rico, como la nueva política sobre aranceles y subsidios para el azúcar que se discutía en el USDA y la interacción entre la política azucarera estadounidense hacia Cuba y hacia Puerto Rico. Durante las semanas de espera en Washington "pude profundizar en la naturaleza del Nuevo Trato que estaba revolucionando a los Estados Unidos" (1982, 104). En ese paréntesis, Muñoz también se relacionó con el director de la FERA, Harry Hopkins, mano derecha de Roosevelt; y con el propio Tugwell, que Muñoz conoció allí, aunque todavía "muy ligeramente". "Fue en esas conversaciones, en ese proceso de familiarización con el Nuevo Trato y con sus hombres, con los cambios profundos que estaban ocurriendo en los Estados Unidos, que se abrió ante mi vista un nuevo panorama para Puerto Rico" (105).
2. Un "nuevo" Nuevo Trato y el "Plan Muñoz Marín"
En una ocasión, un periodista le preguntó directamente a Chardón: "¿Cómo se originó el Plan Chardón?". Chardón contestó que sus inicios se debieron a Muñoz Marín y a sus debates en el Senado de Puerto Rico en 1934. Muñoz, a su vez, fijó los orígenes inmediatos del plan en la reunión con Roosevelt el 10 de noviembre de 1933. "La idea de formular un Plan de Reconstrucción específico como idea para ser llevada a la práctica inmediatamente surgió en mi mente durante mi primera entrevista con el presidente Roosevelt". En esa entrevista el tema principal para Muñoz era la urgencia de destituir al gobernador Gore.[32] "Yo le hablaba del gobernador Robert H. Gore, y él encauzaba la conversación hacia el problema económico". Así de inmaduro estaba todavía un plan económico en la mente de Muñoz, o al menos así de lejos estaba de sus preocupaciones en ese momento. De hecho, los Bourne aventajaban a Muñoz, tanto en la intimidad de sus contactos con los Roosevelt como en la naturaleza y precisión de sus propuestas ante Casa Blanca (si bien eran unos planes aún preliminares). Sin un plan económico en mano, poco ayudaba a Muñoz que su campaña contra Gore en Washington destacara que lo peor de este gobernador era que bloqueaba las transformaciones económicas que prometía el Nuevo Trato; por no hablar de la "incompetencia, espíritu politiquero y errores administrativos" de Gore.
El 21 de enero Muñoz regresa a Puerto Rico y lo recibe la multitud en los muelles. Muñoz traía el logro de la salida de Gore, que muchos le acreditaban; pero traía también las esperanzas del Nuevo Trato. Se trataba de un "nuevo Nuevo Trato," no el "Nuevo Trato de farsa" (como lo llamaba Muñoz) que se había experimentado bajo Gore (Muñoz Marín 2005: 203). Traía Muñoz un conocimiento amplio, una admiración por el Nuevo Trato y una amplia confianza en el presidente Roosevelt. Había un compromiso doble, según Muñoz: de parte de Washington, compensar por la explotación sobre todo azucarera a la que estuvo sometido Puerto Rico mientras la metrópoli coadyuvaba; de parte suya, acoger el Nuevo Trato como vía hacia una mejor calidad de vida que luego haría posible la independencia. En la muy citada entrevista que sostuvo Muñoz Marín con Ángela Negrón Muñoz para El Mundo (publicada el 28 de enero), Muñoz diferenció entre su visión del Nuevo Trato y cómo Gore lo había desvirtuado. (Muñoz Marín 2005: 205). Significativamente, la crítica de Muñoz valía también en parte para la PRERA, que según Muñoz estaba empleando los fondos federales "meramente para crear empleos sin planificación alguna de largo alcance" (1982, 106).
Irónicamente, en ese momento se enfrentaban en Washington el plan de la PRERA, en la segunda y más acabada versión de Bourne –que no se limitaba a la creación de empleos– y las ideas todavía preliminares de Muñoz. El problema real de Bourne (y de los Bournes) era en cuanto a la ejecución, su falta de expertise, su renuencia a contemplar una reforma agraria y (no hay que minimizarlo) la identidad estadounidense y patricia de los Bournes.
Para Muñoz, el Nuevo Trato significaba un reconocimiento por parte de los Estados Unidos "de que, por indiferencia de anteriores administraciones, bien por cualquiera otra razón, el gobierno de Washington es en gran parte responsable de la situación económica creada en Puerto Rico" (2005, 208, 210; énfasis suplido). El Plan Chardón "endulzaba" el reclamo de compensación con otro tema: que producir más en Puerto Rico limitando la entrada de productos de Estados Unidos NO afectaría adversamente a la industria estadounidense, pues a la larga esta contaría con consumidores más prósperos (Plan 248-249).[33]
En cuanto a Puerto Rico, el Nuevo Trato abría la puerta a una transformación estructural (o "rehabilitación" o "reconstrucción permanente", como se decía entonces) con recursos propios a base de un plan que contara con un apoyo amplio. Para Muñoz, la noción de transformación era ahora inseparable de un plan. "El Nuevo Trato, es el ataque coordinado a los problemas económicos de Puerto Rico a base de algún plan sobre el cual puedan ponerse de acuerdo las personas inteligentes, responsables, patrióticas y generosas de Puerto Rico" (Muñoz 2005, 211).
Muñoz Marín resumió el plan necesario, un "plan económico general" o "plan de reconstrucción nacional" en La Democracia el 24 de enero de 1934 y lo elaboró en la entrevista con Ángela Negrón publicada unos días después en El Mundo:
- "diversificar la producción agrícola especialmente en lo que respecta a artículos alimenticios, sin arriesgar nuestro producto básico contemporáneo, que es el azúcar";
- "estimular una rápida industrialización que absorba una parte considerable de los desempleados involuntariamente crónicos de Puerto Rico";
- "crear, hasta el límite de las posibilidades financieras y agrarias, una clase de pequeños agricultores que vivan del producto de sus fincas";
- "asegurar la permanencia y desarrollo del café como uno de los frutos principales de nuestra economía";
- "y establecer un balance razonable entre la producción de Puerto Rico y el poder adquisitivo del pueblo puertorriqueño". (Muñoz 2005, 209)
Estos eran solo los "lineamientos generales" de un plan pendiente de elaborarse. Ese plan no podía ser una "utopía" ni ser "terco y rígido" (211). Como lo articulaba Muñoz, el plan que contemplaba sería "no por muy concreto poco flexible, ni por muy flexible poco concreto". Además, debía estar sujeto a "la crítica eterna de la realidad, que vendría a ser colaboradora en su perfeccionamiento final" (208-9).
Ante todo, de parte de Puerto Rico el plan requería "la formulación de una actitud decisiva hacia el futuro político del país". Según Muñoz, esto no implicaba tomar una decisión final sobre status. Cualquiera que fuera el plan, debe estar adaptado a la decisión que se tome sobre el status. Lo importante era terminar con el agarre de las grandes corporaciones azucareras, evitar conflictos como las recientes huelgas y encaminar al país en otra dirección.
3. El "Bill Costigan"
El andamiaje de los planes preliminares de Muñoz era una información a nivel de "inteligencia" sobre cambios inminentes en la legislación azucarera federal. En Washington se escuchaban los barruntos desde los últimos meses de 1933: era próxima la radicación en el Congreso de un proyecto de ley que incluiría al azúcar entre los productos cuya producción se limitaría y establecería un sistema de cuotas para los productores domésticos que restringiría la producción azucarera.
Según la depresión económica se profundizaba a principios de los 1930, Estados Unidos enfrentaba una crisis de sobreproducción y subconsumo en muchos de sus productos, incluyendo el azúcar. En medio de esta crisis el gobierno cubano clamaba por un aumento en las exportaciones de azúcar a los EE. UU. y sostenía que la tarifa ya existente estaba perjudicando a su economía. El derrocamiento de Machado en Cuba y la formación de un gobierno provisional, era alerta suficiente. Por ende, el gobierno estadounidense pretendía mitigar las restricciones tarifarias para aumentar la importación de azúcar cubana. A cambio, Cuba ofrecía reducir los aranceles sobre las importaciones de Estados Unidos y aumentar las importaciones desde allá, lo cual tenía respaldo en los EE. UU.[34]
Para Puerto Rico, imponerle alguna restricción significativa al azúcar equivalía a otro huracán. La industria azucarera de Puerto Rico ya estaba atravesando momentos difíciles debido en parte a los bajos precios del azúcar en la última parte de la década de 1920. Sin otras opciones reales de mercado –bajo la estructura tarifaria que el propio Estados Unidos armó– le quedaría a Puerto Rico un enorme excedente que no tendría otras posibilidades de salida. A la situación de desempleo y emergencia social que ya existía en la isla se añadiría un nuevo golpetazo de desempleo y en la principal industria del país por el efecto del proyecto. Que se hiciera esto para favorecer la producción cubana le añadía una sazón amarga de deslealtad y crueldad hacia Puerto Rico
Sin embargo, para sectores en Puerto Rico ya preocupados con la excesiva dependencia de la isla en la industria azucarera y sus privilegios tarifarios, con el latifundismo y con el creciente control ausentista, limitar la producción azucarera forzaría la búsqueda de otros rumbos y –por la estrecha relación entre azúcar y política en la época– promovería la concertación de un nuevo rumbo político para el país. Podría ser incluso una "bendición disfrazada" para la industria azucarera como lo fue la enfermedad cañera del matizado que en la década anterior impulsó a la industria a ser más ágil y moderna.
El sonado "Bill Costigan" o "Ley Jones-Costigan" (como generalmente se le conocía en Puerto Rico, o Costigan-Jones), era en realidad una enmienda a la Ley de Ajuste Agrícola (Agricultural Adjustment Act). Oficialmente se le conocía como la "Ley Azucarera de 1934" ("Sugar Act of 1934"). La enmienda (sec. 8) amplió el alcance de la Ley de Ajuste Agrícola para reclasifica al azúcar (de caña o remolacha) como "mercancía agrícola básica" (basic agricultural commodity) revestida de alto interés público y sujeta a cuotas de producción, con el fin de estabilizar su precio. En tanto "mercancía básica," el azúcar quedaría protegida del marco internacional mediante un arancel más alto. Para suavizar el golpe de las restricciones a la producción, la enmienda Jones-Costigan establecía un sistema de subsidios bajo el cual se les pagaría a los agricultores por NO producir, a tantos dólares por cuerda según el cultivo en cuestión.
En el marco doméstico, habría cuotas que de algún modo equilibraran entre las distintas zonas productoras tanto de remolacha como de azúcar y tanto domésticas como en los territorios. El proyecto fijaba las cuotas domésticas de caña y remolacha, pero no imponía una cuota específica a Puerto Rico, como no lo hacía en otros territorios, sino que le dejaba el asunto en manos del secretario de Agricultura, que de tiempo en tiempo anunciaría las cuotas.
La Ley Jones-Costigan además dispuso que, como en el caso de otras industrias de "mercancías básicas" como el maíz y el trigo, le aplicaría a la industria azucarera un impuesto de procesamiento (processing tax), cuyos recaudos podían utilizarse "para beneficio de la agricultura". El objetivo expreso del impuesto sobre procesamiento era levantar fondos: "Para obtener ingresos para los gastos extraordinarios incurridos con motivo de la emergencia económica nacional, se cobrarán impuestos de procesamiento". Además, las corporaciones procesadoras y refinadoras habían estado bajo fuego en los EE. UU. por su patrón de ganancias mientras sufría el sector agrario que proveía su insumo. Había un clima de opinión pública bastante hostil en particular hacia el sector refinador de la industria azucarera, un clima que tenía sus antecedentes en las campañas contra el Sugar Trust unas décadas atrás. Todo indica, sin embargo, que no se cobró el impuesto de procesamiento a las corporaciones azucareras, ausentistas o locales, en Puerto Rico.
El problema era cómo interpretar "para beneficio de la agricultura" y el alcance del secretario al tomar estas decisiones.[35] La cláusula que disponía sobre el impuesto de procesamiento le daba amplia latitud al secretario de Agricultura en cuanto al uso de los fondos recaudados de la procesadoras y depositados en un fondo especial. Ley AAA, Sec. 9 (e) (4). Esto abría la puerta a utilizar esos fondos en otras vías de rehabilitación. Los azucareros estadounidenses no habían objetado a esta cláusula, que fue clave como trasfondo del Plan Chardón. Según Tugwell, fue "muy extraño" que la industria no la objetara (1992), quizá porque la oposición de los azucareros afectados en EE. UU. era de entrada al impuesto en sí.
El historial de la "Ley Jones-Costigan" comenzó el 8 de febrero de 1934 con un mensaje del presidente Roosevelt. El presidente invocó un informe de la Comisión Tarifaria (Tariff Commission) que la administración se reservó hasta mayo, pero que según Roosevelt, requería incluir al azúcar como una "mercancía agrícola básica". El 13 de febrero el senador Costigan (D-Col.) y el representante Marvin Jones (D. Tex.) sometieron el proyecto. Luego el Senado propuso enmiendas que se sometieron a un comité de conferencia y finalmente se aprueba el proyecto en Cámara y Senado el 28 y el 30 de abril, respectivamente y el 9 de mayo (fecha oficial de la aprobación de la enmienda Jones-Costigan) el presidente Roosevelt lo firmó.[36]
Según señala el propio Plan Chardón, la Ley Jones-Costigan forzaba una reducción súbita de 150,000 toneladas en las exportaciones de azúcar, con un valor aproximado de $9 millones y tendría un grave impacto social, ya que aumentaría el número de desocupados en unos 15,000 trabajadores. La cuota se anunció cuando había tres cuartas partes de la cosecha y se preveía que la cosecha en total superaría el millón de toneladas, muy por encima de la cuota de 875,000 toneladas. La cifra final de producción para 1934 fue de 1.1 millones de toneladas (Dietz 189).
La reducción significativa que esto representaba para la industria azucarera amenazaba la economía de la isla. Naturalmente, hubo protestas de los centralistas azucareros, enardecidos con la imposición de una cuota a la producción de Puerto Rico, pero los colonos y los trabajadores cañeros se afectaban también. El propio Winship, aunque recién llegado a la gobernación, se hico eco de los reclamos azucareros y rechazó la cuota; proponía que fuera no mayor de 900,000 toneladas.[37] El efecto en Puerto Rico de la radicación del "Bill Costigan" fue drástico, para colmo con Winship acabado de inaugurar tras la accidentada gobernación de Gore.
4. La opción "United Porto Rico"
Desde mediados de febrero de 1934 le preocupaba a muchos sectores en Puerto Rico cómo se manejaría el excedente azucarero de la zafra de 1933-34, en el marco que la cuota que establecía el proyecto Jones-Costigan. El 13 de febrero se radicó en Senado y Cámara el proyecto de ley que fue el origen de la futura "Ley Jones-Costigan". El día siguiente, el Senado de Puerto Rico aprobó una resolución protestando el proyecto. La resolución objetaba que se tratara a Puerto Rico como país extranjero y el nivel de cuota asignado a Puerto Rico, entre otros aspectos. Muñoz Marín se abstuvo en cuanto a la resolución de protesta –pues entendía que la Legislatura no debía oponerse al "Bill Costigan" como tal– y el 14 de febrero presentó dos resoluciones. Una era para para estudiar la adquisición de las propiedades de la United Porto Rico Sugar Co., entonces en quiebra, "en beneficio de agricultores y trabajadores". Otra resolución recabaría del gobierno federal los fondos para esa adquisición. Ninguna de las dos resoluciones fue aprobada por la Legislatura de mayoría coalicionista.
En 1933, la propia UPRSC estaba en quiebra, con deudas de $4.4 millones con el National al First National City Bank. Bajo el proceso de quiebra instado ante el tribunal federal en Puerto Rico, el banco compró la UPRSC en subasta a fines de enero de 1934, incluyendo sus 31,300 acres y cinco centrales. El 26 de marzo la corte federal confirmó la venta.[38] El banco aceptó comprar las acciones de la corporación a precios elevados con tal de silenciar cualquier oposición de parte de accionistas minoritarios, pues sus planes eran en grande; proyectaba comprar la mayoría de las centrales de la costa norte y vincularlas con las cinco adquiridas de la UPRSC. (Mathews 1970, 164).
La resolución que Muñoz Marín presentó en la Legislatura el 14 de febrero, proponía que el gobierno adquiriera las propiedades de la UPRSC con fondos federales. Las asignaciones necesarias pronto estarían disponibles, según Muñoz. A base de información que le dio Félix Belair del New York Times, Muñoz anunció que la aportación federal podría ser entre $23 y $40 millones. "Con absoluta certeza," según el criterio de Muñoz, sería un mínimo de $23 millones; pero podría llegar hasta los $40 millones (Maldonado 2020, 113, 216). Ya la suma menor era descomunal, pues representaba más del doble del gasto anual del gobierno insular.[39]
[A]cabo de recibir informes al efecto de que, según la interpretación que hace la Administración de las cláusulas del Bill Costigan sobre el azúcar, se asigna a Puerto Rico, para los efectos de su rehabilitación fundamental, una suma que no será menor de $23,000,000 y que puede alcanzar hasta la suma de $40,000,000. (Muñoz Marín 2005, 215)
La frase "para los efectos de su rehabilitación fundamental" en el mensaje de Muñoz es importante pues apuntaba a que estos fondos no solo se usarían para la compensación directa a los agricultores por no sembrar caña, que era el objetivo general del proyecto de ley. Además, o sobre todo, esos fondos sufragarían una transformación "para resolver sus problemas fundamentales, uno de los cuales es el rescate de sus tierras" (2005, 216).
Según detalló Muñoz Marín en su mensaje, la distribución de los recaudos del impuesto de procesamiento estaría sesgada a favor de Puerto Rico. Los recaudos se harían sobre refinadoras en todos los Estados Unidos y sus territorios, incluyendo a Puerto Rico, pero la asignación de fondos se inclinaría fuertemente hacia los territorios y particularmente hacia Puerto Rico. Del total de recaudos anticipados, $52 millones, el gobierno federal asignaría $23 millones a Puerto Rico y $18 millones a los demás territorios. ¿Por qué el desbalance tan marcado a favor de Puerto Rico? Era, según Muñoz:
Fundamentalmente un reconocimiento de que el sistema económico de Puerto Rico se ha desarrollado en forma ciega y en forma que, en muchos de sus puntos, ha sido prejudicial al pueblo de Puerto Rico. Y teniendo ese convencimiento, parece que la Administración se dispone a borrar todos esos males en indiferencia y actitud reaccionaria que nos afectaron adversamente en el pasado y que nos han traído a las condiciones de pobreza, de ruina y de miseria en que hoy nos encontramos. (Muñoz Marín 2005, 216-17)
En efecto, Muñoz presentaba un argumento de compensación histórica o "reparaciones" (reparations); "justicia vieja" como la llama Muñoz (2005: 217). El argumento en diferentes versiones en el Plan Chardón.
La UPRSC se reorganizó de inmediato como East Puerto Rican Sugar Co. (luego en 1935 como Eastern Sugar Associates). Pero todavía después de la subasta en enero de 1934 y aun tras la decisión de marzo, la configuración de centrales y tierras de la UPRSC la mantenía como la primera opción para iniciar el plan piloto de reforma agraria.
5. El "Plan Muñoz Marín" evoluciona
El "Plan Muñoz Marín", como la prensa pronto llamaría a las propuestas (aún no muy estudiadas) de Muñoz, evolucionó en los primeros meses de 1934 con diversos insumos y se convertiría en el "Plan Chardón". En lo fundamental, el "Plan Muñoz Marín" proponía la compra de las centrales y tierras de la United Porto Rico Sugar Company con fondos del impuesto de procesamiento y repartirlas entre colonos y pequeños agricultores. Así se le daría acceso a la tierra a miles de desposeídos y se aumentaría la producción de comestibles; todo ello sin afectar la compensación que el gobierno federal pagaría por no sembrar caña a otros miles de agricultores. Faltaba, sin embargo, la mecánica del proceso; su manejo de las diferencias entre centrales y colonias y entre colonos y trabajadores; un componente de reciprocidad y de debida cualificación de los participantes, que le diera mayor institucionalidad y credibilidad al proceso; y las formas de interacción con la producción de subsistencia.
A fines de febrero se celebraron vistas en el Senado donde Muñoz Marín presentó su propuesta. Entrevistado años después por Teófilo Maldonado, Muñoz relata:
Al iniciarse los hearings el senador Celestino Iriarte llamó al doctor Chardón para obtener su opinión como experto. Como yo no había discutido estos asuntos anteriormente con el doctor Chardón ni conocía bien sus puntos de vista sobre este problema, temí una opinión adversa por parte de la persona de mayor autoridad en Puerto Rico en estas cuestiones. Fui al hearing preparado para preguntar al doctor Chardón, pero sabiendo, desde luego, que nada valdría la habilidad que yo pudiera usar si la opinión de un hombre como el doctor Chardón era contraria a la mía. El doctor Chardón compareció al hearing armado de datos y documentos y sostuvo los principios generales de mi posición. (Maldonado 1958, 37)
El plan de Muñoz necesitaba investigación, estadística y un diseño conceptual de conjunto que resultara persuasivo. "En aquella época, muy pocos le tomaron en serio. Yo mismo tuve ciertas dudas sobre si lo que decía Muñoz Marín era fantasía o realidad", relató Chardón (Maldonado 1958). El cambio clave en la propuesta, sugerido por Fernández García, fue sustituir la compra de terrenos cañeros con fondos de rehabilitación para repartirlos a una compra de buenas tierras cañeras que se permutarían por tierras marginales de las centrales.
Más tarde compareció [a las vistas en el Senado] Rafael Fernández García y propuso modificaciones que yo acepté inmediatamente. Estas modificaciones, que fueron en esencia el cambio de tierras marginales por tierras buenas, en vez de la compra directa de las tierras, fueron vaciadas más tarde en una segunda resolución mía preparada en cooperación con los señores Chardón y Fernández García, definiendo el problema económico de Puerto Rico y sus soluciones, y más tarde aún en el Plan Chardón. (Maldonado 1958, 37)
La propuesta ahora consistía en comprar una o más centrales y sus tierras y darles a los colonos tierras "buenas" de la central, a cambio de tierras "marginales" de los colonos. Las tierras "marginales" para la caña podrían ser útiles para otros cultivos, para reasentamientos y para sembrar cultivos de consumo local. Así no habría que comprar las tierras "marginales" directamente. La propuesta, naturalmente, atendía simultáneamente tres problemas claves del país: viviendas deficientes, acceso a la tierra e insuficiencia de producción para el consumo local.
Aunque Chardón acredita a Muñoz la estructura general del plan que luego se denominaría Plan Chardón, según el propio Chardón "los primeros alientos que recibió Muñoz Marín fueron todos de Fernández García" (Maldonado 1958, 3).[40] "La idea se desarrolló en conversaciones con Carlos Chardón, Canciller de la Universidad de Puerto Rico y con el profesor de ese mismo centro Rafael Fernández García" (Muñoz 1982, 114). Chardón, canciller de la Universidad de Puerto Rico, supo de las conversaciones entre el director del Departamento de Química en Río Piedras y Muñoz, interesado, llamó a su colega Fernández García "quien me explicó sus ideas con respecto al plan azucarero" (Maldonado 1958, 33).
6. Trasfondo del Plan Chardón
Muñoz Marín veía las posibilidades que abría la nueva coyuntura tarifaria y la política pública ensanchada del Nuevo Trato. Por su parte, tanto Chardón como Fernández García venían pensando hace años en la necesidad de elaborar planes económicos para Puerto Rico y habían publicado algunos esbozos. En 1928, a raíz de San Felipe y desde su posición de autoridad como comisionado de Agricultura, Chardón publicó un "Plan general creando la Comisión Insular de Reconstrucción y Rehabilitación y para la contratación de un empréstito con el Gobierno Federal por valor de $15,000,000 a $20,000,000".
Bajo ese "Plan Reconstructivo", como también lo llamaba Chardón, se crearía una comisión que pautaría la recuperación de cada industria agrícola y de sectores económicos relacionados, utilizando un préstamo obtenido al más bajo interés posible y que se amortizaría mediante contribuciones fijadas a cada industria según se recuperara. El empréstito también se usaría para la reconstrucción de obras públicas, asistencia a los municipios, facilitar fondos para refacción y préstamos a largo plazo. Chardón tomó como modelo el programa de préstamos creado tras la catastrófica inundación del río Misisipí en 1927, conocida como el Great Mississippi Flood (1928, 90). Este programa fue un precedente para los proyectos del Nuevo Trato (Dauber 2012). Las propuestas de Chardón en la Revista de Agricultura fueron endosadas en el mismo número por el presidente de la Asociación de Banqueros. Posiblemente incidirían en la propuesta del senador Hiram Bingham (D-Conn.) para establecer la Comisión de Puerto Rico para Auxilio por Huracanes (Hurricane Relief Commission), que se creó por ley congresional a fines de 1928.
Fernández García disertaba desde principios de los 1920 sobre las posibilidades de nuevas industrias vinculadas al sector agrícola (1923, 636-46). "Se necesitan pues, más industrias fabriles, (con este significado restringido usaremos de ahora en adelante la palabra industria) sin disminuir por esto el cultivo de la caña, del café ni del tabaco; primero, para librar al país de las frecuentes crisis periódicas, aumentando la variedad de los artículos de exportación y produciendo muchos de los que se importan; y segundo, para proveer trabajo permanente para el exceso de brazos" (638).
En su artículo de 1923, Fernández García propuso cuatro tipos de industrias, basadas en: (1) densidad de población (ropa hecho y bordados, juguetes) (2) materias primas, que actualmente se exportan sin elaborar (aceite de cocos) (3) materias primas que se pueden importar provechosamente o de productos agrícolas de fácil cultivo (tenerías, zapatos, almidón de yuca, sacos) (4) materias primas que posee el país (jugos de frutas, utilización de mieles finales, bagazo, cascara de coco). Además, recomienda establecer fábricas de cemento y botellas (dos de las iniciativas que cobrarían realidad en los 1930 y 1940, siendo la primera por mucho la más exitosa) la primera y jabones. Al no contar con control arancelario, era necesario contar con el "gubernamental" de los ferrocarriles de la isla y (aún más osado en 1923) con "al menos una línea de vapores" entre Puerto Rico y los Estados Unidos. En su conclusión, Fernández García destaca la importancia de la especificidad al evaluar las necesidades de planificación del país: "Estas medidas que aparentemente son extraordinarias, no lo son si se tiene en cuenta las condiciones especiales de aislamiento, colonia, pobreza de recursos y densidad de población imperantes" (646).
Las propuestas de industrialización del Plan Chardón se alejaban de la sustitución o reemplazo de importaciones que recomendarían las políticas de desarrollo muchos países del Tercer Mundo en décadas posteriores y que el economista W. Arthur Lewis, entre otros, defendió. Según validó la experiencia, estas políticas producían solo pequeños aumentos en valor añadido, con pocos resultados en cuanto a eslabonamiento doméstico. La política de desarrollo que esboza el Plan Chardón, más bien se inclinaba hacia un desplazamiento de importaciones, que conllevaba además la sustitución de todo o la mayoría del proceso que generaba los bienes antes importados. Este proceso, por lo tanto, activa toda una gama de recursos domésticos –tierra, trabajo, capital y gerencia– en el proceso de sustitución/remplazo (Farrell 61).
Le había llegado el momento a las reflexiones y recomendaciones de Chardón y Fernández García. El detonante inmediato del Plan Chardón fue la visita de Eleanor Roosevelt y Rexford Tugwell a Puerto Rico. Cuando Chardón supo que Roosevelt y Tugwell vendrían (y seguramente por vía de Ruby Black y Muñoz), llamó a Fernández García para que le explicara sus ideas sobre plan azucarero. Luego de hablarlo con Muñoz, "resolvimos celebrar una serie de reuniones en mis oficinas de la Universidad" (Maldonado 1958: 34). No está claro en qué fechas se comenzaron a celebrar estas reuniones, pero todo indica que fue después de dos eventos significativos: el 13 de febrero, cuando el Congreso aprobó la enmienda Jones-Costigan y se supo que podría haber entre $23 y $40 millones disponibles para Puerto Rico; y el 14 de febrero cuando Muñoz presentó su plan general en la Legislatura. Ambos eventos sucedieron dos días antes de inauguración de Winship. Estos eventos sucedieron varias semanas antes de la visita de la primera dama; de tal manera que a lo mínimo hubo un espacio de dos o tres semanas para una serie de reuniones en la universidad. Según lo recordaba Chardón:
Se incubó en el recinto de nuestro más alto centro de cultura, y fue, a manera de reto un grito de rebeldía contra los intereses creados. Yo me siento orgulloso en lo poco que me corresponde, de que haya sido el ambiente universitario el que haya dado calor y entusiasmo al grupo de hombres que encarnaron la idea de romper con los viejos moldes económicos y demandar mayor justicia para las clases productoras que son el nervio de nuestro sistema económico. Hay que fundar una economía insular para beneficio de los puertorriqueños. Ese el único camino a seguir. (Maldonado 1958, 35)
En el campus de Río Piedras, un grupo informal se reunía calladamente todas las noches en la oficina del canciller Chardón en el edificio Janer. Todavía no se había construido la Torre o el edificio anejo donde se ubicaría la oficina del rector (Moreno 1999). El grupo lo formaban mayormente jóvenes profesores universitarios, algunos con experiencia en gobierno, y de diversas orientaciones políticas cercanas al Partido Liberal. Incluía a Chardón y Fernández García; el experto en salud pública Pablo Morales Otero; el economista Rafael de J. Cordero (que también fue parte del grupo del "Plan Bourne"); Juan Enrique Soltero Peralta, abogado, CPA y profesor de Contabilidad en el Colegio de Comercio de la UPR; su hermano Augusto, agricultor y ganadero; y "aquel buen amigo de los agricultores que se llamaba don Enrique Landrón", miembro de la Junta Central del Partido Liberal.[41] James Bourne no participó en estas reuniones y probablemente no fue invitado. Con frecuencia se unía al cónclave el presidente del Senado, Luis Muñoz Marín, al terminar sus labores del día en el Capitolio. "En el recinto universitario nació, pues, a altas horas de la noche" (Maldonado 1958, 35-6). "La idea se desarrolló en conversaciones con Carlos Chardón, canciller de la Universidad de Puerto Rico, y con el profesor de ese mismo centro, Rafael Fernández García" (Muñoz Marín 1982, 114). Según Muñoz Marín:
Sabiendo que se aproximaba la visita de la señora Roosevelt y el doctor Tugwell a Puerto Rico, se celebraron una serie de conferencias bajo la dirección del señor Chardón en la Universidad para formular en líneas generales los rudimentos de un Plan sobre el cual se pudiera trabajar. En estas personas tomaron parte personas de distinción en todos los ramos relacionados con los problemas de Puerto Rico. (Maldonado 1958: 37)
En su planteamiento de una nueva política azucarera, el plan embrionario de Fernández García y sus "coconspiradores" se fundamentaban en dos puntos. El primero era uno ya ampliamente reconocido, incluso por sectores conservadores y por el Informe Brookings de 1930: la tierra en Puerto Rico, recurso clave de una economía todavía principalmente agraria, estaba concentrada en pocas manos, mayormente corporaciones, las más grandes de ellas norteamericanas.
El segundo punto, sin embargo, era novel en la discusión del momento y se debe a Fernández García; aunque era tan antiguo como las propuestas de "división del trabajo" entre centrales y colonos en el siglo XIX. Fernández García refutaba al Informe Brookings, que recomendaba uniformemente la producción en gran escala, y en cambio proponía que la forma más eficiente de producir la caña de azúcar NO era necesariamente en los grandes latifundios corporativos. La eficiencia podría lograrse también en propiedades medianas de colonos y bajo contratos justos con las centrales. Fernández García había hecho los números, aparte de que se apoyaba en los estudios más recientes de economía agraria a nivel mundial.
Según Chardón, "[e]l Plan estaba adelantando cuando nos visitara la señora Roosevelt y el doctor Tugwell" (Maldonado, 1958, 34). De las reuniones secretas en la universidad, salió un esbozo que en marzo se presentó ante las autoridades locales y federales. Comenzó a llamarse el "Plan para la Reconstrucción Económica de Puerto Rico". El plan, ahora más concreto que en su primera formulación ante el Senado, proponía que el gobierno comprara las tierras de la United Porto Rico Sugar Co. y las pasara a colonos de la zona. Bajo el plan que elaboraban Chardón, Fernández García y otros universitarios junto a Muñoz Marín, los colonos cederían sus tierras menos aptas para la caña a cambio de buenas tierras cañeras antes de la UPRSC. El gobierno distribuiría las tierras marginales cedidas por los colonos entre pequeños cultivadores para la siembra de comestibles del país. Una nueva central estatal consolidaría las operaciones de las cinco centrales existentes y molería la caña producida por los colonos. Sus operaciones generarían unas métricas para medir la eficiencia y niveles de ganancia razonables para las corporaciones azucareras de la Isla en general. Eventualmente el gobierno adquiriría suficientes terrenos y centrales como para producir una cuarta parte del azúcar del país y distribuir 25,000 parcelas campesinas. La idea, sencilla e innovadora, de paso realizaba el sueño de muchos en Puerto Rico: comenzar la implantación de la Ley de 500 Acres, aprobada por el Congreso desde 1900 y nunca implantada.
La propuesta universitaria era atrevida y levantó la ira de los sectores conservadores y proazucareros del país. Sin embargo, el embrionario Plan Chardón tendría el apoyo de Eleanor Roosevelt, del presidente y sobre todo de Tugwell. No de gratis, por cierto, pues como se ha demostrado aquí, en 1934 Puerto Rico estaba al borde de una revolución social y nacional que podría amenazar el dominio colonial sobre la isla.
IV. La "semioficial" visita Roosevelt-Tugwell y sus secuelas inmediatas
1. ¿O más bien la visita Roosevelt-Tugwell-Hickok?
De las visitas presidenciales que ha tenido (y a veces sufrido) Puerto Rico, ninguna tuvo las consecuencias en política pública interna de Puerto Rico como tuvo la visita de Eleanor Roosevelt en marzo de 1934. Para entender el Plan Chardón, esta visita es esencial ya que de las reuniones que hubo en ocasión de este viaje, surgió el apoyo general a lo que sería el Plan Chardón de parte de Eleanor Roosevelt y del presidente Roosevelt. No todos los elementos de esta visita aparecen, o no aparecen con el debido énfasis y contexto, en el relato pormenorizado que hizo Mathews. Son elementos que arrojan luz sobre el grado de planificación que hubo de parte de Casa Blanca en cuanto a los propósitos de esta visita y su relación con la elaboración de un plan estratégico para Puerto Rico.
La situación social de Puerto Rico atrajo la atención de Eleanor Roosevelt desde temprano en la administración, posiblemente por las comunicaciones que recibía de sus amistades en Puerto Rico, los Bourne. En su biografía de Eleanor, Ruby Black subraya que Puerto Rico fue la primera "investigación" que hizo la primera dama. La visita de la primera dama se daba en un momento clave en que distintos sectores sociales del país se habían movilizado en boicots, huelgas y empuje nacionalista, en un clima de hambre y desempleo. Por su parte, los programas de emergencia del Nuevo Trato todavía no arrancaban y encontraban oposición de la Coalición. Aún sin Gore, no se sabía bien qué rumbo tomarían esos programas.
En febrero y marzo de 1934 varios sucesos en Washington tuvieron enormes consecuencias para Puerto Rico. Eran las semanas de trámite de las enmiendas Jones-Costigan a la Ley de Ajuste Agrícola federal. El "Bill Jones-Costigan" le imponía a la industria azucarera puertorriqueña una cuota o límite de producción que resultaba antipático, tanto a las corporaciones azucareras estadounidenses y puertorriqueñas como a los colonos como, de hecho, a muchos trabajadores cuyos empleos podrían afectarse por las nuevas restricciones.
Eleanor Roosevelt tenía un interés particular en visitar a Puerto Rico. Recién inaugurado el presidente Roosevelt en marzo de 1933, Ruby Black publicó un artículo comentando el interés de la primera dama en visitar la isla. Desde fines de 1933 y todavía en marzo de 1934, la primera dama era "todo oídos" en cuanto a Puerto Rico. Tanto los Bourne como Muñoz Marín y Ruby Black, se aseguraban que fuera así. La injerencia de la señora Roosevelt en asuntos de Puerto Rico –por sí misma y como intermediaria de su esposo– ocurrió en un momento clave ya que incidió en la decisión de Casa Blanca de apoyar la elaboración de una nueva política pública y un plan económico para Puerto Rico.
La visita de Eleanor Roosevelt atrajo mucha publicidad. Era el primer viaje público de una primera dama fuera de los EE. UU. Continentales, mientras su esposo ocupaba Casa Blanca. (Beasely 2012, 76). Era una primera misión de la señora Roosevelt para el presidente, que planificaba ir luego en el año y le interesaban sus impresiones sobre la isla (Beasely 2017, 91-92; 2012, 76). El viaje estrenó con fuerza, lo que podría llamarse el breve "amadrinamiento" de la señora Roosevelt en cuanto a Puerto Rico, que fue el primer tema público que la señora Roosevelt investigó y trabajó fuera del campo de las mujeres y la infancia.
No se ha aquilatado plenamente el significado de este viaje en el contexto de las actividades de la primera dama en el periodo todavía inicial de la administración Roosevelt. Es cierto que el interés de la señora Roosevelt en Puerto Rico sería uno de corta duración, como constata Black. A sus allegados les confesaría luego en 1934, cierto cansancio con el tema de Puerto Rico por las múltiples y contradictorias versiones que recibía en Washington sobre la situación política y social de la isla.
Pero en invierno y primavera de 1934, los Roosevelt de Casa Blanca estaban muy atentos al tema de Puerto Rico. Como indica Black en su biografía de Roosevelt, Puerto Rico fue también el único tema, aparte de las comunidades de reasentamiento (resettlement communities), donde los esfuerzos de la señora Roosevelt se concentraron durante los 1930 (Black 1940). El tema de las comunidades de reasentamiento también tuvo vigencia en Puerto Rico en esos años y aparece con fuerza en el Plan Chardón. Fue también un proyecto favorito de Tugwell, y una de las razones por las que se atacaba fuertemente a Tugwell en el Congreso.
En este contexto se puede afirmar que se ha subestimado la importancia de la visita "personal" de la primera dama a la isla en marzo de 1934.Menos aún, se reconoce su importancia estratégica para el despegue de lo que sería el Plan Chardón. Esto es cierto, aun para el análisis de Mathews, que sin embargo, se detiene bastante en la visita de Roosevelt a Puerto Rico.
¿En verdad que Tugwell y la primera dama coincidieron en "un golpe de suerte" en sus fechas de visita a PR; una feliz casualidad como generalmente se ha dicho y como ambos insistieron?[42] ¿O fue algo planificado por ambos y desde Casa Blanca?¿Fue casualidad que coincidieran en Puerto Rico –que recientemente vivió un estado cuasi insurreccional en parte por el tema azucarero– la esposa del presidente en un viaje de investigación y uno de los más cercanos asesores del presidente, precisamente sobre ese tema?
Muñoz Marín aparentemente se enteró del viaje de Eleanor Roosevelt través de Ruby Black (Maldonado 2020, 124). Muñoz pudo haberlo sabido tan temprano como diciembre, cuando la señora Roosevelt comenzó a hacer sus planes o desde principios de febrero, cuando Black ya lo sabía (Beasley 2017, 91-2). En realidad, la primera dama había expresado su interés en viajar a Puerto Rico desde abril de 1933, poco después de la inauguración del presidente. Hacía tiempo le interesaba Puerto Rico, indicó, "particularmente por el trabajo educativo que una de sus amistades [evidentemente Dorothy Bourne] está realizando allá"(Beasley 2017, 88).
Sobre el viaje de Tugwell, como tal, se habría obtenido información a través de Black (lo más probable) o directamente desde los contactos que por meses Muñoz había cultivado con funcionarios en el Departamento de Agricultura. Al menos dos semanas antes de la visita Roosevelt-Tugwell ya se sabía de esta; lo cual permitió un espacio para celebrar las reuniones en la cancillería de la universidad donde se labraron las propuestas que presentarían en marzo.
2. Una delegación compleja
El viaje a Puerto Rico de las comitivas de la primera dama y de Tugwell es uno de los aspectos menos conocidos del trasfondo del Plan Chardón. Ha contribuido a la subestimación del viaje de Eleanor Roosevelt que la visita tuvo varios aspectos algo ambiguos.
Primero, el propósito anunciado de la visita, ya señalado. Nunca estuvo del todo claro si el tour era de carácter personal u oficial. La visita de la primera dama se anunció solo tres semanas antes de la fecha y no se anunció como una visita oficial, ni siquiera como un fact-finding tour, como se describía en Casa Blanca. El presidente Roosevelt le informó por cable a Winship sobre la visita de la señora Roosevelt el 15 de febrero, justamente el día antes de su inauguración. Ella también le escribió a Winship poco después para informarle de su visita. Para la administración Roosevelt, el caracterizar la visita como una personal (y dar poco aviso para esta) aminoraba el revuelo político en Puerto Rico, reducía las funciones a las que tendría que asistir la primera dama y mitigaba de antemano los traspiés que pudieran suceder. Sin embargo, el anuncio de la visita no podía sino tener un impacto público.
En segundo lugar, contribuía al carácter ambiguo de la visita Roosevelt que el grupo que acompañaba a la señora Roosevelt tenía un carácter a la vez oficial y personal. Las periodistas del entourage eran las de mayor relieve en Washington y en la prensa nacional. Ruby Black, muy conocida en Puerto Rico como corresponsal de La Democracia en Washington; Bess Furman, de Prensa Asociada; Emma Bugbee, del New York Herald Tribune, y Dorothy Ducos, del servicio International News; todas amigas y admiradoras de Eleanor Roosevelt. El hecho de que no hubiera periodistas varones en el séquito, acentuaba la camaradería del grupo. Ante la composición del séquito, algunos sectores de la prensa estadounidense denunciaron que se trataba de una Caribbean vacation costeada con fondos públicos.
Tercero, la señora Roosevelt regularmente evitaba hablar de asuntos políticos, entendiendo que ello le competía al presidente, y una primera visita fuera de los estados de los EE. UU., no sería el primer lugar donde quebrar ese protocolo. A la misma vez, la señora Roosevelt se interesaba, y a menudo opinaba sobre temas sociales, sobre todo en esta primera etapa de la administración Roosevelt. Aun en asuntos anodinos, la capacidad de la señora Roosevelt de hablar impulsivamente era bien conocida y reconocida por ella misma y sus amigas periodistas que la cubrían cuando hacía declaraciones que pudieran causar controversia.
Una de las integrantes del grupo Roosevelt, Lorena Hickok, tenía razones adicionales para mantener la delegación en claroscuro. Esta célebre periodista combinaba más que ninguna otra el carácter a la vez personal y oficial de la visita de Roosevelt. La compañera más destacada e intrigante del grupo de Roosevelt no vino como periodista, sino en un doble rol, como amiga íntima de la primera dama y como empleada de la FERA, la agencia matriz de la PRERA (Beaseley 2012: 65). Según la revista Time, el viaje era un despilfarro (boondoggle) en ocasión del cumpleaños cuarenta de Hickok. En unas entrelíneas que destilaban homofobia, la revista caracterizó a Hickok como "una mujer rotunda con voz fornida, una perentoria y ropa holgada" que "ha caminado mucho con la primera dama" (Beasely 2012, 76).
Hickok era una periodista veterana que se había distinguido en Prensa Asociada como la primera mujer que ese servicio encomendó a la redacción de "noticias duras" principales. Hickok fue "la primera mujer a quien la AP confió la redacción del encabezamiento (lead) de noticias importantes" (Beasely 2012, 59). Para 1934 era "la mujer periodista más conocida del país". Según Tugwell, Hickok "sabe más sobre muchas cosas que ninguna otra persona que conozco" (Tugwell 1992, 97). El presidente Roosevelt leía sus informes ávidamente. En la prensa se identificó a Hickok oficialmente como "Investigadora de Campo de la Administración Federal de Auxilios de Emergencia".[43] De manera "encubierta", Hickok investigó en Puerto Rico las condiciones sociales de la isla y los logros y deficiencias de la PRERA.
En FERA, Hickok era nada menos que la "investigadora jefa" (chief investigator) de los programas de socorro del Nuevo Trato a nivel de los Estados Unidos (Beasley 2012, 76). Hickok respondía directamente a Hopkins en la FERA. Como "investigadora jefa," Hickok viajaba por todo Estados Unidos realizando pesquisas sobre el terreno. En 1933, por ejemplo, hizo un extenso fact-finding tour del sur (Cook 1999). Los informes de Hickok tenían la reputación, como la había tenido su periodismo, de ser incisivos y aún cáusticos. Los informes que realizó en Puerto Rico no fueron la excepción. La posición estratégica de Hickok y el relieve de sus informes sugiere que el periplo casi debe llamarse "la visita Roosevelt-Tugwell-Hickok". Y, en efecto, los informes de Hickok fueron una fuerte crítica al proyecto básicamente asistencial de la PRERA y un espaldarazo al Plan Chardón.
Eleanor Roosevelt y su comitiva fueron solo parte de la delegación dual estadounidense en ruta a Puerto Rico a principios de marzo de 1934. Al grupo de la primera dama se unió, supuestamente por casualidad, otra comitiva –más oficial, pero también discreta– que encabezaba el secretario auxiliar de Agricultura Rexford Tugwell, en su primera visita a Puerto Rico. Tugwell tenía a cargo el programa azucarero del Departamento de Agricultura y su comitiva incluía funcionarios de ese departamento. También incluía otro observador "encubierto" con acceso directo a Casa Blanca, John (Jay) Franklin Carter, de quien habrá más que hablar. Como veremos, también estaría envuelta en cierto secreto el nombramiento de la Comisión Chardón en mayo, el viaje apresurado de la comisión a Washington ese mismo mes y sus semanas de trabajo en el informe allá.
En Puerto Rico las dos comitivas coincidieron por espacio de una semana, del 8 al 15 de marzo. Según se devela la composición de ambos grupos, su carácter oficial y la coordinación que hubo entre ellos para la visita, la pregunta evidente es ¿cuánto timoneo hubo desde Casa Blanca y desde el Departamento de Agricultura en las incidencias preliminares de lo que pronto devendría el Plan Chardón? O lo que es quizá la pregunta más fructífera: ¿Cómo se desarrollaron las discusiones y negociaciones dentro de sectores de Washington (divididos entre sí) en cuanto al devenir de Puerto Rico y (en un contexto asimétrico) entre estos y los sectores no menos divididos del espectro político puertorriqueño?
3. Calendario de vuelos Roosevelt/Tugwell e interrogantes
La semana en Puerto Rico de Eleanor Roosevelt, Tugwell y sus comitivas variopintas fue el junte más trascendental de funcionarios federales, figuras políticas y periodistas estadounidenses que se diera en Puerto Rico en mucho tiempo, o quizá en su historia. Anteriormente se discutieron las interrogantes en cuanto al carácter oficial o personal del viaje del grupo de la Primera Dama. Veamos ahora la naturaleza de lo que resultó ser una visita conjunta Roosevelt-Tugwell-Hickok.
Esta visita fue la antesala fundamental del Plan Chardón. Sin embargo, su logística permaneció un tanto opaca. Así se minimizaba el carácter oficial de esta magna visita "federal" y no se arriesgaba ofender, ni al liderato de la Coalición ni al Partido Nacionalista y sus simpatizantes. Uno de los indicios de la coordinación entre las dos comitivas puede ser el curioso minué que trazaron sus rutas aéreas entre Puerto Rico e Islas Vírgenes, un itinerario que casi por coincidencia les proporcionó una semana en conjunto en Puerto Rico.
Comencemos por el calendario de vuelos. El 6 de marzo de 1934, la señora Roosevelt y los siete integrantes de su comitiva volaron a Miami para seguir al otro día a las Antillas.[44] El grupo Roosevelt incluía las cuatro periodistas (Black, Furman, Bugbee y Ducos); la investigadora en jefe de FERA, Hickok; un agente del Servicio Secreto que también fue el fotógrafo del viaje; y otro hombre que probablemente era también del Servicio Secreto. El transporte de la primera dama y su séquito al Caribe sería un hidroplano Pan Am Sikorski S-40, en vuelo especial. También acompañó a la primera dama en sus recorridos en Puerto Rico, la destacada líder sindical Rose Schneiderman, presidenta del Women’s Trade Union League, representante laboral en la junta asesora laboral del NRA y amiga personal de la señora Roosevelt (Beasley 2010, 93).
"Por coincidencia" otra comitiva con destino a Puerto Rico había llegado a Miami por tren el 3 de marzo: el Secretario Auxiliar de Agricultura Tugwell, con dos acompañantes. Uno de ellos era de carácter oficial: Ferdinand Silcox, director del Servicio Forestal. El otro era más intrigante: John (Jay) Franklin Carter. Carter era periodista, columnista y novelista. Escribió decenas de libros (incluyendo novelas detectivescas) bajo varios seudónimos, principalmente "Jay Franklin". Con el seudónimo "Unofficial Observer" publicó en el mismo 1934 The New Dealers, una picante crónica insider del Nuevo Trato. Y era asesor confidencial del presidente Roosevelt (Tugwell 1992, 96).[45] En la comitiva Tugwell, Carter era la contraparte "encubierta" e investigadora de Hickok.
La comitiva Tugwell pudo haber volado el lunes 5, cuando había un vuelo regular de Pan American a las Antillas.[46] Tugwell y sus acompañantes, sin embargo, permanecieron en Miami, felizmente se hospedaron en el mismo hotel en Miami, donde se encontraron "por casualidad" (Tugwell 1992, 94) con el grupo de la primera dama en la noche del lunes 5 de marzo. Al otro día las comitivas Roosevelt y Tugwell viajaron en el vuelo especial. Volaron en un Sikorski S-40, una maravilla de su época que aún estaba en prueba y que sentaba hasta 38 pasajeros, en vez de 18 como las aeronaves de la ruta regular. El Sikorski acomodó fácilmente las dos comitivas.
Tras partir de Miami en la mañana del martes 6 de marzo, hizo parada en Puerto Príncipe, donde las dos comitivas pasaron la noche. En la mañana del miércoles volaron a San Pedro de Macorís, donde hicieron una escala de menos de una hora. En una calurosa mañana de Cuaresma los recibieron en frac el propio General Trujillo y su Ministro de Relaciones Exteriores (Tugwell 1992, 98). El vuelo "Roosevelt-Tugwell" llegó a San Juan hacia el mediodía del 7 de marzo.
Aquí empieza el minué entre itinerarios que disimulaba un tanto el carácter conjunto y oficial de las comitivas Roosevelt y Tugwell. La comitiva de Roosevelt viajó a las Islas Vírgenes al comenzar su periplo y visitó a Puerto Rico del 8 al 15 de marzo, mientras que el grupo de Tugwell estuvo en Puerto Rico del 7 al 16 y luego visitaron las Islas Vírgenes.[47] Así, las comitivas de Roosevelt y Tugwell "coincidieron" en Puerto Rico entre el 8 y el 15 de marzo. Se ha dicho que fue solo una coincidencia que Tugwell y sus acompañantes viajaran a Puerto Rico con Roosevelt. Tugwell lo afirma así en su diario y con especial vehemencia en La tierra azotada. Así, habría sido casualidad que las dos comitivas coincidieran en viajar a Puerto Rico en esa segunda semana de marzo de 1934; que lo hicieran cuando era evidente que la imposición de una cuota azucarera a Puerto Rico multiplicaría el desempleo y el descontento social; y que la feliz coincidencia se diera apenas un mes después de que el país casi explotara.
En La tierra azotada, Tugwell escribió que en la mañana del martes 6 de marzo, cuando él y su grupo partían a Puerto Rico:
Eché el primer vistazo a uno de la famosa generación de los aviones clippers [los S-40] de la Pan American en el aeropuerto de Dinner Key. Salimos rumbo al este en uno de los primeros Sikorskys de cuatro motores, que todavía no era equipo regular en esa ruta. Pero había una razón para ello: al parecer, la señora Roosevelt estaba a bordo. (Tugwell 2010, 25; traducción nuestra)
Había solo tres S-40 en la Pan American, pero aún no estaban en servicio regular. En comparación con los hidroplanos comunes, los S-40 eran unas aeronaves magnificas. Acomodaban 38 pasajeros y seis tripulantes y podían volar hasta 13,000 pies de altura. A la señora Roosevelt le asignaron el "avión bandera", el American Clipper. El "al parecer" de Tugwell refleja su supuesto desconocimiento de que él y su grupo viajarían al Caribe con la señora Roosevelt.
Nadie lo creyó después, pero el hecho de que habíamos decidido hacer un viaje a las posesiones del Caribe tan cerca de la misma fecha en que volamos en avión juntos, fue pura coincidencia. Ella no era tan famosa entonces como lo fue luego de convertirse en una dama con un interés en los desafortunados o como una viajera frecuente. [48]
"Es difícil creer que se trataba de una mera coincidencia", afirma Thomas Mathews, que parece dirigirse a desmontar el argumento de "coincidencia" de Tugwell en su diario y en La tierra azotada. De hecho, muchos creyeron entonces que no se trataba de una coincidencia, y el propio Tugwell lo reconoce. Sin embargo, a renglón seguido, Mathews parece aceptar la versión oficial: aunque es difícil creer que fue mera coincidencia, "así lo atestiguan Ruby Black y Rexford Tugwell" (Mathews 1970, 159). Aunque por la forma de expresarlo, Mathews no parece estar del todo convencido, se inclina a creerle a Tugwell porque entiende que Tugwell hubiera preferido la publicidad de un viaje abiertamente combinado con el de la señora Roosevelt, donde la participación de Tugwell fuera más visible.[49]
Quizá Muñoz Marín tiene la versión definitiva, y en parte, esta surge de su correspondencia con Ruby Black. En sus Memorias, Muñoz recuerda el viaje a Puerto Rico de Eleanor Roosevelt y Tugwell, sencillamente como uno coordinado y con una agenda clara, que además se relacionaba con la visita del presidente Roosevelt a Puerto Rico que se programaba para junio.
El 7 de marzo, llegaron a Puerto Rico por encargo del presidente, Eleanor Roosevelt y un grupo de asesores, entre los cuales se encontraba el subsecretario de Agricultura de los Estados Unidos, Rexford G. Tugwell. Les correspondía rendir un informe económico de Puerto Rico e iniciar un estudio sobre cómo podría afrontar mejor sus dificultades. (1982, 116; énfasis suplido)
También está la correspondencia entre la propia Ruby Black y Muñoz Marín. En una carta del 7 febrero de 1934, Black le informa a Muñoz Marín de "planes secretos" para una visita de Eleanor Roosevelt a la isla, con fecha tentativa en marzo. "La señora Roosevelt probablemente no lo revelará, para publicación, a dónde irá, y probablemente se le descubrirá en un avión en Miami, La Habana, o en alguna parte. Creo que quiere evitar los comités de recepción, etc.". Y a renglón seguido, le advierte a Muñoz, en mayúscula: "no se lo digas a nadie, y por supuesto no lo imprimas o hables de esto en los cafés o bares". Ya el 10 de febrero, la fecha era más firme y le escribe a Muñoz y a Muna. Lee: "Espero ir allá, probablemente, en la primera semana de marzo. No se lo digan a nadie hasta que lo lean en la prensa". El 24 de febrero ya las fechas estaban definidas: llegar el 9 de marzo, luego de cinco días viajar a Islas Vírgenes por un día.[50] Las comunicaciones entre Ruby Black, Muñoz, Tugwell y la señora Roosevelt eran cotidianas, mientras se discutía el texto final del "Bill Costigan" y Muñoz enviaba adelantos sobre sus planes. Una oración de Ruby Black dice bastante:
Ayer le entregué a la señora Roosevelt una copia de las partes pertinentes de tu telegrama. El presidente puede que ya lo haya leído, pero no le voy a preguntar nada mañana, por consejo de Tugwell, quien cree que [el presidente] aún no ha pensado lo suficiente en todo el plan económico para Puerto Rico como para decir algo al respecto.[51]
Por más o menos entretelas que hubiera, dentro del clima político de Puerto Rico de 1934 la visita de las comitivas Roosevelt y Tugwell fue trascendental. Ante todo, creó un contexto para la creación de la Comisión Chardón y para sus propuestas. Washington seguramente prefería mantener una apariencia no oficial siguiendo la tradición de policymaking "improvisado" y "distraído" de Washington con respecto a Puerto Rico. Los EE. UU. había adquirido la isla, supuestamente por casualidad, después de todo, en aquella "pequeña guerra esplendida". Podría decirse que si Roosevelt y Tugwell se hubieran puesto de acuerdo no les hubiera quedado tan bien, sobre todo en el marco de una visita de una semana.
El propio recorrido en Puerto Rico ofrece algunas claves más.
4. El itinerario en Puerto Rico
El soleado periplo caribeño de las delegaciones Roosevelt-Tugwell, que incluyó paradas en Cuba, Haití, Santo Domingo e Islas Vírgenes, en realidad incluyó muy poco de turismo. Más bien se realizaron recorridos tipo fact-finding para conocer de primera mano, aunque brevemente, las condiciones de vida locales. No habría, y no hubo, agasajos oficiales excepto uno pequeño en Fortaleza; tampoco se reunió la señora Roosevelt con los líderes de los partidos políticos.
Eleanor Roosevelt tenía estudios en español y aunque tenía alguna dificultad para hablarlo, lo leía y entendía bastante bien. Sus paradas incluyeron generalmente un espacio para que ella conversara en español e inglés. "La señora Roosevelt nos manifestó que podría entendernos bastante en castellano si le hablásemos muy despacio, pues ella lo ha estudiado, pero no sabe hablarlo. Sin embargo, nos dijo que podía leerlo –más bien mentalmente– y comprenderlo lo suficiente para darse cuenta de lo que leía. Todas las mañanas, y por las noches, lee los periódicos del país" (El Mundo, 11 de marzo de 1934, p. 1).
La estadía de la señora Roosevelt y su comitiva se extendió del 8 al 15 de marzo. La imagen emblemática que quedó de esta visita es la del recorrido por el Fanguito y La Perla (Mathews 159; Sepúlveda 2004, 32; Anazagasty 2014). Sin embargo, la comitiva de Roosevelt, sus periodistas amigas y Hickok cubrió mucho más terreno en su recorrido y mantuvieron un ritmo fuerte en los seis días que dedicaron a las visitas.[52] Tuvo como guía a Dorothy Bourne, cuya labor como trabajadora social y directora del componente de auxilio social de la PRERA la había familiarizado con comunidades marginadas en y fuera de San Juan. Bourne hizo hincapié en llevar a Roosevelt a conocer las condiciones reales en esas comunidades y en los campos. Tugwell y su comitiva participaron parcialmente en la visita de Roosevelt, particularmente en los recorridos por La Perla, El Fanguito y otras comunidades (Mathews 1970, 159; Tugwell 2010, 49, 68). Roosevelt cubrió la faceta más urbana, principalmente centros de ayuda social alrededor de la isla y algunos barrios marginados de San Juan, mientras que Tugwell y Silcox recorrieron zonas rurales de la isla, sobre todo en el oeste y suroeste, con el Comisionado de Agricultura Rafael Menéndez Ramos. Roosevelt y Tugwell coincidían en Fortaleza porque allí pernoctaban mientras estaban en San Juan. Los itinerarios de Roosevelt y Tugwell tuvieron algo importante en común: no visitaron las grandes centrales corporativas estadounidenses que normalmente eran parada obligada de los burócratas de Washington de paso en la isla.
En un informe a Hopkins sobre su recorrido de la isla, Hickok afirmó con cierta ironía que la situación de Puerto Rico no era una de emergencia, pues se había desarrollado hace años (contrastar con los comentarios de otro personal de FERA de visita en la isla; Rodríguez, 160-61).
La llamada depresión tiene muy poco que ver con esto… si algo… Lo que se necesita en Puerto Rico es rehabilitación, no socorro, y esa es una labor demasiado grande para este departamento (FERA) en términos financieros (and it’s too big a job financially for this department (FERA) to undertake.) (Mathews 1970, 163; énfasis suplido).
En el itinerario de Tugwell en Puerto Rico figuraron prominentemente dos de los tres miembros de la "Puerto Rico Policy Commission" que se constituiría unas semanas después: Chardón y Rafael Menéndez Ramos. El mismo día que llegó a Puerto Rico (7 de marzo), Tugwell le hizo una visita de cortesía a Chardón en la residencia oficial del canciller y acordaron reunirse con más tiempo (Maldonado 1958: 34; Chardón Jr. I, 225-6). Al otro día (8) en la mañana, Tugwell visitó a Menéndez Ramos y Chardón. "Ambos son personas interesantes e inteligentes. Pero yo solo escucho. La política aquí dice todo el mundo, es tortuosa y yo quiero sobre todo hacer un juicio económico-político" (1992, 99).
El 9 de marzo, Tugwell, Silcox y otros de su grupo viajaron a la región cañera del este de la isla y el Bosque de Luquillo. Almorzaron con Jorge Bird Arias, vicepresidente y gerente general de la Fajardo Sugar que al día siguiente tendría un rol significativo en la mesa redonda en Fortaleza ("un almuerzo largo, pesado y algo difícil"; 1992, 98).[53]
Al otro día (10 de marzo) a las 3 PM, en la reunión en Fortaleza, se pondrían sobre la mesa unas cuantas "cosas nuevas".
5. La "mesa redonda" en Fortaleza
Entre las múltiples imágenes de la visita de Eleanor Roosevelt a Puerto Rico, no contamos con una que tendría especial interés, por no haberse permitido periodistas (incluyendo las acompañantes de la primera dama) ni fotógrafos en la ocasión: Roosevelt en la "mesa redonda" en Fortaleza el sábado 10 de marzo, en una discusión con algunas de las principales figuras de la política pública de Puerto Rico en torno al futuro socioeconómico de la isla. Aquilatar la importancia de esta reunión para sus partícipes no es fácil. No contamos con algún comentario sobre la reunión de parte de los participantes; el propio Tugwell la despacha en dos líneas y los recuentos del viaje de la primera dama dicen muy poco. En cuanto a Tugwell, la descripción que hace es muy breve e imprecisa, incluso parece minimizar su importancia. Afortunadamente hay una minuta o memoria bastante detallada de la reunión.
La designación de "mesa redonda" apuntaba a una sesión de discusión abierta, horizontal. El título completo de la reunión era bastante tentativo, como para no llegar a nada (y no azuzar a los coalicionistas) o quizá llegar a algo más allá de las ayudas de socorro: "Round Table Conference of Possible Permanent Plans Related to Relief and Civil Works Administration". James Bourne como director de la PRERA y/o el gobernador Winship convocaban. No era una conferencia convocada específicamente por el gobernador, que solo llevaba tres semanas en el cargo y no era el intermediario preferido de Casa Blanca en términos de política económica y social. Como cuestión de hecho la convocatoria originaba en Roosevelt y se ajustaba al itinerario preestablecido de su visita.
El tema sin embargo abría la puerta a ir más allá del socorro o asistencialismo y abordar lo que vendría después. La conflictividad social de octubre 1933 a febrero de 1934 había constatado que era urgente pasar de programas de socorro a algún tipo de programa de reformas estructurales o permanentes. Sería la primera de dos mesas redondas en la visita. Por razones que no se explican en los documentos disponibles, la segunda mesa redonda (programada para el 14 de marzo, el día antes de la partida de Roosevelt) no se celebró.
La reunión era por invitación y había 24 invitados, pero la asistencia final fue más nutrida. Los invitados incluían por supuesto a Roosevelt, Tugwell y Hickok (que en cierto modo convocaban también); Boaz Long, el procurador general Horton; José Padín el comisionado de Educación; Frederick Krug (de la Cámara de Comercio y el "comité Bourne"); Jorge Bird Arias y varios funcionarios del gobierno federal y estatal. Rafael Fernández García, futuro miembro de la Comisión Chardón, estaba presente, como también el profesor de Economía Rafael de J. Cordero, que participó tanto en las reuniones de la universidad como en las del "grupo Bourne". Participaron finalmente siete personas más, incluyendo al juez presidente del Tribunal Supremo, Emilio del Toro y Filipo de Hostos (también de la Cámara de Comercio).[54]
Más significativa aún fue la presencia silente de Dorothy Dulles Bourne, quien no intervino en la reunión en ningún momento. Igualmente significativo fue lo poco que intervino su esposo.[55] El silencio de Hickok también resulta interesante. No estaba presente Ruby Black, como no lo estuvieron las demás periodistas en el séquito Roosevelt; Hickok participaba en su carácter de investigadora de FERA.[56] La mesa redonda tuvo cinco partes:
- el censo agrícola y económico que llevaba a cabo la PRERA y su relación con el "Plan Bourne";
- una propuesta de multiplicar la producción de arroz;
- recuperación de la producción de vegetales;
- rehabilitación de la producción de café;
- el "plan azucarero", esbozo del Plan Chardón, y su refutación.
A través de la reunión hubo intervenciones (y sobre todo preguntas) significativas de parte de Roosevelt y Tugwell. Entre los participantes puertorriqueños, Chardón y Menéndez Muñoz tuvieron las intervenciones más notables.
(a) El censo de la PRERA y su relación con el "plan Bourne"
Bourne informó que la PRERA realizaba un censo sobre la economía y la agricultura de la isla. Lo coordinaba Helen Tooker, una asistente de Bourne de trasfondo periodístico.[57] Del censo, titulado Economic Survey for Civil Works and Relief, no se ha localizado copia. El censo iba de mano con el plan que venía trabajando Bourne con un grupo de economistas y empresarios en vías de desarrollar lo que hemos llamado un "Plan Bourne". En definitiva, según Bourne, las alternativas para Puerto Rico eran el desarrollo y reorganización de actividades económicas existentes con inversión local, apoyo del gobierno y protección de empresas locales versus la alternativa que él y su grupo de consultores sustentaban, que enfatizaba la creación de nuevas empresas mediante la atracción de inversionistas que apoyaran el desarrollo de recursos locales. De manera más explícita que en sus primeras versiones, el "Plan Bourne" se apoyaría en la inversión externa, entiéndase de los Estados Unidos. Hacia este fin, el propósito del censo era contar con "datos absolutos, no sueños", que presenten la información adecuada para crear "nuevos negocios" y promover "nuevas formas de agricultura" (Minuta, 2).
(b) El arroz
El tema que resultaría ser el contrapunto del azúcar en la "mesa redonda", fue la industria del arroz. El tema lo trajo Chardón, que tuvo una participación activa a través de la reunión. A. W. Maldonado afirma erróneamente que Chardón permaneció callado en la mayoría de la sesión (2020, 124). Chardón apuntó que en Caño Tiburones (Barceloneta) había 4,000 acres de humedales que, con maquinaria eficiente, adquirida con fondos federales, podrían drenarse y así producir un 10 % de la demanda de arroz de la isla. El proyecto luego se podría extender a otras áreas. La pregunta de la señora Roosevelt no tardó: "¿Existen otras tierras en la isla que sean apropiadas para el arroz?". Chardón contestó que unos 20,000 acres, y Roosevelt prosiguió: ¿Pero podrían competir en precio? Chardón replicó que sí, y que se cubriría un 25 % de la demanda de la isla. Menéndez Ramos, en desacuerdo con Chardón, apuntó que en 1932 se importaron 243 millones de libras de arroz mientras que localmente se habían producido solo unas pequeñas cantidades. Roosevelt comentó escuetamente: "Entonces el efecto en reducir el precio sería mínimo" (p. 4). Muñoz Marín, que no estaba presente, subestima la importancia de la dinámica de esta primera parte de la reunión: la llama "propuestas para distintos pequeños programas" (1982, 117).
Chardón intentó fortalecer el tema del arroz, reubicándolo en el marco de las posibles ayudas federales: cualesquiera que fueran las limitaciones, en una economía donde el 75 % de lo que se consume llega de afuera, los fondos de rehabilitación se fugarán "a menos que los invirtamos en algo permanente, a menos que creemos nuevos cultivos para suplir nuestras necesidades" (4). Aun una producción arrocera que satisficiera el 10-25 % del mercado pondría dinero a circular localmente. Roosevelt acogió el argumento de Chardón, pero sin mucho convencimiento. Como para evitar un impasse, Roosevelt le pasó el batón a Tugwell (5).
De inmediato Tugwell invirtió el argumento y abrió la puerta para el tema del azúcar. Según Tugwell, Chardón tenía razón, pero no por las razones que esgrimió, ni para el cultivo que defendió. Bajo las condiciones existentes en Puerto Rico, sostuvo, "lo que es obvio y necesario es que Puerto Rico haga lo que el Sr. Chardón sugiere, pero no por las razones que sugiere, sino porque [los puertorriqueños] obviamente no pueden trabajar los unos para los otros cuando están trabajando para otros"(5). "Y si fuésemos a proteger algún cultivo, sería el azúcar, no el arroz. Debemos pensar en una protección para la economía en general, en vez de proteger un cultivo". Roosevelt asintió enfáticamente: No deben emplear las tierras en "una industria que verdaderamente no es remunerativa" (5).
Chardón no siguió en el tema del azúcar, que abordaría más adelante, e hizo un último intento por salvar su propuesta en torno al arroz. "El arroz debe ser el motivo central, el cultivo principal" (6). Lo secundó el Dr. Cook, director de Química de la Escuela de Medicina Tropical, que subrayó que el arroz integral era más alimenticio que muchos tubérculos; en todo caso, cualquier iniciativa debía ser una diversificada (6). La protección arancelaria era necesaria, subrayó Chardón, o seriamos vulnerables al dumping. (Significativamente, nadie objetó el planteamiento arancelario de Chardón).
Roosevelt respondió con una interrogante adicional sobre la producción de arroz: ¿Si se emplea maquinaria para lograr eficiencia, eso no significa que el aumento en empleos sería reducido? Chardón estuvo de acuerdo, pero aclaró que el eje de su propuesta era el mercado de alimentos y no la creación de empleos. Roosevelt concluyó en una nota positiva, pero reservada: "Ustedes tienen que conseguir que el gobierno lo haga. Es muy arriesgado" ("You have got to suggest the Government to do it. It is very risky"). Tugwell cerró la discusión sobre el arroz apuntando que la producción arrocera podría ser exitosa como empresa privada con precios protegidos o controlados (parity prices). Esta fue la última intervención de Tugwell en la reunión. No intervendrá, y es de notar, en la discusión sobre el azúcar hacia el final de la reunión.
(c) Recuperación de la producción de vegetales
La tercera parte de la reunión giró en torno a la producción de vegetales. Menéndez Ramos de entrada (y quizá con cierta displicencia), señaló que él había entendido que el propósito de la reunión era discutir nuevas iniciativas en ese renglón: "Pensé que, económicamente, sería una pregunta más importante" (8). Más adelante, en la reunión Menéndez Ramos añadirá que si el énfasis fuera en industrias existentes se debería empezar por el café.
Menéndez Ramos señaló que Estados Unidos importaba cada año $20-30 millones en vegetales frescos y Puerto Rico podría captar una porción significativa de ese mercado, sobre todo en la producción de tomates y pimientos para el noreste de los Estados Unidos. Con ese objetivo se emprendieron varias iniciativas de irrigación, sobre todo en 15,000 acres en el noroeste de la isla (Proyecto de Irrigación de Isabela) que impactaban a 2,000 agricultores. Sin embargo, el proyecto quebró y necesitaría de apoyo federal (8-9). "Ningún otro proyecto cuenta con mejores posibilidades" (9). Sobre la producción de frutas para la exportación, que fue muy lucrativa en la década anterior, solo hubo una breve intervención. En el Plan Chardón los fruteros, principalmente de toronjas y "chinas" o naranjas, tendrían más prominencia.
(d) El café
A continuación, se entró en el tema de la industria de café (10-12). Participaron en esta discusión la señora Roosevelt, el gobernador Tugwell y varios interlocutores no identificados. El huracán (en aparente referencia a San Ciriaco, 1899) devastó los cafetales y la producción de café se redujo en dos terceras partes. La recuperación ha tomado muchos años y los cafetales se pierden si no se siembran de nuevo. En los Estados Unidos se ha visto la necesidad de proteger los bosques como materia de utilidad pública (10). Los antiguos habitantes de las zonas de café ahora habitaban los manglares de San Juan.
La industria grande que necesita rehabilitación es la del café. Tenemos que salvar las montañas de Puerto Rico, que en realidad son el corazón de nuestro país y muchos de los problemas que ahora vemos a acumularse en nuestras ciudades son causados por el despoblamiento de nuestra isla. (12)
San Felipe devastó igualmente las siembras de plátanos y guineos, que como los cafetales, son protegidos por la arboleda. Fue necesario importarlos de la República Dominicana. En general, la producción de plátanos y guineos ha estado siempre en desventaja pues entran libre de aranceles desde la vecina isla.
Siguió una muy breve discusión sobre las manufacturas. Irónicamente, se descartó la posibilidad de producir cemento porque Puerto Rico carece de carbón y porque usar gasolina tendría un costo prohibitivo. El Plan Chardón concluirá en cambio que una industria de cemento era viable, aparte de fundamental, y poco después la producción de cemento resultó ser la iniciativa de manufactura más exitosa.
(e) El "plan azucarero": esbozo del Plan Chardón
Chardón atajó la discusión sobre el café que Menéndez Ramos intentaba promover. Chardón anunció: "Tengo una propuesta definida y concreta para esta mesa. Propongo que el Gobierno adquiera la totalidad de las tierras de la United Puerto Rico Sugar Co., bajo un esquema que explicaré" (13, traducción nuestra). Se trataba nada menos que "la síntesis de una proposición radical que hizo saltar de sus butacas a algunos de los miembros de la mesa redonda" (Mathews 1970, 161).
Chardón procedió a exponer lo que sería la médula del Plan Chardón La propuesta estaba aún montada sobre el supuesto de la adquisición de la UPRSC y sus cinco centrales.[58] Como instrumento de adquisición, se crearía por ley una corporación pública (o semipública) que más adelante se llamaría "The Puerto Rico Company". La corporación no generaría ganancia, excepto un capital de reserva para emergencias y su azúcar se vendería al costo. (Se explicará en detalle más adelante al discutir el informe de la Comisión Chardón en sí).[59]
Tan pronto Chardón terminó su exposición, la señora Roosevelt hizo una pregunta acertada. Fue la única intervención que tuvo sobre la propuesta más sustantiva de la reunión. "¿Puede conseguir gente para intercambiar sus tierras?", Roosevelt preguntó. Chardón respondió en términos del pago de la suma requerida de $200. La pregunta resulta ser más amplia pues, de entrada, gran parte de las tierras marginales que se permutarían estaban ya hipotecadas. Pero ahí quedó la intervención de Roosevelt en la reunión. Su parquedad en cuanto a la propuesta de Chardón contrasta con su participación muy activa en el tema de la industria del arroz. Más aun, Tugwell no hizo comentario alguno sobre la propuesta de Chardón. De hecho, hacía rato que Tugwell no intervenía en la reunión. Regresaremos más adelante a este silencio.
Como era de esperarse, Jorge Bird Arias de la Fajardo Sugar, protestó de inmediato. "Me parece que esta es una propuesta a la vez muy difícil y peligrosa. La industria azucarera es tal que requiere grandes extensiones de tierra y colonos grandes y pequeños" (15). Bird Arias no explicó por qué la industria azucarera requería de grandes tenencias de tierras y de colonos grandes y pequeños. Su objeción, esencialmente, era que una central que moliera la caña y entregara el azúcar al costo al colono, sin descontar una ganancia para sí, presentaría una competencia injusta a las corporaciones privadas.
Menéndez Ramos, comisionado de Agricultura en el gobierno de la Coalición y futuro miembro de la Comisión Chardón, tenía una posición compleja y en parte crítica en el debate en torno al azúcar, el rol de las centrales corporativas y las grandes tenencias de tierra. Le seguiremos la pista a través de la trayectoria del Plan Chardón, pues la ambigüedad de Menéndez Ramos capta la mentalidad de muchos coalicionistas (particularmente socialistas) en tiempos del Nuevo Trato. A Menéndez Ramos le preocupaba claramente la concentración de tierras, pero también la viabilidad económica de la industria azucarera. "Yo no puedo ver cómo estar de acuerdo con que una compañía azucarera, o una colonia o una central azucarera operando en la Isla sean una cosa mala per se" (15). En esa óptica, Menéndez Ramos endosó la propuesta del futuro presidente de su comisión, pero como proyecto a largo plazo.
Las cinco centrales de la UPRSC, enfatizó Menéndez Ramos, estaban en operación; pagaban impuestos municipales; suplían de equipo a sus colonos; y daban empleo a muchos trabajadores de campo y factoría. Las operaciones de la UPRSC "están divididas eficazmente entre las cinco centrales y sus tierras" (15). La UPRSC no había creado problemas sociales, políticos o económicos en Puerto Rico. No era, de hecho, una de las masivas Big Three (Guánica, Aguirre y Fajardo). ¿Por qué lesionar una empresa en plena producción, planteaba Menéndez Ramos, sobre todo en una región donde no existe un problema agudo de concentración de tierras? De hecho, la zona de la UPRSC era relativamente equilibrada entre el azúcar y otras industrias en comparación con otras regiones azucareras.
Como proyecto a más corto plazo, Menéndez Ramos resaltó (como lo había hecho a través de la reunión) que la prioridad debía ser los pequeños agricultores. "Si a los trabajadores se les trata justamente sería bueno tener pequeñas unidades en vez de solo una que produzca 1 millón de sacos de azúcar". Menéndez Ramos podría haberse referido a la Central Santa Juana, que en 1933 produjo 50,162 toneladas de azúcar. Un millón de sacos de azúcar equivale a 55,000 toneladas de azúcar semirrefinada (1 saco de azúcar = 50 kg = 110 lb).
La reunión concluyó con unos comentarios de Fernández García. Como era de esperarse, endosó entusiastamente la propuesta de Chardón. Al otro día de la reunión, domingo, Muñoz Marín se reunió a solas en Fortaleza con la señora Roosevelt. Dice Muñoz escuetamente en sus Memorias: "El día 11 de marzo conferencié en La Fortaleza sobre este plan con la señora de Roosevelt". Naturalmente, se desconoce el contenido preciso de esa reunión, pero sospechamos que ahí se dialogaron acuerdos importantes sobre el plan que fue presentado el día antes, incluyendo la designación de la comisión que trabajaría sobre el mismo. Quizá también acordaron suspender la segunda mesa redonda en Fortaleza que se había programado originalmente.
No hacía falta.
6. Recorridos y reuniones
En la semana siguiente (12-14 de marzo), Tugwell hizo un recorrido por el oeste, sur y centro de la Isla. El entourage de Tugwell (Menéndez Ramos, Silcox, Bartlett, Carter y Dickey) viajó en dos autos. El viaje de ida fue por el norte hasta Mayagüez y el regreso fue por Ponce, Cayey y Caguas. "[H]ice un viaje a la isla con el entonces comisionado de Agricultura, señor Rafael Menéndez Ramos. Esta fue mi primera mirada a la economía azucarera".[60] Sea como fuere el valor informativo de los recorridos rápidos de Tugwell y su comitiva en Puerto Rico, las conversaciones que Tugwell sostuvo fueron significativas. En La tierra azotada, Tugwell les dedica varias páginas. Menéndez Ramos "y muchos agrónomos y azucareros que conocí, me iniciaron en la economía puertorriqueña" (Tugwell 2010, 31-32).
Las discusiones sobre la economía puertorriqueña eran largas e intensas. Yo las continué en la universidad con el doctor Carlos Chardón, el rector, y con el señor Rafael Fernández García, un profesor de química que pensaba mucho en el futuro de la isla. Como resultado de nuestras discusiones, estos dos, junto con el señor Menéndez Ramos, comisionado de Agricultura, constituyeron un comité que luego produjo el Plan Chardón. Pero esto fue luego de que yo regresara al Departamento convencido de que se necesitaba un cambio drástico en la economía, y seguro de que esto significaba dar menos énfasis al azúcar. (Tugwell 2010, 32; énfasis suplido)
Los intercambios durante el recorrido por la Isla y a través del viaje ampliaron los criterios de Tugwell sobre Puerto Rico. Igualmente importó la experiencia directa: Tugwell descubría el mundo azucarero y cafetalero de Puerto Rico. Tugwell aventajaba al presidente Roosevelt, que había visitado a Puerto Rico en 1904 y había recorrido parte de las Antillas. Roosevelt tenía "unas ideas generales" sobre el Caribe que inicialmente impresionaron a Tugwell. Luego Tugwell se dio cuenta que el conocimiento de Roosevelt sobre el Caribe era limitado y que, en particular, no sabía mucho sobre Puerto Rico (Tugwell 2010, 32).
La propuesta de usar esos fondos para adquirir una central, con las iniciativas accesorias que esto suponía, vino de los puertorriqueños. Tugwell inicialmente estaba escéptico. Sin embargo, Tugwell apoyó en general al proceso del Plan Chardón e incluso se acreditaba la propuesta (que discutió personalmente con Roosevelt) de usar el impuesto de procesamiento para el mejoramiento general de la agricultura en la isla, en vez de limitarse al pago de beneficio bajo la AAA por no cultivar. Apoyaba esa propuesta entre otras razones porque gran parte de esos pagos irían a los terratenientes que en su mayoría eran ausentistas y que para colmo estaban haciendo ganancias extraordinarias durante la Depresión (Tugwell 1992, 96; Dietz 1989,168; Ayala y Bernabe 2007, 101).
Las conversaciones con Tugwell y su equipo también fueron significativas para establecer un grado de confianza mutua entre los agrónomos y economistas puertorriqueños y los funcionarios y técnicos norteamericanos. Estas conversaciones fueron parte importante de los inicios de la "Comisión del Plan Puertorriqueño", luego Comisión o Comité Chardón. Tugwell quedó "convencido de que se necesitaba un cambio drástico en la economía, y seguro de que esto significaba dar menos énfasis al azúcar" (Tugwell 1992, 96). Con respecto a Menéndez Ramos en particular, los intercambios con Tugwell habrían contribuido a garantizar su participación. Por varias razones –empezando por la afiliación oficial de Menéndez Ramos– esa colaboración no estaba asegurada.
Para la tarde del miércoles 14, ya casi cerrando la visita, estaba pautado en el itinerario preliminar una segunda "conferencia de mesa redonda"; pero esta no se celebró. Tampoco la primera dama sostuvo una conferencia de prensa sobre sus impresiones del viaje y de las discusiones en torno a un posible plan de desarrollo, a pesar de que ella estaba acostumbrada a darlas en Washington con su círculo de mujeres periodistas.
En cambio, en el último día de la visita, se celebró una conferencia de prensa del gobernador Winship donde se "recibió oficialmente en Fortaleza" a las periodistas que acompañaban a la señora Roosevelt (El Mundo, 15 de marzo, 1). No se menciona a Lorena Hickok. Más tarde ese día, la señora Roosevelt dirigió unas palabras a los periodistas: "No niego que estoy muy interesada en las condiciones de Puerto Rico, pero comprendo también que tiene cada isla un gran fondo histórico que se hace necesario conocerlo para poder realizar obras de alguna practicabilidad beneficiosa". Luego en una entrevista aparte, Roosevelt añadió que "no podía llegar a conclusiones especificas en cuanto al aspecto social de nuestra clase humilde, porque era su criterio el que estos problemas locales deben ser estudiados y laborar por su solución por los líderes del país que tienen de frente el objetivo, y nadie mejor que ellos conocen el porqué de los problemas, sus causas y sus consecuencias" (Ibid.; énfasis suplido).
La señora Roosevelt estuvo en Puerto Rico hasta el 15 de marzo (cuando partió a Miami) y Tugwell hasta el 16 (cuando partió a Islas Vírgenes).[61]
Tras la reunión en Fortaleza, Tugwell nombró a Dickey como representante de la Administración de Ajuste Agrícola (AAA) en Puerto Rico y le encomendó convocar a "un pequeño grupo de líderes isleños" (Mathews 1970, 160). Dickey, que había en el estudio de la Brookings, favorecía en términos generales las propuestas de Chardón.[62] En los días siguientes Dickey sostuvo una serie de reuniones del grupo "cuyo núcleo lo componían el doctor Chardón, el profesor Rafael Fernández García y el comisionado Menéndez Ramos" (Mathews 1970, 164). Al menos en el caso de Chardón y Fernández García, ya el "grupo" existía y venia reuniéndose.
La integración de Menéndez Ramos era fundamental por razones de estrategia política y para fortalecer la credibilidad del grupo. La buena relación de Menéndez Ramos con Chardón (y aparentemente también con Fernández García) es importante para entender cómo un miembro del gabinete de la Coalición entró a formar parte de lo que sería el Comité Chardón. También explica la tolerancia de Chardón hacia algunas variaciones en el apoyo de Menéndez Ramos que ya señalamos.[63]
No contamos con información detallada sobre los trabajos de "Dickey and his group" (como los llama Mathews), que fue la etapa inmediatamente previa al Comité Chardón; pero lo que sabemos marca unas pautas interesantes. El grupo trabajó de modo preliminar en tres planes o más bien alternativas generales. (Mathews sugiere que se consideraron cuatro alternativas, pero solo expone tres; 164).
La primera era sencillamente reducir la extensión de tierras sembradas en caña y así limitar la producción de azúcar y ampliar el cultivo de comestibles. Los colonos y pequeños agricultores participarían en el impuesto de procesamiento y la compensación por la reducción no quedaría en manos de las centrales. Winship aceptó esta opción de inmediato.
No se le informó a Winship que se estudiaban una segunda y tercera alternativa, aunque ya Tugwell conocía su tónica desde la mesa redonda en Fortaleza. La segunda alternativa era reducir el cultivo de la caña de azúcar específicamente en tierras marginales y así limitar la producción de alto costo, para dedicar más tierras a la producción de comestibles. En esta opción también se aseguraría que los beneficios del impuesto sobre la elaboración también llegasen al agricultor y al trabajador.
La tercera alternativa era el "Plan Muñoz Marín" de febrero, según fue ampliado en discusiones posteriores: adquirir centrales azucareras con sus tierras "para ser administradas por corporaciones públicas para beneficio del pueblo".[64] Era la alternativa de reducción permanente de producción azucarera, concretamente 150,000 toneladas menos, y la adquisición por el gobierno (insular o federal) de varias centrales con fondos del impuesto de elaboración. Las centrales serían arrendadas a una corporación semipública. El plan no incluía –y no era su objetivo en ese momento– un proyecto de industrialización. Este era el "Plan C", que entendemos lo llamaban así por ser la tercera opción o por relacionarla con el timoneo de Chardón. Retornaremos al Plan "C".
Por su parte, Tugwell llegaba a conclusiones similares y aún más radicales que el "grupo Dickey" que iban más allá de la industria azucarera. Al regresar a Washington el 23 de marzo, Tugwell preparó un informe y se reunió con el presidente Roosevelt. Se desconoce el contenido de reunión, y no se ha localizado el informe, pero hay un memo posterior de Tugwell donde resume varios puntos sobresalientes de su propuesta:
- socializar la industria azucarera de Puerto Rico y administrarla "sobre líneas algo semejantes a las de las fincas colectivas en la [entonces] Unión Soviética";
- fomentar la industria liviana: botellas, cemento, rayón, azúcar refinada, productos de celulosa, ron y muebles;
- promover el cultivo de hortalizas como una empresa social comunal, expropiando de 10 a 100 acres alrededor de cada escuela para consumo local;
- fomentar activamente el control poblacional;
- promover la pesquería, la silvicultura y cultivos diversos.[65]
Tal parece que Tugwell escuchó al menos a Chardón y Fernández García y se hizo portador de sus ideas. La visión integral un proyecto de industrialización era un paso importante. Obsérvese sin embargo que para Tugwell "socializar la industria azucarera" mantenía su gran escala bajo un modelo de colectivización. Este será un tema recurrente de Tugwell (Nazario Velasco).[66] En la reunión con Tugwell, Roosevelt aceptó otro elemento que resultó del viaje de Tugwell y la señora Roosevelt a Puerto Rico: habría una "Comisión Puertorriqueña" ("Puerto Rican Commission") constituida únicamente por puertorriqueños. Muñoz Marín deseaba formar parte de la comisión, pero Roosevelt y Tugwell no estuvieron de acuerdo, aunque sí que Muñoz estuviera disponible para consulta. La comisión rendiría un informe preliminar, tras el cual se celebrarían vistas públicas y luego se prepararía en final. Así aparece en correspondencia de abril de Muñoz con Ruby Black y en un escrito posterior de John Franklin Carter. Según Carter, este procedimiento era necesario "de tal forma que todos los intereses vieran que habían contribuido al desarrollo del plan".[67]
Como parte de los trabajos del "grupo Dickey" de Chardón, Menéndez Ramos y Fernández García se le encargó a este último "un informe sobre las condiciones económicas y agrícolas del país" (El Imparcial, 30 de abril). Fernández García rindió su informe a fines de marzo o principios de abril. El informe se habría mantenido en estricta reserva. No hemos obtenido copia hasta ahora de este precedente inmediato del Plan Chardón.[68]
Junto al visto bueno al plan esbozado por Chardón en marzo, Casa Blanca dio otro paso importante en marzo de 1934: se trasladaron los asuntos de Puerto Rico del Buró de Asuntos Insulares del Departamento de Guerra al Departamento del Interior. Esta decisión fue tomada el 8 de marzo, dos días antes de la mesa redonda en Fortaleza. Se formalizó y divulgó semanas después mediante la Orden Ejecutiva Núm. 6726 del 29 de mayo que estableció la División de Territorios y Posesiones en el Departamento del Interior.[69] El traslado de los asuntos de Puerto Rico del ámbito militar al civil facilitaría, se suponía, las transformaciones deseadas. Además subraya cuán lejos Puerto Rico estaba en ese momento de ser una prioridad de defensa nacional como lo sería a fines de la década.
El 25 de febrero, poco antes del viaje Roosevelt-Tugwell, el City Bank adquirió la UPRSC en pública subasta; la compra se hizo efectiva a fines de marzo.[70] El plan inicial del City Bank era comprar la mayoría de las centrales de la costa norte. La posibilidad de que el gobierno de Puerto Rico adquiriera las cinco centrales de la UPRSC quedó frustrada, pero el modelo que la Comisión Chardón empleó se aproximó a la estructura de la UPRSC. "Como quiera vamos adelante con el proyecto, ya que es aplicable a cualquier otro grupo de centrales en la isla".[71] Incluso se contempló que el gobierno federal directamente adquiriera las centrales, opción que se siguió en el caso del Virgin Islands Company. El volumen de producción de las centrales de la UPRSC corresponde aproximadamente al volumen que utilizó el plan para el prototipo de su proyecto piloto, según presentado en la reunión en Fortaleza; como también lo utilizó Chardón en la confección del plan en sí.
V. Elaboración del Plan Chardón; primeras respuestas en Washington (mayo-julio 1934)
1. Los comisionados en Washington
El 26 de abril, el secretario de Agricultura Henry Wallace convocó mediante telegrama a dos miembros del grupo "nocturno" de la UPR, Fernández García y Chardón, y al comisionado de Agricultura, Rafael Menéndez Ramos como representante del gobierno de la Coalición. Winship también estaba convocado. El telegrama a los nuevos comisionados disimulaba la naturaleza de la encomienda: "Se le solicita que se dirija inmediatamente a Washington para discutir la administración de la legislación azucarera con los funcionarios de la Administración de Ajuste Agrícola [stop] El reembolso de los gastos se realizará de acuerdo con las normas de viaje del gobierno".[72] En la prensa, la versión que se sostendría era esta: que los tres expertos iban a trabajar en un plan para lidiar con la situación creada por la Ley de Ajuste Agrícola.
Por distintas vías, los nuevos comisionados, el gobernador Winship y Muñoz Marín, viajaron casi en secreto. Muñoz viajó el 26 de abril. Winship partió con Menéndez Ramos en hidroplano el 27 de abril a Miami y en tren a Washington. Fueron los primeros en llegar a la capital, y ya el lunes 30 Winship estaba reunido con los secretarios de Agricultura y de Guerra, entre otros. Winship en particular estaría tratando de "preparar el terreno" a favor suyo y de sus aliados en la Coalición. Chardón partió también el 26 de abril, pero en buque, a Nueva York y llegó allá el 30. Fernández García se suponía que viajara con Chardón ese día, pero por una aparente jugarreta en Fortaleza no se emitió a tiempo la orden de viaje. Luego que se formó un revuelo que llegó a la prensa, Fernández García recibió un segundo cable el 27.[73] Tras el retraso y la desazón, desde Washington ordenaron que viajara en hidroplano a Miami; lo cual hizo dos días después.
En Washington los tres comisionados se enclaustraron por varias semanas para formular y redactar el plan.[74] A los pocos días de su llegada, y según anticipado, el Congreso aprobó y el presidente Roosevelt firmó las enmiendas a Ley de Ajuste Agrícola, la "Ley Jones-Costigan". Participaron en el proceso de investigación, redacción y discusión del informe, Muñoz Marín y Piñero, el "cuarto" y "quinto" comisionado (Bagué 1968, 42). Además, dos norteamericanos redactaron unas secciones del informe. Fernández García se hospedó en el Hotel Ambassador (calles 14 y K NW). Era un hotel de reciente construcción, pero de precios moderados y con una excelente ubicación a tres cuadras de Casa Blanca.[75] Allí se hospedaban otros puertorriqueños que visitaban la capital federal. En un apartotel también céntrico, los Dupont Circle Apartments, el "trío casi inseparable" de Muñoz, Piñero y Maldonado ocupaban habitaciones contiguas. El apartotel tenía un ambiente de "consulado" puertorriqueño que no sería propicio para trabajar en un proyecto semiclandestino como lo era el Plan Chardón.
Fernández García era optimista en cuanto a su fecha de regreso a Puerto Rico. No sería en dos semanas. La estadía en Washington se prolongó más de un mes. Sus observaciones captan bien el rol ambiguo y a menudo perjudicial de Winship;[76] la oposición al plan que se desarrollaba; y el entusiasmo de Fernández García por empezar a trabajar en el "Plan C". El "Plan C – Permanent Reduction", un "Bosquejo General de un Plan Tentativo para el Ajuste Azucarero" era, en síntesis, la alternativa de "reducción permanente" (en inglés, "General Outline of a Tentative Plan for Sugar Adjustment in Puerto Rico"). Era la más radical de las tres opciones que se venían considerando desde las reuniones en la UPR, la mesa redonda y luego las reuniones con James Dickey. El comité lo aprobaría el 25 de mayo.
Por su parte, Muñoz ya estaba de visita en Casa Blanca. El 2 de mayo, Ruby Black reportó en La Democracia que Muñoz había sido invitado a reunirse con la primera dama para discutir el Plan de Reconstrucción. La reunión se dio y el presidente Roosevelt entró "inesperadamente" a la reunión en su silla de ruedas. El proyecto de un plan parecía avanzar; la gran incógnita era el rol que jugaría Winship.[77]
Los comisionados puertorriqueños trabajaron en el informe desde el Departamento de Agricultura Federal, en Independence Avenue casi frente al obelisco de Washington.[78] El "Advisory Committee on Puerto Rico" se instaló en la oficina 1866 del recién construido y monumental edificio sur de ese departamento (conocido como "Agriculture South"). Hasta la construcción del Pentágono en la década siguiente, "Agriculture South" se consideraba el edificio de oficinas más grande del mundo. Entre sus siete pisos, siete millas de pasillos y 4,500 oficinas ubicaban las de la AAA, que manejaba directamente el tema de la tarifa azucarera y las compensaciones por autolimitar el cultivo de caña de azúcar.
En una oficina de la AAA contigua a la de Tugwell, los tres comisionados del "Puerto Rico Policy Commission" redactaron entre mediados de mayo y mediados de junio lo que se conocería como el Plan Chardón. Los comisionados contaron con tres secretarias asignadas por Tugwell (Chardón López 2021, I, 66). El informe se sometió con papel timbrado de la AAA y se dirigió al secretario de Agricultura. En esas semanas Tugwell ascendía de secretario auxiliar a subsecretario.
El informe del "Puerto Rico Policy Committee" tuvo más de tres autores. En su copia personal, Fernández García identificó con su puño y letra a los autores principales de las distintas secciones. En el documento, que forma parte de la Colección Fernandez Seín, aparecen varias personas que no eran parte de la comisión. Notablemente, Fernández García identificó a Muñoz Marín como el autor principal de la Introducción del informe: una nota al tope de la página 1 lee "Por Luis Muñoz Marín".[79] Hasta ahora se desconocía que el rol de Muñoz Marín fuera tan directo en la propia redacción del Plan Chardón. De hecho, al completarse el informe a mediados de junio, sería Muñoz Marín quien sometería un anticipo del plan al subsecretario del Interior, Chapman.[80]
El informe tuvo además el insumo de personal del Departamento de Agricultura y quizá especialmente de la Administración de Crédito Agrícola (Farm Credit Administration). Al final del informe se agradece "la cooperación espléndida que nos dieron los técnicos de los distintos departamentos del gobierno y por los directores de la Administración de Crédito Agrícola y otras agencias similares" (12).[81]
El rol de fondo de Tugwell también fue importante. Como secretario auxiliar (y luego subsecretario) de Agricultura y director de la Administración de Ajuste Agrícola, Tugwell tuvo que ver mucho con el diseño de la enmienda Jones-Costigan y en particular con que esta permitiera utilizar el impuesto de procesamiento "para el mejoramiento general de la agricultura" a fin de que sus resultados fuesen equitativos. Usar el impuesto de procesamiento meramente para pagarle beneficios a los productores no haría mucho bien a la isla, ya que 60 % de estos eran ausentistas; mejor usarlos para lograr "algún cambio básico" (1992, 96). Tugwell se hacía sentir en asuntos puertorriqueños, en un momento en que algunos lo como "el galán [beau] de la Administración, su principal filósofo económico y el principal blanco de todos los enemigos del cambio" (Carter 1934, 85; traducción nuestra). La cita proviene nada menos que de John Franklin Carter, escribiendo bajo uno de sus seudónimos ("The Unofficial Observer").
Como sabemos, el plan completo no se publicó hasta noviembre de 1934 (y no por vías oficiales, sino en la prensa). Según se supo de su existencia, y aún mientras se redactaba, se filtraron varias de las recomendaciones y conclusiones del plan. Pronto se supo que Casa Blanca había nombrado una comisión especial y que esa comisión incluía al menos dos conocidos (aunque no activistas) liberales partidarios de una reforma agraria. Esto aumentaba la expectativa en cuando a los resultados posibles de la comisión. Algunos políticos, sobre todo de la Coalición, viajaron a Washington a tantear el desarrollo del proceso o intentar descarrilarlo (Chardón López 2021, II, 22). En respuesta a este alborozo, en julio se circularía una sección medular del informe, su plan piloto de tres años, el "Plan de Ajuste Azucarero" (Plan 253-274).
El nombre de "Plan Chardón" se le atribuye al periodista Teófilo Maldonado, autor de Hombres de primera plana (1958). En las semanas en que el nombre de "Plan Chardón" todavía no circulaba ampliamente, el plan y el nombre correlativo de su comité pasaron por varias versiones. La primera fue "Puerto Rico Policy Commission" ("Comité de Normas", que no traducía bien), luego "Comisión Puertorriqueña" y "Plan Económico Puertorriqueño" (alternativamente, "Plan Puertorriqueño").
El "Plan Económico Puertorriqueño" fue elaborado en algunas semanas en Washington, D.C. y con unas semanas adicionales de reflexión y diálogo en Puerto Rico. Aunque sus autores nunca caracterizan el informe como "preliminar", la opción de celebrar vistas públicas antes de que se circulara el informe en forma final aparentemente fue descartada pronto y se optó por una revisión dentro de la burocracia federal por un comité interdepartamental.
2. Estructura del "Plan Económico Puertorriqueño" / Plan Chardón
La estructura del "Plan Económico Puertorriqueño" o Plan Chardón es heterogénea y sus componentes no aparecen integrados de manera sistemática. Después de todo, fue un documento elaborado en solo semanas. Sin embargo, el informe presenta una perspectiva integral que articula múltiples vertientes económicas y sociales. El plan tiene seis partes:
- Introducción: sintetiza y aun trasciende el cuerpo del informe. Establece la urgencia del plan debido al crecimiento poblacional y desempleo en la Isla; adelanta unas propuestas sobre industrialización y emigración; y establece un tono a la vez ecuánime y crítico en cuanto a la relación económica entre Puerto Rico y los Estados Unidos que no rehúye advertir contra una explosión social posible. Es notable por tener un autor principal "externo", Muñoz Marín.
- El tema azucarero en sus múltiples vertientes: el tarifario, el acceso a la tierra y las condiciones de vida de los trabajadores. Un plan de industrialización del país y del turismo; la cuestión de la Ley de Cabotaje.[82]
- Un análisis de la deuda pública (insular y municipal) y privada del país y cómo reducir la carga contributiva y los derechos de riego sobre las fincas.
- "Proyectos misceláneos" que se han sugerido en el texto del informe.
- Apéndices estadísticos sobre la economía y demografía de Puerto Rico.
3. La introducción del Plan Chardón
La introducción del Plan Chardón lo resume pero tiene estructura y contenido propio. El tema del crecimiento poblacional, el desempleo y una creciente desposesión del campesinado están en primer plano en la introducción. El informe describe al crecimiento poblacional como appalling (aterrador) pero el tema aparece solo como contexto. No se elabora, no se la llama "sobrepoblación" y no se discuten estrategias específicas de control poblacional. Sí se discute la emigración, brevemente, y el tema no reaparece en el informe.[83]
Luego aparece de modo resumido una sección sobre industrialización, donde recomienda varias nuevas industrias que se retoman en detalle posteriormente. A renglón seguido, la introducción también preliminarmente las industrias agrícolas según su importancia económica (azúcar, café, cítricas y tabaco). Establece un marco de análisis centrado en una crisis agrícola soluble mediante el apoyo a los productores y el reasentamiento rural.[84]
Visto desde su introducción, el Plan Chardón puede conceptuarse como un plan integral de industrialización con base en una reforma agraria. La opción que plantea la Introducción –una emigración organizada en masa– no se retoma en el cuerpo del informe (Chardón López 2021, II, 22; III, 66). El tema de la "sobrepoblación" y el desempleo eran a la larga quizá los más importantes para el secretario de Agricultura y Casa Blanca; pero al menos a corto plazo, el reajuste azucarero dominaba su atención y ciertamente el de la comisión.
En la sección titulada "La tierra" ("Land"), y que quizá debió ser "El azúcar", la introducción resume el "Plan de reajuste azucarero". El plan apoya la política de reducir la producción azucarera, pero destaca que a corto plazo dicha política traerá serias dificultades que había que enfrentar, empezando por el aumento en el desempleo. Pero el remedio, recomienda el plan, no era compensar con dinero a los colonos que han tenido que reducir su producción y a los trabajadores que han quedado desempleados, sino darles tierras que se adquirirían con fondos federales directamente o mediante canje. Finalmente, propone ampliar el alcance de la Ley de 500 acres mediante una ley versión local que también aplique a individuos, sociedades y sucesiones; pero recomienda una aprobación gradual y dirigida a viabilizar las "centrales públicas" que se contemplan en el plan.
La introducción concluye con una advertencia indirecta: "Las sugerencias y recomendaciones que contiene este informe las exponemos con la convicción de que Estados Unidos, bajo la actual administración, ha de colocar en todo momento el bienestar del pueblo puertorriqueño por encima de los intereses de grupos particulares" (Plan 248). Los autores reconocen que un cambio significativo en la economía de la isla podría conllevar pérdidas para ciertos sectores estadounidenses. La disyuntiva, concluye la Introducción, está "entre la posible pérdida de varios millones para los estadounidenses exportadores y la certeza práctica del caos social en Puerto Rico". "[T]al caos significaría una pérdida económica mucho mayor para Estados Unidos" e igualmente "un problema de responsabilidad y de humanidad" (Plan 249).
El lenguaje directo del informe aquí, y su expresión franca de las alternativas, ha caído en desuso hoy día.
Sigue a la introducción una sección breve titulada "Uso del excedente del azúcar" (Plan 249-252). Es una especie de boletín urgente cuyo formato difiere del resto del informe. El 9 de junio, mientras la comisión concluía el informe, el Departamento de Agricultura federal anunció las cuotas azucareras que regirían para los territorios de los EE. UU. en el año calendario de 1934; ello con efecto retroactivo.[85] Para Puerto Rico la cuota era de 802,842 toneladas. La cuota tomaba efecto de inmediato e impactaba la zafra que en marzo ya estaba muy adelantada. El volumen de producción autorizado era aún más bajo que el que se anticipaba (Matthews 1970, 168). Estas páginas se insertaron, evidentemente, a última hora y con carácter de emergencia (por eso su numeración de 12a a 12d en el informe original). Consisten principalmente de dos cables que retratan la zozobra que se experimentaba en la isla con el anuncio de la cuota. Uno de ellos, del gobernador Winship, alertaba sobre "la difícil y peligrosa situación de las condiciones generales que prevalecen hoy en los negocios en la isla debido al práctico cese de actividades" que motivaba la cuota. "Cada día la situación se torna más seria" (Plan 251).
La comisión propone que el gobierno federal compre directamente 100,000 toneladas del excedente de 170,000 toneladas que los límites de la Ley Jones-Costigan imponían a Puerto Rico; y que mediante financiamiento federal se provean empréstitos a los colonos, que los necesitaban inmediatamente pues las centrales pronto cesaban de ofrecer a sus colonos los acostumbrados préstamos de refacción (préstamos garantizados por la cosecha de los colonos).
4. El "Plan azucarero"
La médula del informe comienza con el "Plan para el reajuste del azúcar y para la reconstrucción económica parcial de Puerto Rico" (13). Su nombre oficial era "Un plan de reajuste azucarero bajo la Ley Jones-Costigan" ("A Plan of Sugar Readjustment under the Jones-Costigan Act"). Sus primeras páginas son las principales en lo que concierne la producción azucarera, los planes de reforma agraria y la política de tierras (land policy). El "Plan de reajuste azucarero" era de tal importancia que se identificó separadamente en la carta de trámite: "Le adjunto a continuación el informe a la Comisión del Plan Puertorriqueño sobre la rehabilitación económica de la isla y, además, el plan para el reajuste del azúcar al amparo de la Ley JonesCostigan" (énfasis suplido). Fue la primera sección del plan en darse a conocer, a fines de julio de 1934 (El Mundo, 28 de julio, p. 9).
Por la naturaleza de sus propuestas, el "Plan azucarero" o plan piloto es el más notable de los diversos planes que comprende el Plan Chardón; y es la sección más extensa del plan. Presenta un plan piloto de emergencia con un marco de acción de tres años –la vigencia de la Ley Jones-Costigan– lo cual tiende a olvidarse al hablar del Plan. Los fondos provendrían del impuesto de procesamiento sobre las refinadoras de azúcar (que el Tribunal Supremo declararía inconstitucional a principios de 1936, U.S. v. Butler, 297 U.S. 1 (1936).
El "Plan azucarero" iba dirigido a atender la reducción súbita de producción azucarera, y el aumento en desempleo, que implicaban los límites de producción. El carácter de "emergencia" del plan y su temporalidad limitada facilitaba, en principio, su aceptación por las autoridades insulares y federales y por los sectores conservadores de la Isla. La realidad sería muy diferente.
Las "observaciones introductorias" del "Plan Azucarero" enmarcan la exposición detallada y cuantificada de la sección siguiente, titulada "El Plan". De entrada, es una denuncia al beneficio inadecuado que derivan los colonos y los trabajadores de una industria azucarera latifundista y ausentista. La industria extraía millones de dólares anualmente y ha provocado un "rápido proceso de desaparición de los pequeños agricultores, absorbidos por las grandes corporaciones" y por una insuficiente producción de alimentos (13). Ahora la "Ley Costigan" agravaba la situación pues iba a beneficiar desigualmente a las centrales latifundistas y ausentistas. Además, los productos agrícolas venían encarecidos de los Estados Unidos por el pago del impuesto de procesamiento allá.
La solución que se contemplaba bajo la enmienda Jones-Costigan era la de pagos de compensación directa a los colonos por las pérdidas en sus cultivos y a los trabajadores por la reducción en empleo. El informe reconoce que los pagos directos a los agricultores podrían ser una solución equitativa (obviando por el momento ventajas indebidas para las centrales que denuncia en otras secciones del plan) pero propone hacerlos en el marco de "una política económica de largo alcance" que "además, compensaría a la comunidad puertorriqueña en general por el efecto de la cuota azucarera y, además, mejoraría las condiciones económicas de la masa del pueblo" (Plan 254).
El plan procede a hacer recomendaciones que son esencialmente las mismas que Chardón propuso en la reunión de Fortaleza en marzo con la señora Roosevelt y Tugwell, empezando por la adquisición de centrales con "buenas tierras cañeras" administradas por una corporación semipública (en marzo hubiera sido la sucesora de la United Porto Rico). Las "tierras buenas" cañeras se canjearían por tierras marginales de colonos que ahora tendrían mejores tierras para cultivar. A la vez se generaría una reserva de tierras marginales que se repartiría a pequeños agricultores/jornaleros para fincas de subsistencia con casas de cemento a la venta bajo términos fáciles, agrupados en nuevas comunidades agrarias. Las centrales serían ejemplares en sus relaciones con los colonos y establecerían la métrica para todo el país. Esos estándares tendrían como premisa un trato también equitativo de los colonos hacia los trabajadores. En fin, se trataba de una reforma estructural del régimen de tierras y de la producción azucarera junto a un plan de reasentamiento rural. Era, como muchos planes de reforma agraria –término que no aparece en el Plan Chardón– un proyecto de "recampesinización". Los fondos a utilizarse provendrían del "producto del impuesto de elaboración que se cobra sobre el azúcar que se consume en el continente" (Plan 256) que aplicaba tanto a las centrales en Puerto Rico como a las refinadoras de azúcar en el continente. Todas tendrían que pagar el impuesto de procesamiento, bajo la sección 2 de la Ley Jones-Costigan.[86]
El "Plan Azucarero" cumpliría con los propósitos de la Ley Jones-Costigan durante los tres años de su vigencia (o sea, se atenderían cabalmente los intereses federales), y a la vez tendría consecuencias que perdurarían mucho más allá. "Esta oportunidad es única en nuestra historia" ("The opportunity is unique in our history"; Plan 253).
No será la última vez que Puerto Rico se enfrenta a una disyuntiva entre pagos asistenciales directos y reformas estructurales.
5. El plan
Tras las propuestas generales que introducen el "Plan Azucarero," su próxima sección establece el plan específico de organización de las centrales con estadísticas de acres y calidad de tierras, los sectores rurales involucrados, tipos de uso y costos. El punto de partida era la adquisición de una o más centrales azucareras. No se especifica si el adquirente sería el gobierno insular o el federal; la opción de que el gobierno federal protagonizara la implantación del Plan Chardón se consideró seriamente. En todo caso –como Chardón anticipó en la reunión de Fortaleza en marzo– sería una compañía sin fines de lucro con un capital nominal de $50. Sería incorporada por el gobernador, los secretarios federales del Agricultura y del Interior, y dos funcionarios puertorriqueños. El modelo sería la "Virgin Islands Company", una corporación federal creada en abril de 1934 cuya organización se formalizó a raíz de la visita de Tugwell en el mes anterior.[87]
Las centrales a adquirirse (con sus tierras) tendrían una capacidad de producción total de 250,000 toneladas de azúcar. Aunque el Plan Chardón no identifica las centrales, los cálculos que se presentan en las páginas siguientes son similares a los que Chardón, Fernández García y Muñoz Marín venían haciendo desde febrero. Es decir, el modelo del plan todavía tomaba como su referente las cinco centrales de la United Porto Rico Sugar Co., a pesar de que las centrales habían sido adquiridas por el Citibank en abril-mayo de 1934. Las centrales se arrendarían a una corporación cuasi pública que seguiría los parámetros que Chardón esbozó en la reunión de marzo en Fortaleza. La corporación operaría las centrales únicamente como factorías y permutaría sus tierras cañeras fértiles por tierras cañeras marginales de los colonos, según las características de las tierras.
En las relaciones entre la corporación y los colonos en cuanto a la molienda de la caña, se operaría bajo el principio de que todas las ganancias irían a los colonos e indirectamente a los trabajadores, mediante salarios ajustados equitativamente al precio del azúcar y los costos de producción.
Al marco general de tonelaje de caña molida y de azúcar en el modelo deben añadirse como coordenadas (1) la proporción de tierras de administración vs. tierras de colonos, que era de 50/50 en la UPRSC, (2) la distribución espacial de las centrales y sus tierras. Para las propuestas del plan, el escenario real de la UPRSC –cuyos colonos de hecho cultivaban un 50% de las tierras que suplían caña a las centrales– en principio facilitaría las permutas. Sin embargo, la dispersión de las "buenas tierras cañeras" a permutarse entre al menos cinco municipios (Caguas, Cayey, Gurabo, Humacao) con topografía y suelos muy diversos podría complicar las permutas como también la conversión de las tierras marginales en fincas de subsistencia. La proporción específica en cuanto a calidad y uso de los 65,500 acres "hipotéticos" que pertenecían a las centrales bajo el modelo del "Plan Azucarero" sería así:
| Tierras cañeras buenas | 38,000 acres |
|---|---|
| Tierras cañeras marginales | 12,600 acres |
| Pastos | 15,000 acres |
- Los 38,000 acres de tierras cañeras buenas se dividirían en:
- 32,000 acres que se permutarán en proporción 2:1 por tierra cañeras marginales de colonos, para sí obtener 64,000 acres de tierras cañeras marginales;
- 6,000 acres se reservarán para fines experimentales, selección de semillas y venta a agricultores experimentados.
- Los 12,600 acres de tierras cañeras marginales adquiridas de las centrales se sumarían a los 64,000 acres adquiridos por permuta, lo cual generará un total de 76,600 acres que estarán disponible para repartición o adjudicación.
- El destino de los 15,000 acres de pastos que originalmente pertenecieron a las centrales, no se precisa. Se presume que parte se cederá para los colonos, que necesitarán pastos para sus animales de trabajo y parte irá a los agricultores de subsistencia.
- Las tierras cañeras buenas se dividirían en lotes de 50 acres promedio (hasta un máximo de 150 acres) y se permutarían en proporción de 2 a 1 (2 acres de tierras marginales por cada acre de tierras cañeras), o 3 a 1 en caso de tierras de calidad inferior. Los colonos se organizarían en cooperativas de producción, lo cual les permitiría obtener crédito de las agencias de crédito rural a niveles que individualmente no alcanzarían debido a los altísimos niveles de endeudamiento que ya tenían los agricultores. Los agricultores debidamente cualificados podrán comprar directamente hasta 100 acres de tierras cañeras buenas.
- A los pequeños colonos que ya cultivaban caña en predios de 1-20 acres en tierras marginales se les ofrecería que abandonen el cultivo de la caña y se conviertan en dueños de "predios de subsistencia", con el apoyo de una "Granja central de servicio".
- Las tierras cañeras marginales se distribuirán a pequeños agricultores. Unos ingenieros civiles con la asesoría de agrónomos experimentados segregarán las tierras para fincas de subsistencia (subsistence farms, subsistence homesteads) en extensiones aproximadas de diez acres (Plan 265-267).[88] Las fincas se agruparán en zonas regionales de 2-3,000 acres cada una; en cada zona se agruparían 250 unidades con el apoyo logístico de una "Granja central de servicio". A los agricultores se les proveerían pequeñas casas de cemento, con cobertizos para los animales de la finca "y por lo menos una vaca, dos cerdas, conejos y aves de corral" (Plan 262). Estas granjas estarían disponibles para asistir a todos los agricultores, cualquiera que sea su status –siempre que cumplieran con unas calificaciones– aunque se atendería con preferencia a los dueños de fincas de subsistencia.[89]
- Los antiguos agregados de las centrales adquiridas ahora serían jornaleros. Laborarían en el ingenio o factoría o en las colonias del área (existente o nueva); o podrían convertirse en agricultores en tierras marginales que la corporación obtenga por permuta. Podrían comprar predios de 1 acre y contar con el apoyo de unos "centros de colonia" cuya administración "estará bajo el control de las centrales". Las centrales "cobrarán a los colonos los servicios que les proporcionen". El gobierno construiría un centro social (Centro de Colonia) a cargo de una trabajadora social y una sala de emergencia, un sistema de acueducto, comunicación telefónica con la central y caminos rurales que empalmen con las carreteras principales (Plan 261).
El plan sería viable, según los autores, pues su costo estimado ($32, 867,750) no sería mucho mayor que los fondos que debían llegar a Puerto Rico bajo la Ley Jones-Costigan durante sus tres años de vigencia: $24 millones.[90] La traducción del Plan Chardón en el El Mundo ofrece un estimado general de $30,000,000 a $33,000,000. De otra parte, en el texto original del plan en inglés aparece como un ítem presupuestario: "Costo aproximado de trasladar dos centrales de la costa norte a la costa sur: $300,000". Este renglón fue eliminado de la versión publicada en El Mundo unos meses después.[91]
En la práctica, habría varias dificultades que atender. Probablemente resultaría complejo definir las "buenas tierras cañeras" y las "tierras marginales" de manera satisfactoria para ambas partes; o cómo distribuir las tierras marginales y sus fincas de subsistencia de tal forma que ubicaran razonablemente cerca de los colonos. Irónicamente, parecería más fácil constituir en centrales existentes los centros de servicio para las colonias, ya que estos se crearían a partir de sus comunidades de agregados. Otra dificultad del plan era que resultaba oneroso requerirle un pago de $200 a un colonato ya fuertemente endeudado como requisito para cualificar. La suma podría lograrse, mediante instrumentos de crédito o la venta de ganado.
6. Política de tierras (land policy)
La sección sobre política de tierras abre con una denuncia: "Los problemas de Puerto Rico, debido a su densidad poblacional, se ven agravados grandemente por la concentración de las tierras de cultivo en unas pocas tenencias, especialmente por corporaciones ausentistas" (Plan 275). A diferencia de las secciones anteriores que plantean un proyecto, aquí se presentan los datos que lo subyacen y los principios de política pública que lo enmarcan. Se trata de un análisis detallado de la realidad existente en Puerto Rico, donde había una gran concentración de tierras en los municipios costeros llanos dotados de la mejor calidad de tierras junto a una gran concentración poblacional en los municipios del interior con las tierras más deficientes. No se menciona corporación azucarera alguna, norteamericana o local; eso lo haría García Fernández en un artículo aparte (ver infra). Pero las estadísticas eran elocuentes, tanto más por presentarse en un informe gubernamental con endoso federal.
En esta sección se plantean dos puntos clave. Primero, se propone una implantación gradual y diferenciada de la Ley de 500 Acres; implantarla de inmediato podría trastocar la estructura económica de la isla (ya se había dicho en la introducción, 245). Segundo, se propone extender el alcance de la Ley de 500 Acres a sociedades e individuos –un reclamo que venía haciendo el Partido Socialista– ya que la letra de la restricción aplicaba solo a corporaciones. Varias corporaciones azucareras habían recurrido a organizar sociedades, como la Fajardo Sugar Growers Association (vinculada a la Fajardo Sugar Co.), para supuestamente "inmunizarse" ante una posible implantación del límite de 500 acres. Tercero, propone que la Ley de 500 Acres sea solo de aplicación prospectiva y gradual, con expropiaciones de no más de 10 % existente cada tres años de tenencias en exceso de ese límite; y que se cree un fondo para viabilizar esas adquisiciones.
Un artículo de Fernández García publicado en la Revista de Obras Públicas a fines de 1934 identifica las corporaciones azucareras con la mayor concentración de tierras y presenta las estadísticas de los municipios donde las corporaciones ubicaban. "La concentración en pocas manos de las tierras fértiles, profundas, llanas de los valles de la costa, y el interior, es aterradora" (719). Fernández García le da un giro particular al conocido argumento de la densidad poblacional de la isla. Los problemas de Puerto Rico, debido a su densidad poblacional, se ven agravados grandemente por la concentración de las tierras de cultivos en unas pocas tenencias, especialmente corporaciones ausentistas" (Plan 275).
Fernández García propone como solución que algunas de las centrales azucareras sean públicas, y sugiere que ello se haga mediante corporaciones semipúblicas y no instrumentalidades gubernamentales directamente. Las centrales privadas que resten no tienen que desaparecer, pero sí ajustarse a la métrica que se establezca en su competencia semi pública. Fernández García reconoce la influencia de la doctrina social católica, según expresada a la encíclica Rerum Novarum ("Cosas Nuevas") y en un importante y poco conocido cuaderno titulado Porto Rico and the United States publicado por el Comité sobre Dependencias de los EE. UU. (Comittee on U.S. Dependencies) de la Asociación Católica para la Paz Internacional (Catholic Association for International Peace, 1931).[92] Porto Rico and the United States hace un análisis de la situación económica de Puerto Rico, señala la dependencia excesiva en el mercado estadounidense y el problema de concentración de tierras. El cuaderno de la Asociación Católica cita en particular de Rerum Novarum (10-11) el principio de que los terratenientes deben separar parte de sus tierras para que sus trabajadores las cultiven, pues así se reduce la brecha entre una riqueza extrema y una pobreza abyecta:
El Plan de Reconstrucción Económica de la Comisión Económica Puertorriqueña, conocido con el nombre de Plan Chardón, esencialmente pone en práctica en Puerto Rico los principios que han dado óptimos frutos en Dinamarca y las ideas sociales más avanzadas de la Encíclica de Rerum Novarum interpretadas en su aplicación a Puerto Rico por la Asociación Católica para la Paz Internacional. (1934, 730)
Rerum Novarum (según interpretado por la Asociación Católica) y el caso de Dinamarca son pues, según Fernández García, los puntos cardinales de las propuestas de reforma agraria del Plan Chardón.[93]
Hay otra influencia, más cercana que Fernández García, no explicita: la Revolución Mexicana.[94] México era un ejemplo elocuente de reforma agraria y una experiencia más cercana en muchos sentidos. La reforma agraria mexicana tuvo varios periodos y había avanzado significativamente en los años inmediatamente antes del Plan Chardón. Uno de ellos fue durante el régimen de Álvaro Obregón (1920-24). Este período impactó en Puerto Rico mediante la serie de conferencias que dictó de José Vasconcelos en su célebre visita de un mes a Puerto Rico en 1926 y en su ideario en torno a la "raza cósmica". Vasconcelos había sido secretario de Instrucción Pública de Obregón y rector de la UNAM. Se le consideraba el "caudillo cultural" de la Revolución Mexicana. Sin duda, la intelectualidad de Puerto Rico no estaba ajena a la Revolución Mexicana. Existen otros enlaces de Puerto Rico con la Revolución Mexicana que abordaremos en las reflexiones finales.
7. El café, las cítricas y el tabaco
Las tres secciones siguientes –sobre el café, las cítricas y el tabaco– difieren en su orden de la sección sobre azúcar, el "Plan para el reajuste azucarero". La sección azucarera entró desde su inicio en las estrategias a seguir. Es solo después de presentar sus estrategias que el plan azucarero entra a discutir los datos estadísticos sobre concentración de tierras. En cambio, las secciones sobre los planes de rehabilitación de la industria cafetera, cítrica y tabaquera comienzan con el trasfondo histórico de cada industria, su estado actual y por qué necesitaba un plan coordinado para su rehabilitación. Los planes de rehabilitación en sí eran similares para los tres cultivos, aunque diferían en escala conforme a la naturaleza de cada industria, desde las numerosas propiedades de diverso tamaño dedicadas al café hasta las fincas intensivas de cítricos hasta los pequeños agricultores nativos de tabaco en una gran extensión de la isla. Para los cocales, los bosques y el algodón los planes fueron más escuetos; la sección sobre el café es la más extensa (Plan 284-295). Subrayamos que, como en el azúcar, lo que se propone son planes piloto de tres años que se realizarían en pequeña escala y necesitarían ajustarse sobre la marcha. El plan del café, por ejemplo, solo impactaría 8,000 trabajadores y el 12.5 % de las tierras cafetaleras.
El problema común de trasfondo en las tres industrias eran los precios bajos y la pérdida de mercados. En cuanto al café y las cítricas, en particular, el informe veía posibilidades reales de rehabilitación por la calidad e historial de su producción. En el café los mayores obstáculos eran el impacto de los huracanes recientes, los precios bajos (en parte debido a los especuladores), la falta de facilidades de crédito y los bajísimos rendimientos por acre. Estos obstáculos podían vencerse mediante seguros, créditos de producción y fertilizantes a precios asequibles, unidos a la reforestación y desarrollo de semilleros. El café no necesitaba protección arancelaria de los Estados Unidos, pues no competía con ningún producto suyo. Además, tenía una distribución más equitativa que otras cosechas (especialmente la caña de azúcar), complementaba otros cultivos y protegía el flujo de las aguas.
La industria de las cítricas era posterior al 1898 y en buena parte un resultado de iniciativas de empresarios estadounidenses.[95] El costo de embarques a Nueva York había afectado su mercadeo allá, pero sus posibilidades eran claras. El tabaco también tenía posibilidades –aunque menos que en el pasado– pero se fortalecería con mejores facilidades cooperativas, una agencia central de ventas, y una labor de investigación en cuanto al mejoramiento de las variedades y a los procedimientos de cultivo.
El aspecto más innovador del Plan Chardón, en cuanto a las industrias agrícolas, eran sus propuestas en torno a los trabajadores, bajo la rúbrica de "planes de rehabilitación rural". Bajo estos planes se propone que el gobierno adquiera con "fondos de la reconstrucción" tierras de propiedades existentes y las distribuya como fincas de subsistencia similares a las que se crearían en el ámbito cañero mediante el canje entre "tierras buenas" y "tierras marginales", con espacios de vivienda y predios de subsistencia. En el café, las cítricas y el tabaco las fincas de subsistencia serían con derecho de uso o con título de propiedad, a cambio de su labor.
En el marco de la industrialización –el marco amplio del Plan Chardón– los planes agrícolas principalmente ofrecían oportunidades de vida rural que podía frenar la migración a los arrabales urbanos; inclusive intentar "iniciar el regreso a las montañas del excedente de población" (43). Para eso era necesario que la ayuda fuera "directa y conjuntamente a los agricultores y a los trabajadores" y que al final del plan los agricultores "podrían continuar la operación de sus fincas mediante las agencias normales de crédito que quedasen disponibles, quedando así en situación de suministrar a la población campesina empleo apropiado" (47).[96]
De mano con el tema de las fincas de subsistencia corre otro tema a través de las propuestas para las tres industrias rurales, como también en cuanto a la caña: la importancia de la educación rural y de mayor conocimiento técnico, en cuanto a variedades de los cultivos, prácticas de cultivo, semilleros, uso de abono, mercadeo, etc.
8. Los cocales, los bosques de la cordillera y el algodón
Dos industrias rurales eran menor importancia económica, pero tenían importancia social y ecológica –los cocos y los bosques– y una tercera que estaba de capa caída, el algodón. Sobre la producción de cocos, el informe señala la necesidad de atender una enfermedad que venía aquejando los cocales, aparte de los daños por los huracanes. La sección sobre los cocales destaca el relieve económico de la industria de los cocos y el fuerte golpe que representaron los huracanes de 1928 y 1932. [97] Sobre los bosques, el informe alerta que el Bosque Nacional de Luquillo quedaba como único bloque de bosque virgen y las extensiones de bosques en la Cordillera Central, casi todas en manos privadas, desaparecían rápidamente. "Calculamos que dentro de una generación más o menos, esta Cordillera Central, que constituye la vértebra fisiográfica de la isla, quedará completamente despojada de sus bosques" (Plan 315-316). El plan recomienda la compra de 100,000 acres en la Cordillera Central y la siembra de nuevos bosques en 75,000 acres adicionales.
9. El crédito agrícola
Por diferentes medios, en Puerto Rico se obtenía crédito para los cultivos comerciales bajo unas tasas de interés 10 %-12 %. En términos generales, los productores de caña obtenían las tasas más bajas. Había dos instituciones bancarias federales en Puerto Rico que facilitaban el crédito, discutidas arriba en el contexto de los planes de rehabilitación: el Banco Agrícola Federal de Baltimore ("Federal Land Bank of Baltimore"), que operaba en Puerto Rico desde hace una década, y más recientemente el Banco Federal de Crédito Intermedio ("Intermediate Credit Bank").[98]
10. Desarrollo industrial
Las propuestas del Plan Chardón en torno al desarrollo industrial, fueron visionarias y son iluminadoras hasta el día de hoy. En atención a un contexto de alto desempleo, el Plan destaca industrias que empleen mucha mano de obra, para así atenuar el desempleo; subraya las fuentes de materia prima barata en la Isla (melaza, bagazo, piedra caliza, etc.); sus recursos energéticos; la disponibilidad de materia prima en otras islas antillanas y países continentales próximos; y la posibilidad de fomentar la industria de ropa y otras. La producción se dirigiría ante todo al mercado local, aunque con miras también a exportar.
El eje del Plan Chardón es un plan de industrialización con base agraria que va mucho más allá del plan piloto bajo la enmienda Jones-Costigan. Esa es la espina dorsal del "Plan Económico Puertorriqueño" y su legado principal. El desarrollo de industrias basadas en el procesamiento de productos agrícolas, no solo la caña (y no solo para azúcar), sino también el café, tabaco y cítricas, la construcción de una fábrica de cemento y la electrificación de la Isla eran las coordenadas principales de este plan de industrialización. En el conjunto de industrias que el Plan Chardón propone, es notable el eslabonamiento entre las fases de manufactura y el suplido de materia prima. No era fundamentalmente un plan de control poblacional ni un plan de reforma agraria, aunque una reducción gradual de la tasa de crecimiento poblacional y una estructura agraria más equitativa, eran previsiblemente unas consecuencias fundamentales y deseables.
El punto de partida de la propuesta de industrialización del Plan Chardón es una clasificación de industrias posibles según la disponibilidad de mano de obra o recursos naturales. El modelo era similar al que anticipó Fernández García en su artículo de 1923 sobre "Nuevas industrias": industrias basadas en la densidad poblacional de la isla y sus salarios bajos; industrias basadas en materia prima producida localmente y que actualmente se exporta; industrias basadas en materia prima que se puede importar a bajo costo (que pagarían poco en aranceles) o cuyo cultivo se puede promover; e industrias de servicio como el turismo (que se discute en la próxima sección). Estas industrias de tanto potencial no se habían podido desarrollar, según el informe, debido a falta de capital y a competencia desde los EE. UU.
A pesar de no contar con carbón o petróleo, el Plan Chardón no veía el tema de los recursos energéticos como un problema grave, Puerto Rico contaba con unos 200kwh de energía hídrica y se estimaba que ese nivel podría duplicarse; y el carbón y petróleo podrían importarse a un costo razonable. Hoy en día 400kwh sería una capacidad diminuta.
Como Fernández García en 1923, el Plan Chardón le concede prioridad a los primeros dos tipos de industria. La refinación final del azúcar debía ser la principal industria de Puerto Rico. La libre entrada al mercado estadounidense llevó como contraparte una prohibición a la exportación de azúcar refinada de Puerto Rico a los Estados Unidos, aparte de la muy alta inversión de capital que requeriría ese tipo de planta industrial. Ejemplos de industrias que podrían establecerse a partir del uso de la producción agropecuaria local incluían plantas empacadoras de frutas y vegetales, embotelladores de jugo de china y hasta de vinos y cordiales a base de china; una empacadora de productos de carne de cerdo gracias al aumento en la población de cerdos por la creado de miles de fincas de subsistencia.
En el renglón de manufactura a base de productos locales, el tema más interesante era (9 y seguiría siendo por un par de décadas) el del bagazo. El bagazo ofrecía posibilidades muy interesantes como materia prima, no así como combustible (un barril de petróleo = una tonelada de bagazo). El bagazo tenía mejores posibilidades económicas materia prima para la fabricación de papel, rayón o para fabricar "madera" para divisiones interiores en la vivienda que como combustible.[99]
La visión del Plan Chardón sobre la industrialización, al examinarse como marco general del informe, tiene varios ángulos que ameritan mayor estudio. En primer lugar, es notable el énfasis en el rol del estado en el desarrollo manufacturero, en la importancia de los enlaces retroactivos o eslabonamientos hacia atrás con las fuentes de materia prima (backward linkages) y en el aprovechamiento de materias primas locales; pero también en la apertura a importantes insumos de otras partes de la región, con una implícita visión caribeña. El énfasis en estos eslabonamientos no fue muy importante en la literatura de desarrollo hasta dos décadas después, principalmente en la obra de Albert Hirschman (Bianchi). Ese enfoque iba de mano con otro que parecería contradictorio, pero que el propio Hirschman también articuló: que también podría generar desarrollo la creación atrevida de construir infraestructura y/o industria pesada sin tener todos los eslabonamientos en orden, pues los eslabonamientos no necesariamente se conjugan de manera lineal. El proyecto, el empuje, el impulso y la visión –parece decir Hirschman– es lo apremiante. Esa es, como dirían los comisionados del Plan Chardón, "la oportunidad única".
En segundo lugar, la industrialización que propone el Plan Chardón aprovecharía la mano de obra diestra ya existente en la fase manufacturera –principalmente en las centrales azucareras– para desarrollar otras industrias. Tercero, el modelo identificaba varias condiciones que serían esenciales para el éxito, principalmente la protección del mercado local con una tarifa; una contribución sobre ingresos alta que solo podría atenuarse con inversiones en nuevas industrias, con adecuadas condiciones de empleo; y un acceso a los países de la región caribeña, de donde también se obtendrían insumos para la industria local. Este era muy diferente al modelo de industrialización de la Operación Manos a la Obra.
11. Transportación
La sección sobre transportación documenta el efecto de la Ley de Cabotaje Federal, que requiere que todas las exportaciones e importaciones entre Puerto Rico y los Estados Unidos se hagan en barcos estadounidenses. El transporte en barcos de la Marina Mercante estadounidenses tenía, en 1934 como ahora, "al costo más alto hoy en existencia" (Plan 334). En esta sección, los comisionados hicieron suyo un memorándum sometido al gobernador Winship por el Lcdo. Miguel Guerra-Mondragón el día 5 de marzo de 1934; por ende Guerra Mondragón es de facto otro autor de una sección al Plan Chardón.[100]
Se reconoce la razón de la Ley de Cabotaje Federal, pues una competencia extranjera irrestricta podría lesionar gravemente a su economía. En el caso de Puerto Rico la aplicación de la Ley de Cabotaje "ha resultado una decidida desventaja" (Plan 335). El problema estaba atado, en primer lugar, al giro desde 1898 en el comercio externo de Puerto Rico. En poco más de tres décadas, Puerto Rico pasó de tener el 10 % de su comercio con los Estados Unidos a tener un 90 %. El propio Informe Brookings lo planteó así y analizó el punto detenidamente. Los Diffies, por supuesto, estuvieron de acuerdo y se les cita al respecto. Otra cita extensa proviene de un memorando de James Dickie que enfoca los costos de transporte de la exportación de cítricos de Puerto Rico a los Estados Unidos. Hasta el Negociado de Asuntos Insulares del Departamento de Guerra había reconocido los efectos adverso de la Ley de Cabotaje.
La sección sobre transportación propone como alternativas eximir por completo a Puerto Rico de la Ley de Cabotaje como en Filipinas, donde nunca se aplicó; o conferir al presidente la facultad de suspender la aplicación de la Ley de Cabotaje a Puerto Rico, "si es que esto se considera necesario para el mejoramiento económico de los habitantes de la isla". Una tal exención sería constitucional bajo decisiones del Tribunal Supremo que reconocen los intereses propios de territorios no contiguos.
Finalmente, se recomienda "vigorosamente" que de no poder eximir a Puerto Rico de la Ley de Cabotaje, se recabe permiso de la Junta de Transporte Marítimo de usar dos vapores que en la actualidad estaban en desuso para ser operados "por una corporación cuasi pública parecida a la que se recomienda para el azúcar".
12. Posibilidades de turismo
El tema del turismo era predilecto del gobernador Winship, mas no así de los miembros de la Comisión Chardón. Tampoco parece haberle interesado mucho a los Bournes, y no se mencionó en la mesa redonda de marzo en Fortaleza. El autor principal de esta sección, el Arq. Naval Stevenson, fue "traído por Winship", según anotó Fernández García en su copia personal al tope de la primera página de la sección sobre turismo (340-345).[101]
En Puerto Rico en los 1930, el turismo era una industria aún algo exótica. Así lo subraya la sección sobre el tema al enfatizar los obstáculos que había que vencer para lograr que el turismo norteamericano reconozca los atractivos de Puerto Rico. La isla, con una atmósfera española tropical y extraña ("strange, tropical and Spanish atmosphere") es "probablemente la parte menos conocida de los Estados Unidos" (Plan 342). El informe recomienda enfocar esfuerzos en el Hotel Condado (originalmente, y hoy nuevamente, Condado Vanderbilt), el proyecto favorito de Winship (Mathews 1970, 194). Aunque llevaba solo cuatro meses en la gobernación, ya Winship había opcionado la compra del hotel,
13. Programa de reducción de contribuciones
"Ningún plan para la rehabilitación económica de Puerto Rico estaría completo si no tomase en consideración el grave problema de nuestra deuda pública y la gran necesidad de un reajuste general contributivo" (p. 345). Así comienza esta sección final del Plan Chardón, que ubica el problema contributivo en el contexto de sus propuestas. Como vimos antes, la deuda general de la agricultura de la isla y de los municipios era tan grande que constituía un impedimento serio a la rehabilitación de la isla. La situación se extendía a la deuda pública, montante a $48 millones y donde reaparece el tema del ausentismo ya que el 75-90 % de la deuda correspondía a bonistas residentes en los Estados Unidos. La deuda se redimía con la contribución sobre la propiedad, que constituía el 75-80 % de los presupuestos municipales.
La solución, en parte, adoptaba el recurso ya propuesto en el Plan Chardón para el reajuste azucarero y la rehabilitación rural: utilizar los fondos producto del impuesto de elaboración sobre el azúcar colectivamente "para reducir la carga pesada de contribuciones que pesa sobre la clase agrícola" y no para compensar con un pago de beneficios individuales. "[E]l peso de la deuda pública, tanto insular como municipal, lo llevan los agricultores" (p. 346).
Para atender esta situación se había propuesto consolidar la deuda y hacer una nueva emisión de bonos. Esta es la solución que propondría el Plan de la Coalición. El Plan Chardón descarta esta vía por lo difícil que sería vender los bonos en el mercado, y sobre todo, porque los términos de las emisiones ya hechas (algunas con interés alto) no permitían saldarlas antes de su vencimiento. A continuación, el Plan Chardón propone unas "posibles medidas coordinadas con el plan general de reconstrucción" cuyos puntos principales se atenían al periodo general de tres años de los proyectos de rehabilitación. Las medidas incluían eliminar por tres años los impuestos sobre la propiedad y que el gobierno central cubriera la deuda municipal, fundamentalmente utilizando el impuesto sobre elaboración de azúcar y las ganancias obtenidas de la refinación de crudos cubanos.
14. El cierre del Plan Chardón
Con estas propuestas fiscales termina el informe de la Comisión Chardón, Comisión Puertorriqueña o "Puerto Rican Policy Commission on the Economic Rehabilitation of the Island", es decir, lo que pronto se conocería como el Plan Chardón. No tiene una conclusión general, aunque la introducción del plan en parte podría serlo también.
Las exigencias de tiempo habrían impedido una elaboración más integrada. Se hizo todo en menos de un mes, salvo borradores y apuntes que pudieran haberse generado en las reuniones de febrero-marzo en Puerto Rico. La versión del informe en la Biblioteca Roosevelt refleja la premura de junio de 1934. La versión en la Biblioteca Nacional de Agricultura representa un trabajo mecanografiado posteriormente y más minucioso, aunque el contenido es idéntico.
Le siguen al texto del informe, trece "proyectos misceláneos" y veinte apéndices sobre una gran variedad de temas. A diferencia de los apéndices, los "proyectos misceláneos" no están identificados por número o letra (se les identificó por letra en nuestro índice para resaltar su estructura). Los "proyectos misceláneos" tampoco siguen un orden claro y no aparecen agrupados por tema (p. ej. el tema de agricultura y ganadería podría englobar varios proyectos). Formalmente los "proyectos misceláneos" son parte integral del informe, sin embargo, a diferencia de los apéndices los "proyectos misceláneos" no aparecen citados en el informe como tal. Su objetivo principal, en varios casos, es señalar la necesidad de investigación ulterior, un tema que se repite a través del informe. En algunos casos, pueden haber sido secciones del informe que por la presión del tiempo quedaron en embrión.
Inmediatamente después de los "proyectos misceláneos" aparece una nota de agradecimiento suscrita por los tres comisionados. En la nota, agradecen la invitación del secretario de Agricultura: "Ha sido una oportunidad única y hemos intentado estar a la altura de las responsabilidades que conlleva". Agradecen igualmente la "excelente cooperación" de los técnicos de distintas agencias federales y de los directores de la Administración de Crédito Agrícola (Farm Credit Administration) y otras agencias federales.
Y ahí concluye el Plan Chardón. El 14 de junio la comisión sometió el informe al secretario de Agricultura Henry Wallace, con la carta de trámite citada al principio de este estudio. Por una fecha que menciona el informe puede inferirse (y de la cual no se puede inferir demasiado) concluimos tentativamente que un primer borrador mecanografiado del Plan estuvo listo el 1 de junio, aunque un segundo texto (también borrador, podría decirse, y quizá idéntico al primero) lo estuvo el 14 de junio. Este segundo texto fue el informe sometido al secretario de Agricultura y a través de él a Casa Blanca.
En un memorando del 12 de junio, sin embargo, Muñoz Marín había ofrecido un anticipo del Plan Chardón. El memorando era dirigido al subsecretario del Interior, Oscar Chapman, a petición de este. En un par de días, Chapman presidiría el Comité Interdepartamental para la Rehabilitación Económica de Puerto Rico. El memorando se divulgó en primera plana de El Mundo, edición del 13 de junio, y parece ser la propia Introducción del Plan Chardón (ver ante, 92). Todos los puntos que se cubren en el Plan con fecha del 14 de junio, aparecen en el referido memorando y en el mismo orden. Esta noticia fue quizá la primera información amplia sobre lo que traía el "Plan Puertorriqueño". Esto corrobora que Muñoz Marín fue el autor principal de esa introducción y sugiere que el "resumen que se le adelantó a Casa Blanca varios días antes de someterse el plan del "Puerto Rican Policy Commission" (Mathews 1970, 175, sin citar fuente) era el memorando de Muñoz a Chapman que en efecto era la propia introducción del plan (El Mundo, 13 de junio de 1934, 1).
Originalmente se consideró celebrar vistas públicas en torno a un plan general preliminar antes de la aprobación final del plan. Mathews comenta que si se hubiera seguido este procedimiento "se hubiese mitigado, ya que no evitado por completo, la tenaz oposición que resultó" (166). Y tenaz fue, tanto en Washington como en Puerto Rico.
VI. Secuelas del Plan Chardón
1. Se constituye el Comité Interdepartamental
La "Comisión del Plan Puertorriqueño" sometió su informe con una carta de trámite el 14 de junio bajo el encabezado de la Administración de Ajuste Agrícola (AAA). Como se recordará, la breve carta distinguía dos informes: "Le adjunto a continuación el informe a la Comisión del Plan Puertorriqueño sobre la rehabilitación económica de la isla y, además, un plan para el reajuste azucarero bajo la Ley JonesCostigan".[102] Esto último había sido, naturalmente, el camuflaje del viaje semisecreto de los comisionados a Washington a fines de abril. También será la primera parte del informe que se publicará, a fines de julio.
El informe no aparenta haber pasado por una revisión ulterior de sus autores o por personal del Departamento de Agricultura. Quizá por eso su estructura luce más como el de un borrador, particularmente en el formato de la copia de la Biblioteca Roosevelt. Al no haber pasado por revisiones significativas ulteriores en otros niveles del Departamento de Agricultura, o en Casa Blanca, tiene el valor de ser un texto más cercano a sus autores originales. La diferencia en el formato se nota, como hemos indicado, sobre todo en el ensamblaje de los proyectos misceláneos y apéndices. Se rectifica en la copia del Departamento de Agricultura que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Agricultura.
Junto con los dos informes mencionados, aparenta que los comisionados sometieron un resumen del plan a Casa Blanca, presumiblemente su introducción. El Presidente Roosevelt dio su visto bueno al informe de inmediato y se convocó una reunión sobre Puerto Rico para el 16 de junio. En esta reunión se constituyó formalmente el "Comité formalmente el "Comité Interdepartamental para la Rehabilitación Económica de Puerto Rico" (Interdepartmental Committee for the Economic Rehabilitation of Puerto Rico). El comité incluía los departamentos del Interior, Agricultura, Tesoro, FERA y la Administración de Crédito Agrícola. No se citó a esa reunión a ningún miembro de la "Comisión del Plan Puertorriqueño".
En sus Memorias, Muñoz escribió: "El presidente Roosevelt recibió el plan a mediados de junio. Decidió no se hiciera público mientras se resolvían ciertos aspectos legales y administrativos" (120). No eran asuntos meramente legales y administrativos, aunque de estos había también. El verdadero escollo era la fuerte oposición política que existía de parte de sectores del propio Departamento de Agricultura vinculados a intereses azucareros en Puerto Rico –y que generalmente utilizaban las objeciones legales y administrativas como pretexto– aparte del cabildeo de políticos y grupos de interés puertorriqueños que pronto se dejarán sentir en la capital federal.
En la primera reunión del Comité Interdepartamental se nombró, un Comité Técnico cuya existencia no se había anticipado y que fue la verdadera parte operacional del comité. Aparentemente no se advirtió de esto previamente a la Comisión Chardón. Este Comité Técnico, encabezado por un viejo adversario de Chardón, el experto agrícola doctor Julius Matz. El doctor Matz tendrá una trayectoria controvertible y su comité elaborará su propio informe. Para quienes criticaban el Plan Chardón sin haberlo leído, el doctor Matz les vino como anillo al dedo. Chapman, que presidía el Comité Interdepartamental, no le informó los integrantes de la Comisión del Plan Puertorriqueño sobre el nombramiento de Matz o el viaje de él y sus dos colegas a Puerto Rico" (Chardón López 2021, I, 170).
Los asuntos legales y administrativos, claro está, no eran de poca monta. Incluían (1) cuál sería la fuente de fondos, pues no estaba del todo claro que el impuesto de elaboración podría usarse para los fines que proponía el Plan; (2) la facultades que podría ejercer la corporación semipública que era la médula del plan de reajuste azucarero y si la debía crear la Legislatura de Puerto los que se le podrían conceder; (3) si habría un fondo rotativo local o si los fondos que se recuperasen por concepto del pago de préstamos, por ejemplo, tendrían que pasar directamente al Tesoro federal, lo cual sería un impedimento a la autonomía de los programas locales.
Un resumen del plan comenzó a circular poco después de que regresaron los miembros de la Comisión Chardón a Puerto Rico y unos días antes de la visita del presidente Roosevelt. En ese momento el viejo Iglesias –que ya conocía el mensaje que traía Roosevelt-- anunció desde Washington su endoso al Plan Chardón. Una larga conversación con Carter lo había terminado de convencer, a cambio de las garantías de Carter de que ninguna persona o partido se aprovecharía del plan de rehabilitación para sus propios fines (Mathews 1970, 170). Fue una inflexión histórica importante en el debate puertorriqueño sobre el futuro económico del país.
Todo esto sucedía en los días previos a la visita del presidente Roosevelt, para la cual el viaje Roosevelt-Tugwell de marzo había sido, en parte, una preparación.
2. Visita del presidente Roosevelt, 6-7 de julio… y luego de Matz
El viernes 6 de julio, el presidente Roosevelt arribó a Mayagüez desde Cap Haitïen en el crucero de guerra Houston. Fue una visita apresurada de unas 30 horas, mucho más breve que la de la señora Roosevelt, pero a su manera más sonada y trascendental. Era parte de un colonial tour, como lo llamaban en Casa Blanca, que seguiría a Islas Vírgenes, Cartagena, Ciudad de Panamá y Hawái. Su fecha de llegada fue incierta hasta casi el último día; todavía el 1 de julio lo esperaban para la parada del 4 de julio que las autoridades locales le dedicaban. Las medidas de seguridad fueron notables. Una avanzada de agentes "de la Secreta americana" pasó dos semanas recorriendo unas treinta veces la ruta que tomaría el presidente Roosevelt desde Mayagüez a San Juan (vía Ponce, Cayey y Caguas).
"Nadie sabe nada de este plan", señaló Albizu en El Mundo unos días antes de la visita presidencial. "A nadie se le ha consultado. Mr. Roosevelt lo dará a conocer personalmente cuando llegue a Puerto Rico para imponerlo al país inmediatamente".[103] El recorrido se dio sin incidentes y la visita fue cubierta extensamente por la prensa. La recepción fue generalmente entusiasta, animada por las promesas de Casa Blanca (aún opacas, pero promesas al fin). Puerto Rico Ilustrado le dedicó su edición del 7 de julio con portada y un reportaje gráfico.[104] El presidente dio un mensaje protocolario en una cena y al otro día, a insistencia de Chardón, ofreció un mensaje por radio diciendo que "en principio" aprobaba "el plan de rehabilitación de Puerto Rico", sin especificar si se refería al Plan Chardón, al Plan de la Coalición, o a un plan federal. Roosevelt evitaba ser muy preciso en su apoyo debido a la preponderancia local de la Coalición y el propio gobernador Winship mantenía su distancia del plan.
Al otro día de partir el presidente Roosevelt, hubo declaraciones a la prensa de parte de Chardón, Menéndez Ramos y Fernández García, reforzando el mensaje (aunque ambiguo) del presidente. Declaró Chardón: "El Plan de Rehabilitación Económica va derecho a corregir los graves males sociales de que ha estado padeciendo nuestra isla en los últimos treinta años. No va contra la industria azucarera, puesto que esto sería matar la gallina de los huevos de oro; va contra las desigualdades imperantes en esta industria que en diez años más hubieran acabado con nosotros.[105] Menéndez Ramos, por su parte, expresó: "A mi entender el plan general de rehabilitación que se proyecta para Puerto Rico entraña un verdadero y efectivo Nuevo Trato para nuestra isla". Esta fue una de las ocasiones importantes donde Menéndez Ramos salió a la defensa del Plan Chardón. Fernández García fue más detallado y expresó criterios que desarrollaría en el artículo de la Revista de Obras Públicas (1934): "El plan trata de resolver este problema como se ha resuelto en muchos otros países, y especialmente con éxito sorprendente, en Dinamarca; acercando el pueblo a la tierra, es decir, convirtiendo a Puerto Rico en un pueblo de pequeños y medianos agricultores libres y fuertes por su unión en grandes y potentes cooperativas. Demás está el decir que si el plan trata de romper los latifundios creando pequeños agricultores, trate también por todos los medios posibles de proteger los actuales pequeños y medianos agricultores: colonos, cafeteros, etcétera".[106]
El pronunciamiento de Roosevelt, no empece su ambigüedad, aquietó las cosas momentáneamente. Pero al pasar un par de semanas más sin que sucediera nada, "todo el mundo empezó a dudar de que nuestras recomendaciones se realizaran pues todo estaba muy tranquilo".
El 17 de julio, Menéndez Ramos urgió a que se publicara el Plan Chardón lo antes posible pues se estaban afectando los contratos de molienda, que son la base de los contratos de refacción (o sea de financiamiento, generalmente de parte de las centrales a los colonos). Al día siguiente, Chardón y Fernández García suscribieron las expresiones del Comisionado de Agricultura: "Creemos que nuestro plan debe ser publicado en su totalidad para que sea de conocimiento público, a la mayor brevedad. Es la única manera de discutirlo. Desde que salimos de Washington estamos tratando de que se publique" (El Mundo, 19 de julio de 1934).
Mientras tanto, el mismo día llegaba a Puerto Rico, Julius Matz en "su misión calamitosa",[107] junto a los otros dos miembros del Comité Técnico: T. R. Snyder, un economista de la FERA y Edna Lonigan, también economista y adscrita a la Administración de Crédito Agrícola. No se le informó al Comité Chardón ni al gobernador Winship del viaje del comité a Puerto Rico aunque Matz y Snyder se reunirían brevemente con Chardón, Fernández García y Muñoz Marín (Mathews 1970, 178).
Durante su periplo en la isla, el doctor Matz, la actividad principal del Comité Técnico fue una estadía de cinco días y cuatro noches en el acogedor hotel de la Central Aguirre. De ahí hicieron visitas a las colonias de la Aguirre Sugar (donde Matz había trabajado como técnico azucarero) y un día a la Central Guánica. En Guánica, y sobre todo Aguirre, los visitantes se reunieron extensamente con la gerencia norteamericana. Desde Puerto Rico, el doctor Matz le escribió al secretario de Agricultura Wallace mofándose del "fantastic, impractical so-called Chardón Plan". Le valió un regaño de parte de un asistente de Wallace: "Su carta está dedicada a asuntos que no están dentro del alcance de su encomienda. Debo advertirle que tenga mucho cuidado de no expresar críticas sobre el plan excepto en las comunidades con el secretario". [108]
Chardón estaba preocupado. Acabando de llegar Matz a Puerto Rico, Chardón le había escrito a Bartlett, secretario auxiliar de Agricultura: "Hay gran expectativa en la isla sobre el plan azucarero y quisiéramos obtener autorización de la Secretaría para publicarlo en la prensa local. Necesitamos acción inmediata aquí, porque nos damos cuenta de que estamos sentados en la cima de un volcán".[109] Desde Washington, Carter secundaba a Chardón, El "Matz mess", como lo llamaba, le preocupaba. En un memo a Tugwell, Carter le escribió: "Para aclarar el lío de Matz, creo que deberíamos averiguar de inmediato bajo qué autoridad y con qué propósito se organizó y envió a la isla el comité de Matz". Unos días después se le ordenó a Matz regresar a Washington. Faltaba aún ver lo que diría en su informe.
Mientras tanto, "Winship no ha hecho ninguna declaración pública sobre un asunto que es de vida o muerte para Puerto Rico. Muñoz Marín pasa la mayor parte del tiempo en la isla dando mítines públicos para la multitud. Aquí nosotros en la universidad y en San Juan estamos peleando como demonios por el éxito de la administración".[110] Y el 25 de julio, Iglesias emitió unas declaraciones de apoyo entusiasta al Plan Chardón: "No hay persona de buenos deseos para Puerto Rico que después de conocer el Plan no esté de acuerdo con que se realicen todas las obras que él recomienda, especialmente, cuando sugiere medidas de reconstrucción para el país de carácter permanente".[111]
3. La publicación del "Plan de ajuste azucarero"
Ante el reclamo general de que se publicara más información sobre el Plan Chardón –reclamo del que se hicieron eco los tres comisionados– y ante el mal sabor que dejó el Comité Técnico, sumado al "desconocimiento" insincero de la Comisión Económica, finalmente el 27 julio el gobierno federal autorizó dar a la prensa el Plan de Ajuste Azucarero (El Mundo, 28 de julio de 1934, 1; Muñoz Marín 2005, 264; Bernabe 1989, 228, donde cita editoriales en La Democracia del 31 de julio y 1 de agosto). Al otro día El Mundo publicó, traducida al español, la totalidad del plan de reajuste. Lo precedió una nota breve del Comité Chardón.
El comité que suscribe ha sido autorizado a publicar la parte de nuestro informe al secretario de Agricultura de los Estados Unidos, que tiene que ver con el reajuste azucarero motivado por la Ley Costigan-Jones. El Dr. Weaver, representante de la Administración de Ajuste Agrícola en Puerto Rico desea indiquemos en su nombre, que lo abajo transcrito son tan sólo nuestras recomendaciones al secretario y así lo hacemos constar para que sea de conocimiento público. EL COMITÉ.
Fue el preludio de la publicación del Plan Chardón completo, que aun tardaría varios meses. No era meramente una "explicación general del plan", como la llama Mathews (1960, 181), sino su parte medular en lo que concierne el tema azucarero. Según se circulaba el "Plan para el reajuste azucarero", se circuló una explicación abarcadora sobre el contenido del Plan Chardón en conjunto; aunque todavía de modo general.
La prensa, y el país, estaban alborotados con el ya semipúblico Plan Chardón. Roosevelt y su mención del plan de rehabilitación, aunque vaga, solo habían agudizado el interés. La imaginación del pueblo se disparó con lo que parecía ser una vía media para la angustiosa situación económica y política del país, en medio del entusiasmo que estaba despertando el Nuevo Trato de Roosevelt en los Estados Unidos y Puerto Rico. El 30 de julio El Mundo publicó, a página completa, un artículo titulado "Lo que opinan los líderes políticos sobre el Plan Azucarero" (El Mundo 30-7-34, 6) con expresiones extensas de Rafael Martínez Nadal, Antonio Barceló, Santiago Iglesias, Ramón Aboy Benítez, Pedro Albizu Campos y Filipo de Hostos. Unos días después Iglesias expresó un juicio interesante: "Si yo fuera el señor Chardón", continuó diciendo el Comisionado Residente, "o el señor Menéndez Ramos o el señor Fernández García, yo tomaría el plan y lo enviaría a la Legislatura de Puerto Rico con la recomendación de que celebrara vistas públicas sobre el mismo y luego lo presentase al gobierno de Washington" (El Mundo, 14 de agosto de 1934). De hecho, como hemos visto, originalmente se esperaba celebrar vistas públicas antes de la aprobación final del plan.
También se acallaron las críticas de la Coalición. Todavía una semana después de publicado el "Plan de ajuste azucarero", el presidente de la Comisión Económica no tenía comentarios para la prensa. "No deseo comentar nada sobre eso. Estamos dedicando nuestro tiempo ahora al plan de reconstrucción permanente que tiene ante sí la Comisión Económica de la Legislatura. Tampoco quiso emitir comentario el presidente del Comité de Hacienda del Senado, Celestino Iriarte" (El Mundo, 4 de agosto de 1934, 1).
El 5 de agosto El Mundo publicó una extensa entrevista de Ángela Negrón Muñoz a Fernández García, donde explica el trasfondo y objetivos del Plan Chardón y las condiciones en que trabajaron en Washington. Varios temas de la entrevista aparecieron poco después en la conferencia y el artículo de Fernández García que ya reseñamos.[112] Fernández García comentó sobre el Plan de Ajuste Azucarero publicado unos días antes:
El Plan de Reajuste Agrícola publicado recientemente y que forma parte del informe que rendimos al Secretario de Agricultura, trata de establecer en Puerto Rico una política semejante a la que ha llevado a Dinamarca a éxito tan lisonjero. Naturalmente, tenemos que solamente aplicar los principios generales, puesto que las condiciones dan vida en ambos países son muy diferentes.
4. La Asamblea Económica (o Patriótica) de San Juan (14 de agosto 1934)
Tras la publicación del Plan de ajuste azucarero a fines de julio, aumentaban las expectativas en cuanto a acción desde Washington. Pero pasaban los días. El 6 de agosto, Chardón le escribe a Wallace proponiendo cuatro pasos que podrían tomarse de inmediato (Mathews 183). En la semana siguiente, Menéndez Ramos solicita que se le dé paso al Plan Chardón en cuanto al café, el tabaco y los frutos menores, los cuales eran menos controversiales, y para ir tranquilizando a los azucareros.
Aparte de la urgencia que existía en poner en marcha el Plan Chardón, al menos en su parte azucarera, existía una crisis inmediata en la zafra de 1934. La aprobación de la Ley Jones-Costigan en mayo había sido retroactiva. Por ende se afectaban los niveles producidos en la zafra de 1934. Lo que faltaba por producir entre agosto y diciembre, aunque no era el grueso de la zafra (que corría de enero a abril), probablemente no se podría mercadear. Segundo, aún no llegaban los pagos de compensación por reducir la producción. Las centrales hacían caso omiso de los colonos. Ante la cuota, las centrales proyectaban moler su propia caña (Mathews 184).
En este contexto cargado los partidarios del Plan Chardón lograron un triunfo estratégico notable. Jesús Benítez Castaño, el administrador de la Capital (equivalente en aquella época a alcalde) era un líder republicano histórico y miembro del Comité Ejecutivo Territorial del PUR. Hace poco se había distanciado de su partido. A principios de agosto, Benítez Castaño emitió una convocatoria (endosada por Muñoz Marín y Bolívar Pagán) junto al Representante Luis Antonio Rosario, de Aguadilla. Los colonos de Aguadilla (como tantos otros) atravesaban una crisis por "la demora en las compensaciones estipuladas en la misma a la vez que la tardanza en la Implantación del Plan Chardón". La asamblea se convocó para el 14 de agosto en el Teatro Municipal, hoy Teatro Tapia (El Mundo, 15 de agosto de 1934, 7). La convocatoria se dirigió a "los alcaldes, representantes de las Asambleas Municipales, presidentes del Senado y Cámara, Comisionado Residente, jefe de partidos políticos y a los representantes de la Prensa" con el fin de acordar una protesta general y enviar una comisión a Washington (El Mundo, 1 de agosto de 1934, 1).
El día antes de la asamblea, la Coalición y el movimiento obrero se reunieron para deliberar sobre el evento. El resultado fue que decidieron participar en la asamblea y unir esfuerzos a lo que saliera de ella.
La asamblea fue un éxito rotundo. Pedro Albizu Campos llegó a la sesión de la tarde y fue recibido con un nutrido aplauso. Albizu ofreció un discurso de más de una hora. Expresó sus reservas sobre asistir a la asamblea pero reconoció su gran representatividad. Albizu rechazó la agenda en cuanto presuponía reconocer la autoridad colonial sobre Puerto Rico y propuso tomar la oportunidad para un reclamo de independencia. El senador Alfonso Valdés (presidente interino de la Unión Republicana) expresó su oposición a la Ley Jones-Costigan pero igualmente objetó a que la asamblea endosara el Plan Chardón por su nombre. La asamblea finalmente se expresó sobre el "Plan de reconstrucción federal" y se pronunció sobre lo que era clave para el Plan Chardón: "Que comience a desarrollarse a la mayor brevedad el plan de reconstrucción fundamental". Es decir –y como ya se entendía generalmente– el Plan Chardón.
Los comentarios de Santiago Iglesias sobre la "Asamblea Patriótica" resumen bien lo trascendido ese día. "Hay momentos en que las actividades partidistas y personalismos hay que dejarlas a un lado […] La asamblea terminó dentro de un ambiente feliz si se tiene en cuenta en el país que era la primera reunión pública de este carácter que se celebraba" (El Mundo, 18 de agosto de 1934, p. 1; nuestro énfasis).[113]
El mismo día 14, Muñoz Marín envió a Casa Blanca un importante cable donde reclamó que el gobierno federal debía finalmente hacer realidad al Plan Chardón. Este campanazo podría considerarse el texto breve más importante de la carrera política de Muñoz.
Ley Costigan implantada en cuanto a restricciones y desimplantada en cuanto a compensaciones. crédito paralizado. caña desecada. centrales decapitan colonos. noventa y ocho por ciento trabajadores cañeros desempleados hambrientos. maladministración de Washington de política dirigida a hacer lo opuesto ha acelerado tremendamente proceso de últimos treinta años. Plan Chardón, que tiene enorme apoyo popular de asociaciones económicas, excepto centrales azucareras, y de partidos socialista y liberal, prensa independiente e iglesias, está siendo retrasado injustificadamente mientras grandes centrales lo combaten bajo la mesa. intento fuertemente seguir confiado mientras critico funcionarios nimios Washington por negligencia criminal. situación tornándose rápidamente inmanejable. pueblo tan bueno como puede sobre esto pero existe un claro sentido de traición intolerable por Washington a través población.[114]
Ruby Black le hizo llegar el cable al presidente Roosevelt, que le preguntó al respecto a Tugwell en un memorando etiquetado "Muy confidencial" (Mathews 183). [115] Tugwell consultó con su ayudante John Carter, que seguía de cerca la situación. El resultado fue una carta de Carter a Tugwell donde esencialmente le da la razón a Muñoz Marín y señala fallas institucionales en los departamentos de Agricultura y de Interior.
Fuesen como fuesen los obstáculos en Washington, el Plan Chardón ahora era causa común de todos los sectores políticos y esto le dio un nuevo empuje al plan. Los acuerdos alcanzados fueron trasmitidos oficialmente al gobernador Winship y a las autoridades correspondientes en Washington.
La asamblea –y el cable de Muñoz– tuvieron dos consecuencias inmediatas. Primero, ese mismo día A.J.S. Weaver, representante de la AAA en Puerto Rico, viajó desde Washington con las cuotas azucareras y los contratos de 1935. Weaver estaba autorizado a ofrecer dos tipos de asignaciones: una para la caña de administración o de molino y otra para caña de los colonos que elaboraban las centrales. Segundo, Casa Blanca dio paso el nombramiento (hasta entonces dilatado) de Ernest Gruening para dirigir la división de territorios en el Departamento del Interior. Tercero, en una sustanciosa carta a Tugwell, John Carter le dio la razón e Muñoz. Carter apuntó que había una situación grave en Puerto Rico y que existía un peligro de "motines y otras perturbaciones sociales y económicas".[116]
5. El "informe Matz"
El 27 de agosto de 1934, el comité técnico del Comité interdepartamental (la "comisión Matz") completó su informe preliminar.[117] Generaron este informe precisamente los petty Washington officials que Muñoz denunció en el cable del 14. Matz formalmente no participaba en los trabajos del Comité Técnico, pero su impronta es evidente. El informe preliminar hizo una crítica frontal e incluso política al informe que denominaba el "llamado Plan Chardón".
El llamado Plan Chardón no puede remediar las actuales dificultades económicas de Puerto Rico, en parte porque no ataca las causas fundamentales, en parte porque crea una organización que no se puede hacer funcionar y en parte, si tuviera éxito, no mejoraría las condiciones de la masa del pueblo, sino que reduciría el ingreso nacional total. Beneficiaría a una clase, los terratenientes nativos, y a un solo partido político, los Liberales. (3; énfasis suplido)
El informe achaca el latifundismo a los terratenientes locales que vendieron sus tierras a las corporaciones azucareras con el fin de darse la buena vida en Nueva York o París. Igualmente culpó a los peones que abandonaron sus tierras para mudarse a los pueblos. Calificó al Plan Chardón de ingenuo, de buscar beneficiar a los colonos más que a los trabajadores, y de alterar una industria que ya enfrentaba dificultades por los bajos precios del azúcar y que es la única industria que provee empleo en el momento. El informe además alegaba que Plan Chardón subestimaba los costos de sus propuestas, sobreestimaba el número de personas a beneficiarse; y carecía de metodología de prueba; que erraba al asumir que la existencia de un sector técnicamente cualificado en la industria azucarera significaba que estarían cualificados para administrarla; y que en todo caso esos nuevos administradores no podrían manejar un colonato en pequeña escala como el que propone el plan.
Por último, el informe del Comité Técnico se aventura bastante en el terreno político al afirmar que el Plan Chardón era un intento de los Liberales de congraciarse con los Socialistas a fin de separarlos de la Coalición y con su ayuda llevar de nuevo a los Liberales al poder (6). "El Plan Chardón indirectamente provee lo que podría ser una ayuda muy efectiva para un partido político, en el gran número de empleos y de pequeñas y grandes fincas que tendría a su disposición" (6). La solución general para Puerto Rico, según el Comité Técnico, era rehabilitar la industria del café (y de paso, ocuparse menos del azúcar).[118]
Sin entrar a polemizar con el Informe Preliminar, recordemos que el Plan Chardón se conceptuó precisamente como un plan piloto de tres años sujeto a monitoreo y a investigación ulterior en todos sus aspectos. En cuanto a las posibilidades de industrialización, el informe del Comité Técnico las veía muy remotas: "La agricultura es la industria básica de Puerto Rico y continuara siéndolo por mucho tiempo".[119]
Durante el mes de septiembre, el Comité Técnico –no está claro si aún participaba Matz– trabajó en un informe final. Hay correspondencia al respecto con Tugwell y este recibió secciones de lo que sería el informe final. Estos borradores se encuentran en el Archivo Nacional y los pudimos consultar. Cubren dos temas: "Aspectos económicos del proyecto azucarero" y "Rehabilitación del café". Hay una sección sobre "Reajuste azucarero" que se completó en septiembre pero que no localizamos.
El informe final estuvo listo en octubre. Según Mathews, el informe final del Comité técnico "era una censura del Plan Chardón, aunque estaba concebido en términos moderados" (181). El acuerdo del Comité Interdepartamental era que el informe final del Comité Técnico NO se publicara. Pero según Mathews, un mes después Santiago Iglesias introdujo un extenso resumen del informe en el Congressional Record; mientras que la Legislatura de Puerto Rico mimeografió y circuló el informe completo. No hemos podido localizar el informe en el Congressional Record, pero aparece en el catálogo de la Biblioteca del Congreso, Harvard y en la Librería Agrícola Nacional del Departamento de Agricultura federal.[120] El efecto principal del "informe Matz" no fue el informe en sí, que se hundió en las entrañas de la burocracia de Washington, sino el retraso que provocó en la implantación de las recomendaciones del Plan Chardón y la oportunidad que brindó a sus adversarios para consolidar fuerzas. Como quiera y a pesar de la oposición, el Plan Chardón era un hecho. [121]
Demos marcha atrás ahora para examinar el proceso paralelo que siguió la Legislatura con los trabajos de la Comisión Económica y el desarrollo del Plan de la Comisión Económica, que denominamos aquí el Plan de la Coalición y que fue el contrapunto del Plan Chardón.
VII. El Plan de la Coalición o de la Comisión Económica
1. El proceso del Plan de la Coalición
Tan pronto llegaron a Puerto Rico los rumores de que Casa Blanca había nombrado una comisión especial de expertos puertorriqueños y que esta preparaba un informe en torno a la política federal hacia Puerto Rico, la Legislatura coalicionista movilizó su Comisión Económica. La Comisión Económica era una comisión conjunta de la Legislatura que se creó a mediados de la década anterior y ya contaba con un historial de trabajo extenso. Acostumbraba a reunirse anualmente mientras la Legislatura se encontraba en receso para tratar una diversidad de asuntos en su ámbito. Ejercía un amplio poder sobre el presupuesto e igualmente intervenía en asuntos de política económica.
La Comisión Económica celebró su primera audiencia el 19 de junio, a solo días de someter su informe la Comisión del Plan Puertorriqueño y poco antes de que los comisionados regresaran a Puerto Rico el 28 de junio (El Mundo, 20 y 21 de junio de 1934). Sin haber "siquiera discutido seriamente" el plan presentado en febrero para adquirir la UPRSC, "la comisión empezó a hacer un plan propio para tratar de salvarse en una tabla" (Muñoz Marín 2005, 298). Presidía la Comisión Económica pro tem el representante socialista Rafael Alonso Torres,[122] y sus miembros incluían a los senadores Celestino Iriarte (Partido Unión Republicana), Epifanio Fiz Jiménez y Bolívar Ochart (Partido Socialista) y los representantes Lino Padrón Rivera (PS), Leopoldo Figueroa (PUR), Etienne Tottl (PUR) y Antonio Piñero Rodríguez, el único liberal en la comisión. Su asesor legal y secretario era el licenciado Rafael Hernández. Como se indicó ante, la Comisión Económica era asesorada Edmundo Colón Frías y Francisco López Domínguez.
En El Mundo, el columnista J. Dávila Ricci anotó con ironía el nuevo empeño de la Legislatura. De repente "la Legislatura que ha estado en inacción durante 18 meses", se activa cuando el presidente Roosevelt anuncia su visita y se informa que hablará del plan de la comisión puertorriqueña. "Entonces rompe su mutismo la insigne mayoría parlamentaria y a través de la no menos insigne Comisión Económica anuncia una serie de audiencias para considerar un Plan de Reorganización de la Economía Insular" (El Mundo, 24 de junio, p. 8).
Tras solo una audiencia, la Comisión Económica elaboró un informe que sometió de inmediato a Washington. (Mathews 169) En ese documento la comisión meramente estableció su propósito de elaborar un plan de rehabilitación. Según Mathews: "Hacia la tercera semana de junio, el plan ya estaba redactado y se presentó a Washington como un substituto del Plan Chardón". Mathews no cita el documento en sí, que parece haber circulado poco. Solo dice que era una ampliación de los memoriales que una avanzada de "negociantes, políticos e intereses laboristas" (169) sometió en semanas previas a los funcionarios de la capital federal. Con gesto temerario, el informe de la Comisión Económica le exigió al gobierno federal que se abstuviera de publicar o siquiera anunciar o endosar oficialmente plan alguno hasta que la Legislatura elaborase el suyo (La Democracia, 21 de junio de 1934). Esto a pesar de que el propio comisionado de Agricultura coalicionista, Menéndez Ramos, era miembro de la Comisión Chardón y (nuevamente) defendió el plan ante la oposición que se levantaba (Mathews 170). Naturalmente, Washington no le hizo caso al "detente" que le exigió la Coalición; pero la Comisión Económica prosiguió a elaborar su plan.
Durante los meses críticos de 1934, cuando el Plan Chardón gozaba de su mayor popularidad y generaba el mayor entusiasmo, la Coalición se rehusó a reconocer oficialmente la existencia del plan o siquiera llamarlo así. Los portavoces de la Coalición se referían únicamente a un "plan de reconstrucción" que formaba parte del conjunto de medidas de la administración Roosevelt. A lo más se referían al "llamado Plan Chardón".
La resistencia de la Coalición tuvo consecuencias. Como hemos visto, cuando el presidente Roosevelt visitó la isla en julio de 1934, se limitó en su mensaje a apoyar el "plan de reconstrucción". Naturalmente, los Coalicionistas y los aliados insistían en que no se trataba del Plan Chardón como tal.
En contrapunto con las frecuentes noticias publicadas sobre el Plan Chardón, la Comisión Económica celebró audiencias y emitió comunicados que trataban de mantener su visibilidad y la distanciaban del anónimo "plan de reconstrucción" o "llamado Plan Chardón". Asimismo, insistían en que únicamente le correspondía a las estructuras gubernamentales de Puerto Rico, tales cual eran, formular cualquier plan de rehabilitación para Puerto Rico. Las ponencias presentadas en las vistas públicas de la Comisión Económica provenían mayormente de parte de jefes de agencia que por definición eran coalicionistas. Con frecuencia sus ponencias desglosaban las cantidades que harían falta de las distintas agencias federales y presentaban los planes de su agencia para emplearlos.
Según los legisladores miembros de la Comisión Económica, esta estaba desarrollando "un plan general de reorganización permanente del sistema económico insular" (El Mundo, 30 de junio de 1934, 1). No está claro cómo se diferenciaba eso de un plan de rehabilitación o reconstrucción general como proponía el Plan Chardón. En términos políticos, la Coalición del Partido Unión Republicana y Partido Socialista que controlaba la Legislatura decían ser los favorecidos por el voto popular. Mientras el Partido Liberal, que quedaba casi silenciado por esa mayoría en la Legislatura, señalaba que electoralmente era el principal partido del país.[123]
Un primer ciclo de audiencias de la Comisión Económica se celebró entre el 19 y 29 de junio. Comparecieron jefes de agencia y personalidades públicas. El Mundo informó sobre varias de las audiencias: el 20, Félix Benítez Rexach y Julio B. Ortiz "consumieron todo el tiempo que duró la reunión, —desde las cuatro hasta las seis de la tarde— hablando sobre cabotaje", tema sobre el cual sostenían posiciones opuestas (El Mundo, 21 de junio, p. 6). Benítez Rexach abogó por la derogación de dicha restricción y por el establecimiento de una zona franca. En cambio, Ortiz, decano del Colegio de Administración Comercial de la UPR, sostuvo que los fletes de la marina mercante estadounidense eran mucho más baratos que otros países (El Mundo, 21 de junio). El 21 de junio depuso Edmundo Colón, por más de una hora, sobre las deficiencias e injusticias del sistema contributivo. Por su parte, Filipo de Hostos declaró sobre el anunciado plan de rehabilitación "que era verdaderamente lamentable que se haya confeccionado sin darlo a conocer a los dirigentes del país, y que si todo el fin del plan estaba encaminado a disponer del processing tax por el término de tres años, con Puerto Rico se estaba cometiendo una injusticia trágica. […] Tenemos que demostrar al Gobierno de los Estados Unidos que no se está realizando ningún acto de caridad. […] los Estados Unidos no han sido tan generosos con Puerto Rico, porque si alguno ha salido beneficiado con Puerto Rico ha sido el pueblo de los Estados Unidos" (El Mundo, 22 de junio).
El 22 de junio depusieron, entre otros, el ingeniero Antonio Lucchetti, director del Servicio de Riego del gobierno insular, quien sometió "un plan para el desarrollo total del sistema fluvial, incluyendo la compra de las compañías privadas" (El Mundo, 23 de junio). En la próxima audiencia, el 25 de junio, Francisco López Domínguez, habló por más de dos horas. El director de la Estación Experimental Agrícola propuso, como Alonso Torres y otros, que existía una gran diferencia entre "el plan transitorio [del Comité Chardón] que dispondrá la forma de Invertir el producto del processing tax de 50 centavos por cada quintal de azúcar, que solamente tendrá tres años de duración, o sea el tiempo de la vigencia de la Ley de Restricción Azucarera ‘Costlgan-Jones’ y la necesidad de adoptar un plan permanente de reorganización de todo el sistema económico de la Isla, recabando para Puerto Rico los beneficios de todas las leyes federales de rehabilitación que desde hace más de un año han extendido su protección a todas las comunidades del continente, y cuyos beneficios aún no hemos podido sentir de una manera trascendente en esta Isla" (El Mundo, 23 de junio, 6; énfasis suplido). El primer ciclo de vistas públicas de la Comisión Económica cerró con la comparecencia del Comisionado del Interior, Francisco Pons, el 29 de junio.
Inicialmente, estas iban a ser las únicas vistas públicas, pero a mediados de julio la Comisión Económica decidió celebrar nuevas audiencias. "Según los informes que tenemos, el plan incluirá muchos de los aspectos consignados en el Plan Chardón y abarca otros nuevos, aceptándose en muchos casos recomendaciones que están haciendo Jefes de Departamentos y Negociados del Gobierno Insular". Además, insistieron que desconocían de la existencia de un Plan Chardón. De ese plan "hasta ahora nada práctico se sabe", ni se ha dado a conocer, a pesar de las versiones circulantes, ni el Presidente de los Estados Unidos, que nos visitó últimamente ha hecho mención a tal plan" (El Mundo, 15 de julio de 1934, 1; énfasis suplido). El Plan Chardón "es absolutamente desconocido para todo el pueblo de Puerto Rico". Su contenido estaba saliendo "en porciones, como si fuera una novela de entregas" (El Mundo, 17 de julio, 1).
La posición consecuente de la Comisión Económica y del liderato coalicionista era desconocer la existencia del Plan Chardón o, en la alternativa, catalogarlo como un plan transitorio mientras la Comisión Económica buscaba desarrollar un plan permanente; y que en cuanto a su proceso, se discutiera públicamente y no tras puertas cerradas, y que sea avalado por la Legislatura y el pueblo. Naturalmente, dudar tanto de la existencia del "llamado Plan Chardón" le facilitaba a la Comisión Económica entrar de lleno en el ámbito ya trazado por la Comisión Chardón.
El 18 de julio nuevamente hubo audiencia, aunque breve. El representante Alonso declaró que se confeccionaba el plan de la Comisión Económica "a la mayor brevedad posible" (El Mundo, 19 de julio, p. 1; ver también El Mundo, 15 y 17 de julio). Posiblemente hubo otras audiencias en esos días. Ahora Alonso no dice que el objetivo de la comisión es formular "un plan de reorganización", sino un "plan permanente de rehabilitación económica" y "un plan general, para la reconstrucción y rehabilitación permanente de la isla", lo cual lo aproxima más a los términos del Plan Chardón. A la misma vez, Alonso insiste que el legislativo no es un plan "de carácter temporal, ni para un periodo de tres o más años, en alusión a que el Plan Chardón está formulado en un marco de tres años como proyecto piloto". Una vez completado, se presentaría ante la Legislatura y luego una comisión lo llevaría ante el presidente Roosevelt.
En las semanas siguientes, el espacio público estuvo copado por la publicación del "Plan de ajuste azucarero" de la Comisión Chardón. Cuando la Comisión Económica reanudó sus trabajos a mediados de agosto, anunció que enfocaría temas como la carencia de fondos en Aibonito para hacer funcionar las bombas de agua potable. Mientras tanto, se preparaba el informe que estaría listo en febrero de 1935. A eso nos tornamos en la próxima sección.
2. Coordenadas del Plan de la Coalición
En la historiografía puertorriqueña apenas se menciona el plan elaborado en 1934-35 por la Comisión Económica de la Legislatura, aparte de la referencia poco precisa ofrecida por Mathews en La política puertorriqueña y el Nuevo Trato. El primer estudio sobre el Plan de la Coalición es la tesis doctoral de Iyari Ríos González, que sitúa ese plan en el contexto del programa legislativo de la Coalición entre 1933 y 1940 (Ríos González 2015, 2020 y el capítulo en este volumen). El Plan de la Coalición es un documento valioso que responde de diversas maneras al Plan Chardón. Con este plan, la Comisión Económica estableció una posición coherente y articulada que refleja corrientes de pensamiento económico y social conservador de la época; y que por cierto tenía amplia representación en el Congreso de los Estados Unidos, en pugna con los congresistas pro Nuevo Trato. Las corrientes reflejadas en el Plan de la Coalición favorecían la agricultura en gran escala y en manos privadas como el medio para lograr eficiencia en la producción y el mayor número de empleos, y más ampliamente favorecían a la empresa privada por encima del estado como impulsor del desarrollo económico.
El Plan de la Coalición se fundamentó principalmente en las ponencias sometidas por los jefes de agencia y figuras públicas en junio-julio de 1934, en el asesoramiento de Edmundo Colón Frías y Francisco López Domínguez (ambos excomisionados de Agricultura), en los memorandos que la Coalición del Sector Privado (la Asamblea de Organizaciones Comerciales de Puerto Rico) de la cual el propio Edmundo Colón Frías era asesor y portavoz junto a José Pesquera (Ríos González 2015: 125). Colón Frías y López Domínguez fueron "los verdaderos autores del Plan de la Coalición", según el agrónomo e historiador, Jaime Bagué.
El proceso que siguió la Comisión Económica fue de agrupar las ponencias por tema bajo distintos "comités de ponencia". Cada comité debía someter un informe y con estos informes se armaría el informe general de la comisión. Los representantes Totti y Figueroa presidían, respectivamente, el comité de ponencia relativo al servicio público y el de la beneficencia. Todavía a principios de octubre ninguno de los comités había rendido informe y aparentemente ninguno se había reunido. El licenciado Antonio Piñero Rodríguez, el único miembro liberal de la Comisión Económica, le informó a El Mundo que no había sido citado para reunión por ninguno de los comités a que pertenece" (El Mundo, 4 de octubre).
El 18 de octubre El Mundo informó que la comisión todavía celebraba audiencias y que próximamente se considerarían las ponencias sometidas. Se anticipaba que la comisión sometería su informe a la Legislatura en su sesión ordinaria de febrero.
Ya en el mes de enero de 1935, la Comisión Económica anunció que todas las ponencias estaban terminadas y que esperaban celebrar una sesión especial para organizar el material (El Mundo, 20 de enero de 1935). No se menciona el paso intermedio de recibir los informes de los comités de ponencia. La comisión celebró su sesión especial el 9 de febrero y ahí aprobó su informe final. Según El Mundo, el plan de la Comisión Económica "es un compendio de las ‘ponencias’ que fueron escritas por diferentes comités", entiéndase de los resúmenes por tema de las ponencias presentadas en las audiencia (El Mundo, 12 de febrero de 1935; ver también la edición del 18 de febrero).
El 10 de marzo de 1935, El Mundo anuncia que al día siguiente se publicará el informe de la comisión y anticipa sus temas principales. Primero, la consolidación de la deuda pública a partir de un préstamo federal de $150 millones destinado a la construcción de caminos municipales y carreteras que se repagará "con una contribución especial sobre la gasolina que habrá de destinarse exclusivamente para dicho fin". Segundo, la cancelación de la deuda contraída con el gobierno federal por los agricultores. Tercero, que con fondos del impuesto sobre la elaboración del azúcar el gobierno insular adquiera 200,000 cuerdas de "terreno cultivable para ser distribuidas en granjas de producción". Los recaudos de este impuesto también debían usarse "para un plan de desarrollo agrícola y para realizar un catastro como base para un igualamiento en la confección del plan contributivo". Muñoz Marín comentó sobre lo que llamó el "Plan Alonso":
Por el esquema que publica El Mundo de hoy, del plan Alonso, se ve que es una adopción de las ideas reconstructivas del Plan Chardón en aquellas cosas que no pueden molestar a las corporaciones absentistas […] No creo necesario, comentarlo en mayor detalle porque no ha de tener importancia en el desarrollo de la reconstrucción económica. (El Mundo, 11 de marzo de 1935, 1.)
El 15 de marzo el Senado aprobó sin discusión la Resolución Concurrente Núm. 1 que comprendía el informe de 123 páginas de la Comisión Económica y con el voto en contra de la delegación Liberal (El Mundo, 16 de marzo, 8). Luego el 18 de marzo, El Mundo publicó el texto íntegro del informe de la Comisión Económica (pp. 8-12 y 14, 16 y 19). El plan tiene ocho secciones principales y múltiples subsecciones: (A) Deuda Pública Insular y Municipal, (b) La cuestión de la agricultura,[124] (C) Fomento Industrial, (D) Obras Públicas, (E) Beneficencia Pública, (F) Zonas Francas o Puertos Libres, (G) Densidad de Población, (H) Turismo. Para un resumen de las principales conclusiones del Plan de la Coalición y una comparación contraste con el Plan Chardón, véase el ensayo de Iyarí Ríos González en este volumen.
El 10 de abril, El Mundo reseña expresiones de Santiago Iglesias donde informa que la Legislatura de Puerto Rico acababa de remitir a Casa Blanca y al Congreso la R. Conc. Núm. 1. Iglesias la introdujo en el Congressional Record. El 10 de julio en la sesión del Senado, el senador Ernesto Ramos Antonini expresó varias objeciones importantes al informe de la Comisión Económica (ya la R. Con. Núm. 1) incluyendo que su plan "respeta el latifundio" y que "durante los últimos cuatro meses la mayoría parlamentaria había brindado a los intereses absentistas del país la más grande protección".
Carecemos de información ulterior que ilumine el proceso de elaboración del Plan de la Coalición. Ello a pesar de que por la naturaleza del cuerpo que gestó el plan coalicionista hubiera podido haber mayor documentación. En el Archivo General de Puerto Rico (AGPR) están las actas de las reuniones celebradas por la CELPR durante el gobierno de la Coalición Republicana Socialista, pero no están las de 1934.
El Plan de la Coalición es valioso, ante todo, como una respuesta crítica al Plan Chardón. El plan coalicionista estableció una posición coherente y articulada que recoge datos empíricos sobre la economía y el gobierno de Puerto Rico, a la vez que refleja corrientes de pensamiento económico y social de la época que favorecían la agricultura en gran escala y en manos privadas como el medio para lograr eficiencia en la producción y el mayor número de empleos. Las variaciones en cuanto al grado de gobierno propio que enmarcaba sus propuestas no presuponían una fórmula de "status" político específica en uno u otro plan.
VIII. Conclusión
Existen múltiples paralelos entre los años 1930 y la última década en Puerto Rico: desastres naturales, una situación económica critica, el impacto de intereses ausentistas, niveles inusuales de movilización social, realineamientos electorales. Pero fue la decisión del Tribunal Supremo de los Estados Unidos en Puerto Rico v. Sánchez Valle, 579 U.S. 59 (2016) y la aprobación el mismo día de la Ley PROMESA lo que pareció devolvernos de un manoplazo a la misma condición de territorio sometido que tuvimos en la década del 1930. En su esencia, aunque sin ropaje militar, la Junta expresa el poder del Estado federal en Puerto Rico, tan terminantemente como el gobernador Winship, al Coronel Riggs y a los antiguos burós territoriales en el Departamento de Guerra e Interior. A esto se añaden otras circunstancias menos recordadas de la década del 1930 pero que también la definieron, como fue una crisis fiscal y de deuda pública, un inmenso endeudamiento privado y municipal, una grave corrupción gubernamental, un bipartidismo agonizante, un "traqueteo" continuo con la Legislación electoral.
Un poco como todos nosotros ahora, los autores del Plan Chardón tenían un claro sentido de urgencia y de lo extraordinario del momento. No exageraban demasiado al afirmar que de no actuar pronto y de no pensar a más largo plazo, "Puerto Rico se encamina hacia una gran catástrofe social, que difícilmente podrá posponerse por más de veinte años a menos que se logre algo fundamental". Había en Puerto Rico "la certeza práctica de un caos social" (Plan 249). Pero dejando a un lado la posibilidad de un tal caos, ¿en qué dirección apuntaba el Plan Chardón en cuanto a fórmulas políticas y sociales? ¿Qué visión subyace al plan en cuanto al presente y futuro de Puerto Rico?
Estas preguntas son complejas, pues el Plan Chardón parece apuntar hacia diferentes destinos simultáneamente: por un lado, hacia un nacionalismo económico radical y la independencia nacional; por otro, hacia una interacción con los Estados Unidos sobre las nuevas bases del Nuevo Trato y su marco jurídico hasta cierto punto también radical. Es decir, no se trataba tanto de tensiones entre un plan que pretendía "descolonizar" la y "el marco colonial en el cual tenía que desenvolverse" (Ayala y Bernabe 102), pues el "marco colonial" era parte integral de un marco metropolitano que atravesaba cambios importantes en ese momento. Para las mayorías en los 1930 la descolonización no estaba sobre el tapete aunque una economía mejor organizada y un sistema político menos corrupto sí.
En el campo de la política exterior, la Política del Buen Vecino (1933), la independencia negociada de las Filipinas en el mismo año bajo la Ley Tydings-McDuffie y la abrogación en 1935 del derecho de intervención que el Tratado Cubano-Estadounidense de 1903 le había concedido a los Estados Unidos en Cuba son solo los casos más extremos. De otra parte, quedó en pie la base de Guantánamo, los Estados Unidos se rehusó a reconocer a Grau San Martín y colaboró en el golpe militar de Batista. En Puerto Rico, Washington nombró al Winship y Riggs, entre otros síntomas contrarios. En el fondo, la administración Roosevelt jugaba todas las bases.
En 1934 el juego de la administración Roosevelt, en plena efervescencia del Nuevo Trato, era particularmente fluido. Era patente la existencia de posibilidades nuevas, aunque por supuesto no ilimitadas. En ese contexto, el Plan Chardón enfrentó tensiones que eran inherentes a las relaciones Puerto Rico-Estados Unidos-capitalismo mundial: entre un nacionalismo económico radical y la independencia nacional, por un lado, y el reformismo del Nuevo Trato por otro. Para navegar ese rumbo, el Plan Chardón separó el nacionalismo económico del nacionalismo político e insertó su radicalismo económico en los moldes de reformismo radical del Nuevo Trato.
El Plan Chardón refleja estas tensiones e intentó superarlas. Para entender su propósito, recapitulemos en cuanto al contenido del Plan Chardón. Cerramos el ensayo con una recapitulación de los temas amplios del Plan Chardón, utilizando las claves que proporciona el propio plan.
1. Socorro vs. reconstrucción
En primer lugar, el Plan Chardón debió navegar el debate entre iniciativas de asistencia directa o socorro e iniciativas de reconstrucción. Mathews destaca este debate y ubica su argumentación en ese contexto. Para Mathews, como para los comisionados del Plan Chardón, "reconstrucción" equivalía a cambios estructurales permanentes autosostenibles que desde los 1940 se equiparan, en términos generales, con "desarrollo". Por su parte, Manuel Rodríguez propone que ya en la PRERA se marcaron pautas para un modelo general de desarrollo anclado en el Nuevo Trato. Para Rodríguez, las actividades de la PRERA y sus divisiones de Servicios Sociales, Ingeniería, Educación y Agricultura materializaron esa política y expresaron un nuevo discurso de desarrollo que reacondicionaba el marco colonial.
Las medidas de socorro se daban generalmente en un plano de emergencia ante desastres naturales y el concepto engranaba con la realidad puertorriqueña. En los Estados Unidos de la Gran Depresión el desempleo masivo urbano de principios de los treinta en las ciudades cobró las proporciones de un desastre natural y exigía medidas acordes. Michele Dauber sugiere que fueron los argumentos en torno a desastres naturales los que más utilizó la administración Roosevelt para convencer a los congresistas republicanos recalcitrantes que insistían en un rol limitado del gobierno federal en los estados y una prudencia fiscal extrema. La política de socorro contó inicialmente con el apoyo personal del Presidente Roosevelt y de Eleanor Roosevelt y tenía para Puerto Rico, desde los años de Theodore Roosevelt, Jr., una red de apoyo filantrópico estadounidense.
En la literatura, el socorro y la reconstrucción muchas veces se articulan como un solo concepto (relief and reconstruction) entendiéndose que la reconstrucción era parte integral del socorro y que en un proceso de reconstrucción no se pretende ir más allá del estado original de las cosas. Waldo propone que el socorro y la reconstrucción se han entrelazado más en décadas recientes según los objetivos de una y otra gestión se han complejizado. (2006, 280) Sin embargo, en Puerto Rico y de manera precoz, como sugiere Rodríguez, las propias estrategias de socorro de la PRERA, sobre todo de parte de James Bourne, ya anticipaban (o al menos representaban) una política de desarrollo.[125]
Mathews maneja los conceptos de "socorro" y "reconstrucción" como una dicotomía y no explora el concepto de "desarrollo económico," que poco después se impondría. Mathews asocia al "socorro" (o asistencia directa y a corto plazo) con James y Dorothy Bourne y la PRERA, con la gobernación de Theodore Roosevelt Jr. como trasfondo. Las iniciativas de reconstrucción, más institucionales o estructurales y a más largo plazo, se asociaban con el Plan Chardón y se asociarían luego con la PRRA. Esta agencia, por supuesto, lleva "reconstrucción" en su nombre.[126] Sin embargo, la PRERA incursionó también en la reconstrucción y reflejó una práctica orientada en términos generales hacia lo que más adelante se conocería como "desarrollo"; o al menos se quería representar así. James Bourne en particular esbozó y defendió unos planes preliminares de desarrollo que estaban receptivos a inversiones desde los Estados Unidos y se distanciaban de una reforma agraria.
El Plan de Rehabilitación de la Legislatura/Plan de la Coalición/Plan de la Comisión Económica tenía importantes elementos en común con la PRERA, principalmente la promoción de proyectos agrícolas en pequeña escala; la creación de numerosos empleos de obras públicas aunque sin un plan mayor como el de estatizar la energía eléctrica; y sobre todo, el desentenderse de una reforma agraria.
La Legislatura aprobó el Plan de la Coalición en febrero de 1935 pero el Plan Chardón mantuvo el endoso de Casa Blanca, la PRRA absorbió a la PRERA unos meses después y Dorothy Bourne pasó a dirigir la división de servicios sociales de la PRAA. Claro está, no estaba claro que la reconstrucción tenía siempre las de ganar, pues había una urgencia impuesta por la propia situación objetiva. Tras dos huracanes históricos la gente clamaba por comida y ropa (que la PRERA repartía en grandes cantidades) y por empleos. En esas circunstancias no era fácil proponer la adquisición de miles de cuerdas de tierras para experimentos sociales agrarios
La cuestión de socorro v. reconstrucción, que en términos generales enfrentó al Plan Chardón con la PRERA y, bajo coordenadas algo diferentes, con el Plan de la Coalición, pone sobre el tapete varias cuestiones. Discutiremos cinco aquí: (1) las coordenadas ideológicas de la reforma agraria propuesta. (2) el impacto de la industrialización (3) empresa privada y Estado (4) política poblacional y emigración (5) los fondos federales y sus impactos previsibles. Regresaremos a estos temas más adelante.
2. Reforma agraria
En términos expresos, el Plan Chardón no conceptualiza la "reconstrucción" más allá del marco del Nuevo Trato y de sus objetivos de creación de empleos, redirigir la economía al menos parcialmente del azúcar hacia los comestibles y estabilizar en lo posible a la población rural. La reforma agraria, que era uno de los ejes de la reconstrucción –aunque no el único– no es objeto de una discusión conceptual en el Plan Chardón. Las expresiones más directas aparecen fuera del Plan Chardón, en una entrevista que le hizo Angélica Negrón Muñoz a Fernández García (El Mundo, 5 de agosto de 1934) y en el artículo antes citado de la Revista de Obras Públicas. En la entrevista como en el artículo, Fernández García hace referencia a las medidas antilatifundio en la antigua Roma; las experiencias históricas en la Europa Central y Oriental post Primera Guerra Mundial;[127] y ante todo la economía agraria de Dinamarca, que había logrado una reforma agraria con ecuanimidad y que protagonizaba un campesinado pequeño y mediano con un amplio desarrollo de cooperativas.[128]
Hemos mencionado la probable influencia de la Revolución Mexicana en las propuestas de reforma agraria del Plan Chardón. Tres intelectuales y políticos norteamericanos muy relacionados con Puerto Rico conocieron de cerca el legado de la revolución: Ernest Gruening, que dirigió el Buró de Asuntos Insulares del Departamento de Interior y a la vez la PRRA;[129] Frank Tannenbaum, parte del equipo de la Brookings que produjo Porto Rico and its Problems;[130] y Rexford Tugwell. Gruening y Tannenbaum fueron unos apasionados observadores participantes de la Revolución Mexicana y eran considerados las principales autoridades estadounidenses sobre la Revolución Mexicana. Convivieron tres años (Tannenbaum, 1921-24) y cinco años (Gruening, 1923-28) con la postrevolución y reportaron de primera mano en el momento y/o en escritos posteriores) sobre las nada pacificas transformaciones agrarias mexicanas. México and Its Heritage (1928), de Gruening, era considerado en su época el mejor libro sobre México escrito por un no mexicano. El año siguiente Tannenbaum publicó The Mexican Agrarian Revolution (1929), otra obra clásica.
Por su parte, Tugwell fue el primero de varios funcionarios del Departamento de Agricultura federal que visitaron a México a mediados de los 1930. Tugwell viajó a México con un equipo de científicos en 1935, justo después de salir de la subsecretaría de Agricultura y antes de entrar a dirigir el Resettlement Administration. El momento era extraordinario: México estaba en plena reforma agraria bajo el presidente Lázaro Cárdenas. Tugwell regresó a Washington deslumbrado con las reformas de Cárdenas y se mantuvo atento al proceso mexicano en años siguientes (Olsson 64). Queda por verse cuánto la experiencia de Tugwell en Puerto Rico en 1934 lo preparó para conocer la reforma agraria mexicana un año después, y cuánto la experiencia en México influenció a Tugwell en su posterior término en la gobernación de Puerto Rico.
Los procesos mexicanos de reforma agraria en la década del 1930 tuvieron una interesante sincronía con Puerto Rico. En primavera y verano de 1934 mientras el Plan Chardón burbujeaba en Puerto Rico y Washington en México corría la campaña presidencial antilatifundio de Cárdenas, a partir de un Plan Sexenal.[131] Cárdenas fue electo presidente el 30 de junio de 1934, en vísperas de la visita a Puerto Rico del presidente Roosevelt. En los años siguientes la administración de Cárdenas implantaría el Plan Sexenal en gran parte del territorio mexicano. En cinco años se repartió la mitad de las tierras mexicanas que fueron repartidas entre 1915 y 1956; el reparto de tierras alcanzó su punto culminante en 1938. A eso añádase nada menos que la estatización de la industria petrolera y los ferrocarriles. En Europa, en cambio, la reforma agraria se había agotado para los 1920; en España la reforma agraria de la República se vio bloqueada en 1932 por los sectores conservadores.
3. La industrialización
La industrialización es el marco conceptual general del Plan Chardón, su proceso básico de reconstrucción. En la introducción, la pregunta general se centra en la industrialización: cuántos de los 150,000 jefes de familia que están desempleados permanentemente podrían ser absorbidos por el "máximo desarrollo industrial" en cierto periodo de años (Plan 240). Es solo a partir del número remanente de desempleados que se evaluarían las otras dos alternativas. Primero, la devolución de las tierras en parcelas a los trabajadores agrícolas; opción que pronto podría no ser realista). Y segundo, la emigración.
Como proceso "maestro" en el Plan Chardón, la industrialización tenía a la vez una gran importancia para el logro de una reforma agraria. Un proceso efectivo de industrialización tendería a erosionar el latifundismo azucarero tal como existía; y sería un proceso donde, en principio, no habría tantos "perdedores" como los habría en una reforma agraria radical. Mejor dicho, la industrialización podría permitir reconstruir al sector azucarero sobre bases ahora más afines a un proceso de industrialización y su paralela urbanización. Además, el menos en principio, sería una nueva época donde se le cerraban unas puertas a los capitales azucareros mientras se le abrían otras.
El Plan Chardón propone una modalidad específica industrialización que buscaba se de materiales locales, incluyendo productos agrícolas como los derivados de la caña, y un eslabonamiento entre industrias; y con una protección arancelaria condicionada. El uso de materiales agrícolas locales era evidentemente una de esas puertas para el capital terrateniente. El "toma y dame" respecto al capital azucarero (y terrateniente en general) resultaría particularmente exitoso y directo en el espacio afín de la urbanización. Los procesos de urbanización, por tener la tierra misma como "materia prima," de entrada favorecían a los detentadores de grandes extensiones de tierra (azucareras, pero también ganaderas). Ello era así sobre todo en cuanto a las tierras ubicadas en el entorno de las ciudades y que ya en los 1930 estaban haciendo una transición de tierras cañearas a ganadería con vaquerías.
El país del Plan Chardón no parece tener ciudades. Las continuidades históricas del poder terrateniente en Puerto Rico podrían explicar buena parte de la política de tierras y urbana del PPD en los 1940 a 1960. Pero eso no quita que la ausencia de un imaginario urbano en el Plan Chardón y su silencio en cuanto a una política de planificación urbana representa una de sus principales carencias. Esto resulta irónico pues el propio Tugwell estaba en la vanguardia del pensamiento urbanista de los Estados Unidos en ese momento, si bien con perspectivas tipo Greenbelt algo desconectadas de la realidad. El espacio urbano sencillamente no parece existir en el Plan Chardón excepto como el antidestino implicito del cual se quería apartar al campesinado mediante las fincas de subsistencia y los proyectos azucareros; incluso mediante una "recampesinización" que atrajera a habitantes urbanos nuevamente a la ruralía.
Desde el punto de vista de los 1930, la urbanización no era inherentemente deseable, ni sinónimo de modernización, pues más bien podía multiplicar los arrabales. Por eso un objetivo de conceder predios de subsistencia era promover que algún número de habitantes urbanos regresaran a la ruralía. Además, en los 1930 todavía muchos pensaban –como en Plan de la Coalición -- que el presente y futuro de Puerto Rico estaba en la agricultura. El informe del Comité Técnico del Comité Interdepartamental compartía ese criterio. Algunos observadores estadounidenses planteaban tajantemente, y con subtextos racistas, que Puerto Rico era incapaz de industrializarse; o (como Gore y luego Winship) que veían el turismo como un sector con más potencial que la industria.
4. Empresa privada y Estado
En el marco del Plan Chardón y de su manejo del tema de la reconstrucción, la relación entre la empresa privada y el Estado era una cuestión a la vez política, administrativa, jurídica e ideológica. Política por la necesidad de montar una estructura fuera del control y del patronazgo coalicionista (con la ventaja de quizá distanciarse de las malas maña de los propios Liberales); administrativa, por la flexibilidad que tendría una empresa que operara fuera de la burocracia gubernamental; jurídica, por las restricciones que imponía el orden constitucional de los Estados Unidos (y en los propios estados) a experimentos como el de una corporación semipública que operara centrales azucareras; e ideológica porque agitaba las pasiones de quienes se conceptuaban como defensores de la propiedad ante intromisiones que entendían impensadas, destinadas al fracaso y de carácter socialista.
Se tienden a subestimar las múltiples dimensiones de las polémicas en torno al Nuevo Trato, tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos, y se considera se trata de meras pantallas para intereses económicos crudos; en el caso de Puerto Rico, azucareros (quizá los de peor fama). La Coalición tenía paralelos y fuentes de inspiración) entre los muchos enemigos del Nuevo Trato en el Congreso, la burocracia federal y la empresa privada (encabezada por la U. S. Chamber of Commerce y la National Association of Manufacturers).
En las discusiones en torno a la tenencia de tierras en gran escala y las centrales azucareras corporativas existían tensiones reales y conceptuales profundas – tensiones clásicas entre "izquierda" y "derecha", entre liberalismo y conservadurismo, o más bien entre un liberalismo económico y un liberalismo social. Y todo esto en el marco de una economía que era en términos generales claramente capitalista. Estas tensiones a menudo se perdían de vista en la controversia azucarera. Articulaban estas posiciones, que iba más allá del azúcar, el liderato intelectual tanto de los Liberales como de la Coalición. Ideólogos coalicionistas como Miguel Angel García Méndez o Esteban Bird no subrayaban estas tensiones entre lo privado lo público meramente para defender sus posiciones materiales en la industria azucarera.
5. Política poblacional y emigración
En uno de los giros irónicos que más fuertemente conectan a los 1930 con los 2020, en los años 1930 y 1940 el tema del crecimiento poblacional de Puerto Rico dominaba la atención pública tanto como hoy día la domina el tema de la contracción poblacional. En lass condiciones en los 1930, Puerto Rico era incapaz de ofrecer empleo y subsistencia a una población con un crecimiento natural.
Para los policymakers estadounidenses y sus adeptos locales el problema se definía como "sobrepoblación," se colocaba en el centro de la problemática puertorriqueña con una urgencia y una retórica con un subtexto (intencionado o no) racista y se atacaba con medidas agresivas de control de natalidad. Todo ello en una época donde el racismo biológico aun imperaba. La visión alarmista y desenfocada en cuanto al crecimiento poblacional en Puerto Rico se ejemplifica en la correspondencia de Tugwell con el Secretario Wallace en marzo de 1934, al final de su viaje a Puerto Rico; o como reflejan múltiples propuestas para una emigración masiva. La oposición de la Iglesia Católica al control de natalidad complicaba el asunto aún más.
Ante esta visión, el Plan Chardón articula un doble discurso sobre la "sobrepoblación". Por un lado aborda el tema muy visiblemente en la introducción (principalmente de la pluma de Muñoz, se recordará) y habla de un crecimiento poblacional incluso "espantoso," (appalling); y reconoce la necesidad de "un plan científico para limitar la natalidad". Parecería que la "sobrepoblación" en parte se trae para captar la atención y apoyo de los jerarcas federales.
Sin embargo, la propia introducción señala que el problema principal de la isla es la concentración de tierras y la cuestión agraria, no la población. El tema poblacional no se discute a fondo en el plan y este nunca emplea el término "sobrepoblación". Se considera la emigración, pero no como una precondición para la reconstrucción sino una forma de bregar con el remanente de población que no pudiera encontrar empleo en la industrialización; y se condiciona la propuesta a que sea un proceso organizado, estructurado, supervisado y que se dirija principalmente a países afines hispanoparlantes (9). Tras varias décadas de emigración individual principalmente a Nueva York la experiencia dictaba una búsqueda de otros destinos. Otros países, como Alemania y Japón, tuvieron éxito en promover emigraciones organizadas y Fernández García, por ejemplo, estuvo muy interesado en las experiencias de emigraciones organizadas a Brasil y Uruguay.
Ante todo, el giro interesante –digamos, metodológico-- que el Plan Chardón (y el redactor de facto de su introducción, Muñoz Marín) le dio al tema poblacional fue advertir que un "plan científico para limitar la natalidad" difícilmente resultaría "socialmente efectivo" si se intenta implantar de inmediato.
no puede esperarse que el mismo resulte socialmente efectivo antes de que "hayan sido substancialmente mejoradas las normas de vida y, en consecuencia, el sentido de responsabilidad de las masas populares. Ello sería probablemente efectivo para mantener reducida en el futuro la proporción de aumento, una vez que la población, en masa, haya comenzado a palpar el mejoramiento que haya de traer la reconstrucción económica. (Plan 240)
6. Los fondos federales
En los 1930 el tema de los fondos federales era bastante nuevo porque Washington federal apenas había asignado fondos a Puerto Rico. En los Estados Unidos la asignación de fondos federales a los estados no era muy común. Fue precisamente a fines de los 1920 y en los 1930, particularmente con medidas de ayuda de desastre (notablemente, la gran Inundación del rio Misisipí en 1926), que el cuadro comenzó a cambiar. Esto se dio (irónicamente) en estados del Sur que tenían las nociones más fuertes de "derechos los estados" (states’ rights) pero donde los desastres excedían su capacidad de responder. En ese sentido Puerto Rico formó parte de las etapas iniciales de un proceso amplio de recalibración del rol del gobierno federal.
Resulta iluminador adentrarse en los términos del discurso político en los años 1930 en torno a las asignaciones federales para entender ángulos que hoy día son menos aparentes. En términos generales, a nivel de los EE. UU. en conjunto las asignaciones de fondos se limitaban al socorro post desastres naturales (disaster relief); y eso era algo reciente, mayormente desde la década del 1920. En cuanto a Puerto Rico la política federal era, con mayor énfasis, que la isla debía autosostenerse y si acaso aportar al fisco metropolitano. Incluso tras San Felipe, la ayuda federal disponible fue principalmente mediante préstamos a los caficultores (préstamos que, a decir verdad, nunca se repagaron). Esto estaba a tono con las políticas fiscales de otras metrópolis coloniales.
Tres temas que se escuchaban en los años 1930 en torno a los fondos federales en Puerto Rico pueden intrigar desde la perspectiva actual. Primero, que las asignaciones federales se justificaban porque el progreso observado en Puerto Rico desde 1898 no era obra del gobierno federal; más bien se logró a pesar de este. Las asignaciones de fondos federales se justifican como compensación por la explotación extrema y el abandono que la isla había sufrido en décadas anteriores y desde 1898. Es un tema que Muñoz Marín abordó reiteradamente en la primera parte de los 1930:
[L]a miseria y explotación observadas han nacido de la acción de los especuladores que han funcionado a base de tolerancia de administraciones federales, que hasta el momento les habían permitido estar en completo control del templo. No solamente sobre su tolerancia, sin bajo su protección contra la voluntad del pueblo de Puerto Rico. (2005, 253)
El gobierno de los Estados Unidos, que ha vivido durante veinticinco años en una gran incomprensión hacia nuestro pueblo, está dispuesto a compensarnos por habernos mantenido en esa situación. (2005, 196; énfasis suplido).
Era un asunto de "justicia vieja", como la llamaba Muñoz (2005, 217). De modo similar, aunque enmarcado en el presente, el Plan Chardón sostiene que la imposición de la cuota azucarera justifica una compensación a los agricultores afectados y a Puerto Rico en conjunto; así se "compensaría a la comunidad puertorriqueña en general por el efecto de la cuota azucarera y, además, mejoraría las condiciones económicas de la masa del pueblo". (Plan 254).
El argumento de compensación conecta de manera interesante con el tema de las reparaciones (reparations) como hoy día se les conoce en el contexto de la historia de la esclavización de africanos en los siglos XV-XIX. En años recientes este argumento ha ganado terreno a raíz de la muerte de George Floyd y el movimiento Black Lives Matter.[132] El argumento a favor de una "indemnización histórica" se ha hecho para Puerto Rico en la época contemporánea (Ayala y Bernabe 339)
Un segundo tema en torno a los fondos federales, que se expone en la introducción del plan, es que las pérdidas que pudieran sufrir unos empresarios (sobre todo exportadores) en los Estados Unidos por la implantación de aranceles, el desarrollo de una industria nativa y otras medidas propuestas en el plan serían en todos caso preferibles a afrontar un "caos social" en Puerto Rico en un plazo no muy lejano (Plan 249).
Como quiera que sea, existía en los 1930 una preocupación sobre los efectos potencialmente negativos que los fondos federales pudieran tener en Puerto Rico. Una advertencia notable provino de Frederic Bartlett, el asistente de Tugwell que participó en el grupo amplio de colaboradores federales del Plan Chardón. En un estudio que fue sucesor directo del Plan Chardón y que tenía objetivos muy similares, Bartlett y sus coautores esbozan tres vías de desarrollo para Puerto Rico. La primera, aumentar la cuantía total de asistencia federal, es descartada de plano. (Bartlett et al.) Si acaso se asignaran fondos federales, se entendía, debía ser para infraestructura y no para pagos directos.
El tema sigue vigente. El informe económico más completo de las últimas décadas, del Centro para la Nueva Economía y el propio Instituto Brookings (2006) concluyó que uno de los principales impedimentos al desarrollo de Puerto Rico es "que la estructura de beneficios y asistencia pública han tenido el efecto de desalentar la cultura de trabajo". La preocupación continúa hasta el día de hoy, aunque apenas se tiene en cuenta en el gobierno insular, y en el espacio político es anatema proponer recortes en los fondos federales (las "ayudas" como generalmente se les denominan).
Un tercer tema sigue tan polémico como en los 1930: si los fondos deben asignarse como pagos a individuos o en bloque a agencias locales, o si incluso deben asignarse en bloque el gobierno insular para que este los maneje y utilice como entienda. Una discusión afín se dio en torno al pago de compensaciones bajo la Ley Jones-Costigan, pues unos planteaban que los pagos debieran ser directamente a los cultivadores (los colonos y las centrales azucareras, donde las centrales podían lograr ventaja); mientras otros entendían que debían ser pagos en bloque para usar en programas amplios que incluyeran la compra de tierras cañeras y centrales azucareras. En términos amplios, el tema se resolvió en el Plan Chardón, como se resolvería más adelante en la PRRA, mediante una combinación de ambos tipos de compensación.
En años recientes, la discusión sobre las asignaciones en bloque (block grants) en Puerto Rico ha versado sobre los fondos de Medicare[133] (donde Puerto Rico ha sido un experimento federal) y del Plan de Asistencia Nutricional (PAN), que aquí a diferencia de los estados se asignan en bloque desde 1982; en cuanto a las ayudas a estudiantes universitarios, donde el gobierno federal ha optado por la ayuda individual; e incluso en cuanto a las asignaciones federales a Puerto Rico en conjunto, donde se han propuesto asignaciones en bloque por un término de años. Sobre el PAN, se discute en la actualidad una transición al programa SNAP que existe en los estados. Este programa aumentaría las asignaciones de asistencia nutricional a Puerto Rico de $2.6 billones (en cifras de 2023) a $4.5 billones en 2031. (Centro para la Nueva Economía 4)
La gran ironía es que desde las asignaciones para la recuperación tras los huracanes IRMA y María el problema ha sido que muy poco de los fondos federales asignados se ha gastado. Un informe del General Accountability Office de febrero de 2024 concluyó desde los huracanes Irma y María, la FEMA (Federal Emergency Management Agency) le había asignado a Puerto Rico $23.4 billones y solo se habían utilizado $1.8 billones (General Accountability Office 2024). Otros $9.7 billones fueron asignados inicialmente en fondos CDBG-DR, aumentados en $1.93 billones de dólares exclusivamente para mejoras al sistema eléctrico de Puerto Rico. Solo una fracción de esos fondos se ha utilizado, y con la reciente elección de Donald Trump se comenta que muchos de esos fondos podrían revertir al tesoro federal para emplearse en otras emergencias en los EE. UU.
¿Qué pensarían de esto los autores del Plan Chardón?
7. ¿Imposición federal o autodeterminación?
El Plan Chardón y el proceso histórico de su elaboración presentan una enorme ambigüedad pues parece oscilar entre una imposición federal y un ejercicio de autodeterminación. La Coalición tenía alguna razón, después de todo, en denunciar que todo el proyecto del Plan Chardón pasaba por encima de la estructura gubernamental de Puerto Rico, pues la Coalición tenía la mayoría legislativa en ambas cámaras y la máxima figura electa (el Comisionado Residente) eran de la Coalición. Claro está, los Liberales ripostaban que ellos eran el partido meas grande; pero la Coalición era la que ganaba las elecciones y los puestos gubernamentales.
En varios aspectos el Plan Chardón emplazó el régimen estadounidense en su aspecto económico. El latifundismo azucarero, por supuesto, es el telón de fondo para toda la política agraria del plan; aunque el plan identifica a las corporaciones azucareras, todos sabían quiénes eran. El plan industrial requería un régimen arancelario propio para Puerto Rico que le permitiera ofrecer incentivos a base de una protección arancelaria, no de exenciones contributivas. Sería necesario, por un tiempo una política proteccionista a favor de ciertas industrias locales mientras se fortalecían lo suficiente como para competir con las importaciones desde los Estados Unidos. Esto sería un contrasentido desde la perspectiva del gobierno estadounidense, aparte de violar la cláusula de comercio interestatal en la Constitución federal, pero el Plan Chardón enmarca su propuesta arancelaria con tres argumentos: que aumentar la producción industrial en Puerto Rico no afectaría significativamente a las exportaciones estadounidenses a la isla, que el impacto sería si acaso solo a corto plazo y que a largo plazo generaría consumidores más prósperos para las exportaciones estadounidenses.
También requería abrogar la Ley de Cabotaje, que el Plan Chardón denuncia documentadamente en su sección de transportación, ya que abaratar los costos de transportación era esencial para las ascendientes industrias puertorriqueñas. Aquí también se lesionarían, al menos a corto plazo, unos intereses estadounidenses.
En el Plan Chardón se concibe al status territorial como uno susceptible de legislación sui generis. Ya lo había sido en varios aspectos fundamentales del sistema político y económico estadounidense: la creación del status de territorio no incorporado, la Ley de 500 Acres (que sería insólita en cualquier estado, aparte de inconstitucional), la exclusión del income tax federal, la extensión a Puerto Rico de la ciudadanía estadounidense, la Ley de Cabotaje, la exclusión (en cuanto al azúcar) del sistema tarifario y diversas normas jurisprudenciales. A esto se puede añadir la ley de Puerto Rico que estableció un arancel de $15 por quintal de café extranjero (Plan 43). Eran, y la mayoría aún son, leyes especiales que no responden a alguna excepción constitucional maestra sino al poder constitucional bruto -- denominado "plenario"-- del Congreso en materia de los territorios. En todos los casos, el Congreso actuó sin estar sujeto a la cláusula de uniformidad, la cláusula de comercio interestatal, el federalismo o la propia Constitución de los Estados Unidos más allá de lo que el Congreso mismo y su Tribunal Supremo (en realidad el máximo "poder plenario") decida que son los derechos fundamentales.
8. La ciudadanía
La ciudadanía estadounidense no es un referente significativo en el Plan Chardón. Los cambios que el Plan Chardón reclama en la política pública y la legislación federal no se hacen en base a una ciudadanía americana ni se invocan derechos como ciudadanos americanos. Una de las pocas referencias a la ciudadanía estadounidense, en una sección titulada "Terra incognita," parece valer solo para el desconocimiento en los EE.UU. en cuanto a Puerto Rico. "Infinidad de estadounidenses parecen desconocer que aquí habitan más de millón y medio de ciudadanos estadounidenses". (Plan 342)
El Plan Chardón destaca una y otra vez el rol de los puertorriqueños en la formación del país y el rol que los puertorriqueños deben tener en su propia tierra.
La tecnología azucarera ha realizado notables progresos en la isla en manos de los ciudadanos nativos. Debe darse una oportunidad ahora, bajo el plan, a nuestros expertos técnicos para que sirvan a los intereses sociales de Puerto Rico en vez de a los intereses de un pequeño grupo. (15, énfasis suplido)
El término "ciudadanos nativos" (native citizens) salta a la vista, como también la existencia de unos "intereses sociales" propios de Puerto Rico. En la terminología del Plan Chardón, no cabe duda de que los puertorriqueños eran "ciudadanos", pero lo eran ante todo de Puerto Rico, como nativos de la isla. "Nativos" se emplea, por supuesto, sin el sentido racista que se le dio al término en algunos contextos coloniales. Y la red de deberes y derechos ciudadanos en que estaban insertos esos ciudadanos era ante todo la de Puerto Rico. Entre los requisitos de entrada para un jornalero cualificar para una finca de subsistencia era "ser ciudadanos nacidos en Puerto Rico y/o ciudadanos estadounidenses domiciliados en Puerto Rico por un período no menor de tres años" (23).
El régimen territorial y la ciudadanía estadounidense tenían, en el marco del Plan Chardón, significado propio que, como el proyecto general del Plan, nos corresponde hoy en día redescubrir.
9. Fragilidades y fortalezas
Al Plan Chardón no le faltó imaginación, arrojo o sentido de país. Su dificultad fueron sus premisas frágiles en el contexto de una colonia gobernada por un estado metropolitano inmenso y complejo que lidiaba con la Gran Depresión y atravesaba cambios profundos y conflictivos.
El apoyo al Plan Chardón tenía una carga político partidista pues sus favorecedores eran mayormente del Partido Liberal. La oposición al Plan Chardón en Puerto Rico provino mayormente del Plan de la Coalición formulado en la Legislatura. Pero sobre todo durante el 1934 el Plan Chardón logró un apoyo cuya amplitud que sentó pautas en la historia política del país. Los colonos azucareros, cuya lealtad política había sido principalmente al Partido Republicano, gravitaron al Plan Chardón y multiplicaron el apoyo al plan en 1934. Lideres republicanos como Jesús T. Piñero y Jesús Benítez Castaño, fueron partidarios del plan y el propio Rafael Menéndez Ramos tuvo un rol indispensable. De parte del Partido Socialista, fue fundamental el apoyo brindado al plan por Santiago Iglesias.
El ambicioso proyecto azucarero del Plan Chardón dependía de que Washington desviara subsidios agrarios hacia proyectos de desarrollo económico, lo cual se apartaba de los objetivos originales de los subsidios –aunque a más largo plazo fuese la vía recomendable para Puerto Rico. También dependía de que el gobierno federal concediera autonomía a los proyectos locales. Esto se dificultaba en el clima de hostilidad que existía hacia el Nuevo Trato en un amplio sector del Congreso y sobre todo en el Tribunal Supremo, que declaró inconstitucional varias medidas que eran fundamentales para el éxito del Plan Chardón.
Había tensiones, sin duda, en la visión socioeconómica del Plan Chardón como las había en su visión política. No era un proyecto socialista, pero planteaba que la concentración de tierras era el problema económico fundamental de Puerto Rico y –contra la lógica del capitalismo– sostenía que la propiedad privada de la tierra en gran escala tenía que ceder ante la necesidad económica del país, que la producción en menor escala pudiera ser más eficiente y más sostenible y que mantener el circulante lo meas posible dentro del país favorecía e bien común. Como sentenció Fernández García, "no considero la concentración de tierras como el único factor del problema económico de Puerto Rico, pero lo considero el más importante y fundamental" (1934, 723).
El Plan Chardón proponía una nueva política de tierras y una defensa de los colonos y de la pequeña y mediana propiedad, a la vez que proponía una industrialización fundamentada en recursos locales. Una relación directa con el gobierno federal buscaba evitar las pugnas político partidistas locales y la caza de empleos. Igualmente proponía una política contributiva que encauzara capital local hacia un desarrollo planificado.
El Plan de la Coalición abogaba por la estabilidad de la industria azucarera y una repartición limitada de tierras para fomentar la pequeña propiedad agraria. No abogaba por una industrialización por entender que la agricultura seguía siendo la base económica de la Isla. Reclamaba que los fondos federales de reconstrucción se usaran en las agencias existentes y sujeto a las prioridades de esas agencias. Como partido mayoritario, la Coalición controlaba los puestos directivos del gobierno territorial, y alguna razón tenía en ese reclamo.
Pero deshagámonos de los desenlaces de los treinta y cuarenta y de las comparaciones con el presente. Olvidémonos de las negociaciones –algunas comprensibles y estratégicas, otras deshonrosas y fatídicas– de Liberales y Coalicionistas. Quitémosle el polvo al Plan Chardón y al de la Coalición. Veámoslos con la frescura que tenían en 1934 y que pretendimos recapturar hoy día a través de su historia de los planes y sus creadores. Entonces demos un paso más allá del momento histórico de ambos planes para llegar al substrato de sus inquietudes y preguntas, tan parecidas a las de hoy día.
Agradecimientos
En primera instancia, tuve el privilegio de contar con la colaboración de dos hijos de protagonistas de esta historia que son muy conscientes del legado de sus padres. Agradezco la ayuda fundamental del fenecido Dr. Rafael Fernández Seín, que compartió extensos materiales y recuerdos familiares. Su colaboración le dio un nuevo giro a una investigación que habíamos iniciado sobre su padre, Rafael Fernández García. El Dr. Carlos Chardón López generosamente me permitió ver sus valiosos manuscritos en torno al Plan Chardón, donde retrata excepcionalmente a su padre, el Dr. Carlos Chardón Palacios, y a su época. Asimismo ha compartido recuerdos sobre su padre y su círculo de colaboradores. Agradezco al Prof. Luis Agrait Betancourt, que me puso en contacto con el Dr. Fernández Seín y apoyó la investigación desde un principio.
Julio Quirós, director del Archivo de la Fundación Luis Muñoz Marín, me brindó pistas excepcionales sobre Chardón y Fernández García, e identificó al principio de nuestra investigación la edición de El Mundo donde primero se tradujo el Plan Chardón al español. Por supuesto, los aciertos que logre este ensayo son suyos y los errores son de mi responsabilidad.
Agradezco la colaboración reiterada de Pedro Roig, Archivero, Sala de Estudio y Referencia, Archivo General de Puerto Rico. En medio de la precariedad de las bibliotecas del Recinto de Río Piedras, y en la desolación de los tiempos del Covid y del post-Covid, el compromiso de varias compañeras y compañeros ha sido más importante que nunca para mantener el buque a flote. En la Facultad de Ciencias Naturales, UPR-RP, el Dr. Jorge Colón (Departamento de Química) y la bibliotecaria Elizabeth Borges Ocasio, asistieron en la búsqueda de información sobre Rafael Fernández García. En la Biblioteca y Hemeroteca Puertorriqueña, Javier Almeyda Loucil, bibliotecario jefe, a quien nunca le faltan sugerencias de fuentes; en Circulación el bibliotecario auxiliar Anthony Fernández Brooking, siempre colaborador; en la Biblioteca Regional del Caribe y de Estudios Latinoamericanos, la profesora Aurea Maisonet Rodríguez; en el Servicio de Préstamos Interbibliotecarios, los bibliotecarios auxiliares Ana Vélez Jiménez y Fabián Borelli Cruz, que más de una vez han logrado obtener recursos raros en cuestión de horas, como antes el ya jubilado bibliotecario Manuel Martínez Nazario (entonces director de Préstamos Interbibliotecarios y luego director de Circulación). A todas ellas y ellos mi encarecido agradecimiento.
Notas
[1] Las agencias y programas del Nuevo Trato activas en Puerto Rico incluyeron la Federal Relief Administration (FERA) (auxilio o asistencia social de emergencia; era la agencia matriz de la PRERA; la Administración de Ajuste Agriciola (Agricultural Adjustment Administration, AAA; subsidios para limitar la producción); el Cuerpo Civil de Conservación (construcción de caminos, siembra y rehabilitación de bosques, creación de áreas recreativas); Servicio de Conservación de Suelos (conservación y rehabilitación de los suelos, bosques y otros recursos naturales); Seguro Social (seguridad del retiro); Resettlement Administration (rehabilitación rural con base comunitaria); la Junta Nacional de Relaciones del Trabajo (National Labor Relations Board, NLRB) (reestructuración de las relaciones laborales); Tennessee Valley Administration/TVA (control fluvial y desarrollo regional); Federal Writers’ Project (proyectos fotográficos, artísticos y de investigación histórica); FDIC y SEC (nuevos controles sobre la banca y el mercado de valores). Algunas tuvieron vigencia solo en el llamado "Primer Nuevo Trato" (1933-35) incluso en Estados Unidos. De agencias del Primer y Segundo Nuevo Trato en Burrows 2024 9-10. La FERA, creada en 1933, fue sustituida por la Resettlement Admnistration (dirigida por Tugwell) en 1935. Esta agencia fue incorporada al Departamento de Agricultura en 1937. Véase Mathews 1970; Rodríguez 2011; Valdés Pizzini et al. 2011. Para la traducción de los nombres de las agencias hemos consultado principalmente Mathews 1970.
[2] La palabra "mantengo" origina en la distribución de comida y zapatos de la PRERA. En el Diccionario de Americanismos "mantengo" aparece como un vocablo exclusivamente puertorriqueño. El Tesoro Lexicográfico de Puerto Rico, lo define como "ayuda repartida por las agencias del gobierno a las personas o familias necesitadas; cualquier ayuda, especialmente económica, que no requiere trabajo […] Mantenimiento, sustento que se recibe del Gobierno, voz puesta en circulación por los años treinta del presente siglo. (Vaquero y Morales; énfasis suplido)
Otro indicador notable del impacto de la PRERA en la sociedad puertorriqueña de los 1930 es la plena "El pantalón de la PRERA", que comienza: "¡Que bonito te queda/ El pantalón que te dio la PRERA!". "El pantalón de la PRERA" posiblemente formó la base musical de "¡Qué bonita bandera!", la composición de Florencio Morales Ramos "Ramito" (1968) que es un himno nacional alterno de Puerto Rico.
[3] Chardón Palacios, micólogo y fitopatólogo de profesión, nació en 1897 en el seno de una familia pudiente de Ponce. Su padre era notario. Estudió en el Colegio de Mayagüez y tras el terremoto de 1918 se trasladó a la Universidad de Cornell, donde completó su bachillerato en 1919 y en 1921 una Maestría en Micología y Fitopatología. A su regreso a Puerto Rico en 1922, Chardón fue director de la Estación Experimental Agrícola y en 1923 (a los 25 años) fue comisionado de Agricultura. En ambos casos fue el primer puertorriqueño en ocupar esa posición. El desempeño de Chardón en la Estación Experimental Agrícola fue célebre pues allí descubrió la causa de la plaga del mosaico que devastaba los cañaverales de Puerto Rico. En 1926 viajó a Colombia donde reorganizó el Colegio de Agricultura y Ciencia Veterinaria de Medellín y en 1928 al Valle del Cauca en torno al establecimiento de una estación experimental agrícola. (McCook 113-20). En 1931 fue nombrado canciller de la Universidad de Puerto Rico, y nuevamente fue el primer puertorriqueño en ocupar esa posición (Maldonado 1958; Toro 1930). En Cornell estudió bajo Herbert H. Whetzel, que fundó el estudio de la fitopatología en esa universidad y era posiblemente estadounidense más reconocido en su campo. Chardón mantuvo una relación estrecha con su mentor Whetzel a través de su vida e incluso colaboraron en dos investigaciones de campo en Puerto Rico. Otro colaborador de años fue Frank Dunn Kern de la Universidad Penn State, que incluso se desempeñó como decano interino del Colegio de Mayagüez en 1925-26 y 1933-34. Estas relaciones de Chardón en el campo de la fitopatología, sumado a su investigación exitosa sobre el mosaico y su desempeño como director de la Estación Experimental Agrícola y Comisionado de Agricultura, le habían ganado a Chardón un lugar destacado entre los investigadores científicos norteamericanos y una gran credibilidad en los sectores gubernamentales y de opinión pública, que en alguna medida trascendía la afiliación política de Chardón Palacios al Partido Unión y luego a los Liberales.
El hermano menor de Carlos Ernesto Chardón Palacios, Carlos Fernando (1907-1981), era conocido como Fernando Chardón. Fernando Chardón fue agrónomo, también estudió en Cornell, se especializó en la caña de azúcar, trabajó por muchos años en centrales azucareras y en los 1940 fue director ejecutivo de la Autoridad de Tierras. Luego fue secretario de estado en la gobernación de Luis Ferré (Acevedo et al.).
[4] Fernández García nació en Luquillo en 1898, el menor de ocho hijos. Su padre y madre inmigraron de Galicia en los 1880 (Chardón lo apodaba "Gallego"). Vinieron a trabajar en el nuevo sistema público de educación elemental. De niño vivió en Luquillo y en Río Grande. Su padre murió cuando tenía siete años. Uno de sus hermanos, Benigno, seria Procurador General de Puerto Rico y otro, Eugenio, fue un médico prestigioso y creador del Libro de Puerto Rico/The Book of Porto Rico. Se graduó de la Escuela Secundaria de la Universidad a los 15 años e hizo un bachillerato de Ciencias en la Universidad en Río Piedras. Mientras estudiaba trabajó haciendo turnos de químico en la Central Vannina, luego Central San José, en las afueras de Río Piedras (Fernández Seín 2018, 1). Tras graduarse trabajó en la República Dominicana como técnico azucarero en la Central Angelina (San Pedro de Macorís, 1919 y 1920) y en Cuba (Central España, Matanzas, 1921) y luego como químico agrícola en la Estación Experimental Agrícola en Río Piedras. En 1925-26, Fernández García cursó una maestría en química de suelos en la Universidad de California en Berkeley. A su regreso a Puerto Rico fue nombrado jefe químico y luego director de la Estación Experimental Agrícola (1928-31) como sucesor de Menéndez Ramos. En 1930 renunció a la Estación Experimental (por razones que se verán más adelante) y pasó a la docencia en la Universidad de Puerto Rico, Río Piedras, con estudios avanzados en química de suelos y plantas. Según Mathews, al momento de su nombramiento a la "Comisión de Normas" Fernández García era "un enigma" (como también Menéndez Ramos) pues "era apolítico en su vida personal y profesional" (168). Tras su colaboración en el Plan Chardón, Fernández García dirigió la División de Rehabilitación Rural de la PRRA en 1935, a cargo de su proyecto medular, la Central Lafayette.
En 1936 Fernández García regresó a la dirección del Departamento de Química y Física de la UPR. En 1942 comenzó a trabajar con Teodoro Moscoso en la recién creada Compañía de Fomento. Durante los comienzos de Fomento en la década del cuarenta, Fernández García fue asesor principal de Moscoso y vicepresidente a cargo de la división denominada (por supuesto) Nuevas Industrias. En 1949, por entender que existía poco compromiso con el desarrollo de nuevos productos, Fernández García se replegó a dirigir el laboratorio del Departamento de Investigaciones de Fomento. Para más información sobre Fernández García, véase Giusti Cordero 2019.
[5] Rafael Menéndez Ramos nació en Caguas en 1893 y estudió en la Escuela Modelo de la Universidad de Puerto Rico. Tras graduarse de Químico Agrónomo en Penn State en 1915 y obtener en 1916 una Maestría en Ciencias Agrícolas en la misma universidad, Menéndez Ramos trabajó como químico analista y luego como superintendente de fabricación en la Central Boca Chica (1916-21). En 1923 fue nombrado director de la Estación Experimental Agrícola hasta 1925 cuando se trasladó a Cuba para dirigir el Departamento de Agricultura de la "Cuban-Dominican Sugar Corporation", propietaria de siete centrales en Oriente (Cuba) y cinco en la República Dominicana. "Mis trabajos consistían en viajar continuamente entre estos ingenios, inspeccionando los trabajos de agricultura […] Llevé a Cuba y a Santo Domingo más de una docena de puertorriqueños expertos en el cultivo de la caña, muchos de los cuales hicieron por allá carrera y fortuna y allá permanecen todavía". Menéndez Ramos introdujo en Cuba unas nuevas variedades de caña "que han sido un gran factor para la salvación de la Industria de aquel país, especialmente de los colonos", como también mejoras en métodos de cultivar. Su trabajo exigía una presencia continua en los cañaverales. "Rara era la semana en la cual no me pasaba tres o cuatro días montado a caballo siete u ocho horas diarias". Desde 1927 tuvo bajo su dirección técnica la fase agrícola de las centrales General Sugar Company, algunas de las mayores de Cuba. Trabajó en Cuba y Santo Domingo hasta 1932, donde hizo un pequeño capital que perdió en el crash de 1932 y comenzó estudios doctorales en Penn State. En 1933 su amigo Chardón Palacios, ya Canciller de la Universidad, lo recomendó ante la Junta de Síndicos como Decano del Colegio de Mayagüez (Meyners). Sin embargo, un par de meses después el gobernador Gore lo nombró comisionado de agricultura. Durante su término como comisionado (1933-38), Menéndez Ramos fue gobernador interino en ocho ocasiones, incluyendo en las semanas de la histórica huelga portuaria de 1938.
[6] En La Democracia, la primera vez en que se le llamó "Plan Chardón" fue en la edición del 28 de mayo; luego a través del mes de junio el periódico usó ese título (Mathews 168). La primera mención que encontramos en El Mundo del "Plan Chardón" es en la edición del 24 de junio, p. 8. Inicialmente se hablaba del "llamado Plan Chardón" y así lo llamaron sus adversarios por un tiempo, cuando rechazaban referirse al "Plan Chardón" a secas.
[7] Edmundo Colón Frías (1889-1970) y Francisco López Domínguez (1890-1976) eran egresados de Lousiana State University, entonces el principal centro de estudios estadounidense en el campo azucarero. Colón Frías nació en Ponce y se graduó de bachillerato en 1914 en LSU, donde también fue profesor. Dirigió el Departamento de Química del Colegio de Mayagüez, luego fue director de la Estación Experimental Agrícola (1919-22) y Comisionado de Agricultura (1928-31). Colón Frías era un reconocido agrónomo e investigador agrario. Escribió Datos sobre la agricultura de Puerto Rico antes de 1898 (Clark et al. 1930) y fue coautor con Jaime Bagué de La gestión agrícola después de 1898 (1948). También fue autor de artículos científicos sobre la caña de azúcar.
López Domínguez estudió en la Escuela Modelo de la UPR y se graduó de la Escuela Normal, pero pronto (1909) se fue a estudiar a Louisiana State; en veranos trabajaba en la Central Plazuela (Manatí). En 1913 regresó a Puerto Rico y obtuvo nombramiento primero de instructor y luego catedrático y la dirección del Departamento de Ingeniería Química en el Colegio de Mayagüez. Luego en 1917 fue nombrado jefe del Departamento de Química en la Estación Experimental Agrícola. En 1921 se trasladó a Luisiana a trabajar en centrales azucareras de la central Catherine, luego regresó el año siguiente para trabajar como químico en la Central Vannina (luego San José), en Río Piedras. De 1927 a 1931, fue consultor técnico de dos centrales de la W. R. Grace en Perú. Regresó a Puerto Rico y a la Estación Experimental Agrícola donde trabajó en el desarrollo de nuevos productos a partir de la caña. En 1936 será nombrado director de la división de Rehabilitación Rural de la PRRA y en 1938 comisionado de Agricultura (tras Menéndez Ramos).
Las diferencias políticas entre los dos miembros Liberales de la Comisión Chardón y los miembros Coalicionistas de la Comisión Económica de la Legislatura estaban entrelazadas con diferencias más personales. En 1931, mientras Colón era comisionado de Agricultura, Fernández García era subordinado suyo como director de la Estación Experimental (entonces adscrita al Comisionado de Agricultura) y Chardón ocupaba la cancillería de la UPR, Colón destituyó a Fernández García, con formulación de cargos. La razón de esto, esencialmente, era que Fernández García endosó en una vista legislativa que se trasladara la Estación Experimental al Colegio de Mayagüez, movida a la cual Colón Frías se oponía tenazmente. Bajo el Colegio, la Estación Experimental era elegible para fondos federales bajo la Ley Morrill de concesiones de tierra (land grants), y, por cierto, quedaba libre de las presiones políticas del comisionado. Colón eventualmente archivó los cargos, pero Fernández García tuvo que renunciar. De inmediato Fernández García fue reclutado por la Universidad de Puerto Rico (donde también Chardón comenzó a ejercer en 1931) para dirigir su nuevo Departamento de Química. Otra historia con origen en viejas disputas en la Estación Experimenta marcó la hostilidad hacia el Plan Chardón de parte del Julius Matz, coordinador del Comité Interdepartamental.
[8] En su versión original en inglés, el Plan Chardón existe en dos formatos del plan que son idénticos en contenido. El texto que se encuentra en la National Agricultural Library en Maryland y en la Colección Puertorriqueña tiene 94 páginas de texto y 52 de apéndices. La copia de la Biblioteca Roosevelt tiene 135 páginas, más 63 de apéndices. La copia en la Biblioteca del Congreso solo tiene información parcial sobre el número de páginas.
[9] Clark 1930. Utilizaremos a través el ensayo la equivalencia que ofrece la página U.S. Inflation CoinNews U.S. Inflation Calculator, que opera a base de un índice 2253.0 % para convertir valores de, por ejemplo, 1934 a 2024.
[10] "El Gobierno presenta un marco estratégico de desarrollo económico", Sin Comillas, 25 de mayo de 2022. El enlace para el plan "Propósito" es este. El plan se anunció inicialmente como "marco estratégico" (Giusti 2022). Aparentemente se aprobó en versión final sin mayores cambios.
[11] Lewis 1969, 178. Incluimos el texto original en inglés pues entendemos que la traducción no capta algunos matices de la prosa resuelta de Lewis: The Plan as it emerged envisaged nothing short of a complete rehabilitation program that would attack the central disease of the society rather than play around with its symptoms, as had done the federal relief projects. (1963, 131)
[12] La versión en español no traduce exactamente el texto original en inglés, que lee así: "There is tension quite noticeable among all the people from the lowest all the way through to the top that is most distressing. Anti-American feeling is growing rapidly among all classes".
[13] Sobre la controversia en torno al nombramiento de Alonso, véase Mathews 1970, 88-89; Meléndez Badillo 2021. Alonso era miembro de la Comisión Económica de la Legislatura y representaba al Partido Socialista en la Comisión Económica. Esta fue la comisión que generó el "Plan de la Coalición" en respuesta al Plan Chardón.
[14] Años después, Muñoz evocó su colaboración con el canciller Chardón en esta huelga. "Un día me vino a ver Chardón y me pidió lo ayudara. Me dijo que quería que yo me reuniera con los líderes estudiantiles. Yo le dije que sí, si se podía hacer secretamente". Se reunían "en el sótano del viejo caserón de Valdejully [Valdejulli], cerca de la universidad. Donde está ahora lo que llaman Santa Rita" (Bird Piñero 44-45, citado en Chardón López 2021, I, 47). Sin embargo, Santa Rita no estaba construida aún en 1933 y la Casa Valdejully parece haber sido una casona ubicada frente a la Plaza del Mercado cuya dueña era profesora y administradora de la Escuela Superior de la Universidad (UHS). (Sáez 131, 152, 260; Censo de Población y Social de 1935-36).
[15] Dorothy Winslow Dulles (1894 – 1969) tenía un pedigrí social y político que (como el de Eleanor) era netamente Republicano. Era prima hermana de los hermanos John Foster y Allen Dulles, dirigirían en la administración Eisenhower el Departamento de Estado y la CIA. Dorothy era egresada de Smith College (1915) y obtuvo en 1917 un certificado de la New York School of Philanthropy, la semilla de la Escuela Graduada de Trabajo Social de Columbia. Bourne trabajó de 1917 a 1919 con la Junta Nacional de la Young Women’s Christian Association. Ver su obituario en el New York Times, 19 de abril de 1969. Un hermano de Dorothy, Foster Rhea Dulles (1900-1970) fue un periodista experimentado en China y Japón, luego autor de varias obras sobre Asia e historia de los Estados Unidos.
[16] Según el censo estatal de Nueva York de 1925, la profesión de James Bourne era "agricultor" (farmer), como la mayoría de sus vecinos. Según Mathews, Bourne era manager de una finca grande del área (1970, 130). Estaba activo en organizaciones locales de vaquerías y cultivadores de manzanas y trabajó como metalúrgico (Asenjo 1936-37). Bourne conocía la agricultura de primera mano y a sus 37 años tenía experiencia amplia en el manejo de fincas y de una fábrica procesadora. Sin embargo, pocos elementos de su trasfondo parecían cualificar a James Bourne particularmente para enfrentar los retos que tendría en Puerto Rico.
Sobre Dorothy Bourne, la realidad era otra. Durante la gobernación de Theodore Roosevelt, Jr. y posiblemente por recomendación de su prima hermana Eleanor, Dorothy Bourne (como la llamaremos en adelante) fue invitada a Puerto Rico en 1930 para colaborar en un nuevo proyecto de Trabajo Social rural y organizar un nuevo departamento de Trabajo Social en la Universidad en Puerto Rico. El nuevo programa estuvo ubicado hasta entonces en el Colegio de Pedagogía. Tenía como fin de adiestrar a las y los cientos de trabajadores sociales que las nuevas iniciativas de socorro requerían. Los Bourne se trasladaron a Puerto Rico por motivo de las funciones que Dorothy asumiría en la UPR.
[17] James R. Bourne era oriundo de New Haven, Connecticut, donde su padre Edward Gaylord Bourne era catedrático de Historia Colonial de Hispanoamérica en la Universidad de Yale. Bourne padre era quizá la principal autoridad de Estados Unidos en ese campo de estudios, que entonces era muy nuevo. El libro más conocido de Bourne padre es Spain in America, 1450-1580 (1904; múltiples reediciones). Bourne padre falleció cuando el niño tenía solo diez años. Bourne padre tuvo una relación estrecha con Hiram Bingham III, el "descubridor" de Macchu Picchu (1911). Bingham estudió Historia Colonial de Hispanoamérica bajo Bourne (padre) en Yale. Luego del deceso de Bourne, Bingham lo sucedió en esa cátedra. En 1925 Bingham, Demócrata, fue electo al Senado federal por el estado de Connecticut y presidió su Comité de Territorios y Posesiones Insulares. Desde esa posición Bingham intervino en asuntos de Puerto Rico y tras el paso de San Felipe en 1928, promovió la creación del Hurricane Relief Commission.
James R. Bourne hizo su bachillerato en la Universidad de Yale y sirvió en la Primera Guerra Mundial como teniente de artillería. En 1918 él y Dorothy contrajeron matrimonio. Dos años después Bourne trabajaba como produce clerk en una fábrica en Fairfield, Connecticut. Censo de Población, 1920, Stratford, Connecticut, condado de Fairfield.
[18] Muñoz Marín a Ruby Black, 8 de abril de 1935, Sección 23, Serie 1, Subserie 14, Caja 47, FLMM.
[19] Las "cinco pioneras" eran Cándida Campos, Blanca Canales (la futura líder Nacionalista), Mercedes Moure, Georgina Pastor y Mercedes Vélez.
[20] En 1934-35 Bourne se desempeñó como catedrática asociada, sin sueldo, en la UPR mientras trabajaba en la PRERA. Tras su salida (forzada) de la PRERA en 1935 Bourne fue empleada a sueldo de la universidad como catedrática y directora de adiestramiento en Trabajo Social.
[21] Rosario emigró de niño con su familia a Nueva York donde trabajó en talleres de tabaco desde los 13 años (1901). Al regresar a Puerto Rico fue maestro rural hasta alcanzar la posición de superintendente general (Josefina Rivera de Álvarez, II, 1424). Completó su bachillerato en la UPR en 1930, donde ya enseñaba en el Colegio de Pedagogía, y en ese mismo año realizó un estudio publicado en el Informe Brookings, titulado The Porto Rican Peasant and his Historical Antecedents. En 1930 también, comenzó estudios en la Universidad de Chicago, hacía una maestría en Sociología. Su tesis fue publicada por la UPR en 1935. Luego realizó un estudio para el Negociado de Bienestar del Niño (PRERA) que dirigía Dorothy Bourne (1933). En 1940 publicó su obra pionera sobre el racismo en Puerto Rico, Problemas sociales: el negro, Haití, Estados Unidos, Puerto Rico, en colaboración con Justina Carrión. Su hijo, Charles Rosario, fue un eminente antropólogo y catedrático en la Universidad de Puerto Rico.
[22] Según Bernabe, la huelga duró 17 días, hasta el 5 de enero ("Luchas obreras", 6). Según Long, la huelga se resolvió el 28 de diciembre, "bajo un acuerdo de que se examinaría toda la situación y se haría un esfuerzo en el futuro cercano para buscar algún ajuste" (Carta a Stephen Early, 5 de enero). La huelga portuaria se extendió hasta el 5 de enero.
[23] El memorando de Long continúa: "En otras ciudades, se interrumpió con tachuelas esparcidas por las avenidas principales y, así poncharon más gomas de las que se podían reparar". A los carros estacionados les ponchaban las gomas. Estos recursos sencillos tuvieron efectos rápidos y contundentes: la gente dejó de sacar sus carros a la calle. Memo a Duvall, 27 de marzo de 1934 (traducción nuestra).
[24] Mathews 1970, 112. El documento en cuestión se encuentra en la Biblioteca Presidencial Roosevelt. No ha sido posible identificar este comité, que Mathews menciona fugazmente. En la versión original en inglés, Mathews lo denomina "Citizens’ Committee of 1,000 for the Preservation of Peace and Order" (1960, 112).
[25] Long a Early, 5 de enero; Bernabe, "Luchas obreras", 8-9, ofrece una versión diferente. Se hizo la equivalencia a un valor actual según la fórmula de U.S. Inflation Calculator
[26] La Correspondencia, 2 de enero de 1934, p. 1; Taller 1982, 63.
[27] Ese día Long le escribió a Stephen Early, secretario de prensa, portavoz y troubleshooter de Roosevelt: "Desde hace algunos días se ha producido una huelga en uno de los mayores ingenios azucareros, que parece grave. Si no se soluciona, podría extenderse y acabar en trágicas pérdidas para los trabajadores de esta Isla. Se están haciendo todos los esfuerzos posibles por resolverla" (Long a Early, 5 de enero de 1934). El Día de Reyes Long le escribió a su amigo el senador Carl Hatch (D-NM): "La situación aquí se ha puesto muy mala, de hecho está un poco fuera de control y debería corregirse" (Long a Hatch, 6 de enero de 1934). (Traducción nuestra)
[28] Los líderes de la FLT continuaron su recorrido en automóvil por las zonas cañeras. (Taller 1982, 110) En un recorrido memorable, una de las comisiones de la FLT cruzó el "cinturón azucarero" del noreste en la Carretera Núm. 3 los municipios de Carolina, Loíza, Río Grande, Luquillo y Fajardo. La comisión celebraba asambleas donde los recibieran. Una "comisión" de disidentes de la FLT que impugnaban el convenio les siguió en sus autos y también arengaban a los trabajadores. A lo largo de la carretera, miles de campesinos ondeaban banderas negras.
[29] Sobre la intervención de Albizu en la huelga cañera de 1934, hubo una extensa discusión en los 1980 y 1990. Véase Quintero Rivera 1977; González, 138; Fromm; Taller 1982, 126-7. El debate gira en torno a si las posiciones de clase de Albizu y de los trabajadores cañeros eran tan distantes entre sí que resultaba improbable que Albizu asumiera el liderato del movimiento cañero y le diera un giro hacia el nacionalismo. También se discute si Albizu no estaba demasiado ajeno a las realidades del obrerismo cañero, o si su oportunidad histórica del Nacionalismo había pasado con el inicio del Nuevo Trato. Lo que nos concierne aquí es cuán serio fue el impacto social de las huelgas azucareras de 1933-34 y la intervención de Albizu, en qué medida habían hecho más volátil al país, en conjunto con los boicots a la electricidad y la gasolina; cómo los contemporáneos vieron todas estas movilizaciones. Esos son los puntos clave para nuestro argumento pues ayudan a entender cómo las autoridades y la opinión pública calibraban el momento histórico.
[30] El domingo 14 el gobernador interino Horton y Long se reunieron con altos ejecutivos de la Fajardo Sugar y Aguirre en sus centrales. Long, el emisario del Nuevo Trato, se distanció públicamente de las negociaciones, bajo el argumento de que no podía intervenir porque la NIRA (National Industrial Recovery Act) solo le autorizaba a entrar en conflictos industriales, no en los agrícolas. Los trabajadores agrícolas estaban sujetos, según él, a la Ley de Ajuste Agrícola (Taller 1982, 92; El Imparcial, 12 de enero de 1934). Temprano el domingo 14, en su segunda intervención en el conflicto, Albizu asistió a una asamblea en Arroyo donde los trabajadores aprobaron el convenio y prácticamente expulsaron a Albizu. Albizu tuvo una mejor acogida más tarde ante una asamblea en Fajardo (Taller 1982, 132-33, 139), pero ya una asamblea había acordado regresar a labores el día siguiente. Por la noche Albizu habló en Luquillo. En Ponce, "el punto más débil del frente huelgario", un nutrido mitin nacionalista de 1,500 –no una asamblea obrera– intentaba animar la resistencia (Taller 1982, 110 y 141).
[31] Otro episodio que podría ayudar a "tomar la temperatura" de mediados de enero de 1934, resulta enigmático. Con la huelga en declive, el 17 de enero Albizu Campos y el coronel Francis Riggs sostuvieron una reunión almuerzo de dos horas en el Escambrón Beach Club del Hotel Normandie (Taller 1982, 160; Rosado, 215-16; El Imparcial, 19 de enero de 1934). Se les unió por parte de las dos horas, Félix Benítez Rexach. El legendario industrial que negociaba de tú a tú con Trujillo era propietario del Normandie, amigo cercano de Albizu y donante importante a la causa nacionalista. Los temas en controversia sobre este encuentro incluyen: (1) quién había tomado la iniciativa de convocar la reunión: ¿Riggs, Albizu vía Benítez Rexach, o Benítez Rexach mismo? (2) ¿cuál era el objetivo de Albizu al reunirse, y cuál el de Riggs? (3) la dinámica de la reunión, ¿fue cordial o tensa? (4) ¿qué hablaron sobre el convenio FLT-APA y la huelga? (5) ¿la reunión resultó en algún acuerdo? (6) ¿qué consecuencias tuvo para la huelga? Al aquilatar estas posibilidades, hay que tener en cuenta que Riggs jugó o intentó jugar un rol mediador el 3 de enero en Aguadilla y que a mediados de enero ya Gore había sido destituido y solo había un gobernador interino. Riggs no era exactamente el personaje que ha trazado la historiografía. Tras vivir una semana de huelgas, Long escribió: "Este lugar necesita un gobernador fuerte, y por lo que me dicen un nuevo Jefe de la Policía". ("This place needs a strong governor, and from what they tell me a new Chief of Police".) Long, Carta a Carl Hatch, 6 de enero de 1934 (traducción nuestra; énfasis suplido). El propio Long aspiraba a que lo nombraran gobernador, según él admite en la carta.
El mismo 17 de enero, los trabajadores de Humacao se fueron en huelga a destiempo y también pidieron la intervención de Albizu. Al otro día Albizu viajó al este, donde únicamente la huelga continuaba (aparte de Yabucoa, donde los trabajadores estaban divididos). Cabe preguntarse si el mensaje de Albizu a los huelguistas del este (más allá de sus pronunciamientos públicos) fue de mantener la militancia o de cortar por lo sano y reconocer que la ola huelgaria terminaba. La realidad es que en dos días la huelga se disipaba.
[32] Roosevelt se había reunido tres días antes con Dorothy Bourne. Al presidente no le atraía hacer una destitución a tan pocos meses de Gore comenzar su término y le incomodaba la virulencia de los ataques contra el gobernador, que Roosevelt consideraba como una persona capaz y bien intencionada. En todo caso los mensajes que recibía sobre el gobernador eran contradictorios. Roosevelt quizá enfatizaba otros temas como forma de desviar el tema de Gore.
[33] Las referencias a ‘Plan’ son a la traducción de Plan Chardón en este libro, págs. 229-433. Bernabe sostiene que Muñoz introdujo un el argumento sobre la necesidad de compensación de parte de Washington en agosto de 1934, en un momento de crisis por no haberse iniciado los pagos bajo la AAA y en defensa del Plan Chardón (1989, 235). En esa coyuntura se habría radicalizado su crítica a los Estados Unidos. Sin embargo, el argumento de compensación ya estaba presente en pronunciamientos públicos de Muñoz de enero de 1934.
[34] El escenario de Puerto Rico en 1933-34 tuvo as y contrastes interesantes con Cuba. En los "ien días" cubanos a lo largo del otoño de 1933, el Gobierno Revolucionario Provisional se comprometió formalmente con una reforma agraria que le otorgara a los campesinos los títulos legales de sus tierras. Las reformas se implantaron solo parcialmente debido al golpe militar encabezado por Fulgencio Batista, que había formado parte de la coalición inicial del GRP. Tras tomar el poder, Batista promovió un "Plan Trienal de reconstrucción económica y social" (Pérez 278). Este plan tenía algunas afinidades con el Plan Chardón (Burrows 2014, 260-62). Bajo el "Plan Trienal". se repartieron miles de hectáreas de tierras del Estado y realengas (antiguas tierras comuneras sin título cierto). Se concedía a los campesinos el título de hasta 13.3 hectáreas (33 acres) si las ocupaban por al menos seis años y se aprobaron protecciones significativas para los "colonos pequeños". Se consideraban "colonos pequeños" los que producían menos de 330 toneladas de azúcar (Thomas 708-9) y que detentaban unas 5 hectáreas o 12 cuerdas (asumiendo 70 toneladas por hectárea). Además, se simplificaron los métodos para calcular la proporción respectiva de azúcar que correspondía al colono y a la central; y se garantizó que los colonos que ocupaban tierra arrendada a las centrales no serían desahuciados. Esta última fue una medida de especial trascendencia ya que en Cuba había 1.5 millones de acres arrendados bajo este concepto.
Entre las experiencias de reforma agraria en América Latina, la más notable fue la de México. Las reformas agrarias en Europa Central y Oriental interesaron particularmente a Fernández García. Urge un análisis que compare a Puerto Rico con estas experiencias, como también trabajos más conceptuales que analicen esos procesos en a la modernización y al desarrollo capitalista.
[35] En su texto original la Ley AAA afectaba únicamente a las firmas que hacían el procesamiento primario dentro de los Estados Unidos, el first domestic processing, fuese azúcar doméstica o importada. Sin embargo, al incluir el azúcar bajo la Ley AAA, la enmienda Jones-Costigan también amplió el significado de procesamiento primario doméstico para incluir expresamente todo procesamiento que resultara directamente en azúcar para consumo directo (sec. 2). El propósito de ampliar el alcance del impuesto era impedir que se "piramidara" el impuesto de procesamiento y así prevenir un enriquecimiento injusto.
[36] La cita oficial es Pub. L. 73-213, 48 Stat. 670. El mismo 9 de mayo salió el informe de la Comisión Tarifaria y Roosevelt emitió una proclama reduciendo la tarifa sobre azúcar cubana de 2 centavos por libra a 1.5 centavos (Mathews 1960, 146; Cong. Record, Senate, 6982; Cong. Record, House, 7057). La ley se hizo retroactiva desde el 25 de abril de 1934. Se le hicieron al texto de la ley unas revisiones de forma de última hora y se aprobó en forma final el 10 de mayo. El Presidente Roosevelt firmó el proyecto con cambios finales el 12 de mayo.
[37] Dietz 147; Carta del 16 de marzo de 1934 de Tugwell a Wallace, citada en Mathews 1970, 159; El Mundo, 27 de marzo de 1934, 1.
[38] La venta de las propiedades de la UPRSC presentaba, en efecto, una oportunidad única. La UPRSC se formó en 1926 como producto de la adquisición de cinco centrales medianas y pequeñas. Su eje era la Central Santa Juana en Caguas, originalmente de propiedad belga, e incluía también (en orden de su importancia) las centrales Pasto Viejo, Juncos, Cayey y Defensa, más tierras en Vieques que antes fueron de Playa Grande. Si hubiera sido una sola central, la UPRSC hubiera estado en cuarto lugar en Puerto Rico. De los 31,300 acres de la UPRSC, 18,000 acres estaban cultivados en caña. Su molienda anual en 1933 fue 947,466 toneladas, con una producción de 108,053 toneladas de azúcar (Gilmore 1934). Las centrales de la UPRSC estaban conectadas por ferrocarril y la caña cortada en las tierras o colonias de una central podía pasar a otra. En promedio, un 50 % de la producción cañera de la UPRSC provenía de sus colonias (Gilmore 1932-33, 122). "Las fincas tributarias de esta central no se limitan estrictamente a la zona alrededor del ingenio, ya que las colonias de la United Porto Rico Sugar Company suplen a las diversas centrales –Defensa, Santa Juana, Juncos, Cayey y Pasto Viejo– más bien que de alguna en particular" (Gilmore 1932-33, 174; traducción nuestra). Las propiedades de la UPRSC estaban valoradas en unos $5 millones; en el proceso de quiebra, el tribunal confirmó su venta en $3.5 millones.
[39] Earl Parker Hansen, que dirigió la División de Planificación de la PRRA, comentó en una carta de 1942 que había conocido a Fernández García en 1934 "cuando estaba elaborando casi sin ayuda de nadie el ahora famoso Plan Chardón, por el que Carlos Chardón recibió el crédito y que Ernest Gruening luego saboteó hasta lo último". (Muñoz Marín 1982, 115). Como ilustración, anotamos que el total de daños estimados por motivo de San Ciprián fue de $40 millones. En dólares de 2024, la aportación federal estaría entre $540 y $940 millones. U.S. Inflation Calculator )
[40] Carta de Earl Parker Hansen a Max Putzel, Coordinador de Asuntos Interamericanos, 29 de junio de 1942. Archivo personal, Ing. Rafael Fernández Seín (traducción nuestra).
[41] Maldonado 1958, 34. Landrón luego sería muy crítico de las propuestas del Plan Chardón. El Mundo, 14 de agosto de 1934, 1.
[42] Mathews 59. En otro golpe de suerte, el secretario adjunto de Agricultura, Rexford Tugwell, aunque no fue parte de la visita de Eleanor, había estado en el mismo avión con su propio equipo de expertos en uso de la tierra". Maldonado 2020, 125
[43] Con aparente deliberación, las periodistas apenas mencionaban a Hickok en sus reportajes y ella no aparece en las fotos tomadas en el viaje. "Las periodistas escribieron con entusiasmo sobre la agotadora agenda de Roosevelt, pero apenas mencionaron la presencia de Hickok, quien las acompañó en su calidad de investigadora principal de los programas de ayuda del New Deal" (Beasley 2012, 76; énfasis suplido; traducción nuestra). En particular, Hickok no aparece en la foto más conocida de la señora Roosevelt con el cuarteto de periodistas.
[44] Samuel Schullman era un agente del Servicio Secreto que además fue el fotógrafo extraoficial del viaje. Presumiblemente, William Hoff era también agente del Servicio Secreto. No contamos con una foto grupal de la delegación Tugwell; solo con fotos de Tugwell y Silcox en tránsito en Pan American.
[45] John Franklin Carter (1897–1967) era un periodista, columnista y novelista. Ver su obituario en el New York Times, 28 de noviembre de 1967, 47. El obituario lo identifica como "a close friend and confidant of President Franklin D. Roosevelt". Fue autor de más de treinta libros bajo varios seudónimos, principalmente "Jay Franklin". Desde 1932, Carter asesoraba informalmente al presidente Roosevelt. En marzo de 1934 cuando Carter fue a Puerto Rico no se le identificó como empleado de una agencia. Aparentemente estaba en transición entre Casa Blanca y Agricultura pues luego en ese año aparece trabajando en la oficina del Subsecretario recién nombrado, Tugwell. En el mismo 1934, Carter publicó The New Dealers bajo el pseudónimo "The Unofficial Observer" y en 1935 American Messiahs (Carter 1934, 1935). Ambas obras, elogiosas y entusiastas ante el Nuevo Trato, son unas referencias parcializadas aunque penetrantes sobre la época.
En The New Dealers, Tugwell aparece como una figura admirada y protagónica. Carter ofrece ahí lo que debe ser uno de los perfiles más entusiastas de Tugwell. Con relación a Puerto Rico, Carter haría varias gestiones significativas en 1934-35 a favor del Plan Chardón y de su implantación incluyendo convencer a Santiago Iglesias que acogiera de buen grado el plan (Mathews 170). Mathews además caracteriza a Carter como el confidential sympathizer de Chardón en Washington en los meses tras la formulación del plan (195). La fascinante trayectoria de Carter incluyó servicios de inteligencia sumamente delicados después de la Segunda Guerra Mundial con relación a exnazis.
[46] En aquella época, los hidroplanos Pan American viajaban a las Antillas Mayores e Islas Vírgenes los sábados, lunes y jueves. Después del lunes no había un vuelo regular hasta el jueves. Esto sugiere que Tugwell, que estaba en Miami desde el sábado y pasó por alto el vuelo regular del lunes, planificaba desde un inicio tomar el vuelo especial el martes.
En Puerto Rico se le unirían dos funcionarios del Departamento de Agricultura federal, Frederick Bartlett y James Dickey. Bartlett, un economista fue asistente de Tugwell en Columbia. Tendría una trayectoria extensa en Puerto Rico en los 1930 y 1940. Cuando Tugwell fue nombrado subsecretario de Agricultura en mayo de 1934, nombraría a Bartlett asistente del subsecretario y desde esa posición Bartlett intervino frecuentemente con el manejo federal del Plan Chardón. Tugwell identifica a Dickey con la industria del tabaco por su labor en la AAA, pero la trayectoria de Dickey en cuanto a Puerto Rico se relacionaría ante todo con la AAA y el azúcar. Dickey había formado parte del grupo de investigadores que recién elaboró el Informe Brookings. En 1929 Dickey condujo un estudio de 36 colonos –con fincas de menos de 10 acres hasta más de 200– en un distrito cañero de la costa norte (Clark 622-26).
[47] Así lo constatan los manifiestos de vuelo (disponibles en Ancestry.com), unas reseñas con fotos en la revista Pan Am Air Ways, los partes en El Mundo y la crónica de Tugwell en su Diario y en La tierra azotada. Manifiesto de vuelo, Departamento del Trabajo, Servicio de Inmigración.
[48] Tugwell 2010, 24 (traducción nuestra). El original en inglés es más directo: "No one believed it afterward, but the fact that we had determined on a trip to the Caribbean possessions so closely to the same time that we traveled on a plane together was pure coincidence. She was not as famous then as she afterward became either as a lady with an interest in all unfortunate folk or as a persistent traveler". (1947, 27)
[49] Como quiera que sea, Tugwell apunta en La tierra azotada que le convenía no formar parte de la comitiva porque así la atención se enfocaría en Roosevelt. Así él tendría mayor libertad de movimiento y para formar "juicios político económicos". Había una razón adicional. Tugwell enfrentaba acusaciones de "socialista" de parte de los conservadores estadounidenses, que lo llamaban Red Rex. El "niño símbolo" del Nuevo Trato en la administración Roosevelt mantenía una trayectoria en ascenso en Washington. Como escribió Tugwell en su diario, a la altura de marzo de 1934: "Muchos congresistas odian al Nuevo Trato peor que nunca y yo estoy todavía en el centro de sus disparos" (1992, 104). En Puerto Rico la Coalición estaba en alerta en cuanto a las movidas de Casa Blanca.
En cuanto a lo que recordaba Black, su criterio tampoco es concluyente. En su biografía de Eleanor Roosevelt, Black observa únicamente que el viaje facto conjunto Roosevelt-Tugwell "no se planificó así", lo cual deja abierta la posibilidad de que en el camino hubiera cambios concertados. La correspondencia entre Muñoz Marín y Black así lo sugiere. En 1940 al escribir la biografía de Roosevelt, Black también tenía sus razones para no profundizar en el tema; tanto por la discreción que le debía a Roosevelt como por razones políticas en cuanto a Muñoz Marín.
La "pura coincidencia" es solo una de tres versiones que Tugwell ofrece. Según esta versión, Tugwell no se enteró del viaje de la primera dama hasta el mismo día en que partieron; o incluso hasta abordar el avión. La razón que ofrece Tugwell en Tierra azotada para desconocer del viaje de Roosevelt –que ella no era tan famosa como lo sería años después no es creíble. La primera dama salía en su primer viaje fuera de los Estados Unidos durante la presidencia de su esposo; Tugwell era un asesor estrecho de Casa Blanca, más allá de su posición oficial en el Departamento de Agricultura; y en esas semanas su área de trabajo incluía precisamente a Puerto Rico, debido al cambio drástico en la estructura tarifaria del azúcar (Tugwell 2010, 25).
Una segunda versión surge de las entradas detalladas que Tugwell hizo para marzo de 1934 en su diario (1992). Según esta versión, "uno o dos días antes" de salir de Washington Tugwell se enteró del viaje de la Primera Dama y que ella viajaría el mismo día y en el mismo avión. "A day or two before leaving I discovered that Mrs. Roosevelt would be on the same Pan American plane out. It was pure coincidence, but it may not be so bad if the Politicos concentrate on her and leave me relatively free" (Tugwell 1992, 96; énfasis suplido).
Pero hay una tercera versión, que aparece en el diario de Tugwell: que la decisión de enviarlo a él a Puerto Rico surgió casualmente durante un almuerzo con el presidente Roosevelt. "Almorzando un día con el Presidente le hablé sobre esto [el "plan azucarero"]. Él me exhortó a que lo llevara a cabo. Acordé con varias personas del Departamento para que vinieran conmigo, logré que el Secretario [de Guerra] Dern me enviara oficialmente y estoy de camino" (1992, 96; traducción nuestra). Esta tercera versión también tiene sus dificultades. La fecha del almuerzo no se precisa pero el contexto sugiere que unos días antes del viaje a Puerto Rico. Tendríamos que creer que desde mediados de febrero cuando se programó el viaje de Eleanor Roosevelt, ni el presidente ni su esposa habían tenido la oportunidad de informarle a Tugwell del viaje.
La insistencia de Tugwell a posteriori en que fue por azar o improvisadamente que coincidió con la Primera Dama en Puerto Rico –lo supiera o no unos días antes de salir de Washington– puede deberse en parte a su relación con la señora Roosevelt. Cuando Tugwell publica Tierra azotada (1946) ella era una personalidad internacional mucho más conocida por derecho propio que en 1934. Así lo destaca Tugwell. Más allá de su fama personal como celebridad, Eleanor Roosevelt era delegada de los Estados Unidos a la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde se comenzaba a discutir el caso de Puerto Rico y donde la señora Roosevelt timoneó la aprobación de la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948). En 1946 Tugwell salía de una gobernación polémica en Puerto Rico y querría evitar imputaciones de duplicidad contra la señora Roosevelt y contra él mismo, por frívolas que fuesen, y que hubo un esfuerzo coordinado para imponer un plan de desarrollo que muchos relacionaban con el "socio menor" de Tugwell gobernador, Luis Muñoz Marín.
[50] Colección Ruby Black. Centro de Investigaciones Históricas, Universidad de Puerto Rico-Río Piedras. Carta de Ruby Black a Muñoz Marín, 7 de febrero de 1934; Cartas de Black a Muñoz y Muna Lee, 10 de febrero de 1934; Carta de Black a Muñoz, 24 de febrero de 1934.
[51] Carta de Black a Muñoz, 14 de febrero de 1934.
[52] La señora Roosevelt y su grupo visitaron San Juan, Ponce, Mayagüez, San Germán, Fajardo, Humacao y cruzaron en auto otros pueblos; recorrieron, a pie y en auto, los mayores barrios marginados de San Juan, donde vieron "casas levantadas con despojos del huracán de 1932", "fangosos callejones" y "chozas de seis por nueve pies" (Mathews 1970, 159, citando a Black); visitaron escuelas, fábricas, talleres de aguja, hospitales, sanatorios, la Escuela de Medicina Tropical y la Universidad de Puerto Rico; las oficinas de la PRERA; y una central azucarera, Mercedita. Son significativos los lugares que la señora Roosevelt, Tugwell y sus grupos no visitaron, y que típicamente eran parada obligada de los burócratas de visita: las centrales corporativas estadounidenses. Dorothy Bourne, "que sabía muy bien las cosas que [Roosevelt] quería ver", acompañó a la primera dama. Roosevelt y su comitiva visitaron el este de la isla a la vez que Tugwell pero separadamente (viernes 9 de marzo). Ambos grupos dieron recorridos separados al oeste y suroeste el 12-13 (El 10 fue la mesa redonda en Fortaleza). Tugwell extendió su recorrido hasta el 14, e incluyó parte de la Cordillera Central.
[53] Esa noche, como antesala de la reunión del día siguiente, Tugwell se reunió en Fortaleza a puerta cerrada por hora y media con Antonio Barceló, Miguel Guerra Mondragón y Muñoz Marín. Chardón no estaba presente. Tugwell lo caracterizó como un encuentro informal, era "solo para darle una oportunidad de que ventilaran sus puntos de vista". No fue tan informal. Esa noche, Tugwell escuchó –de la boca de Muñoz Marín, suponemos– la propuesta del "programa azucarero" que Chardón haría el día siguiente. Probablemente se lograron unos entendidos políticos. "[P]resentamos el problema económico y sus soluciones al subsecretario Tugwell" (Muñoz Marín 2005, 297). Tugwell anotó en su diario: "Tienen un plan un tanto complicado para apoderarse de las propiedades de la United Porto Rico Sugar Company, intercambiando parcelas de 50 acres por propiedades marginales en otros lugares, logrando así la división de la tierra, la reducción de la superficie cultivada con caña y la abolición de la propiedad ausentista. Vale la pena investigar más a fondo" (Tugwell 1992, 100; traducción nuestra). Y Muñoz añade: "Recuerdo una frase muy alentadora del doctor Tugwell que dijo: ‘lo mejor que he encontrado en Puerto Rico es que ustedes no le tienen miedo a las ideas ni temen hacer cosas nuevas’" (Maldonado 1958, 37-38; citado en Chardón López 2021, I, 128).
[54] A la mesa redonda no fueron convocadas figuras políticas, pero la mayoría de los participantes se identificaban con el Partido Liberal o con la Coalición. Muñoz Marín, que pudo haber sido invitado, no participó para evitar un matiz político indebido. Prudencio Rivera Martínez, Comisionado del Trabajo y líder de la FLT y el Partido Socialista, fue la única representación del sector obrero. Probablemente era una sesión demasiado numerosa y heterogénea para un cónclave deliberativo, pero era al menos un público adecuado para representar cierto espectro de opiniones… fuera del Nacionalismo, claro está. Una ausencia significativa fue la de Edmundo Colón Frías, exdirector de la Estación Experimental Agrícola, excomisionado de Agricultura, y de Francisco López Domínguez, entonces director de la Estación Experimental; ambos asesores principales de la Coalición en temas agrarios y probables coautores de facto del Plan de la Coalición.
[55] Dorothy Bourne dirigía la División de Bienestar Social de la PRERA y el programa de Trabajo Social que recién había fundado en la UPR. Su insumo en la reunión era más que pertinente. Los Bourne habrían captado que Tugwell y aún su amiga Eleanor Roosevelt, se inclinaban hacia una reconstrucción estructural con base local. En esas circunstancias, los Bourne de momento optaron por una especie de repliegue estratégico. Ello a pesar de que la mesa redonda parecería ser un escenario idóneo para presentar las propuestas que James había sometido a Casa Blanca en noviembre y que Dorothy había transmitido directamente al presidente Roosevelt. La participación de James Bourne en la reunión se limitó esencialmente a presentar el censo económico y social, y a subrayar la importancia de investigaciones ulteriores.
[56] Mathews destaca la importancia de la reunión y utilizó la memoria de esta en su análisis, pero no destaca matices importantes, por ejemplo, el nivel de interés mostrado por la señora Roosevelt y el calibre de sus preguntas; el contrapunteo entre Chardón y Menéndez Ramos en cuanto al proyecto azucarero; y la relación entre las posiciones de Chardón en la reunión y el Plan Chardón tal como fue articulado finalmente. Como establece Mathews, la reunión fue importante porque allí se presentaron los principios básicos del Plan Chardón, formalmente ante una audiencia de funcionarios y técnicos puertorriqueños y estadounidenses. Más aún, la reunión fue valiosa como reflejo del espectro de opinión en torno a las opciones de desarrollo económico de Puerto Rico. Las diferencias existían ante todo entre los mismos puertorriqueños: principalmente entre Chardón y Bird, con Menéndez Ramos entre ambos, aunque inclinándose eventualmente hacia el plan que Chardón propuso ese día.
[57] La memoria de la reunión identifica a Helen Tooker como "Chairman, Economic Survey for Civil Works and Relief". Hay poca información sobre Helen Violette Tooker (1894-1983), una figura de relieve en la PRERA y luego como periodista. Tooker fue compañera de clase de Dorothy Dulles (luego Bourne) en Smith College, clase graduanda 1915. Véase el anuario de Smith College de ese año, en línea. Este ángulo denota más vínculos de élite del noreste de los EE. UU. Estados Unidos en el gobierno colonial en Puerto Rico. Tooker trabajó luego como periodista en El Mundo, donde hizo varios reportajes importantes (Sepúlveda 2005). Residió en Puerto Rico por muchos años, hasta su muerte en 1983.
[58] Se adquiriera o no la UPRSC, u otra central corporativa, la estructura de esta corporación ofrecía un escenario idóneo para visualizar las propuestas del Plan Chardón. Su configuración descentralizada combinaba varias centrales de una región medular Juncos-Gurabo-Caguas-Cayey que estaba dotada de una muy activa producción agraria y de una tenencia de tierra muy diversa (Solá 2011). Era un contexto idóneo para la estructura de producción que anhelaba el plan azucarero. El modelo ideado en torno a la UPRSC era aplicable a otros casos siempre que hubiera suficientes tierras para lograr la permuta con tierras cañeras fértiles ("buenas tierras cañeras") y, de parte de los colonos, suficientes tierras marginales para establecer las fincas de subsistencia. El plan ubica estas posibles adquisiciones en la costa norte, región donde las centrales generalmente tenían un alto porcentaje de colonos y donde el propio National City Bank contemplaba adquirir casi todas las centrales.
[59] El modelo sería la recién formada (y no muy exitosa) "Virgin Islands Company" incorporada recientemente en St. Thomas. En cuanto a las tierras de las centrales adquiridas, se repartirían 18,000 acres de buenas tierras cañeras de la UPRSC (de sus 31,000 acres en total) entre 360 pequeños colonos (a 50 acres por colono) que venían cultivando caña en tierras marginales. Las tierras cañeras se permutarían en una extensión al menos doble (en proporción de 2:1) por tierras marginales. Estas tierras marginales hasta ahora en manos de colonos sumaban también unos 18,000, partiendo de la premisa de que las tierras de administración de la UPRSC tenían aproximadamente la misma extensión (18,000 acres) que las tierras de sus colonos. Para realizar las permutas, se seguiría "algún tipo de procedimiento administrativo aprobado por algún tipo de comisión técnica" (14). Las centrales de la corporación semipública pagarían por la caña que adquiriesen de sus colonos.
Bajo este modelo, el "pre-Plan Chardón", por llamarlo así, estimaba que la corporación distribuiría 45,000 acres para fincas de subsistencia, a razón de 15-25 acres por agricultor. Estos agricultores estarían sujetos a un proceso de selección con la asesoría de trabajadoras sociales, y tendrían adiestramiento bajo una Comisión de Hogares (Homestead Commission) con intervención federal (Minuta, 14). Se distribuirían también los 13,000 acres de tierras marginales adquiridos de la UPRSC (que incluirían áreas de pasto), lo cual haría posible repartir 500-900 parcelas adicionales. Las centrales adquiridas pagarían por la caña que adquiriesen de sus colonos.
[60] Tugwell 2010, 49. Mathews no detalla el recorrido de Tugwell por el oeste y suroeste. Cuando Mathews publicó La política puertorriqueña y el Nuevo Trato, no estaba disponible el diario de Tugwell. Mathews únicamente señala, con algo de exageración, que Tugwell hizo "visitas extendidas a varios puntos de Puerto Rico". Otra fuente en cuanto a estos recorridos, tres cartas en manuscrito de Tugwell, son menos informativas en cuanto al trayecto como tal, pero había volúmenes sobre el pensar íntimo de Tugwell. Dos de las cartas fueron dirigidas al secretario de Agricultura Henry Wallace y otra al secretario del Interior, Harold Ickes. Mathews comenta brevemente estas cartas, que describe como "muy reveladoras" (1970, 162). Tugwell hace recomendaciones sensatas sobre la necesidad de cambios estructurales en Puerto Rico y la necesidad de industrialización, pero enfoca la vivienda como una necesidad mayor que la reforma agraria y relaciona la necesidad de vivienda con el tema del crecimiento poblacional.
En relación con el crecimiento poblacional, Tugwell pronostica en su segunda carta a Wallace –y desde una mirada cargada de racismo– una emigración masiva desde los territorios del imperio. Lo escribió en su último día en Puerto Rico poco antes de volar a St. Thomas (16 de marzo). "Me disgusta pensar que nuestra decreciente fertilidad tenga que compensarse por esta gente. Pero es probable que así sea. Me parece, ciertamente, que nuestro dominio de los trópicos aumentará la inmigración desde aquí, y la próxima oleada de pobretería… que sucederá a los irlandeses, italianos y eslavos… será la de esta gente de mulatos, indios y españoles al sur de nosotros. Son pobre material pobre para la organización social, pero tendremos que contar con ellos". Carta de Tugwell a Wallace, 16 de marzo de 1934, citada en Mathews 163. Ver el original digitalizado. NARA. Record Group 16, Caja 2056. Chardón supo de la preocupación de Tugwell con el tema de vivienda y le contestó en una carta a Tugwell del 29 de marzo: "La cuestión de proporcionar viviendas a nuestros pobres es importante, pero no profundiza en las causas de nuestro malestar económico". El Plan Chardón igualmente reenfocará tema de población.
[61] Durante su visita en Puerto Rico Tugwell se reunió en algún momento con James Bourne (no lo registra en su diario o en Tierra azotada). Le dijo a Bourne "que le gustaría ver los proyectos que pudiera tener la PRERA para ampliar los programas de ayuda de urgencia en Puerto Rico". Bourne intentó continuar la comunicación con Tugwell cuando los comisionados habían comenzado su trabajo en Washington. El golpe final de parte de Tugwell puede ser una carta del 31 de mayo (cuando ya el "Puerto Rico Policy Committee" estaba en funciones en Washington) donde Tugwell responde a varias recomendaciones y preguntas de Bourne sencillamente refiriéndolo a Chardón. Bourne de inmediato se quejó a Harry Hopkins, el director de FERA. Hopkins le comentó a Tugwell que Bourne estaba visibly upset. (Carta de James Bourne a Rexford Tugwell, 22 de mayo de 1934; Carta de Tugwell a James Bourne, 31 de mayo). (NARA, Record Group 16, Caja 2056.Carta de Hopkins a Tugwell, 14 de junio de 1934). Bourne dará la batalla hasta 1936, formando alianza con Gruening.
[62] Entre sus ataques al Plan Chardón en 1935, la Asociación de Productores de Azúcar recordaría las conclusiones del Informe Brookings y plantearía que Dickey fue parte del equipo autor; en realidad fue uno de varios investigadores. El autor principal era Victor Clark. Fernández García conocía de un informe separado de Dickey para la Brookings que no fue publicado, "el "informe original de Dickey sobre la industria azucarera". El informe fue, aparentemente, adverso al latifundismo azucarero y estaba en los archivos del Departamento de Interior. "Trata de conseguir que el Departamento del Interior publique el informe original", propuso Fernández García (Carta de Fernández García a Chardón, 15 de julio de 1935, 2. Colección Fernández Seín).
[63] Según recordaba Chardón: "El sumarnos a Menéndez Ramos fue para mí una gran alegría. Él es un técnico de gran calibre, recibido varios recortes de Puerto Rico comentando su salida. "El del Imparcial se aproxima a la verdad lo más con envidiable experiencia en la caña y profundos conocimientos en café. Menéndez Ramos y yo hemos sido amigos como pocos los hay. Entre nosotros no existen diferencias de partido. Su endoso al Plan robusteció enormemente nuestra posición en Washington. El también, es justo confesarlo, ha sido el autor del proyecto cafetero, y otros muchos aditamentos que completaron diversos detalles de nuestros informes" (Maldonado 1958, 34).
[64] El documento donde aparecen estas opciones era del 21 de marzo de 1934 y se titulaba "Outlines of Plan Being Developed"; citado en la nota calce al 57 (Mathews 187). Se supone que se encuentre en un expediente de Fred Bartlett en el Record Group 126 (Oficina de Territorios, Departamento del Interior).
[65] Tugwell haría otras propuestas a Roosevelt en verano de 1934 en un informe realizado a petición del presidente, Report on American Tropical Policy. El documento, inédito, se encuentra en la Biblioteca Roosevelt; Rodríguez lo comenta (2002, 162-63). En su informe, de miras históricas muy amplias, Tugwell buscó articular un destino común y mutuamente beneficioso para los EEUU y sus territorios tropicales; por cierto mientras se estancaba el Plan Chardón en el Comité Interdepartamental.
[66] Es cierto que "antes de transcurrir un año, el subsecretario estaría dirigiendo la Administración de Reinstalación [Resettlement Administration] la cual, considerados los debidos ajustes para Puerto Rico, era básicamente el mismo programa que había esbozado el doctor Chardón" (Mathews 162). Sin embargo, la articulación de industria en gran escala (las centrales semipúblicas) con agricultura de subsistencia estaba ausente del modelo del Resettlement Administration (que traducimos como "Administración de Reasentamiento Rural") era más que un ajuste para Puerto Rico, era un modelo conceptual diferente.
[67] Carta de Ruby Black a Muñoz Marín, 27 de abril de 1934. Citado en Mathews, 187 n. 66. Mathews también cita un escrito de Carter, "Pasos inmediatos sugeridos para la aplicación de la Ley Azucarera" (sin fecha) que Mathews localizó entre los documentos de Oficina de Territorios del Departamento de Interior en el Archivo Nacional
[68] En el ínterin, el 10 de abril Chardón le escribió una carta interesante (e inédita) al exgobernador Theodore Roosevelt Jr., a quien le unían lazos de amistad. Roosevelt había regresado el año antes de su término como gobernador general de Filipinas. "Querido Don Teddy", escribió Chardón, "el secretario Tugwell y J. A. Dickey han estado aquí estudiando los problemas agrícolas de la isla y formulando planes futuros". A continuación, Chardón expuso sucintamente el plan de ajuste propuesto un mes atrás en la mesa redonda en Fortaleza, incluyendo la compra de cinco centrales (que Chardón en esta ocasión dice que se reducirían a cuatro) y la creación de una corporación en la línea del Virgin Islands Company. En su respuesta (16 de abril) Roosevelt aplaudió el plan y ofreció su apoyo en Washington. Su única sugerencia era que se prohibiera la venta o enajenación de las tierras obtenidas por un término "suficientemente largo como para que desarrollaran un apego a la tierra". Roosevelt subraya su perspectiva: "Estoy convencido del valor de las fincas de subsistencia en tierras marginales". Carta de Chardón a Theodore Roosevelt, Jr., 10 de abril de 1934; Carta de Roosevelt a Chardón, 16 de abril de 1934. Colección Chardón, Archivo Fundación Luis Muñoz Marín, Caja provisional 1.
[69] La decisión no se divulgó públicamente hasta julio de 1934, poco después de la visita del presidente Roosevelt a Puerto Rico. Tomaría efecto el 28 de julio. El traslado se efectuó por encima de oposición del Departamento de Guerra, que tenía a uno de los suyos, el General Winship) gobernando a Puerto Rico (como quiera, casi le seguiría otro, el Almirante Leahy). La demora en anunciarlo se debió en gran parte a la indecisión del presidente Roosevelt en hacer el traslado al Departamento de Estado, el Departamento del Interior o (como las Islas Vírgenes) a la Marina.
[70] Sobre el First National City Bank en Cuba, ver Ayala 1999, 217. En Cuba se dio a finales de la Primera Guerra Mundial un proceso veloz y en mucha mayor escala de adquisiciones de múltiples centrales por capital financiero (Ayala 1999, 189-91).
[71] Carta de Chardón a Tugwell, 29 de marzo de 1934. NARA. Record Group 16. General Records of the Office of the Secretary of Agriculture 1879-1981. Records of the Commissioner and Secretary of Agriculture. Box 2056. Puerto Rico. 1934.
[72] Cable de Weaver a Fernández García ordenando proceda a Washington 26 abril 1934. Archivo Personal Fernández Seín.
[73] El Imparcial reportó el 30 de abril que (por razones que desconocemos) no se le entregó a Fernández García la autorización de viaje de la AAA el 26 de abril. Desde Washington Fernández García le escribió a su hermana María el 5 de mayo y le comentó que Muñoz recibió varios recortes de periódico de Puerto Rico; lo publicado en El Imparcial "se aproxima a la verdad lo más posible". Carta de Rafael a María Fernández García, 5 de mayo de 1934. Archivo Fernández Seín.
[74] Chardón López 2021; I, 170. Los Dupont Circle Apartments, un apartment hotel muy frecuentado en los años treinta por visitantes de Puerto Rico con asuntos en la capital federal. Estaba ubicado entre la calle 19 y Connecticut Avenue, en el lado sur del Dupont Circle y a unas doce cuadras de Casa Blanca. Era a principios de los 1930 un edificio de doce pisos muy moderno. Allí se hospedaron en esos meses de 1934 y en 1935 Muñoz Marín, Jesús T. Piñero y el periodista Teófilo Maldonado, que ocupaban apartamentos contiguos a los de Chardón y Fernández García. Muñoz Marín se conocía en son jocoso como "el cuarto miembro del Comité Chardón" y Piñero como el "quinto" (Maldonado 195, 21). En 1935 Chardón se mudó "al apartamento de DuPont Circle que compartían los Liberales" (Chardón López 2021; I, 170).
[75] El Hotel Ambassador era un hotel sin lujos; se anunciaba como "una parada para viajeros experimentados".
[76] En una carta de 1935 a Chardón, el Fernández García anotó jocosamente sobre Winship "envíenlo a la Indo-China". Carta del 15 de julio de 1935. Colección Fernández Seín.
[77] En una carta a su hermana, Fernández García compartió sus inquietudes sobre el rol de Winship: "El gobernador, Menéndez, Chardón y yo hemos sido nombrados miembros del ‘planning board’, miembros efectivos los últimos tres. El gobernador será, sin embargo, quien pondrá los planes en acción. Muñoz y yo estamos combatiendo esto –pues el hombre no se da cuenta cabal del asunto– es muy conservador por naturaleza y educación y está dominado por los azucareros a los cuales le confesó a Chardón le tiene miedo. Igualmente confesó –a Menéndez– temerle al Brain Trust.
Esta mañana hablando con [John Franklin] Carter, le expresé mis dudas de la conveniencia de llevar a cabo un plan liberal –con un hombre conservador. Me dijo que [Winship] era General –y llevaría a cabo las órdenes que se le dieran– y que ellos enviarían un hombre liberal que sería el jefe efectivo aun cuando a las órdenes del gobernador. Puede ser que haya en mente la idea de trasladar[lo] a otro sitio –y nosotros agradecidos. El gobernador sale para allá esta tarde [sábado 5] y el lunes [7 de mayo] empezamos a planear todo definitivamente –plan C– y otras cosas más" (énfasis suplido).
Fernández García añade: "Posiblemente podamos salir de regreso a fines de la semana que viene –o mediados de la otra. Según he sabido, los azucareros piensan hacernos la guerra en PR –Pesquera quiso que los azucareros obligaran al gobernador a hacernos rendir un informe– Chardón y a mí –de nuestras actividades en Washington. El gobernador se negó diciendo nosotros negaríamos ya que nuestras actividades eran bajo el control del Departamento de Agricultura Federal".
[78] La plataforma de trabajo del Plan Chardón no fue el Departamento de Guerra (Buró de Asuntos Insulares), donde por décadas se ubicaron los asuntos de Puerto Rico. A fines de mayo se anunció que Puerto Rico saldría de Guerra –pero no a Agricultura que tanto relieve había cobrado con los pagos bajo la AAA– sino al Departamento del Interior. Todo esto creaba incertidumbre en cuanto a qué oficinas tenían autoridad sobre Puerto Rico, en un escenario donde existían rivalidades jurisdiccionales entre Agricultura y e Interior (Tugwell 1992, 107). El marco "operacional" del Plan Chardón tampoco era Casa Blanca, a pesar de que esta supuestamente timoneaba el proceso.
[79] En 2019, cuando ya el Dr. Fernández Seín (qepd) nos había enviado una copia digitalizada de la edición mimeografiada del Plan Chardón (la versión que se encuentra en el National Agricultural Library, no la que se encuentra en la Biblioteca Roosevelt) me envió el siguiente texto: "Juan fue un placer compartir contigo y con Luis [Agrait]. Mis hermanas me entregaron varias cajas con varias joyitas como otra copia del Chardón Report, pero con anotaciones de RFG identificando los autores de cada sección. Adivina el autor de la introducción". Mensaje de texto, 23 de marzo de 2019; énfasis suplido.
[80] Fernández García se identifica como autor principal de la sección sobre el plan azucarero, el café y el proyecto de industrialización; e identifica a Chardón como autor principal de la sección sobre el tabaco, al Arq. Naval T. Martin Stevenson de la sección sobre Turismo y H. C. Henricksen de la sección sobre la industria cítrica.
Stevenson fue "traído por Winship", anotó Fernández García en su copia del informe, lo cual era de esperarse tratándose del pet project de Winship. Harry C. Henricksen aparece como empleado del Departamento de Agricultura en un viaje a Puerto Rico en 1920. U.S., Army Transport Service Arriving and Departing Passenger Lists, 1910-1939. Posiblemente era un técnico de la Administración de Crédito Agrícola. Además, una nota en la sección de Transportación (pp. 86-92) informa que se incorporó "sin reserva" un memorando de marzo de 1934 del Lcdo. Miguel Guerra-Mondragón al gobernador Winship. La sección sobre contribuciones y la de los azúcares cubanos tuvo como asesor al profesor José Enrique Soltero, de la Universidad de Puerto Rico. Soltero podría ser el quinto "autor invitado" del plan. Fue parte del grupo universitario inicial y estaba en Washington durante la elaboración del plan. A fines de junio El Mundo reportó que Soltero "recientemente regresó de la capital federal en donde estuvo trabajando con el comité de expertos portorriqueños en el estudio de la deuda pública y el problema contributivo de la isla". El Mundo, 29 de junio de 1934, p. 1. Las demás secciones no tienen un autor principal identificado y presumimos que son producto del trabajo conjunto de los comisionados. Según las anotaciones de Fernández García, Menéndez Ramos no aparece como autor principal de alguna sección. Veremos que más adelante Menéndez Ramos alegaría que varias secciones del plan se aprobaron a pesar de su voto en contra.
Chapman, insider Demócrata por excelencia, había sido gerente de campaña y luego asesor legal en la oficina congresional de su mentor, nada menos que el Senador Edward Costigan (D-Colorado); el mismo que había capitaneado la "Ley Jones-Costigan". En 1946-49 fue Secretario del Interior.
[81] Unos meses después, Fernández García apuntó: "Se nos dieron todas las facilidades del Gobierno Nacional para llevar a cabo nuestro cometido. Con llamar por teléfono a la secretaria de cualquier jefe de oficina o negociado, inmediatamente podíamos obtener una entrevista para tratar de cualquier asunto relacionado con nuestro trabajo. Es más, las cortesías que nos extendieron los miembros principales de la Administración nos daban la impresión de que estábamos siendo tratados como diplomáticos de una nación amiga, trabajando en asuntos de interés para ambas naciones. Naturalmente, algunas veces las entrevistas que celebramos con algunos de los miembros del Gabinete o subgabinete tenían que ser necesariamente cortas, puesto que estos oficiales están sumamente atareados, no tan sólo por su trabajo rutinario, sino por el gran trabajo de emergencia que están llevando a cabo combatiendo la depresión. La actividad actual que se nota en Washington es solamente comparable con la actividad de los años de la Guerra" (El Mundo, 5 de agosto de 1934, 1).
[82] Comprende:
- El plan de ajuste azucarero o "Plan para el reajuste del azúcar y para la reconstrucción económica parcial de Puerto Rico". El plan medular del informe detalla un proyecto piloto de reforma agraria y rehabilitación rural, sufragado por un impuesto especial a las refinadoras estadounidenses.
- La "política de tierras" o "política territorial" (land policy) del plan: Una exposición sin precedentes en un documento del gobierno insular o federal que documenta la concentración de tierras en las regiones más fértiles del país y reclama la implantación de la Ley de 500 Acres.
- Unas propuestas específicas de proyectos piloto de rehabilitación para el café, el tabaco, las cítricas, los cocos y los bosques. Estos planes eran afines en estructura y recomendaciones. El eje de estos planes es la adquisición de tierras con fondos de rehabilitación para crear comunidades de agricultores de subsistencia que además trabajarían por un estipendio. El objetivo era estabilizar la población rural y promover algún autoconsumo.
- La situación crediticia de la agricultura puertorriqueña en conjunto, una situación crítica mucho más seria que la deuda a nivel del gobierno insular.
[83] En el futuro, y a pesar de las iniciativas que se tomen hacia la industrialización, "puede que eventualmente resulte imperativa" una política de "colonización en masa" hacia "regiones poco pobladas de países tropicales similares a Puerto Rico" (Plan 248). Sería una emigración organizada, con una infraestructura social y educativa, y supervisada por "superintendentes generales, nativos de Puerto Rico" con el rango de funcionarios consulares de Estados Unidos (Plan 248). El informe reconoce el éxito de muchos puertorriqueños que habían emigrado individualmente a los Estados Unidos, pero en efecto descarta a "el norte" como un destino de migraciones organizadas.
[84] Por razones que se desconocen, la sinopsis del Plan Chardón que se ofrece en la introducción no anticipa otras secciones del plan, por considerarlas de menor importancia (la sección sobre turismo, el pet project de Winship) o por tener un contenido demasiado técnico (en el caso de las secciones sobre crédito agrícola y reforma fiscal).
[85] Puerto Rico Sugar Order No. 1, bajo los "General Sugar Quota Regulations Series 1". Tres elementos complicaban el efecto –de por sí considerable– de la cuota. Primero, la cuantía se basaba en la producción de azúcar de cualesquiera tres años entre 1925 y 1933. En ese periodo hubo varios años de producción baja debido a los huracanes San Felipe y San Ciprián. En cambio la zafra de 1934 en Puerto Rico prometía ser la más grande jamás alcanzada, y resultaba injusto imponerle un límite basado en años magros.
Segundo, porque el impacto de la cuota era desigual. Las centrales podían protegerse moliendo primero su propia caña, llenar así su cuota asignada con su propia producción y no dejar margen para sus colonos. Además las centrales más grandes contaban con facilidades de almacenamiento que le permitirían trasladar a la próxima temporada cualquier superávit de producción. El tercer tema era el impuesto de procesamiento bajo la Ley Jones-Costigan pues había controversia en cuanto a cómo se distribuirían en Puerto Rico los réditos que produjera el impuesto. El estado de la opinión pública en la isla, que formaba el contexto de la Comisión Chardón, fluctuó en torno a estos tres temas según cuajaban en la Ley Jones-Costigan.
[86] Las múltiples ventajas del "Plan Azucarero" se anticiparon en la reunión en Fortaleza en marzo. Incluyen: reubicación de colonos en mejores tierras cañeras; oportunidades para que los obreros cañeros trabajasen como agricultores independientes durante tiempo muerto; aumentos en la producción insular de alimentos; reducción del monopolio de tierras y mejor equilibrio social; rendimientos íntegros justos para colonos y trabajadores; y generar unas ganancias que podrían usarse para el desarrollo económico general. De esta manera, quedarían parcialmente resueltos varios de los principales problemas de Puerto Rico y se habría logrado algo más fundamental que la simple indemnización por la merma en la producción azucarera.
[87] La Virgin Islands Company surgió en 1934 de un proyecto corrido directamente por la Public Works Administration. Fue incorporada por el Council of St. Thomas and St. Croix en 1935 como una instrumentalidad bajo el Departamento del Interior. Ver este enlace Por su relación directa con el gobierno federal, por su escala e incluso por su muy reciente creación, la Virgin Islands Company no era el modelo más apto.
[88] El plan detallado difiere en algunos aspectos del esbozo en las "Observaciones preliminares". Estas mencionaban un solo grupo de trabajadores, "los obreros que antes trabajaban un promedio de 150 días al año y que cobraban jornales de 60 a 80 centavos por día". De modo general, todos ellos quedarían convertidos en agricultores independientes aunque no en sus propias tierras. Hay cierta ambigüedad en el marco general de las "Observaciones preliminares" en cuanto a la clasificación de los trabajadores existentes de las centrales y colonias. En particular no se distingue entre (1) agregados que ocupaban sin título tierras de las colonias y centrales pero venían obligados a trabajar como jornaleros para las centrales o colonias y (2) los trabajadores o campesinos (generalmente sin título) que ocupaban por cuenta propia tierras marginales que en la práctica eran tierras públicas (Ayala y Bergad 2023; Mintz 1956, 1959). En el ambiente cañero puertorriqueño, el uso cotidiano de los términos de "trabajador", "jornalero", "obrero", "agregado", "bracero", y "campesino", entre otros, era fluido.
[89] El informe las cualificaciones que debían poseer los candidatos a fincas de subsistencia; la subdivisión o traspaso de las tenencias, en el caso de agricultores que hayan comprado terrenos; las restricciones sobre la venta ulterior de parcelas; la selección de titulares en el caso de permutas; la distribución de cultivos en las fincas de subsistencia; los niveles de pago de parte de la central a los colonos; los resultados que se esperan con respecto a colonos y trabajadores; el costo del proyecto en general los beneficios para la Isla en conjunto. De forma consecuente con la perspectiva ya adelantada al principio, expone que entre los beneficios del plan para la Isla en general habrá un aumento en la capacidad de consumo de los agricultores y obreros de la Isla, lo cual "debe advertirse, beneficiará a los manufactureros de los Estados Unidos continentales" (Plan 271).
[90] Respectivamente, unos $770,613,830 y $562,701,490 en equivalente de 2024 según U.S. Inflation Calculator) e Inflation Calculator.
[91] En su próxima sección, el informe presenta un "Plan tentativo para refinar azúcares crudos cubanos" (Plan 274-275). La propuesta era que se permitiera importar a Puerto Rico 165,000 toneladas de azúcares crudos cubanos (como parte de la cuota de azúcar cubano exportable a los Estados Unidos), refinarlas aquí y exportar el azúcar a los Estados Unidos. La propuesta retaba la absurda prohibición colonial que le impedía a Puerto Rico exportar azúcar refinada a los Estados Unidos. La refinación de azúcar era algo enteramente posible en Puerto Rico, y la tecnología no era mucho más compleja que la de semirefinación que se hacía en las centrales de la Isla.
[92] La Asociación Católica para la Paz Internacional incluía catedráticos de las principales universidades católicas norteamericanas. El bien documentado estudio de la Asociación Católica y su trasfondo ameritan una investigación aparte. Uno de los miembros del comité era Pedro Capó Rodriguez (1877-1970), un abogado puertorriqueño radicado en Washington, D.C. Capó Rodríguez era un editor del American Journal of International Law. Estudió Derecho en la Universidad de Vermont y en 1920 aparece como abogado adscrito al Carnegie Endowment for Internacional Peace. En 1930 trabajaba en el Departamento de Justicia en Washington y en el 1940 nada menos que en el Departamento del Interior. Censo de Población, 1920, 1930 y 1940. Publicó varios artículos sobre Puerto Rico y sus relaciones con los EE. UU. en el Hispanic American Historical Review y en revistas jurídicas norteamericanas como en la prensa puertorriqueña. Aparentemente se radicó en Puerto Rico durante varios años. En El Mundo, 11 de octubre de 1924, se reporta el traslado de su bufete y residencia de San Juan a la capital federal. Según Fernández García la publicación llegó casualmente a sus manos por vía de un estudiante de la Universidad de Georgetown (en versión mimeografiada, a pesar de que el documento se publicó tres años antes). Sospechamos, sin evidencia alguna, que Capó Rodríguez fue quien puso el documento en manos de Fernández García, pero prefirió no ser identificado por ser empleado del gobierno federal (Departamento de Justicia o del Interior).
[93] Para una referencia reciente a Rerum Novarum en un estudio económico de Puerto Rico, véase Centro para una Nueva Economía, Expediting the Recovery Process: A Proposal to Create a Puerto Rico Development Authority (2017), 6.
[94] Según el recuento que hace Negrón Muñoz de su entrevista con Fernández García, él solo menciona a México al final de una enumeración de países (todos europeos) donde hubo experiencias de reforma agraria. Quizá era un tema demasiado cercano al nacionalismo albizuísta. Además, la violencia que marcó la Revolución Mexicana entre 1910 y 1917 –cerca de un millón de muertos, mayormente no combatientes– inquietaría al más revolucionario. Un caso interesante de reforma agraria que Fernández García no menciona, y que enlaza con el catolicismo, es el de Irlanda. El poder imperial británico se vio obligado a implantar una reforma agraria en Irlanda mediante cinco Land Acts (1870-1909) tras una cadena de rebeliones (Land Wars) de un campesinado mayormente católico contra una oligarquía terrateniente protestante de origen británico.
[95] El plan de rehabilitación de la industria cítrica, recordemos, tuvo como principal autor a H. C. Henricksen, cuyo trasfondo desconocemos pero que inferimos que era un técnico de la Administración de Crédito Agricola (Farm Credit Administration).
[96] Los elementos comunes de los planes de rehabilitación para el café, los cítricos y el tabaco eran los siguientes:
- Todos los aspectos de los proyectos estarían dirigidos por una Comisión de Auxilio Rural ("Rural Relief Commission"; 51, 57, 58, 59), aunque para el café aparece también una Comisión de Auxilio al Café ("Coffee Relief Commission", 48-49). En el contexto del tabaco se menciona una Comisión Agrícola ("Farm Commission", 66). El principio básico parece ser que cada cultivo tendría personal de coordinación y supervisión. Este personal aparece presupuestado en el Plan.
- Se comprarían con fondos federales de rehabilitación unas extensiones importantes de tierras, a un precio inferior al del mercado. En el caso del café, cuyo cultivo cubría cerca de 50,000 acres (dispersos en fincas con un total de 300,000 acres) se adquirirían 24,000 acres, el 8 % del total. Para las cítricas no se especifica el área a cubrir; y en cuanto al tabaco, el gobierno adquiriría 15,000 acres.
- Se proponía comprar las tierras a precios bastante más bajos que a precio de mercado. Para las tierras de la zona del café se pagaría $25/acre, en el tabaco a $40/acre, en las cítricas a $50/acre. En el caso del café y el tabaco, el precio de adquisición propuesto era entre el 50 % del valor de tasación, con la expectativa de que los cosecheros estarían dispuestos a aceptarlo. En las cítricas, el porcentaje era mucho menor debido al alto valor de tasación de esas tierras de alta productividad ($150/$200 por acre).
- Las tierras adquiridas se repartirían a razón de 3 acres por cada trabajador en las tierras adquiridas en las zonas de café y tabaco, y 2 acres en las zonas de cítricas. La menor extensión de los predios en las cítricas se debía, de nuevo, a que eran tierras más productivas y costosas. El número de trabajadores jefes de familia beneficiados sería de 8,000 en las tierras cafetaleras, 5,000 en las tabaqueras. Para las cítricas solo se indica que se repartirían fincas de subsistencia solo a uno de cada cuatro trabajadores empleados en una finca, sin dar números globales.
- Tanto en el café como en el tabaco y las cítricas se pagaría "un jornal, subvención o compensación" de $3 semanales. Se caracterizan estos pagos "a manera de un salario" por razones que no se explican pero que probablemente tenían que ver con evitar relaciones obreropatronales, potencial de sindicación y huelgas, etc. En el café y en las cítricas, los trabajadores dedicarían tres de los cinco días de trabajo remunerado a cualquier trabajo de campo requerido bajo la dirección de los dueños de las plantaciones de café (no se utiliza el término "hacienda"). Los trabajadores tendrían los dos días restantes para dedicarlos a sus predios de subsistencia, aunque en tiempo de cosecha los dueños podrían comprarles esos días. Los pagos y el trabajo estarán supervisados por la Comisión de Auxilio Rural.
- Como vínculo directo entre el proyecto agrario del Plan Chardón y su proyecto industrial, se propone que en cada predio de subsistencia de los trabajadores de café y de cítricas se construya una pequeña casa de concreto a un costo que se calcula en $300 por cada casa, ya que el concreto es el único medio de naturaleza permanente dentro de las condiciones de Puerto Rico. Las casas se venderán a los jefes de familias seleccionados para este fin, con sus correspondientes predios de tres acres, bajo un plan de plazos cómodos que determinará la Comisión de Auxilio Rural. Queda entendido que los ingresos que resulten de la venta de predios y casas a los trabajadores serían dedicados eventualmente a la ayuda rural en los distritos cafetaleros.
- Beneficios para agricultores: Aparte de los beneficios para los jornaleros, los agricultores propietarios (o arrendatarios) de las fincas de café que empleen a esos jornaleros también se beneficiarían. En el caso de la zona de café, los agricultores recibirían, como pago por los 24,000 acres que se dedicarán a fincas de subsistencia, la suma de $600.
[97] Ninguna otra industria floreció relativamente tanto en el siglo XX para luego caer tanto debido a los huracanes. Estos redujeron el área de los cocales por más de la mitad. La concentración territorial de los cocales en el litoral noreste y este de la isla amplificó el golpe. El otro problema que enfrentaban los cocales era una plaga de "pudrición del cogollo" (bud rot en inglés) la cual tenía que atacarse mediante la extirpación. Como en los otros cultivos, se propone un proyecto piloto para la compra de tierras (a un precio comparable al de las tierras de cítricas, $50 el acre), para jornales ($3 semanales en promedio) y para materiales de cultivo.
[98] El Banco Agrícola Federal de Baltimore se estableció en Puerto Rico en 1923. Para 1929 había hecho $13.5 millones en préstamos directos a agricultores y tenía $12 millones en préstamos sin pagar (Clark et al. 397). Sobre el Banco Federal Intermedio de Crédito, véase Clark et al. 392-93, 616. Este banco se estableció en Puerto Rico en 1923. Los bancos de crédito intermedio, de los cuales había doce en los Estados Unidos, no prestaban directamente a los agricultores, pero si a las cooperativas. Mayormente los bancos intermedios transferían fondos a bancos para redescontar pagarés de agricultores y así mejoraban condiciones.
Ambas instituciones –principalmente el Banco Agrícola Federal– ampliaron el espacio del crédito en la isla mediante la concesión de préstamos garantizados con una primera hipoteca (Plan, 276). El volumen de préstamos de estas instituciones fue cuantioso y los agricultores se ingeniaron medidas como la de subdividir sus fincas (en muchos casos no inscritas previamente) para cualificar para múltiples prestamos de estas entidades. En el café, la mayor parte de las fincas estaban hipotecadas al Banco Agrícola Federal; tanto era así que para la adquisición de las extensiones contempladas en los planes de rehabilitación sería necesario negociar con este banco (Plan 291 y 303).
Con el impacto de los huracanes y el incumplimiento forzado de muchos agricultores, ambas instituciones suspendieron la concesión de nuevos préstamos, a pesar de que otros bancos agrícolas federales en los Estados Unidos los continuaban. En las secciones del Plan Chardón se discutieron estas entidades, principalmente para abogar que liberalizaran sus políticas, créditos de producción y comercialización (Plan 290).
Una tercera institución, la Corporación de Crédito de Baltimore ("Production Credit Corporation of Baltimore") había iniciado operaciones en Puerto Rico poco antes. Esta corporación funcionaba a partir de cooperativas de crédito agrícola organizadas por cultivo con una asignación inicial de $100,000 de la Legislatura. Además se recomienda el establecimiento en Puerto Rico de cinco entidades adicionales, que enumeramos a continuación:
- el Banco de Cooperativas ("Bank for Cooperatives")
- el Comisionado del Banco Agrícola Federal ("Land Bank Commissioner") para préstamos de hasta $5,000, lo cual permitiría librar a muchas fincas de sus hipotecas
- la Corporación de Préstamos sobre Hogares ("Home Owners’ Loan Corporation" en inglés)
- la Asociación Federal de Préstamos y Ahorros ("Federal Savings and Loan Association en inglés")
- la Corporación de Crédito Mercantil, a la cual se sugiere añadir al azúcar y el café
- la Corporación Federal de Compra de Excedentes para Auxilio ("Federal Surplus Relief Corporation") para disponer de los excedentes que quedarían en 1934.
El tema del crédito agrícola era neurálgico en Puerto Rico y la variedad de agencias presentes y potenciales era, probablemente, más amplio en la agricultura que en cualquier otra rama de gobierno. La "cooperación espléndida" de la Administración de Crédito Agrícola (Farm Credit Administration) que los autores del Plan Chardón agradecen al final del informe, que ayudó a definir los programas existentes y posibles, incluyendo programas recién creados con fondos de rehabilitación del Nuevo Trato. Sin embargo, no contamos con un desglose estadístico de las sumas prestadas y los términos de parte de las entidades operando en la isla. Esta información presumiblemente se hubiera obtenido en Washington y mayormente en el propio Departamento de Agricultura desde donde trabajaron los comisionados. La excepción es la industria cítrica, cuyo autor (Henricksen) fue posiblemente un técnico de la Administración de Crédito Agrícola. Para esta industria se especifica la cuantía de lo adeudado al Banco Agrícola Federal (por mucho, la acreedora principal), el Banco Federal de Crédito Intermedio y la Comisión de Puerto Rico para Auxilio por Huracanes, para un total de $807,306, sin incluir los intereses adeudados sobre préstamos de esta última entidad (Plan 299). Desconocemos si los comisionados querían evitar un cuadro demasiado tétrico o si sencillamente se carecía de la información y no era viable recopilarla dentro del marco de tiempo limitado para la elaboración del Plan Chardón.
La proliferación de entidades reflejaba una situación muy grave, que estas entidades se habían convertido en una cuenta de banco ilimitada sobre todo para los agricultores cafetaleros. Esa situación era insostenible a la larga y difícilmente se resolvería con la llegada de más agencias y la mayor liberalización de los términos de préstamo. Ahora bien, la situación en los Estados Unidos, donde cientos de miles de agricultores estaban en quiebra, no era demasiado diferente y convendría establecer comparaciones.
[99] De la melaza, que a diferencia del bagazo se exportaba en su mayoría, se producían 40 millones de galones anuales. Gran parte de esta melaza podría usarse localmente para fabricar alimento nitrogenado para el ganado. El casabe era otra materia prima local con perspectivas de manufactura, en este caso de almidón. También como Fernández García en 1923, el Plan Chardón recomienda establecer fábricas de cemento y botellas (dos de las iniciativas que cobrarían realidad en los 1930 y 1940, siendo la primera por mucho la más exitosa) la primera y jabones. El Plan Chardón destaca la necesidad de fabricar zapatos, a base de cuero importado, en parte por su valor social, y señala otras industrias que se pueden establecer (o que ya existen y se deben promover) a base de materia prima local. La fabricación de muebles, una industria ya existente en menor escala, podría hacerse con maderas nativas o importadas (aunque en la sección sobre bosques el informe no mencionó la explotación maderera). Para este tipo de industria el Plan Chardón propone la operación en cooperativas establecidas sobre el principio de "cooperativas controladas". (Véase el informe)
Otras manufacturas con buenas posibilidades, a base de materia prima obtenible localmente y en mayor escala lo eran la producción de ladrillos y los productos de cerámica de bajo costo. "El capital local debe ser alentado para acometer esta empresa y debe ofrecerse ayuda financiera en forma de préstamos a plazos largos y a bajo interés a los incorporadores" (Plan 329). De hecho, las plantas de cerámicas, botellas y zapatos fueron los ejes de la fugaz experiencia de "capitalismo de estado" manufacturero de Puerto Rico en los 1940. Para todas estas industrias, el dictum del informe sobre la necesidad de protección es lapidario: "Sería poco menos que imposible desarrollar ciertas industrias en Puerto Rico si no se les ofrece protección ante los poderosos y organizados manufactureros estadounidenses" (Plan 332).
La protagonista de la experiencia manufacturera de los 1940 sería, por supuesto, muy exitosa, pero pronto fue vendida a Luis A. Ferré.
[100] No tenemos copia del memorando a Winship del 5 de marzo sobre la Ley de Cabotaje, aunque sí de otro memorando de Guerra Mondragón a Tugwell escrito unos días después, en torno a la necesidad de una política tarifaria propia de Puerto Rico. Carta del Lic. Guerra Mondragón a Rexford Tugwell, s.f. NARA. Oficina del Secretario de Agricultura. Correspondencia General. Caja 2056. Puerto Rico. 1934.
[101] La autoría de Stevenson queda confirmada tácitamente por una referencia al final de la sección: "Este asunto ha sido investigado por T. Martin Stevenson de la Sociedad de Arquitectos Navales e Ingenieros Marinos que ha preparado un informe titulado Puerto Rico and the Tourist Trade". No hemos obtenido copia de este informe. Aparentemente no se publicó y se preparó a petición del gobernador Winship.
[102] En el inglés original: "I am enclosing herewith the report of the Puerto Rico Policy Commission on the economic rehabilitation of the Island, and also a plan of sugar readjustment under the Jones-Costigan Act". Nótese el uso de minúsculas al denominar el informe, como para no elevarlo demasiado.
[103] El Mundo, 30 de junio de 1934, p. 2 y 8. Compilado en Albizu, Obras escogidas 36-40.
[104]Hay dos tramas con relación a la visita de Roosevelt. La primera trama tiene algo de sainete. Chardón la narra al ayudante de Tugwell, Carter, en una carta del 30 de julio. NARA. Oficina del Secretario de Agricultura. Correspondencia general. Caja 2056. Mathews no registra el incidente y de hecho solo dedica tres oraciones a la visita de Roosevelt. La primera trama comienza cuando Chardón y Menéndez fueron por su cuenta a Mayagüez a saludar al presidente (sin haber sido invitados). Luego regresan a toda prisa a San Juan a una cena formal esa noche en Fortaleza donde habla el presidente Roosevelt y una serie de figuras, pero nadie invita a Chardón y Menéndez Ramos a hablar; y nadie menciona el Plan Chardón. Tras Chardón insistir, Winship coordinó una alocución radial de Roosevelt al día siguiente donde Roosevelt donde anunció que aprobaba "en principio" el plan de reconstrucción (sin ponerle nombre). Ver Puerto Rico Ilustrado (1934)
La segunda trama tiene más de tragedia. Comenzó antes y terminó después de la visita. La visita de Roosevelt provocó un conflicto grave en el Comité Nacionalista de Mayagüez, en torno a si se debía repudiar la visita de Roosevelt. El partido encomendó a Juan Antonio Corretjer organizar una demostración de protesta y que distribuyera copias de una proclama denunciando la visita. La junta local mayagüezana rechazó distribuir la proclama porque no había sido consultada y rechazaba realizar una protesta. La junta local expresó que "difería de la militarización del partido y exigía más moderación en los planteamientos políticos" (Rosado 216). Se formó una nueva junta local y las desavenencias terminaron en tiroteos y explosivos, luego en procesos judiciales. El Partido Nacionalista perdió gran parte de su liderato en Mayagüez, en lo que fue una de las primeras grietas ocasionadas en las nuevas condiciones políticas.
[105] El Mundo, 8 de julio de 1934, 1.
[106] El Mundo, 8 de julio de 1934, 1.
[107] Carta de Carlos Chardón a John F. Carter, 30 de julio de 1934. NARA, Records of the Commissioner and Secretary of Agriculture, Caja 2056. Puerto Rico. 1934.
[108] Carta de Appleby (Asistente del Secretario) a Julius Matz, 20 de julio de 1934. NARA, Records of the Commissioner and Secretary of Agriculture, Caja 2056. Puerto Rico. 1934.
[109] Carta de Carlos Chardón a Frederic Bartlett, 20 de julio de 1934. NARA, Records of the Commissioner and Secretary of Agriculture, Caja 2056. Puerto Rico. 1934.
[110] Carta de Carlos Chardón a John F. Carter, 30 de julio de 1934. Records of the Commissioner and Secretary of Agriculture, Caja 2056. Puerto Rico. 1934.
[111] El Mundo, 26 de julio de 193, p. 1. Claro está, se haría todo con el endoso federal: "A mi juicio, no habrá de ponerse en práctica hasta tanto sea discutido en todos sus aspectos y detalles por los oficiales de los departamentos del Interior y Agricultura de los Estados Unidos para determinar cuáles son los objetivos más grandes y más prácticos que existen dentro de ese plan".
[112] En la entrevista, Negrón Muñoz le preguntó a Fernández García: "¿Y cómo tratan ustedes en el nuevo plan de resolver estos problemas?". Fernández García contestó así: "De la manera que se ha tratado de resolver en todos los países en que han existido condiciones semejantes. Podemos remontarnos al Siglo I de la Era Cristiana, cuando los Gracos —Tiberio y Cayo— trataron de resolver el problema del latifundio en el Estado Romano, devolviendo a los campesinos las tierras que habían sido absorbidas por los grandes magnates de Roma. De igual manera que lo han tratado de resolver en Dinamarca, Alemania, Austria, Hungría, Checoeslovaquia, Polonia, Rumania, Lituania, Estonia, Finlandia, España y Méjico. En los países del norte se resolvió de una manera pacífica, en los países latinos, por obstinación de la clase directora, que no comprendió el problema a tiempo, o quién sabe por exceso de fogosidad de la raza, se ha tratado de resolver de una manera desesperada y violenta. El país que ha tenido más éxito en la solución del problema agrario ha sido Dinamarca, que es, quién sabe, el menos favorecido por la naturaleza, pero donde se atacó el problema con todo el brío necesario y con toda la tenacidad de que es capaz un pueblo al borde de la ruina". Luego Fernández García añadió: "Dinamarca en más o menos medio siglo, se ha convertido de un país de hambre y miseria, en una comunidad rica y feliz. Dinamarca nos da el raro ejemplo de un país enriquecido por la agricultura solamente".
[113] Las pasiones políticas que por regular predominan en los temperamentos y actuaciones de ciertos representativos de la opinión, hicieron concebir la asamblea como una reunión más de deliberaciones estériles y bizantinas. Sin embargo, la realidad de la situación económico-social que se planteó, fue de tal naturaleza grave, que todos los acuerdos se tomaron por unanimidad, demostrándose con este hecho que hay momentos en la vida de un pueblo en que las actividades partidistas y personalísimas hay que dejarlas a un lado para colocar sobre ellas un interés más alto y más humano y de mayor dignidad colectiva: el interés de las masas que sufren y que necesitan ayuda y protección por los campos y ciudades de Puerto Rico.
[114] Cable de Muñoz Marín al presidente Roosevelt. Traducción nuestra. Reproducimos el texto y formato del cable. NARA Caja 2056. 14 de agosto de 1934. El original se encuentra en la Biblioteca Franklin D. Roosevelt. Citado también en Mathews 158.
[115] En un discurso radial LMM del 13 de agosto 1934, en víspera de la "Asamblea Económica", Muñoz ofreció una explicación sucinta del Plan Chardón y su contexto (2005, 264-274).
[116] Carter atribuyó la lentitud de Washington en implantar el Plan Chardón al traslado de los asuntos de Puerto Rico a Interior (con Agricultura, bajo Tugwell, también en el cuadro); la falta de continuidad tras completarse el informe y constituir el Comité Interdepartamental, pues Tugwell primero estuvo a cargo, luego delegó en manos de Chapman (secretario Auxiliar del Interior, designado coordinador del Comité Interdepartamental) que a su vez también se marchó de Washington en el verano, etc. etc.
[117] "Preliminary Report by Technical Committee for the Interdepartmental Committe on Puerto Rican Affairs. Office of the Secretary of Agriculture". NARA. Record Group 16. Box 2056. Puerto Rico.
[118] Era necesario aumentar el valor capital de la tierra a través de fertilización, la formación de terrazas y la reforestación; y mejorar la calidad del trabajo agrícola y la salud y eficiencia económica del pueblo. El motor de esos esfuerzos en pro de la rehabilitación del café sería –algo sorprendentemente– el Cuerpo Civil de Conservación. El CCC reclutaría miles de jóvenes por términos de un año y los reeducaría en las "artes industriales" y en una ética del trabajo. A la vez, el informe expresa un temor algo paranoide de que esos contingentes de jóvenes se podrían militarizar (¡¡!). "La organización de numerosos cuerpos de hombres en una organización fuerte /como la CCC presenta un peligro muy serio de militarización. Este peligro mejor se reconoce francamente desde el principio’" (18).
[119] Comité Técnico, Informe preliminar, secc. de Desarrollo industrial, 2.
[120] Únicamente encontramos en línea el siguiente título, con fecha de 1935 y publicado por el propio Comité Interdepartamental: Economic rehabilitation in Puerto Rico: a report to the Interdepartamental Committee on Puerto Rico, por Julius Matz, T.R. Snyder y Edna Lonigan. El informe se encuentra en la Biblioteca del Congreso, en la biblioteca de Harvard y en la National Agricultural Library del Departamento de Agricultura federal.
Las referencias de Mathews al importante informe final del Comité Técnico Interdepartamental son confusas, por varias razones.
Primero, Matz aparece como coautor del informe final a pesar de que él parecía haber salido del Comité Técnico desde julio cuando se frenó su visita a Puerto Rico. Segundo, Mathews dice que el informe completo fue mimeografiado en 1934 por la Legislatura, y circuló como Puerto Rico Legislature. Report of the Technical Committee of the Inter-Departmental Committee on Puerto Rico (Washington, 1934). Ver las notas 143, 146 y 147 en Mathews 189. Tercero, Mathews no cita el Congressional Record, sino una carta donde aparentemente se menciona la gestión que Iglesias habría hecho en el Congreso; pero la carta es de mayo de 1934 y hay un error en la referencia. Véase la n. 146 en Mathews 189. Hay otro error en la n. 145, en la misma página donde se cita otra carta de mayo de 1934 en relación al informe final.
[121] En las secciones del informe final del Comité Técnico que hemos podido consultar, se evidencia un enfoque bastante diferente del informe preliminar, si bien con tensiones en su argumento. En la sección titulada "Aspectos económicos del proyecto azucarero". muy general, el Comité Técnico ahora reconoce que la concentración de tierras estaba en la raíz de la distribución desigual de ingresos. Sin embargo, le echa la culpa a los puertorriqueños el no haber invertido prudentemente la "acumulación fácil de capital" que tuvieron al venderle sus tierras a las corporaciones norteamericanas a principios del siglo XX. La sección del informe final del Comité Técnico sobre la rehabilitación del café es más detallada y señala correctamente que el Plan Chardón no define la composición, membresía, autoridad y organización de la Comisión de Auxilio al Café que propone; que la que la supervisión de trabajadores en fincas privadas que estarían remunerados con fondos gubernamentales podría crear dificultades; que los predios de subsistencia podrían ser demasiado pequeños si su tierra era infértil; y que el costo estimado de las casas de concreto en la montaña podría exceder lo presupuestado. Además de las tres secciones mencionadas, aparentemente se le solicitó la preparación de otras partes del informe a técnicos de diferentes áreas del Departamento de Agricultura. Los temas pendientes eran el algodón, el tabaco, el seguro contra huracanes, la vivienda y la construcción de carreteras.
[122] Más adelante, el representante Miguel Ángel García Méndez pasó a presidir la subcomisión que directamente elaboró el informe, y que comprendía a Leopoldo Figueroa (Senador, Partido Unión Republicana), Celestino Iriarte (senador, PUR), Etienne Totti (representante, PUR) y Rafael Alonso Torres (representante, Partido Socialista). Llama la atención que en la primera sesión de la Comisión Económica, el Comisionado del Trabajo socialista Prudencio Rivera Martínez planteó de modo general la necesidad de nacionalizar todos los servicios públicos incluyendo la luz y fuerza eléctricas, utilización de todas las fuentes fluviales para estos fines y el de irrigación de las tierras; y nacionalizar los ferrocarriles, el teléfono y el telégrafo. Precisamente el tema de las utilidades públicas en manos privadas había ardido hace poco en el país.
[123] Un parte de prensa del 29 de junio (pocos días antes de la llegada del presidente Roosevelt) resume la posición de la Comisión Económica, según enunciada por su presidente pro tempore, el representante Alonso Torres: "[E]stas audiencias públicas han venido celebrándose con el único propósito de formular un programa de carácter permanente para solventar los graves (problemas económicos y sociales del Pueblo de Puerto Rico. […] No estamos considerando planes de emergencia o de algún fin específico". Tampoco era su propósito "desvirtuar, o de crear obstáculos a un programa por el cual se dispone del producido del processing tax sobre la manufactura de azúcar. […] En ningún momento se ha hablado aquí de ningún plan específico, y mucho menos del llamado ‘Chardón’, porque tal plan es absolutamente desconocido para todos nosotros, y para el pueblo en general, porque nada se ha publicado e informado en relación con el mismo; y si alguien conoce algo acerca de tal plan, debe ser de oídas o por alguna Información pública" (El Mundo, 29 de junio de 1934, p. 1; énfasis suplido).
El mismo día, Chardón y Menéndez Ramos (significativamente, coalicionista) declaraban a la prensa que las audiencias de la Comisión Económica sí tenían que ver con el Plan Chardón y lo impactaban negativamente en la capital federal. "Se interpreta como una repudiación y una oposición al plan de rehabilitación" y se entiende "que es un paso poco sabio de dicho organismo" (El Mundo, 29 de junio de 1934, 1).
[124] Incluye: Deuda pública insular y municipal; Cuestión hipotecaria; Cosechas Principales Refaccionaria; Instituciones de Crédito Agrícola; Exacciones de Derecho Público; Intensificación de la Producción de Alimentos; Creación de la Pequeña Propiedad Rural; Granjas de Subsistencia; Fomento Particular de las Cosechas principales; Conservación y Mejoramiento de Nuestros Suelos.
[125] Irónicamente, a fines del siglo XX el Banco Mundial recorrió la ruta inversa tras su escaso éxito en cuanto a promover desarrollo, y ha regresado a sus orígenes: socorro y reconstrucción. "Quizá en parte debido a su pobre historial en torno al desarrollo, el Banco Mundial comenzó a dedicar más y más de sus recursos al trabajo en desastres y reconstrucción, incluyendo en sociedades post conflicto" (Bello 2006, 286).
[126] En los Estados Unidos, reconstruction se utiliza ante todo para designar el periodo post Guerra Civil en el Sur entre 1865 y 1877; aunque las fechas pueden variar un tanto según se reconceptualice: the Reconstruction Era, o sencillamente Reconstruction. Algunos denominan la época de los derechos civiles en los Estados Unidos the Second Reconstruction.
[127] "Podemos remontarnos al Siglo I de la Era Cristiana, cuando los Gracos —Tiberio y Cayo— trataron de resolver el problema del latifundio en el Estado Romano, devolviendo a los campesinos las tierras que habían sido absorbidas por los grandes magnates de Roma. De igual manera que lo han tratado de resolver en Dinamarca, Alemania, Austria, Hungría, Checoeslovaquia, Polonia, Rumania, Lltuanla, Estonia, Finlandia, España y Méjico. En los países del norte se resolvió de una manera pacífica, en los países latinos, por obstinación de la clase directora, que no comprendió el problema a tiempo, o quién sabe por exceso de fogosidad de la raza, se ha tratado de resolver de una manera desesperada y violenta".
[128] "El país que ha tenido más éxito en la solución del problema agrario ha sido Dinamarca, que es, quién sabe, el menos favorecido por la naturaleza, pero donde se atacó el problema con todo el brío necesario y con toda la tenacidad de que es capaz un pueblo al borde de la ruina. Dinamarca en más o menos medio siglo, se ha convertido de un país de hambre y miseria, en una comunidad rica y feliz. Dinamarca nos da el raro ejemplo de un país enriquecido por la agricultura solamente. Los agricultores daneses forman hoy el pueblo agrícola más rico del mundo. Estos resultados sorprendentes se deben a la sabia política agraria encaminada a convertir la nación en un país de pequeños y medianos propietarios, el afán del pueblo danés por Instruirse, la aplicación de las ciencias y la técnica agrícola a la práctica de los campos y el establecimiento de una vasta organización de cooperativas de todas clases para la producción y venta de los productos agrícolas". El Mundo, 5 de agosto de 1934.
Para un cuadro más completo habría que entrar en la dimensión de Dinamarca como metrópoli colonial y cómo la riqueza extraída de sus colonias pudo haber facilitado colonial incluso su reforma agraria. Las colonias de Dinamarca a principios del siglo XX incluían las vecinas Islas Vírgenes, Islandia y Groenlandia.
[129] Gruening tuvo una estadía de cinco años en México (1923-28). Durante esos años hizo investigación para México and Its Heritage (1928). Gruening también escribió artículos específicamente sobre la cuestión agraria en México (1930). En un periodo tenso de relaciones con los Estados Unidos (bajo la presidencia de Calvin Coolidge), Gruening consecuentemente adoptó una posición antiimperialista en defensa de las políticas nacionalistas que el gobierno mexicano esgrimía sobre todo ante las petroleras estadounidenses.
[130] Tras su graduación de Columbia en 1921, Tannenbaum viajó por tres años a lomo de mula por la ruralía mexicana corno corresponsal de la revista Survey. Poco antes de venir a Puerto Rico como parte del equipo de la Brookings publicó The Mexican Agrarian Revolution (1929), a partir de su tesis doctoral hecha en la propia Institución Brookings. Tannenbaum luego publicaría dos libros más sobre el tema.
[131] Los ideales de reforma agraria de la Revolución Mexicana quedaron consagrados en el Plan de Ayala (1911) y la Constitución Mexicana de 1917. El célebre Art. 27 de la Constitución de 1917 dispone: "La propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional, corresponde originariamente a la Nación, la cual ha tenido y tiene el derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares, constituyendo la propiedad privada. Las expropiaciones sólo podrán hacerse por causa de utilidad pública y mediante indemnización". Durante la presidencia de Álvaro Obregón (1920-24), se devolvieron 3.25 millones de acres (1.32 millones de hectáreas) a 400.000 campesinos, pero los grandes latifundios permanecieron intactos. Hubo una reforma agraria también bajo Plutarco Calles, pero para el 1930 se había detenido. En 1930, el Congreso mexicano aprobó la Ley sobre Planeación General de la República, que marcó pautas en la historia de la planificación y de la política pública en México. Al amparo de dicha ley se elaboró en 1933 un Plan Sexenal. El general Lázaro Cárdenas lanzó su candidatura ese año a la presidencia y, bajo el lema "Tierra y Libertad". basó su plataforma en el Plan Sexenal. Entre 1933 y 1934 Cárdenas revivió las viejas reivindicaciones y llevó a cabo una campaña histórica.
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